Si te gusta el fútbol eres gilipollas

Marchando una de tópicos.

El otro día quedé con unos unos amigos y salió el tema de los deportes, cada uno dijo cuáles le gustaba practicar y/o ver, un intercambio cotidiano de información irrelevante para generar un ambiente relajado y conocer esas facetas referentes a las trivialidades que tan importantes son cuando se trata de nuestros amigos. La conversación iba como por turnos, exponiendo cada uno su subjetividad, hasta que de pronto una de las presentes soltó «¿en serio te gusta el fútbol? yo pensé que eras más intelectual». Vaya, resulta que si te gusta el fútbol automáticamente te baja cincuenta puntos el CI… Lamentable. No os imagináis como la afirmación «veo fútbol de vez en cuando» condicionó el resto de la velada.

Si fuera algo puntual pensaría meramente que aquella imbécil quizá bromeaba, quién sabe. Pero no: lo decía completamente en serio siguiendo ese lugar común de que el fútbol es para personas con discapacidades mentales. Me siento bastante impotente escribiendo este artículo, porque contaba esto dando por hecho que cualquier persona con un mínimo de inteligencia no juzgará el intelectualismo de otra en función de algo tan fuera de lugar, pero ¿Cómo le explicas a alguien que cree que el gusto por un deporte determina tu nivel cultural, que no tiene nada que ver? Me deja patidifusa ver cómo existen personas que aunque les vinieran Aristóteles o Kant, si les gustara el fútbol dirían que su obra no debe valer gran cosa… En fin, cosas del Zeitgeist supongo. Quizá en la cabeza de esta mujer al lado de la palabra «fútbol» iba la expresión «unga unga». Me fascina en el peor sentido, es verdaderamente desquiciante que alguien se considere mejor que otra persona porque no le guste el fútbol y al otro sí. Obviamente tal juicio va ligado al cliché de que los aficionados al fútbol son el Paco del bar de siempre que grita y escupe y ese largo etc. Obviamente tales clichés existen, todos lo hemos visto alguna vez, pero no es porque les guste el fútbol, sino por un cúmulo de características deleznables en el interior de una personalidad cuyo eje central ha sido el fútbol como podría haber sido cualquier otra cosa.

En fin, todo esto que estoy explicando es tan de sentido común que me siento estúpida por estar escribiéndolo: es sencillamente OBVIO, pero aquí sigo, aquí sigo escribiendo pues no deja de parecerme tan excesivamente ridícula esa actitud de superioridad en base una chorrada tan inmensa como una trivialidad subjetiva… Y lo peor es que por mucho que se les razone, seguirán en sus trece juzgando a diestro y siniestro por tamañas gilipolleces. Por un lado todo esto lo asumo como lo que es: una muestra más de la miseria humana del mundo que nos toca a todos en mayor o menor medida, nada nuevo bajo el Sol; pero por otro lado me asombra, no dejo de tener veinticuatro años, aún no he visto la suficiente cantidad de estupidez humana necesaria como para practicar ese tan ansiado estoicismo que tienen algunos amigos míos cuando alcanzan la cuarentena, y por eso escribo este artículo, para mostraros uno de tantos tópicos más.

Cuando veo tanta campaña «contra los prejuicios» haciendo alusión a cuestiones de raza o sexualidad no puedo evitar reírme… Un ser como nosotros, que por un puto gusto deportivo ya crucificamos a alguien, cómo va a dejar de lado algún día cualquier tipo de diferencia. Deberían dejar de usarse términos como «racista», «homófobo», «machista», etc. y empezar a usarse simple y llanamente «imbécil» para abreviar, porque alguien que menosprecia a otro individuo por algo como que le guste el fútbol o el tenis me parece igual de absurdo como que lo haga por cuestiones de raza o sexualidad, denota la misma mentalidad gregaria.

Yo ya tengo asumido que el mundo está condenado. Y ahora me voy a ver la pelea de Antonio Silva contra Fedor Emelianenko, así soy de lamentable y gilipollas qué le vamos a hacer. Leer a Canetti o Wilde de nada me ha servido en la vida, pues sigo disfrutando este deporte, mi caso es incurable, lloraré amargamente llena de culpabilidad tras ver el combate.

