Cosas extrañas. Neocomunismo chavista

Sin dejar caer en saco roto el triste hecho de que el mismo partido que durante 34 años ha llevado las riendas de una Andalucía siempre arruinada y subsidiada por el resto de españoles, va a ganar las elecciones; la pregunta más acertada sobre la actual situación de España es la siguiente: ¿Qué lleva a un cuarto de los ciudadanos con derecho a voto, e intención de ejercerlo, a sentirse fascinados por el neocomunismo chavista hasta el punto de querer importar ese sistema a su propio país?

crisis-economicaEspaña ha sufrido una larga depresión económica que la mayoría de ciudadanos hemos soportado estoicamente con la mayor dignidad. Sin embargo, parece que la mayoría no haya comprendido ni las causas de esta situación ni las posibles alternativas a este modelo. Tampoco parece que seamos capaces de valorarlo en perspectiva: ya quisieran en la mayoría de los países del mundo vivir en época de bonanza la mitad de bien que aquí vivimos nuestra crisis.

Voy a analizar lo expuesto en el párrafo anterior para, posteriormente, poder responder a la pregunta formulada más arriba. El primer problema es que estábamos demasiado acostumbrados al dinero fácil en la época de burbuja, con unos salarios hinchados artificialmente por el exceso de deuda y que no se correspondían con la productividad real. Esto fue causado por la intervención artificial de los organismos públicos monetarios, fijando un precio del dinero excesivamente bajo con respecto al de mercado (lo que conocemos como tipo de interés). En España, esta situación se vio fuertemente agravada por nuestra banca pública: las cajas de ahorros, controladas por políticos de todos los colores, interesados en que siguiera la borrachera de deuda. Imagínense si Podemos llega y cumple sus promesas en materia bancaria.

Este crecimiento del dinero disponible, a través de la deuda, propició un aumento en la recaudación. Los políticos se vieron con la saca llena y lo aprovecharon: se produjo un aumento desmesurado del gasto público, lo que a posteriori, cuándo la recaudación cayó, provocó la crisis financiera del sector público.

Lo que en España muchas personas no quieren entender es precisamente lo que acabo de exponer y sus inevitables conclusiones: no podemos pagar si no tenemos dinero. El dinero no se crea de la nada, porque si no está respaldado por el valor aportado por producción de bienes y servicios, no estás creando valor, sino robando a quien lo ha creado.

Mucha gente busca milagros. Quizá porque es incapaz de asumir sus propias responsabilidades en su fracaso personal, siendo más fácil culpar a un enemigo externo: la casta, la banca, el capital o los »evasores».

Lo primero que debe aprender la población de un país que se pretenda civilizado y que valore su libertad y el esfuerzo de sus individuos es que el Estado, con el dinero de otros, no debería poder aportarte nada que tú no puedas conseguir con tu industria y talento. Y por lo tanto, lo menos que deberíamos pedir al Leviatán es que no impida que podamos realizar nuestros proyectos más razonables. Aquí nos sobran ya dos de las cosas que algunos pretenden incrementar: el exceso de tributos y la indescifrable maraña legislativa.

Así pues, en respuesta a la pregunta expuesta en el primer párrafo y como explicación también de la desgracia andaluza, decimos que esta situación tiene su principal causa en el miedo a la libertad. Miedo a vivir sin la omnímoda protección del estado benefactor, que como Robin Hood, roba a unos para dar limosna a otros. En la medida en que cambiemos esta mentalidad, cambiará también nuestra perspectiva futura como país y sociedad libre.

AutorDaniel Ortiz Guerrero, abogado y bloguero leonés. Visiten su página personal: El Blog de Daniel Ortiz

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2 comentarios

  1. La mayoría del pueblo se comporta como el jubilado que se casa con una veinteañera caribeña que quieren creer -y se lo llegan a creer- que es por amor. En política pasa un tanto de lo mismo, es más bonito creer lo que le dicen los políticos que quieren su dinero que ver la cruda realidad. Al final el resultado es el mismo, la mulata y el político se van de farra mientras el esquilmado se queda con cara de tonto con una ristra de facturas por pagar.

    Para una explicación más completa y espesa, léase «Camino de Servidumbre» de Hayek ( http://www.elcato.org/sites/default/files/camino-de-servidumbre-libro-electronico.pdf )

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