Nacionalismos.

NACIONALISMO

A propósito del artículo «Modelo de negocio para partido liberal» me envían el siguiente ensayo en defensa del nacionalismo.

La primera tesis del ensayo es que el nacionalismo existe. Obviamente nadie puede oponerse a ella porque es un hecho. El nacionalismo no solo existe sino que es el sentimiento, con consecuencias sociales, más importante que existe en el planeta.

Mas que amor a las libertades individuales, al partido político, al igualitarismo, a la religión, la gente (en general y en el mundo) lo que tiene es amor a su Patria/Etnia/Estado. Pero el que algo exista no quiere decir que sea bueno. La institución social de la esclavitud existió durante siglos en todo el mundo (¡¡y se consideró como algo natural!!) y no por eso se puede considerar algo bueno, por lo menos yo no lo considero.

¿Consideramos buenos los sentimientos de fundamentalismo religioso? Porque esos sentimientos son mayoritarios en muchas partes de la Tierra.

La mera existencia de algo no significa que ese algo sea bueno y/o que deba de mantenerse en el tiempo.

Sigue con una afirmación (página 44) cuanto menos sorprendente:

“…es algo bueno, que hay que preservar, o hasta fomentar en la medida de lo posible, el que haya muchas cosas de muy diversos tipos en el universo. De ello se desprende como corolario que si una cosa existe y no me causa ningún perjuicio, o a lo sumo sólo pequeñas molestias, no tengo por qué empecinarme en destruir su existencia;…”

Y digo sorprendente porque en la página 34 del ensayo se afirma lo siguiente:

Según un informe del Departamento de Estudios sobre la Paz de la Universidad de Uppsala, de los 111 conflictos armados en curso durante el año 1988 (o sea, antes de que se empezara a hablar tanto del llamado «resurgimiento de los nacionalismos»), sólo 12 consistían en enfrentamientos entre los ejércitos regulares de Estados soberanos diferentes; el resto de los combates, o sea, el 90 por 100 (!), provenían de conflictos violentos dentro de un mismo Estado.

La inmensa mayoría de estos conflictos eran intra-estatales pero inter-nacionales en el sentido genuino de la palabra, es decir, enfrentamientos entre dos o más naciones dentro de un mismo Estado.

Pretender que algo solo causa “pequeñas molestias” cuando parece que está detrás del 90 %!! de los conflictos armados del mundo es cuanto menos contradictorio.

Pero esa contradicción el autor la supera mediante la distinción entre nacionalismos buenos y nacionalismos malos, entre nacionalismos que el llama “nacionalismos internacionalistas” y los “nacionalismos hegemónicos” (que en realidad no son nacionalismos según el autor).

Aunque esa distinción nos lleve a hacer auténticos ejercicios gimnásticos como considerar el nacionalsocialismo alemán de los años 30 del siglo pasado como un movimiento “no nacionalista” o a entender al nacionalismo indio de Gandhi como un nacionalismo genuino e internacionalista… olvidando que tras la independencia de la India se produjo una virulenta guerra civil entre hindús y musulmanes que acabó con la división de la India en dos Estados: Pakistán y la India… y luego la posterior división de Pakistan en otros dos Estados: Pakistán y Bangla Desh. De hecho Gandhi fue asesinado por un extremista hindú que se oponía a la tolerancia con los musulmanes que predicaba el líder pacifista: los nacionalistas no hicieron caso al nacionalista.

Olvidando también que la lucha entre el nacionalismo genuino del Partido del Congreso de la India (representante de la India) y el nacionalismo no se si tan “genuino”, pero indudable, de Pakistán ha llevado a las dos naciones a una carrera armamentística (bombas atómicas incluidas) y a esporádicos pero continuos conatos de conflicto durante más de medio siglo… y que continúan.

También el autor pretende diferenciar entre el nacionalismo serbio de la guerra de los Balcanes (malo) con el nacionalismo bueno de los demás pueblos o naciones de la antigua Yugoslavia… por ejemplo los kosovares. Y pone como ejemplo el caso del intento de genocidio de los albano kosovares por parte de los serbios en 1999… olvidando el triste, por no decir algo bastante peor, destino de la minoría serbia en la nueva república de Kósovo.