Sofía Rincón
Sofía Rincón

Escritora y artista multidisciplinar. 1993. www.sofiarincon.org

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16 comentarios

  1. Mi amigo Mayo von Höltz en uno de sus cuentos sostuvo:
    Yegua Verde
    Un periodico fantasioso y hedonico escrito con irresponsabilidad y sin escrupulos ortograficos
    Monday, December 13, 2004
    Prohiben el Futbol en Bluebay, Australia
    En la localidad de Bluebay, Quensland, Australia, por iniciativa de la municipalidad, una ordenanza prohibe a los niños mirar y hablar de futbol. No sólo no pueden asistir a los estadios sino que tampoco pueden mirarlo por televisión. Pueden practicarlo, pero sin identificarse con ningún club ni con ninguna camiseta. La ordenanza también prohibe que los padres les pongan a sus hijos camisetas de los distintos equipos. La medida se extenderá en los próximos meses al rugby y a los otros deportes.
    Al principio se pensó en sacar de todos los programas de estudio la materia Sports, nuestro equivalente a ejercicios físicos, pero el informe sobre el cual se baso la ordenanza era claro en este sentido: …“no produce daño practicar deporte, lo dañino es mirar y hablar de deporte”. Finalmente, después de algunos titubeos, se decidió seguir con la materia sport en los colegios, sólo que se prohibiría que los profesores fueran los mismos que antes. Los alumnos estarían cuidados por un preceptor adulto y los profesores de ejercicios pasarían a ser los deficientes mentales de cada población. La intención, siguiendo la política de las organizaciones de derechos humanos en materia laboral, sería insertar a los débiles mentales (personas con “capacidades especiales”), en la sociedad. Para eso se los instruiría con un curso que esté a su altura y que sería mas que suficiente para que dicten la clase de sports. (Este párrafo fue escrito en potencial porque esta última medida, a pesar de que ya está expresada en la ordenanza, aún no se implementó. Nota del editor).
    James Roodney, tal el nombre del controvertido intendente que firma la ordenanza, funda su medida en un extenso estudio hecho por la empresa de biogenética Fitnessbraine, dicho estudio fue hecho en base a datos recabados en niños de casi todos los orfanatos de Australia. El objetivo del estudio era hacer un seguimiento del crecimiento intelectual de los niños con el correr del tiempo. Con sorpresa se averiguó -estadísticamente- que las niñas evolucionaban mucho mas rápido que los niños. Una niña de 12 años elegida al azar tenía un coeficiente intelectual entre un 40 y hasta 50 por ciento superior al de un chico de 12 años, elegido también al azar.
    Los investigadores quedaron sorprendidos con este resultado y durante un tiempo se atribuyó esta diferencia a que -en principio- el sexo femenino evolucionaria mas rápido que el masculino. Se publicó entonces un segundo informe que despertó suspicacias entre grupos feministas debido a que los ingenieros en genética James Brook y William Dewitt Butaker, considerados hoy como las dos autoridades mundiales mas importantes, sostienen que la mujer evoluciona intelectualmente mas rápido que el hombre, porque -entre otras cosas- la velocidad de evolución esta en relación a la complejidad del ser maduro.
    Del informe de Fitnessbrain se salía -inevitablemente- la siguiente conclusion: Las mujeres evolucionan mas rápido que el hombre porque el hombre sería un ser mas complejo que requiere de una evolución mas lenta. Con independencia al escándalo generado por el informe, los científicos, no conformes con el resultado ni con las explicaciones que se le dieron al mismo (las diferencias confirmadas en los estudios de Brooks y Dewitt Butaker son muy inferiores en comparación con las obtenidas en los orfanatos), siguieron indagando por qué las niñas de 12 años eran mucho mas inteligentes que los niños de igual edad. Cuando se descubrió la verdadera razón se descartó la hipotesis que tanto ofendia a las feministas.
