Cerrar fronteras

Los asuntos migratorios siempre son complejos y difíciles de abordar de una manera desapasionada y objetiva. Cerrar fronteras, abrirlas, solidaridad y prioridades, gente que de verdad tiene necesidad, sean de aquí o de allí, refugiados de verdad, de mentiras, futuros inadaptados, gobiernos que usan la televisión para darse bombo, centros de internamiento de extranjeros donde se los hacina como trastos viejos, carnés de identidad, asilo político y un sinfín de conceptos, cuya única finalidad parece ser encontrar el lagrimeo de unos y el cabreo de los otros.

Como en tantas otras ocasiones, cuando el problema se hace presente el gobierno ya llega tarde a una solución realmente efectiva. Con la inmigración y los refugiados no es una excepción. Nunca se apaga el fuego hasta que no entra el humo por debajo de la puerta.

En realidad, la endeble justificación de la cosa pública está en la base de todo. Pretendemos que por la elección de un gobierno este deba ajustarse a un modo determinado de actuación. Tenemos unas leyes, una Constitución, así con mayúsculas, y pretendemos que todo ello sea inamovible. O que todo pueda cambiar, para gustos, leyes. Un gobierno que puede manejar a su antojo el uso que se hace de las cotizaciones a la Seguridad Social, es decir los dineros que se usan para pagar la sanidad de todos, entre otras cosas, puede perfectamente determinar que esos todos sean 629 más o menos.

Un gobierno que tiene potestad para obligarnos a llevar un número de identificación como si fuéramos ganado puede identificar y marcar a cuantos crea conveniente y otorgarles cualquiera de los estatus que nos puede otorgar al resto. ¿En virtud de qué no podría hacerlo?

En definitiva, un gobierno al que damos potestad para maneje el dinero, acabará por manejarlo. No entiendo las quejas de aquellos que dicen que no lo maneja a su antojo, al antojo de los que se quejan, me refiero. Los gobiernos manejan el dinero a su antojo, al del gobierno, porque se sienten capacitados para ello, porque así lo dicen las leyes, esas leyes que ellos pueden cambiar, porque esas mismas leyes dicen que pueden así cambiarse.

Es maravilloso decir que el país es de todos y que todos tenemos que decidir sobre el país, pero la verdad es que ejercer derechos de propiedad sobre el país, la nación, el Estado o lo que quiera que sea esto, solo lo pueden hacer aquellos delegados para ello, el gobierno democrático. Sin propiedad real de los contribuyentes, quien ostente el gobierno hará lo que quiera, abrir o cerrar fronteras. Esta propiedad no existe y es absurdo pretender reclamarla, así es en democracia. El que quiera cerrar fronteras, que las adquiera legítimamente, mientras que nos dejen transitar por aquello que no es de nadie.

José Luis Montesinos
José Luis Montesinos

Soy Ingeniero Industrial, siempre fui autónomo aunque ya no quede más remedio que trabajar con frecuencia para la Administración que todo lo invade. Soy Vicepresidente del Partido Libertario y autor de dos novelas cortas, Nunca nos dijimos te quiero y Johnny B. Bad, que puedes encontrar en Amazon. Mi último libro se llama Manual Libertario, está disponible en www.fundalib.org. Canto siempre que puedo.

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26 comentarios

  1. Desde hace siglos las fronteras vienen determinadas por los estado nación. Y en las democracias los dueños de las fronteras son los que votan las leyes que determinan quién puede o no cruzar las fronteras, y con qué requisitos.

    Los votantes elijen partidos que tienen distintas propuestas, entre ellas para la inmigración y para las fronteras. Y si esos partidos aprueban unas leyes éstas deben cumplirse.

    Lo que no puede ser es que haya leyes a miles, y sólo se apliquen las del pago de impuestos, mientras que todas las demás están al arbitrio de la conveniencia política de cada momento.

    El que se legisle puertas abiertas o frontera blindada da igual si después esa ley se aplica a medias, o no se aplica.

    • La ley no se puede aplicar en su totalidad porque la ley se contradice a sí misma en muchas ocasiones, desde su propio germen. Por ejemplo, el derecho a la vivienda que sentencia la legislación choca con el derecho a la propiedad privada. Si puedo cambiar uno u otro derecho y priorizarlo entonces las personas dejan de ser iguales en derechos y obligaciones, por lo que no es posible cumplir la ley.