En este caso el nacionalismo nos demuestra que eso de bueno y malo sólo depende de las circunstancias: cuando el poder estaba en manos de los serbios, que no lo olvidemos en Kósovo son minoría, se habla de genocidio, cuando parecidos crímenes los cometen los ahora mayoritarios albano kosovares contra la minoría serbia entonces… ¿de qué hablamos?

La cuestión fundamental.

Yo creo que la diferencia fundamental es que mientras que el autor diferencia entre el nacionalismo tolerante o internacionalista o genuino y el falso nacionalismo, yo no establezco esa diferencia radical.

Para mí, y valga el símil, el nacionalismo es como el alcohol. El alcohol es la droga social por excelencia, el alcohol sirve de lubricante en las relaciones, de desinhibidor, nos alegra… pero en pequeñas dosis. Incluso algunos estudios dicen que pequeñas cantidades de alcohol son beneficiosas para la salud. En dosis mayores el alcohol empieza a mostrarse como la droga dura que realmente es.

El alcohol cuando nos lleva a la borrachera puede destruir nuestro buen juicio, llevarnos a hacer cosas que en condiciones normales nunca haríamos: desde realizar actividades temerarias hasta utilizar la violencia de una manera absolutamente innecesaria. Y cuando el alcohol pasa de convertirse en la droga de un día a convertirse en un hábito (cosa normal debido a su poder adictivo) entonces degenera en una de las más brutales enfermedades que existen, tanto para la persona que la padece como para su entorno: el alcoholismo.

El nacionalismo (en la dosis adecuada) es algo divertido, enriquecedor, incluso necesario en el mundo. Por muy internacionalista que se sea no me gustaría un mundo donde no existiesen “los franceses”, “los yankis”, “los chinos”, “los congoleños” o «los asturianos».

Pero los problemas del nacionalismo empiezan por la cuestión del espacio. Cuestión que el autor pretende resolver con una surrealista afirmación, página 46 (como metáfora del nacionalismo – independentismo):

Si un padre de familia, por razones económicas, psicológicas o de cualquier índole, se ve en la incapacidad de tratar en pie de igualdad a todos sus hijos, entonces debe aceptar que, quien así lo quiera, abandone el hogar paterno y vaya a formar su propio hogar —por muy «irracional» que ello le parezca y aunque ello pueda traer consigo ciertas desventajas de índole práctico, económico, psicológico, etc.”

La República Independiente de mi Casa.

El problema del nacionalismo y el espacio es que no hay ningún lugar en la Tierra que no sea reclamado como patria del algún nacionalismo… y en cambio existen muchos lugares que son reclamados por dos nacionalismos.

El problema es que cuando un «hijo-nacionalismo» decide irse de su «hogar paterno-patria común» y formar su propio «hogar-patria», en realidad… ¡¡no se va a ningún lado!!: lo que quiere hacer es formar su propio hogar, su propia patria, en una de las habitaciones del «hogar paterno-patria común».

Y en definitiva el problema, más que evidente, es que se va a producir un conflicto entre:

a) Los habitantes del nuevo hogar o de la nueva patria que quieren seguir formando parte del hogar paterno, de la nación originaria, y que no quieren pertenecer a un nuevo hogar, nueva patria, de un nacionalismo que no es el suyo o que no comparten.

Y

b) Los defensores del nuevo hogar – patria – nacionalismo.

El nacionalismo para ser tolerante tiene que ser cada vez menos nacionalismo. Durante la dictadura del general Franco el nacionalismo español tenía un carácter radical y hegemónico y en consecuencia limitaba el uso de lenguas maternas no consideradas nacionales, como el catalán, y  reprimía el nacionalismo catalán. Durante los últimos 30 años el nacionalismo español ha sido entre moderado e inexistente y en cambio el nacionalismo catalán, antes reprimido, ahora ha pasado a ser preponderante en su territorio y en consecuencia se ha convertido en represor de la lengua española y de cualquier atisbo de nacionalismo español o de españolidad… incluso fuera de su territorio.