    Carl Falabelus, geneticista austro-hungaro que se hiciera famoso en la Alemania Nazi al publicar su tesis respecto de la identificacion de la belleza fisica con las superioridad intelectual, actualmente vivo y residente en Bruselas, Belgica, leyo los escandalosos titulares de los diarios que promovian el estudio de Fitnesbraine; luego envio a Australia el siguiente mail: «Investiguen cuales son las actividades de los ñinos, la solucion esta ahi. Las niñas y los niños estan haciendo cosas distintas.»
    En efecto, las rutinas diarias de los niños de los orfanatos de Australia eran básicamente las mismas, comían, hacían deporte, iban a la misma escuela y miraban televisión, varias horas al día. ¿Qué hacían de distinto entonces las niñas y los niños? La única diferencia estaba en los programas de televisión que miraban. Los niños miraban partidos de futbol, y las niñas, películas.
    El tercer informe de Fitnessbraine (que no fue el definitivo), fue el mas extenso y el que mas polvareda levantó. Con una falta de tacto brutal se incluyo un párrafo que decía que «mirar futbol atrofia el cerebro». La palabra atrofia, lejos de pasar desapercibida en medio de 140 paginas plagadas de palabras (aparecía sólo una vez), despertó una verdadera polémica nacional cosa que obligó a la empresa a aclarar que esa palabra tenía un sentido metafórico, no literal, y que la idea fue llamar la atención porque el problema lo requería, “el cerebro no disminuye de tamaño por falta de estímulo, sólo disminuye su capacidad intelectiva”. También se aclaró que el cerebro es mucho mas lo que es por su función que por su tamaño.
    Para respaldar el informe escrito se publicaron tomografías computadas tomadas en cada caso; en las imágenes se podía diferenciar las áreas robustecidas por el estímulo de las áreas degeneradas por la ausencia de estímulo. De acuerdo a las imágenes tomadas de los cerebros de los niños, se podían separar dos grupos de tomografías, unas eran las de los que miraban fútbol y las otras de las que miraban películas. (El informe casi nunca menciona la palabra cerebro, sino corteza cerebral, base del cerebro, lóbulo frontal, hemisferio izquierdo, hipotálamo, cuerpo calloso, etc. En este artículo se decidió reemplazar todas esas palabras técnicas por la mas general, cerebro. Nota del Editor).
    También se hizo un ejercicio exprimental: se tomó grupos de tomografías y se le pidió a especialistas que las agruparan por edades. En un grupo había que poner las tomografías de ancianos y en el otro las de jóvenes. En el grupo de las tomografías de ancianos, los especialistas colocaron tambien la de un joven de 22 años que consume cocaina desde los 12 y la de un señor de 35 que mira partidos de fútbol diariamente desde los 7 años. La prueba demostró lo que pretendía demostrar.
    La empresa de estudios científicos Fitnessbrain viene analizando el cerebro desde hace mas de cincuenta años, su especialidad es el análisis y diagnóstico por imágenes. Tomografías computadas y contrastes inyectados brindan la información que se busca. En la década del 70 un estudio de Fitnesbrain promovió el primer escándalo. En aquella oportunidad se comparo a jóvenes recién recibidos en la licenciatura de matemática, con personas de igual edad que trabajaban hace 5 años (el tiempo que dura la carrera de matemática) como expendedores de tickets en una cabina de peaje. Aquel estudio demostró que el cerebro sano de una persona que está ocho horas dando vueltos y expendiendo tickets, va reduciendo su capacidad hasta lo mínimo indispensable para realizar esa labor. Un joven matemático recién recibido –de acuerdo a aquel estudio- utilizaria menos del 0,0125 % de su capacidad intelectual, para hacer las cuentas que -usando entre un 20 y 30% de su capacidad- hace el expendedor de tickets.
    Según el neurologo español Ramón y Cajal la actividad que mas estimula el cerebro, que mas contribuye a su evolución intelectual, es la charla erudita (una conversación de elevada complejidad llevada adelante a gran velocidad). Ramón y Cajal, que ganó el premio Nobel de medicina por descubrir la neurona, estableció en su momento una larga lista de actividades que estimulan el cerebro, de mayor a menor. Primero y como se dijo, estaba la charla erudita, la segunda posición la ocupaba la escritura erudita, el estudio de ciencias y matemática aparecía tercera, la lectura erudita, cuarta, la charla polémica, quinta, luego aparecían otras actividades como la escritura de un diario intimo, mirar películas, hacer crucigramas, jugar al ajedrez, etc. Estas serían, según el neurologo español, las actividades que mas estimulan el cerebro y que mas contribuyen a su evolución.