  2. Tu última frase encierra una contradicción, y tampoco es conclusión de de ninguno de tus argumentos: «El que quiera cerrar fronteras, que las adquiera legítimamente, mientras que nos dejen transitar por aquello que no es de nadie.»
    Según tú (y estoy de acuerdo en que actualmente lo es), las fronteras son del gobierno, y por lo tanto te dejará, o no, transitar por sus fronteras cuando le dé la gana, aunque digas que no son de nadie. Funcionalmente son suyas, como también dices.
    Respecto la inmigración, se ha dicho aquí ya de todo. En cualquier caso, está claro que la solución no es dejar entrar a todo el mundo. Y si una cosa no es la solución de un problema, insistir en ella sin arbitrar otros medios que permitan actuar de otra manera que sí apunte a una solución, es de estúpidos o de malvados con otras intenciones.

    • Iba a responder lo mismo así que solo comentaré esta frase del art: «que nos dejen transitar por aquello que no es de nadie.» que me ha llamado la atención por su ingenuidad.
      En mi caso particular, considero el momento en que tomé conciencia de que no existen territorios (lo que en jerga actual llaman «espacios») que no sean de nadie, como uno de los momentos claves en mi conversión en adulto, en el sentido de dejar de tener una concepción ingenua o infantil, y por tanto irreal, de la realidad.
      Desde los picos de las montañas hasta la playa más recóndita que podamos encontrar, pasando por cualquier trozo de cualquier ciudad, lo cierto y verdad, es que o bien pertenecen a alguien, ya sea un individuo o un grupo, que ejercen el control sobre dicho territorio o bien están en disputa entre varios individuos o grupos, que luchan entre sí para monopolizar el control del mismo.
      Lo anterior, en tanto que es un hecho biológico básico, es tan cierto para seres humanos como para leones, o cualquier otro bicho viviente.
      Conclusión: hablando estrictamente de sociedades humanas, cada vez que das un paso fuera de tu propio territorio o del controlado por el grupo al que perteneces, entras en territorio ajeno que pertenece a alguien, que deberá permitírtelo a su voluntad, so pena de enfrentarte a él.
      Y no hay más.
      Esto, el resto de los animales, que afortunadamente para ellos carecen de nuestra ingenuidad, lo saben de manera instintiva. Los seres humanos, que nos creemos más listos, solo lo aprendemos cuando perdemos el control sobre nuestro propio territorio ( sea el nuestro particular o el de nuestro grupo) y nos convertimos en parias errantes.

      • Si analizamos objetivamente el asunto, al menos a mi me lo parece así, tanto el Estado del Bienestar como el cierre de fronteras, son contrarias a la Libertad. La cosa es que el Estado del Bienestar es incompatible con fronteras totalmente abiertas, ergo mi tesis (que ya he publicado múltiples veces, de ahí que haya cerrado el artículo solo con un poco de wishful thinking) es que hay que desmontar el Estado del Bienestar y dejar las fronteras abiertas.

        • Como no le creo tan ingenuo como para aplicar esa receta a sus propiedades individuales, ni si me apura, a las de su comunidad de propietarios (si forma parte de alguna), solo puedo concluir que lo que reclama en realidad es que seamos los demás los que desmontemos nuestras fronteras, incluyendo las de esas particulares comunidades de propietarios que llamamos «países soberanos».
          Huelga añadir que conmigo no cuente: sin defender las fronteras de mi país, las de mis propiedades particulares no valen ni el papel del Registro de la Propiedad en el que están inscritas.

          • Hay una importante diferencia entre una comunidad de propietarios y un país.
            En la comunidad de propietarios sí existe una propiedad privada real que se puede ejercer en un país la propiedad pública es una graaaaaan mentira. De hecho los propietarios equivalentes son los gobernantes.

            • Empezaría a considerar que usted tiene razón, si me dice una diferencia sustancial entre el pasillo de una comunidad de propietarios y una calle o camino de cualquier pueblo o ciudad o entre la asamblea de una comunidad de propietarios y el parlamento de un país.
              Como yo no he sido capaz de encontrarlas, dado que ambos son básicamente grupos humanos soberanos en sus respectivos territorios y que por definición se enfrentan a problemas «similares», es por lo que considero ingenuo y lleno de contradicciones su posición.