Y eso por no hablar del nacionalismo vasco y los casi mil muertos y miles de heridos y cientos de miles de refugiados provocados por su violencia.

El caso español-catalán-vasco es uno de los mejores ejemplos de como un nacionalismo opresor puede convertirse en un nacionalismo tolerante (y en parte oprimido)… y viceversa!!

El conflicto inevitable surge de que geográficamente sólo existe una España-Cataluña-PaísVasco habitados por personas nacionalistas españolas o catalanas o vascas o simplemente no nacionalistas y en cambio hay partes de esa geografía que quieren ser usadas por alguno de los nacionalismos como patria única de su nación/etnia/estado.

El separatismo no surge de que el padre de familia no pueda tratar en condiciones de igualdad a todos sus hijos sino de que alguno de sus hijos quiere una “relación especial” (autonomía, federalismo, estado asociado)… tan especial que al final sea una relación entre dos padres de familia y no entre padre e hijo. El nacionalismo catalán y sobre todo el vasco siempre se han opuesto al “café para todos”.

Querría volver a la esponjosa noción propuesta por el autor de que:

…es algo bueno, que hay que preservar, o hasta fomentar en la medida de lo posible, el que haya muchas cosas de muy diversos tipos en el universo.”

Pero “muchas cosas” ¿cuantas cosas son? Si estiramos un poco o un mucho el argumento podemos concluir que lo ideal sería que cada familia, o incluso cada persona, constituyese su propia nación/etnia y que cada una usase su domicilio particular como patria, como su República Independiente.

NACIONALISMOS

¿Qué significa el “en la medida de lo posible”?

¿Cómo de grande debe ser una nación? ¿Tan grande como Rusia o tan grande como Luxemburgo? ¿Con tantos habitantes como China o con tantos habitantes como las Islas Fiyi? ¿Dónde están los límites por arriba y por abajo? ¿Cuál es el tamaño ideal de población y superficie de una nación?

Y finalmente ¿Qué hacemos cuando en una misma superficie de terreno tienen que convivir varias naciones? El autor concluye que esa convivencia no va a estar libre de conflictos:

…Ello puede complicar las leyes, la jurisprudencia, las instituciones educativas, el manejo de la política día a día, de la economía, etc.;”

pero que:

…no hay más remedio que hacerlo así si se quiere implementar la justicia, no sólo en la relación entre los ciudadanos individualmente considerados, sino también en la relación entre las naciones con las que esos ciudadanos se sienten identificados.”

en definitiva que:

La democracia siempre es más complicada que el autoritarismo, pero eso no es ningún buen argumento en contra de la primera o a favor del segundo.”

En mi opinión una democracia siempre se basa (o se debería basar) en la tolerancia…. pero un nacionalismo tolerante siempre es un nacionalismo light, un nacionalismo menor o folclórico.

El autor insiste:

El nacionalismo genuino sólo reclama el derecho a la existencia de una nación en pie de igualdad con otras naciones; el hegemonismo, con frecuencia mal llamado «nacionalismo», reclama el derecho de una nación a subyugar o incluso erradicar a otras naciones, en nombre de una supuesta superioridad racial, cultural, económica o del tipo que sea. Es difícil imaginar dos posiciones políticas más antagónicas…”

Pero obvia que los nacionalismos conviven muchas veces en el mismo lugar geográfico y que la contraposición de dos nacionalismos en el mismo territorio es muy difícil que acabe en una relación de igualdad. Y que si finalmente se llega a esa relación de igualdad es porque ambos nacionalismos han renunciado a algunos de sus principios.

Incluso cuando dos nacionalismos viven en lugares geográficamente distintos, los movimientos migratorios o el comercio de mercancías, servicios o capitales va a generar conflictos… si ambos nacionalismos no renuncian a alguna de sus ideas, la convivencia va a ser imposible… incluso cuando cada nacionalismo tenga su propio territorio.