    Razones de brevedad hacen que no transcriba aquí la lista entera, pero la lista seguía y seguía, hacia el final aparecian las siguientes actividades: hablar de política*, hablar del precio de las cosas, hablar de las cosas que hacen los niños, hablar de los arreglos de la casa, hablar comidas y bebidas, jugar al domino, escuchar musica, coleccionar estampillas, mirar cuadros… Estas serían a grosso modo algunas de las menos estimulantes actividades cerebrales. Último en la larga lista aparecia mirar fútbol, anteultimo, hablar de fútbol.
    *Oscar Wilde –sin haber leído el trabajo de Ramón y Cajal ni mucho menos el informe de Fitnesbraine- en su ensayo De Profundis, explica en grado de detalle la involución intelectual que sufre un hombre inteligente que continuamente habla de política. En La importancia de llamarse Ernesto, vuelve al mismo tema cuando dice: “un hombre inteligente se vuelve idiota a los cinco minutos de hablar de politica.”
    El análisis conjetural de Ramón y Cajal hecho en la decada del 40 ahora estaba siendo confirmado por informe de Fitnessbraine: En las tomografías computadas claramente se veía como un niño que mira futbol desde los 6 años, cuando llega a los 12, ha deteriorado muchas conecciones neuronales por falta de estímulo, de ahi que el informe era categórico, «mirar futbol atrofia el cerebro».
    En lo que se refiere a estímulos emocionales, estímulos que también tienen gran importancia en la evolución intelectual del cerebro (muchos descalificaron el tercer informe diciendo que el fútbol es una actividad emocional, y no una actividad intelectual), el informe era mas que claro: “La actividad emocional, por las características biológicas de nuestro cerebro, es siempre mas estimulante cuando el sujeto es protagonista de un hecho que cuando especta ese o cualquier otro hecho. Así por ejemplo, un coleccionista de estampillas, cuando finalmente consigue una estampilla que viene buscando desde hace tiempo, siente una emoción mucho mayor (siendo que está siendo protagonista de ese hecho) que cuando esa misma persona ve en directo el gol que hace su equipo para salir campeón del mundo. (Por mayor emoción se entiende cantidad total de emoción (extensa e intensa) que un hecho provoca en el cerebro, medido en terminos de cambios hormonales, en cantidad de oxitocina liberada, por ejemplo).”
    Luego el informe comparaba mirar una película, con mirar un partido de fútbol. Para entender una película –se explicaba- a la media hora de película, uno tiene que guardar en la memoria la media hora anterior, a la hora, la hora anterior, y a la hora y media, la hora y media anterior. Quien no recuerde que pasó antes en una buena película, no podrá entender lo que sigue. Este inconciente ejercicio de nemotecnia hace que a lo largo de los años, el cerebro de quien mira películas, se estimule y desarrolle.
    Ahora bien, para entender un partido de fútbol se necesita retener en la memoria, además del resultado (2 a 1, 1 a 1, etc.) entre unos 3 a 8 segundos anteriores a cada jugada. Por otro lado, no entender, no ver, o no memorizar la jugada anterior, no impide en nada la comprensión la jugada posterior. Estadísticamente no hay mas de 100 jugadas posibles en cada área del campo. Es verdad, considerando las diferencias de matices, las jugadas posibles son infinitas, pero básicamente solo hay unas 100 jugadas distintas. Quien pueda retener el resultado del partido, entienda estas jugadas y pueda memorizar 3 segundos seguidos de su desarrollo, entenderá todos los partidos del mundo desde que se inicio el deporte hasta que culmine. Una pelota que pega en el palo puede hacerlo de infinitas maneras, pero a los fines de estímulo intelectual sólo hay dos formas, o la pelota pega en el palo y entra, o pega en el palo y sale.
