Implacable demografía.

 

 

Nota: los datos de este artículo son aproximados debido tanto a mis propios errores, como a las simplificaciones que hago y a que no existen fuentes 100 % fiables. Lo cual no quita para que los problemas y las conclusiones no sean reales (incluso pueden ser peores).

Aquí la fuente de datos que he usado.

 

El gran salto adelante.

Hasta hace poco más de 200 años la población de la Tierra era de 1.000 millones de personas. No hay cálculos exactos puesto que ,incluso los países europeos, no empezaron a hacer censos fiables hasta mediados del siglo XIX.

Hasta principios del siglo XIX, la cantidad de habitantes del planeta aumentaba de manera muy lenta. Este aumento era a veces frenado e incluso revertido por hambrunas, guerras o epidemias que podían matar en pocos meses al 20 o al 30 % de la gente de una zona o ciudad.

Hasta esa época la mortalidad infantil era espantosa. Se calcula que ni el 50 % de los niños llegaban a los 10 años. En cuanto a la longevidad, 40 años ya era una edad avanzada y la media no llegaba ni a 30. La medicina no existía más allá de algún remedio casero. La insalubridad del agua, la comida, las viviendas y las ciudades era normal. Salvo en la mente de algún iluminado, la vida humana hace 200 años era (si la comparamos con la actual) miserable, sucia, dolorosa… y corta.

Todo empezó a cambiar a partir de entonces, y a medida que las condiciones de vida de la gente mejoraron, que las hambrunas desaparecieron, que la medicina empezó a prevenir y curar enfermedades, la población empezó a aumentar de una manera vertiginosa.

Ese aumento de la población se dio en un principio entre la población blanca / occidental, ya que era entre la cual se habían producido los avances científicos y económicos, para posteriormente extenderse al resto de la gente / culturas / razas del planeta.

Evolución de la población blanca / occidental.

La población blanca del mundo pasó de unos 200 millones de personas a 1.000 millones en el periodo que va desde finales del siglo XVIII a la actualidad (menos de 250 años) y para eso tuvo que expandirse sobre dos continentes (América y Oceanía) ¡¡Con una superficie cinco veces la de Europa!!.

Es decir aunque la población blanca se multiplicó por cinco la superficie de territorio que ocupa se multiplicó por seis (aunque hay que decir que la densidad no ha sido por igual: en Oceanía vive la décima parte de gente que en Europa aunque tienen la misma superficie) (también hay que decir que esa población blanca comparte parte de ese territorio, sobre todo en USA, México, Centroamérica, Brasil, Perú y Bolivia, con otras razas: amerindios y negros)

Pero la natalidad entre la población blanca empezó a disminuir desde finales del siglo XIX.

Los motivos pudieron ser varios: mayor educación de las mujeres, comprensión de que el descenso de la mortalidad infantil hacía innecesario tener muchos hijos, menor religiosidad, aparición de corrientes ideológicas contrarias a la natalidad a ultranza, deseo de dar mayores oportunidades educativas a los hijos…

Aún así no es hasta después del boom de natalidad posterior a la IIGM cuando la natalidad de la raza blanca se acerca la necesaria para mantener estable la población y para eso tuvieron que darse dos fenómenos: la integración plena de la mujer en el mundo laboral y la existencia de métodos anticonceptivos seguros y accesibles.

Y dado que entre que la natalidad llega o disminuye de los dos hijos por mujer y la población se estabiliza (o baja) pasan unos 25 o 30 años, es ahora cuando la población blanca en el mundo está estabilizada o bajando (por ejemplo en España está bajando)

La trampa de la natalidad / la trampa de la pobreza.

Me voy a centrar en los países que rodean Europa por el Sur y el Sureste: Turquía, Líbano, Israel, Palestina (franja de Gaza y Cisjordania), Siria, Jordania, Irak, Marruecos (incluidos territorios saharauis), Argelia, Túnez, Libia, Egipto, Arabia Saudita, Bahrein, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Omán, Qatar, Yemen, Chad, Mali, Mauritania, Niger, Sudán, Sudán del Sur, Eritrea, Etiopia, Somalia y Yibuti.

29 países que ocupan unos 20 millones de Km2 (el doble que Europa, aunque más del 80 % del territorio está ocupado por desiertos inhabitables) y en los que a día de hoy viven 640 millones de personas. (En Europa viven unos 710 millones). Excepto Israel (mayoría judía) y Sudán del Sur, Etiopía y Eritrea (mayoría cristiana) son países de aplastante mayoría musulmana. La influencia del Islam va desde la baja de Tunéz hasta la absoluta de Arabia Saudita. Sin embargo es evidente que la influencia del Islam en la vida de la gente de la región no ha dejado de ascender en los últimos años.

Esos 640 millones de personas nos dan una densidad de población elevadísisma puesto que, si eliminamos el desierto, salen a más de 150 habitantes por Km2.

En Europa, si eliminamos zonas montañosas y demasiado al norte para ser habitables nos quedarían unos 5 o 6  millones de Km2, lo cual nos daría una densidad de unos 130 habitantes Km2.