En Europa nos hemos estado matando durante siglos y sin embargo las fronteras apenas han variado (quizá con la excepción de centro Europa, el Imperio Austrohúngaro que acabó explotando en varias naciones).

EUROPA  1914 EUROPA 1914.

Para que dos o más nacionalismos en el mismo o en distintos territorios puedan convivir sin excesivos conflictos es necesario que compartan una serie de valores comunes y que renuncien a algunas de sus ideas.

En definitiva los nacionalismos sólo pueden convivir en la medida en que sean nacionalismos menores… que el autor califica como nacionalismos genuinos.

Clases de Estado: nacionalista, socialista y liberal.

Toda nación quiere su Estado, eso es un hecho. Todo nacionalismo y todo nacionalista quiere su Estado.

Todos los socialistas quieren un Estado.

No todos los liberales quieren un Estado. Por lo menos los anarcocapitalistas rechazan la idea, aunque luego tengan que hacer equilibrios para justificar su no creación en un mercado libre (pero esa es otra historia).

Hay muchos liberales (yo mismo) que queremos un Estado, pero un Estado limitado en cuanto a su capacidad de ingerencia en la vida (y el dinero) de la gente.

Los nacionalistas quieren un Estado para proteger y promocionar su etnia y su cultura.

Los socialistas quieren un Estado para garantizar que se haga lo que dice el partido.

Los liberales queremos (por lo menos yo) un Estado para que garantice las libertades individuales, la propiedad privada y el cumplimiento de los contratos.

La consecuencia de lo anterior es que a un liberal poco le importa el tamaño geográfico de un Estado mientras garantice las libertades individuales. De hecho yo personalmente prefiero un Estado muy grande geográficamente pero muy pequeño en intromisión en la vida de las personas antes que uno pequeño geográficamente pero que quiera controlar la vida de las personas.

Prefiero un Estado llamado España donde pueda vivir en libertad a uno llamado Asturies dónde tenga que aprender Asturiano por narices.

Para los nacionalistas el Estado es la garantía de que la patria, la etnia y la cultura de su nación se va a mantener. La libertad de los individuos no les importa demasiado.

Para los socialistas el Estado es el medio de imponer el programa del partido. La libertad de los individuos no les importa lo más mínimo.

La consecuencia de todo lo anterior es que aunque nacionalistas, socialistas y liberales quieran un Estado eso no quiere decir que quieran el mismo Estado ni para las mismas cosas.

Y otra consecuencia es que mientras para los liberales el Estado es visto con un cierto recelo y consideran que sus funciones deben estar definidas y limitadas, para los nacionalistas y socialistas el único límite del Estado es el de los deseos de la etnia o raza superior o del partido del pueblo.

Conclusión.

Dado que es bueno que haya la mayor diversidad posible de cosas los liberales proponemos que haya la mayor diversidad posible de individuos libres.

Los liberales (yo por lo menos) pensamos que los Estados son una buena idea como manera de monopolio de la coacción, siempre que ese monopolio se use para defender las libertades individuales, la propiedad y el cumplimiento de los contratos… y siempre que se controle al Estado.

Dado que el Estado (para un liberal) es un mero proveedor de un servicio en régimen de monopolio y ligado a un territorio y dado que menos Estados suponen menos gasto en Defensa, menos Estados suponen mayor bienestar no menor. En consecuencia lo deseable sería el menor número de Estados posible.

No confundir un Estado grande (geográficamente) con uno grande en intromisión en la vida de la gente. Por ejemplo un Estado grande (en concepto liberal) no implicaría una centralización de servicios como la educación. La gente “pobre” (es decir por debajo de un cierto nivel de ingresos) recibiría un cheque para la educación de sus hijos, cheque que podrían gastarse en el colegio que eligiesen; más descentralización imposible.

En cuanto a los nacionalistas pues como el que quiere hacerse del Atlético de Madrid: mientras no se metan en mi vida. Pero, y no nos engañemos, el problema de y con los nacionalistas es que ellos quieren que todos sean nacionalistas como ellos.