            • «La propiedad pública es una graaaaaan mentira».
              La propiedad pública podrá estar mal gestionada (como ocurre generalmente en España) o bien gestionada (como por ejemplo ocurre con los Polders holandeses y en general con todas las propiedades públicas en ese país). Pero eso depende tanto de los gestores (gobernantes) como de los propietarios (ciudadanos).
              «De hecho los propietarios equivalentes son los gobernantes».
              Le concedo que en España y en bastantes ocasiones, al menos si que lo parecen, pero tampoco exageremos, porque de ser cierta su afirmación, ningún gobernante sería condenado por corrupción, lo cual no es el caso, afortunadamente.

            • La propiedad pública no existe. No es de todos, es de quien la gestiona. Si el que la gestiona lo hace bien (término del todo subjetivo y que hará que cada uno piense lo que quiera) es posible que de para más, pero está en manos de quien gobierna abrir o cerrar, y ud y yo, que según ud seríamos propietarios de esa propiedad pública, no podemos ejercer ninguno de los presupuestos que supone poseer algo.

            • «La propiedad pública no existe. No es de todos, es de quien la gestiona».
              Le insisto en que si eso fuera así, que no le discuto que sea el sueño húmedos de bastantes politicos/gestores, ninguno de elllos podría ser juzgado por corrupción. Como hay bastantes en ese trance, justo por haber actuado como si su afirmación fuera cierta, la misma es, simple y llanamente, falsa.
              Pero no dejemos que los hechos desmonten nuestras fantásticas creencias religi…., digo, ideológicas.

            • Que a ud le parezca bien que se lleven una parte mientras no se lleven la otra no quita que se la estén llevando, sin preguntarnos ni a usted ni a mi.

            • «Como resulta que meten a gente en la cárcel entonces el sistema es maravilloso».
              ¿Donde y cuando he dicho que el sistema sea maravilloso?
              Poner en boca del contrario, afirmaciones que el otro no solo no ha dicho sino que ni siquiera comparte, y no contestar a las preguntas directas, es una forma muy marrullera de debatir, que es lo que se supone que hacemos en este sitio.
              Táctica, por cierto, táctica muy propia de los políticos profesionales: «usted pregunte lo que quiera que yo contestaré a lo que me salga de los …..».
              Yo me tomo la molestia de copiar literalmente sus afirmaciones, entrecomillarlas para hacer constar que son literales y a continuación opinar sobre las mismas.
              En mi opinión, en tanto en cuanto es usted el autor del art. debería estar interesado en conocer la opinión, incluidas las críticas razonadas y educadas, de los demás sobre el mismo y a respetar el «juego limpio» en el debate.

            • «En mi opinión, en tanto en cuanto es usted el autor del art. debería estar interesado en conocer la opinión, incluidas las críticas razonadas y educadas» ¿En virtud de qué puede usted saber lo que debe interesarme? No me conoce personalmente, no sabe cual es mi historia personal, no sabe ninguna de mis motivaciones, sólo saca su idea de mí de lo que pueda escribir con mejor o peor suerte en una pantalla de ordenador.

              Ese es el problema de quienes apoyan el Estado de una u otra forma. Usted cree estar capacitado para ordenar la vida de personas a quien no conoce, aunque sea mínimamente diciéndoles qué sería interesante que hicieran. Por lo que entiende que pueda haber personas con esa capacidad. Y no las hay. A mi me puede o no interesar su opinión o debatir con usted, pero no tengo que hacerlo en la manera en la que a usted le guste ni responder lo que a usted le venga bien o como usted considere adecuado. No tengo que obligatoriamente «jugar limpio» ni respetar nada a lo que no me haya comprometido con Luis I, Gómez que para eso es el jefe y me cede su espacio.

              Usted, evidentemente puede rebatir lo que quiera y plasmar su opinión en cuantos comentarios guste, pero de la misma manera que me expongo yo, se expone usted, a que le diga lo que me parezca.