Incluso en la zona más rica de Europa, la que abarcaría Alemania, Dinamarca, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Austria, Suiza, Francia, Irlanda, Reino Unido, Italia y España la densidad media de población no llega a los 160 habitantes por Km2.

El problema de alguno de estos países, los más pobres, (no son los únicos del mundo con este problema) es que han caído en lo que yo llamo trampa de la natalidad / pobreza.

El nivel de vida de estos países ha mejorado lo suficiente (gracias a avances que creó la Civilización Occidental) para eliminar hambrunas y epidemias y  para disminuir drásticamente la mortalidad infantil. Sin embargo, a diferencia de los países de la Civilización Occidental, la natalidad no ha disminuido lo suficientemente rápido.

Se encuentran por tanto en una situación en que el progreso ha sido lo suficientemente importante como para disminuir la mortalidad pero no lo suficientemente importante como para disminuir la natalidad encontrándose en un permanente boom de población. A su vez ese constante aumento de población impide que el desarrollo económico sea lo suficientemente importante como para frenar la natalidad.

Además existe el componente religioso (musulmán y cristiano) que impide los hechos que provocaron la disminución de la natalidad en Occidente.

Un perfecto círculo vicioso.

Demasiado tarde.

Incluso los países de este grupo que ya tienen una natalidad europea (Túnez, Marruecos y Turquía)  tardarán algunos lustros en frenar su crecimiento.

Turquía o Marruecos ya tienen una fertilidad europea (hijos por mujer en edad fértil), pero debido a la elevada natalidad de décadas anteriores, que hace que tengan un alto tanto por ciento de población joven, todavía aumentan su población por encima del 1 % anual. Lo cual en el caso de Marruecos son medio millón de habitantes más al año y en el de Turquía de un millón. Y lo seguirán haciendo por lo menos una década más.

 

Conclusiones nada halagüeñas.

El primer hecho es que los europeos estamos admitiendo en Europa a la gente que intenta cruzar las fronteras de manera ilegal o alegal, ya sea saltando una valla, recogiendo gente en alta mar, permitiendo que llegue por barco o patera a la costa.

El segundo hecho es que por mucho que haya gente que lo niegue eso produce un efecto llamada que hace que las mafias que trafican con personas sigan funcionando

El tercer hecho es que no hacemos prácticamente nada por que esos países den el salto a una sociedad moderna (las intenciones no cuentan). En cambio sí nos dedicamos a poner parches que disminuyen la mortalidad… a corto plazo al menos.

El cuarto hecho es que la natalidad en los países más pobres apenas disminuye.

El quinto hecho es que en los próximos diez años la población en estos 29 países va a aumentar entre 130 y 140 millones de personas.

La conclusión es que en pocos años el problema migratorio va explotarnos en la cara. Porque tampoco en Europa podríamos haber alcanzado el grado de bienestar que tenemos si no hubiéramos moderado el crecimiento demográfico, y esos países no tienen manera de alimentar a ese aumento de población.

140 millones más de habitantes en 10 años y en el reducido espacio y con los reducidos medios que cuentan esos países serán insoportables. Por mucho que admitamos a unos millones de inmigrantes (legales o ilegales) el problema apenas disminuirá en los países de origen mientras que el rechazo se disparará en los de destino.

Hasta aquí el problema que no tiene solución y que solo permitirá paliativos, parches.

Pero si no se toman medidas drásticas, que no se tomarán dada la parálisis europea atrapada entre lo políticamente correcto y los hechos impepinables, lo que nos espera a partir del 2025 va a ser un infierno. ¿O esperamos que la población en estos países se limite a la antigua con hambrunas y epidemias recurrentes? ¿Soportará el buenismo occidental esa amarga verdad?

Además recordar que Europa a partir de 2025 sufrirá un invierno demográfico como el que ahora tiene Japón.

Y toda esta estupidez políticamente correcta, las malas decisiones y tratar de negar la verdad, alimentarán todavía más toda clase de populismos y extremismos, a un lado y a otro de la frontera Norte-Sur.

Si Europa no va hacia el Sur, el Sur vendrá a Europa.
El (buen) neocolonialismo es la única salida (razonable).

Arturo Taibo
Arturo Taibo

Economista. Liberal. Cansado de ver como se engaña a la gente y como se desperdician las posibilidades de desarrollo económico. Intentando que la gente aprenda un poco de Economía.

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5 comentarios

  1. Completamente de acuerdo con el artículo. ¿Las consecuencias? Mucho me temo que Europa está condenada a una guerra civil. No es lo que deseo, por supuesto, pero es, repito, lo que me temo. Al final de esa guerra civil se impondrán unas condiciones que debieran imponerse ya, sin necesidad de lleguar a esa guerra. Pero la parálisis de lo políticamente correcto lo impiden. Y, de verdad, espero equivocarme.

  2. Bueno. Yo opino que «el buen neocolonialismo» es una magnífica y más que razonable salida, pero NO ES la única salida. Además creo que para que fuese DE VERDAD BUENO, no tendría que ser impuesto por conquista como en el pasado, sino solicitado por ellos mismos, pero… ¿Lo está haciendo alguno de esos países…? ¿Lo está siquiera sugiriendo la patética ONU o alguna de las organizaciones con influencia en el mundo…?