EINSTEIN Y EL NACIONALISMO

Arturo Taibo
Arturo Taibo

Economista. Liberal. Cansado de ver como se engaña a la gente y como se desperdician las posibilidades de desarrollo económico. Intentando que la gente aprenda un poco de Economía.

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13 comentarios

  1. «los anarcocapitalistas rechazan la idea, aunque luego tengan que hacer equilibrios para justificar su no creación en un mercado libre (pero esa es otra historia)»

    Es bien sencillo, el estado (al menos como lo entendemos los ancap) es una entidad criminal y por tanto agresora de libertades individuales. Así pues, mientras exista el crimen (incluyendo el estado) no se puede hablar (en puridad) de
    un mercado libre

    No sé con cuántos ancaps ha hablado el autor pero espero ansioso su «otra historia» sobre esos «equilibrios»
    que hacemos.

    Aparte de esta (innecesaria y alejada del tema por otra parte) reflexión me ha gustado bastante su artículo.

    • Es que el Estado que yo propongo es grande sólo en tamaño geográfico.
      El Estado que yo propongo es un Estado limitado.
      Siempre va a haber criminales. Eliminar el Estado no va a acabar ni con el crimen ni con la violencia. Mientras la naturaleza humana no cambie va existir el crimen y la violencia y va a ser necesaria policía y justicia.

      La cuestión es si múltiples policías, ejércitos y justicia, además de varios poderes legislativos, en un mismo territorio van a ser más efectivos que un monopolio Estatal en esos asuntos.

      Yo creo que es más eficaz un monopolio estatal de la violencia y de la justicia. Como siempre decir que siempre que el Estado sea controlado por los ciudadanos y que no se inmiscuya en la vida de la gente.

  2. Yo sigo en mis trece de que el nacionalismo es una mera cuestión sentimental, y como tal, debe quedar en la esfera privada y subjetiva. Si alguien se siente fervorosamente miembro de la nación de Bollullos de la Mitación, tiene todo el derecho a ello.

    El problema aparece cuando alguien pretende que ese sentimiento debe llevar aparejado consecuencias políticas. Ahí es ya imposible distinguir entre nacionalismos, por más que se intente, y al final, todos son excusas ara llegar a la siguiente clasificación:

    a) Nacionalismo bueno: el mío, el de mis aliados y el de quienes se parezcan a ellos, siempre que no entren en conflicto conmigo.

    b) Nacionalismo malo: el resto, especialmente si el mío tiene alguna querella o roce con ellos.

    Y curiosamente, siempre llevan aparejado estatismo y limitación de las libertades individuales. «El Pueblo» o «La Nación» siempre están por encima del individuo para esta gente.

    • En este tema estoy completamente con Miguel A. Yo también lo veo así.

      Mill, hay una afirmación en tu post con la que no estoy de acuerdo en absoluto. Asocias «naciones» a sociedades en una geografía y dices que cuantas menos, mejor, pues menos estados. Yo creo que el número de estados es irrelevante. Cuanto más pequeño , mejor. Luego da igual si son 20 o 200. Incluso creo que son mejor 200 estaditos en libre competencia entre sí por mejor administrar y estar al servicio de ciudadanos, que sólo 20 … o uno.

      • Luis:

        El Estado es un monopolio natural.
        Podría haber en un mismo territorio dos policías, dos ejércitos, dos códigos legales y finalmente dos organismos judiciales diferentes, pero los inconvenientes de una situación de múltiples oferentes son mucho mayores que los inconvenientes de un monopolio estatal… siempre que controlemos al Estado.

        Se puede partir del principio de que en una situación de múltiples oferentes cada oferente va a ofrecer servicios de seguridad y justicia y que no van a utilizar su capacidad de ejercer la violencia para perjudicar a un grupo (los que no les paguen) frente a los que les paguen por sus servicios.

        En una situación en que en un mismo territorio existan varios Estados los conflictos van a ser inevitables y el gasto en seguridad se va a disparar. Y la sobreinversión en defensa y justicia va a empobrecer a la gente.