            • Pues hay un punto en el que yo difiero . En lo de que «yo, con lo que sea de mi propiedad, puedo hacer lo que me dé la gana «
              ( Y pido mil èrdones porque tenía que haber copi / pegado la frase, y la pongo de memoria. Y mi memoria ya, a mis años, y, sobre todo, la memoria de lo que acabo de leer, o de los nombres escritos más arriba, me falla muchísimo.

              El caso es que NO puedo hacer lo que quiera con mi propiedad. Soy autónoma, me dedico a alquilar viviendas y locales de mi propiedad. Y, aunque cumpla escrupulosamente con la L.A.U., que regula mi actividad empresarial, los mandamases se sacan toda clase de normas de la manga, para no dejarme hacer obras que yo considero necesarias, y obligarme en cambio a hacer otras en las que no creo porque las considero inútiles y perjudiciales, etc etc.

              Y en el caso de que me entren okupas en el ínterin entre inquilinos, no me protegen para echarlos, y si algún inquilino no me pague el alquiler, la Alcaldesa pretende hacerme responsable del que no me paga, y marcarme un «alquiler social » que el que no paga pueda pagar…

              Y seguro que lo he entendido todo al revés, que cada día estoy más gagá, así que, por si las flais, digo lo de siempre
              ¡ Ya Siento !

            • Pues tiene ud toda la razón, con su propiedad usted y todos deberíamos poder hacer lo que nos diera la gana, sin interferir obviamente en la propiedad de los demás, pero la legislación lo impide y no defiende la propiedad privada de forma inequívoca. Por esto, y por otras cosas, pero por esto especialmente me niego a aceptar las leyes como buenas, muchas de ellas son negativas y van en contra de las personas. Legal igual a positivo… no siempre, y cada vez menos.

            • Lo misma apropiación es una cosa u otra, solo que a muchos como a usted les parece bien una y la otra no. Ambas están basadas en el latrocinio.

            • ¿Los Polders holandeses, que se construyeron por iniciativa del Estado holandés, tras sufrir la última de las mortales y costosísimas inundaciones que asolaban periódicamente los Países Bajos, es una «apropiación basada en el latrocinio»?.
              No cabe la menor duda de que su religión es antagónica de la «mía», porque yo al igual que el 100% de los holandeses consideramos que la construcción de los Polders, es una «bendición» que ha salvado a millones de personas de la muerte y de la ruina, y que por su costo, envergadura y complejidad solo ha podido ser realizada gracias a la existencia de un Estado bien organizado como el holandés, que a su vez se basa en una sociedad sensata y responsable, como es la holandesa.

            • «Quien cede Libertad a cambio de seguridad, acabará por no tener ni Libertad ni seguridad»
              «Hasta los relojes parados dan la hora correcta dos veces al día»

              Si no hubiera habido Estado, ¿Qué? Pongamos el ejemplo de Domino´s Pizza arreglando las las carreteras porque no lo hace el Estado. Las cosas se hacen porque las personas las necesitan. haya o no Estado.

            • Para empezar, yo puedo comprar y vender mi vivienda, con sus partes de propiedad colectiva, pero no puedo hacer lo mismo con «mi parte del país». Además, en la comunidad de vecinos nadie me representa si no quiero que me representen, en el parlamento «me representan» quiera yo o no quiera, eso se deriva del hecho de que yo a la comunidad de vecinos accedo libremente, al comprar libremente la vivienda que me interese, mientras que en la «comunidad de vecinos del país» me obligan a estar. Puedo contar con una comunidad de vecinos o no, yo vivo en una vivienda unifamiliar y no tengo comunidad de vecinos, de hecho en el garaje y los trasteros, que es una propiedad colectiva, tampoco existe «comunidad de vecinos», la gestionamos de manera diferente. En mi garaje, puedo acceder a todas las zonas comunes y puedo meter a quien yo quiera (bajo mi responsabilidad, obviamente) cosa que no puedo hacer en todas las propiedades públicas de mi país. Así a bote pronto, alguna diferencia hay.

              En definitiva, mi propiedad privada, colectiva o individual, se me permite ejercer los derechos de propiedad, y soy yo el que los cede si quiero. En la propiedad pública no puedo ejercer los derechos de propiedad y los tengo cedidos me guste o no. Conceptualmente media un abismo.