    Por otro lado (y de ahí lo de la «única salida») muchos vislumbramos otro problema del que no se oye hablar demasiado, y es que «la Europa desarrollada se está haciendo vieja» mientras que los menos desarrollados países de nuestro este, están relativamente vacíos. Así las cosas, y salvando consideraciones morales, pero actuando con la debida inteligencia y la máxima prudencia, en lugar de rechazarlos… ¿No deberíamos estar «importando personas» de allí donde tantas hay…?

    Estas personas, primero acogidas, y después debidamente formadas podrían, muchas de ellas mezclarse con nosotros, aportándonos la «savia nueva» que da el mestizaje, y otras volviendo a sus países de origen con una distinta mentalidad. Y sí, ya sé que suena a «sociología-ficción» pero…

  3. Salvo en lo de “estupidez políticamente correcta” que mencionas (no puede ser tan estúpida, luego ha de tener un propósito), todo lo demás es innegable. Y por lo tanto las alarmas deberían haber saltado hace tiempo y el problema ser el principal protagonista de la política europea. Pero no es así, y eso ha de ser por algo. Y surgen muchas preguntas.

    -¿Mejoraron los países descolonizados? ¿Y cuáles fueron las condiciones de los que sí lo hicieron? ¿Cuáles las de los que no?
    -¿Es la medicina occidental la causa de la superpoblación, y por tanto miseria, de culturas menos desarrolladas?
    -¿Es razonable no insistir en proporcionar y exigir el uso de anticonceptivos a sociedades que generan hijos que no pueden criar con unas condiciones mínimas de salubridad y progreso?
    -¿Es razonable no atacar frontalmente los prejuicios que atan a las sociedades atrasadas a su propia miseria? (Atacar a las ideas, no a las personas, no se confunda.)
    -¿Es razonable no rechazar en nuestros territorios el afincamiento de personas que no respetan –ni lo pretenden, ni pretenderán- los principios de convivencia de las sociedades occidentales?
    -¿Por qué la izquierda, tan acérrimamente enemiga de la religión cristiana no lo es, también, de todas las demás religiones?
    -¿Por qué las feministas -desde la libertad occidental- no atacan sin tregua los prejuicios de las sociedades brutalmente más machistas que las nuestras?
    -¿Por qué los colectivos de homosexuales no hacen lo mismo con los países que los condenan, incluso a la muerte, por ser de esa condición?
    -¿Por qué sólo se criminaliza la historia occidental, cuando en barbaridades cualquier otra historia la iguala o supera, y sin embargo, ésta, ha generado en su seno conceptos como la libertad o los derechos humanos?
    -¿Por qué se ataca sistemáticamente la cultura occidental y al hombre occidental desde dentro y de fuera? (Insisto en que el ataque es siempre al hombre occidental. No tiene sentido atacar al Hombre, porque el ataque siempre procede de otro hombre. Y ese ataque es un ataque destructivo, no crítico o correctivo.)

    Y podría seguir, pero evidentemente eso no es una “estupidez políticamente correcta”. No puede ser otra cosa que una gestión de instintos muy bajos de las masas (odios históricos, envidias), por poderosas entidades con un objetivo muy claro: acabar con la libertad individual que es la piedra angular de la cultura occidental. Es decir, acabar con Occidente en lo que significa de diferente con respecto a las otras culturas. Contra eso, todos los totalitarismos –teocráticos, de izquierdas o de derechas- estarán en principio de acuerdo.

  4. Por mi parte hace ya bastantes años que llegué a la conclusión de que el colonialismo, con todas las pegas, miserias y explotaciones de la población nativa que efectivamente existieron y que es de justicia reconocer, visto con perspectiva histórica fue bastante más positivo que negativo.
    Si nos remontamos a la antigüedad es evidente que, por ejemplo el colonialismo-imperialismo del Imperio Romano tuvo éxito, entre otras cuestiones, porque ofreció a las poblaciones nativas mejores condiciones de vida que las existentes previamente a la conquista romana.
    Tres cuartos de lo mismo se puede decir del Imperio Español o del Británico, en tiempos más recientes.
    De hecho la Sudáfrica actual, como su reverso la antigua Rodesia, (hoy Zimbaue), demuestran hasta que punto el colonialismo (y el cerril rechazo de sus ventajas por parte de los tiranos que los sustituyeron como el caso de Mugabe) en términos generales e históricos presentan un balance netamente positivo, lo cual por otro lado es de cajón ya que en definitiva las opciones reales para cualquier población atrasada son o bien continuar bajo la tiranía-anarquía de sus propios tiranos o bien formar parte de alguna manera y con todos los matices que se quieran de sociedades que han prosperado.
    De hecho, si nos ceñimos al periodo del colonialismo moderno, aquellas sociedades que tras independizarse de la metrópoli, no han cortado ni rechazado radicalmente sus vínculos con la metrópoli, como puede ser la India o la Sudáfrica (al menos la de Mandela), les ha ido en general bastante mejor que las que si lo han hecho.

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