        Al final lo que tendríamos serían, como dices, muchos Estados en muchos territorios… pero también eso es ineficaz.

        Muchos Estados también va a llevar a una sobreinversión en defensa y además limitará el libre comercio, es decir va a empobrecer a la gente.

        Ventajas de un sólo Estado: menos gasto en seguridad (por lo menos por habitante) y libre comercio (por definición no existirían fronteras).

        Inconvenientes de un sólo Estado:
        Puede aumentar hasta límites insoportables (solución: limitar su tamaño en % sobre el PIB, limitar su intromisión en la vida privada de la gente).

        Puede fragmentarse en «autonomías» y perderse las ventajas del libre comercio (solución: leyes iguales para todos y leyes de mínimos, es decir legislar de manera minimalista y generalista).

        Puede militarizarse (solución: control del poder legislativo sobre el Ejército, transparencia y límites en la acción del Ejército (aunque siempre va a haber 2secretos militares» y servicios secretos))

        Puede volverse un Estado centralista (solución: descentralizar a nivel ciudadano, por ejemplo con cheques escolares, permitiendo que el ciudadano elija las asociaciones (aka ONGs) que gestionen fondos públicos destinados a acabar con las desigualdades de oportunidades…)

        En mi opinión la presión que puede hacer un Estado grande sobre los ciudadanos es la misma que la que puede hacer un Estado pequeño (no creo que una Cataluña independiente sea menos estatista que una Cataluña como parte de España)

        Un Estado grande tiene ventajas en cuanto a costes y eliminación de fronteras. Controlar un Estado grande tiene los mismos problemas y desafíos que controlar uno pequeño. Incluso puede ser más difícil de controlar un Estado pequeño y ultranacionalista que uno grande y multinacionalista.

      • Cuando dije que:

        Se puede partir del principio de que en una situación de múltiples oferentes cada oferente va a ofrecer servicios de seguridad y justicia y que no van a utilizar su capacidad de ejercer la violencia para perjudicar a un grupo (los que no les paguen) frente a los que les paguen por sus servicios.

        Se me olvidó añadir que es un supuesto demasiado optimista. Al final alguna de las muchas policías se volvería «ambiciosa» y utilizaría su capacidad de violencia para extorsionar a los que no quisiesen pagarles.

    • Yo sigo en mis trece de que el nacionalismo es una mera cuestión sentimental

      Yo creo que el día que el hombre sea un animal más o menos racional (no solo capaz de razonar), será el día en que un cuestión sentimental sea «meramente sentimental». Pero el nacionalismo tiene una ventaja experimental. Es bastante nuevo. Así que puedes mirar el mundo antes, y después de que exista. Y comparar su maldad. De lo que puedes deducir la maldad específica del nacionalismo. Yo creo que ninguna, porque siempre ha habido «nacionalismoides». De religión, de secta, de ideología, de raza, de dinastía, y de su puta madre en el trampolín del circo.

      Así que yo tengo la impresión de que no es el nacionalismo el problema. Hay algo más profundo y anterior, y una de las salidas que puede buscar es el nacionalismo. Está de moda. Y sin duda es muy «eficaz» dando salida a ese algo más profundo y anterior. Pero si miramos el nacionalismo, seguramente no estamos mirando la causa, sino un síntoma. Y la causa, probablemente no tiene «cura». Si acaso, parches, cataplasmas de alivio. Que hay que renovar en cada individuo, en cada generación. Y más de una vez, seguramente.