    No hay ningún ser humano en la Tierra que no entienda un partido de futbol por «complejo» que este se haya puesto, tarados, idiotas, imbéciles, entienden un partido exactamente igual de bien que prodigios, superdotados y genios. Un niño de tres años va a la cancha e insulta al referí cuando hay que insultarlo, grita gol cuando hay que gritar gol, grita uuuh!, cuando hay que gritar uuuh!; en síntesis, no se pierde nada. En un estadio de futbol nadie se pierde nada porque todos entienden todo. La actividad de mirar fútbol es una actividad simplísima, y quien dedique tiempo a mirarla, cuanto tanto más tiempo le dedique, tanto más «atrofiará» su cerebro por falta de estímulo.
    Así como los aminoácidos constituyen la sustancia del alimento y el oxígeno la sustancia del aire, y así como sin alimento no crecemos y sin aire nos asfixiamos, la sustancia del «alimento cerebral» es la frecuencia, complejidad y velocidad de las cosas que se piensan y memorizan, si esta actividad falta o escasea, el cerebro va «perdiendo su tono» primero y se «atrofia» después. En la naturaleza todo sucede con habitual economía, si un recurso no se usa, desaparece. Las neuronas, como esas luces de neón que si no se prenden se queman, si no reciben estímulo por mucho tiempo, mueren.
    El recorrido neuronal implicado en la comprensión de un partido de fútbol ocupa el 0,0125 % de la capacidad intelectual del cerebro sano, una charla erudita ocupa entre el 50 y el 75 %. Ver una buena película, el 20. Quien mire durante mas de tres años partidos de fútbol con una frecuencia diaria, respecto de quien mira películas en igual frecuencia, perderá entre un 30 y un 40 por ciento de su capacidad de pensar y de memorizar.
    Una vez publicado el tercer informe de Fitnessbraine (la empresa cientifica de mayor prestigio en Queensland) fue una cuestion de tiempo para que se prohibiera en los orfanatos australianos que los niños mirararan futbol. Al mismo tiempo se los obligo a que miraran peliculas. Al año de establecido este cambio de rutinas, se volvio a hacer el test de coeficiente intelectual y se volvieron a hacer tomografias computadas. Se comprobo que los niños de entre 3 y 8 años ya habian alcanzado a las ñinas, y los de 8 a 12 estaban casi a la misma altura de ellas. (El daño que produce en el cerebro mirar futbol es tanto mayor cuanto tanto mas tarde se deje de mirar, un niño puede recuperar su cerebro completamente, un adulto en cambio nunca se recuperara del todo).
    «¡Mirar fútbol es peor que la cocaina!», dicen que gritó el intendente de Bluebay James Roodney cuando vio los resultados de este ultimo test. «¿Por qué?!», le preguntaron los periodistas. “Porque la cocaina hace mal y todos saben que hace mal; el fútbol hace mucho mas mal porque nadie sabe el mal que hace, y como nadie lo sabe, los padres insitan a sus niños a que tomen esta droga».
    Sin pensarlo demasiado, James Roodney firmó la orden prohibiendo mirar fútbol y hablar de fútbol a los niños de su condado. Quizá su nombre quede en la historia por ser el primero en tomar una medida al respecto. Su idea es impulsar una ley nacional. Frederick Nietzsche, 100 años adelantado en el tiempo, dijo «El deporte es para practicarlo, no para hablar de él o mirarlo».
    posted by Mayo Von Höltz ®

  2. Pues recomiéndale que lea la columna de Antonio Escohotado en La Galerna. Escribe de futbol al día siguiente de un partido del Real Madrid. A Esohotado se le puede cuestionar todo excepto su «intelectualidad».

  3. que grande Fedor, «El último emperador»! pena que perdiera ese combate… 🙂 bueno, voy a seguir con «La Montaña Mágica» 🙂

    • Sí, pero Silva es muy grande también, fue un combate maravilloso (aunque Fedor siempre estará el primero en mi cuore) jajaja

  4. Justo por lo que comentas en el art. a Pablito el pigiprogre intelectual por excelencia, no le gusta el fútbol sino el baloncesto, especialmente el mejor, el de la NBA de la imperialista USA. En el colmo de la cursilería, tan genuinamente progre, el tipo ha declarado públicamente que debe «manejar esa contradicción», casi como el curilla al que se le van los ojos detrás de las buenas mozas (o mozos).

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