            • Vamos por partes:
              «Para empezar, yo puedo comprar y vender mi vivienda, con sus partes de propiedad colectiva, pero no puedo hacer lo mismo con «mi parte del país».
              Usted no puede vender su parte de elementos comunes de su comunidad del mismo modo que no puede vender su «parte» de las infraestructuras del país. Por mi parte no tendría inconveniente en que cada cual pudiera vender su «nacionalidad», eso si, convirtiéndose desde ese momento en extranjero/apátrida, con todo lo que conlleva. Y veríamos cuántos anarcoliberales se apuntaban al invento.
              » Además, en la comunidad de vecinos nadie me representa si no quiero que me representen, en el parlamento «me representan» quiera yo o no quiera». Si le parece una idea mejor montamos una asamblea de 30 millones de españolitos cada vez que haya que legislar algo.
              «Puedo contar con una comunidad de vecinos o no,yo vivo en una vivienda unifamiliar y no tengo comunidad de vecinos «. Pero imagino que, incluso en ese caso, vive usted en una calle que comparte con otros vecinos y que alguién se encarga de limpiar y mantener, y a su casa llegan redes de infraestructuras comunes que hay que «gestionar», con lo que a todos los efectos, impuestos incluidos, usted junto con el resto de vecinos de su municipio constituyen algo muy similar a una comunidad de propietarios.
              «En mi garaje, puedo acceder a todas las zonas comunes y puedo meter a quien yo quiera» ¿puede usted por ejemplo montar una fiesta de cumpleaños en el garaje colectivo sin contar con el acuerdo de los demás? ¿Como pagan la iluminación y mantenimiento de ese garaje colectivo? Yo diría que, aunque no esté constituída como tal, usted desde el momento en que comparte zonas comunes con los demás, de facto vive en régimen de comunidad de propietarios respecto a esos espacios colectivos, que es justo el requisito y la condición inexcusable que se cumple en los colectivos asentados sobre un territorio: quieran o no comparten espacios cuya gestión incumbe a todos.
              » En definitiva, mi propiedad privada, colectiva o individual, se me permite ejercer los derechos de propiedad, y soy yo el que los cede si quiero».
              Es obvio que cualquier propiedad por muy privada que sea, conlleva inexcusablemente la necesidad de utilizar y servirse de otros espacios, que en general servirán a distintas propiedades privadas.
              Es, precisamente, la existencia de esos espacios comunes y la necesidad inexcusable de su gestión común, la que invalida toda la concepción anarcoliberal sobre la soberanía individual de cada cual sobre «su trozo» del planeta Tierra, que en mi opinión es de una ingenuidad pasmosa.

              En mi opinión el resultado más grave de dicha concepción es el hecho de que imposibilita todo debate razonable y constructivo, desde posturas liberales, sobre la mejor manera de gestionar esos espacios colectivos, ya sean los espacios comunes de una comunidad de facto como la suya o de una constituida legalmente, ya sea el territorio de un municipio o el territorio de una nación, en tanto que todos esos territorios comparten el hecho esencial de servir/pertenecer a colectivos.

            • Sigue ud obligándome a tragar con el Estado que no he elegido, mientas yo sí elegí mi propiedad con todas sus consecuencias. Y por cierto, que elegiría la apatridia sin problemas. No tengo nada en contra de pagar por la limpieza de las calles o la luz de mi barrio, tampoco tengo mayor problema en pagar por el uso de las calles por las que circulo, pero eso no es lo que pago con mis impuestos, o no solo eso, pago por muchas otras cosas más y nadie me explica la cuenta.

              No hay manera positiva de gestionar los espacios colectivos mientras la gestión se base en la falacia de la propiedad pública, que a su vez se basa en la falacia de los derechos y la democracia. Es un error de partida.

            • Por cierto, no me resisto a hacerle la siguiente pregunta: ¿está usted a favor de abrir las puertas de su garaje colectivo y que cualquiera pueda aparcar libremente en él, incluso en las calles de rodadura porque todas las plazas estén ya ocupadas?.
              Se lo pregunto porque eso es, literalmente, lo que implica su propuesta de abolición de fronteras a escala nacional.

            • Está ud dispuesto a dejar que le roben? No, supongo. La pregunta no es qué o cuánto estoy dispuesto a dejar que roben. No hay pregunta. La única cuestión es que no me roben y lo que ud defiende es el robo, pero menos.

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