      • Completamente de acuerdo, el colectivismo siempre ha existido (de corte territorial, de religión, de clase, de raza, etc …) y por supuesto se puede ser de distinta religión, raza, región, posición económica, etc … sin ser colectivista (querer imponerlo)

  3. Mill: excelente art. Solo una puntualización: es cierto que el Régimen de Franco fue un régimen nacionalista español. Pero sin un análisis comparativo del momento histórico en que se produjo ese régimen poíitico en España, esa afirmación, aun siendo verdadera es incompleta e induce a error.
    Por un lado el periodo histórico en el que se desarrolló el régimen de Franco en Euroipa es el del apogeo del nacionalismo político que tuvo como resultado la IIGM: es decir, la España franquista no era ni más ni menos nacionalista que el resto de países europeos de la época, desde las democráticas potencias como Inglaterra y Francia hasta las totalitarias potencias Alemania o Rusia, pasando por el resto de naciones europeas como Polonia, Holanda, Italia o Finlandia.
    Es decir, el régimen nacionalista de Franco no es ninguna excepción en la Europa fuertemente nacionalista de aquellos años.
    Y por otro lado también es preciso recordar que el régimen de Franco se funda y se consolida al vencer en una guerra civil en la que entre su enemigos principales estaban, por un lado los independentistas catalanes y vascos que habían traicionado a la propia República Española que ingenuamente los había amparado y por otro a los comunistas que simplemente servían al nacionalismo comunista ruso.
    Lo anterior explica, que a los pocos años de acabada la Guerra Civil española, y tras consolidar su régimen, el nacionalismo franquista permitiera el uso, sin mayores problemas, del vascuence y del catalán en el ámbito académico y literario, y que solo reprimiera su uso, cuando el mismo tenía un componente indudablemente político de crítica al régimen: por ejemplo cuando se vetó a Serrat cantar el «Lalalá» en catalán en Eurovisión, no se vetó tanto por usar el catalán sino por ser un altavoz de la oposición al régimen franquista.
    En resumen, comparado con la represión lingüística que imponen actualmente los demócratas separatistas nacionalistas vascos y catalanes actuales, la del nacionalismo español de Franco fue bastante «light», sobre todo teniendo en cuenta su contexto histórico, comparado con el actual.

  4. Estupendo artículo, Mill. Y genial, la cita de mi admirado Einstein.
    Yo creo que los gobiernos autonómicos son un tremendo lastre que generan una severa miopía que sólo permite ver bien de cerca. También creo que los servicios del Estado pueden llegar a cualquier rincón de España sin necesidad de intermediarios ni de transferencias.
    Un dato: ¿Sabes que aquí, en Euskadi, a quien decida sacar el carnet de conducir en euskera (teórica y práctica) le regalan 400 euros?
    ¡Saludos!

  5. Ante todo reciba mi más sincero agradecimiento por el extenso y detallado análisis crítico que ha efectuado del «paper» que le dejé vinculado hace unos días.

    Intentaré digerir su análisis para buscar los puntos «últimos» dónde, usted y el Sr. Ulises Moulines no se ponen de acuerdo.
    Al ser un ensayo escrito con una metodología axiomático-deductiva, la conclusión que saco es que usted no debe aceptar alguna de las premisas de la teoría. Si es así, entonces la conclusión es que usted tiene otra teoría diferente de nacionalismo.
    Es como las geometrías en matemáticas. Todo el mundo se empeñaba en querer que la geometría euclídea fuera la correcta, la buena, hasta que se descubrieron otras geometrías igual de válidas, por ejemplo la hiperbólica.
    Las teorías no son buenas, ni malas, verdaderas ni falsas. Son consistentes o inconsistentes, son completas o incompletas.

  6. ¡Joé, menudo jardín, Mill!

    E mi opinión Orwell entendió muy bien los nacionalismos en estos …

    Notes on Nationalism

    Aquí hay una entresaca traducida conveniente:

    http://libertadyrazon.blogspot.com.es/2006/04/orwell-anotaciones-sobre-el.html

    Por otra parte, cuando no había nacionalismo (no es tan antiguo), sí había fenómenos completamente asimilables. Así que probablemente es algo con lo que hay que contar – aunque no sea más que para intentar reducirlo. Como la ignorancia, vaya.

    Yo diría, resumiendo mucho, que el nacionalismo es, para los pringados, una forma de ser (algo); y para los espabilados, una forma de poder. Pero lo mismo se puede conseguir con magias comparables, y diferentes. Aunque más o menos igual de perniciosas.

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