Somos los mejores

Generalmente cuando hacemos juicios de valor explícitos sobre los demás, implícitamente los estamos haciendo sobre nosotros mismos. Si calificamos a alguien de imbécil se da por supuesto que nosotros somos inteligentes, e igualmente, si decimos de alguien que es buena persona queremos decir que nosotros, reconozcámonos o no como buenos explícitamente a nosotros mismos, somos sabios conocedores de lo que es correcto e incorrecto, lo que nos convierte al menos en buenos en potencia, en buenos en esencia, que si han obrado mal ha sido por las circunstancias.

evolutionVersan en general nuestras evaluaciones sobre la inteligencia, la moral y sobre la capacidad sexual. Desde un punto de vista evolucionista tiene esto todo el sentido del mundo: más inteligente implica una mayor habilidad cognitiva para resolver problemas, y la vida está llena de ellos, siendo los mismos indicadores de que algo marcha mal de cara a la supervivencia. La moral está relacionado con lo que es bueno y malo, y el bien y el mal están vinculados a lo que contribuye a mantener los lazos del grupo o a destruirlos. Como animal que ha evolucionado y prosperado en grupos no hay que tomar el fruto de ningún árbol del conocimiento para darse cuenta de las implicaciones de esto. En cuanto a la capacidad sexual es natural que nos obsesione, siendo algo tan relacionado con la descendencia. Aquí, eso sí, debe distinguirse claramente entre sexos. De las mujeres se evaluarán pechos, traseros, juventud, pelo y, desde luego, muchos aspectos del cuerpo y del comportamiento que sugieran salud o enfermedad, en resumen su potencial para la fertilidad. Esto está muy estudiado ya en la psicología evolucionista. De los hombres en cambio el sexo no es el mayor de los problemas, a pesar de el afán comparador del tamaño de los penes que tantos tienen. Un hombre también debe tener aspecto de buen fertilizador, pero no es tan fácil de apreciar por su aspecto externo. Sí, en cambio, se pueden valorar con bastante fiabilidad por su aspecto la fuerza que tiene para luchar por su pareja y por su descendencia. Así que los hombres altos y anchos de espaldas y brazos gozan de cierta reputación. Aunque lo que más garantiza la seguridad y más tangible resulta son los recursos. Todos sabemos que hay camioneros con un aspecto externo que da “la talla” evolutiva, pero que no tienen una apreciable puntuación en la valoración de las féminas ni una ventaja particularmente destacable en la selección sexual. Y sin embargo un contrahecho millonario puede ser valorado como un gran partido para una mujer fértil y casadera. Curiosamente dónde confluyen las valoraciones de sexo y moral es dónde se encuentran algunas de las más interesantes implicaciones sobre nuestra naturaleza.  Pero en fin, de todo esto han hablado ya muchos psicólogos evolucionistas con mayor detalle y matices que yo, y tampoco es el asunto de esta reflexión.

La cuestión es la que señalaba al principio. Hagan todos una reflexión profunda, conózcanse a sí mismos. No se precisa ningún OM! ni tampoco ninguna fórmula matemática, sólo requiere reflexionar (reflejar) un poco sobre nosotros: ¿Por qué estamos permanentemente evaluando a los demás? Sí, sí, amigos, no se escaqueen ni nieguen lo que saben que es cierto. Algunos con práctica y conocimiento consiguen eludir muchas de sus evaluaciones o encubrirlas con un (es)tupido velo. Se supone que uno es MEJOR si no hace demasiadas valoraciones…ejem….explícitas sobre los demás. Se le llama discreción, discreción en un sentido amplio que va más allá de guardar un secreto. Pero esa discreción es un mensaje de fiabilidad para los demás, permanentes evaluadores de nuestro aspecto y también de nuestro comportamiento. Si ven que no somos BOCAZAS nos valorarán como discretos y confiables. En fin, jugamos a elevarnos por encima de la media en cuanto a fiabilidad, respecto a los valores, lealtad, etc. Jugamos, en definitiva, un juego que consiste en valorar interiormente y ser bien valorados exteriormente. Y digo yo: ¡Qué listos somos! ¿eh

Germanico
Germanico

No hay aprendizaje sin error, ni tampoco acierto sin duda. En éste, nuestro mundo, hemos dado por sentadas demasiadas cosas. Y así nos va. Las ideologías y los eslóganes fáciles, los prejuicios y jucios sumarios, los procesos kafkianos al presunto disidente de las fes de moda, los ostracismos a quién sostenga un “pero” de duda razonable a cualquier aseveración generalmente aprobada (que no indudablemente probada), convierten el mundo en el que vivimos en un santuario para la pereza cognitiva y en un infierno para todos, pero especialmente para los que tratan de comprender cabalmente que es lo que realmente está sucediendo -nos está sucediendo.

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8 comentarios

  1. Los juicios que realices sobre terceros, Juano, si me los presentan en su totalidad, quizás me digan más de lo que crees sobre ti (su frecuencia, las situaciones en las que se dan, su positividad o negatividad, sus mayores o menores matices….). Un juicio aislado probablemente no me diga mucho, pero por lo que respecta al asunto que abordo en el post creo que sí algo: que te posicionas respecto a quien juzgas de alguna manera.

    Otra cosa es juzgar sobre estadísticas, objetos o relaciones no humanas o sobre cuestiones humanas que en principio sean lo suficientemente triviales o que no nos afecten en absoluto y de las que tenemos algún conocimiento que nos permita emitir un juicio. Aunque en este último caso también nos posicionaremos de alguna forma que impida que seamos observadores imparciales y totalmente asépticos y objetivos.

  2. Germánico, tal como lo has puesto podemos estar igual totalmente de acuerdo que en desacuerdo. Me explico:

    Si nos ceñimos al entorno individual y personal, obviamente el juicio a terceros enriquece nuestro universo de referencias y nos ayuda a definir nuestro lugar percibido en este mundo.
    Pero si salimos al entorno externo, el que tú conozcas el resultado del juicio que realizo de un tercero en realidad no te da mucha información sobre mi. Si cumpliera con todos los tipismos y estandarizaciones ciertamente podrías encasillarme sin equivocarte mucho. Pero dada la riqueza del ser humano y la puñetera capacidad que tenemos para crear e inventar, es fácil que me salga del esquema.

    Así que mientras no definamos el ámbito de la discusión mejor dejarlo donde está por ahora… 🙂

  3. Juano, si quieres ponerle matemáticas al asunto, aunque sea implícitamente, responde a la pregunta “¿Cuánto nos valoramos a nosotros mismos cuando valoramos a los otros?” con un MUCHÍSIMO. Creo que te está traicionando tu racionalidad autoprotectora. ¿Y qué racionalidad no lo es? ….Poca.

    • Acabas de mencionar otro tema interesante: el uso que hacemos de nuestra capacidad de razonar. Usamos mucho más la racionalidad para proteger nuestro ego, apuntalar nuestros prejuicios u obsesiones, sostener nuestras creencias irracionales o justificar comportamientos estúpidos, injustos o incluso autodestructivos, que para ver las cosas con claridad.

      • Sí, Cara de Palo, es una de las obsesiones de mi razón –Dios sabrá por qué- el demostrar que tanto ésta razón mía como la de los demás es títere de los estados del cuerpo, expresados o no en emociones, y que dichos estados fisiológicos son producto de una larga evolución biológica a través de una variedad de contextos naturales y sociales. Muchos de nuestros sesgos, que nos hacen cometer estupideces, injusticias o actos contra nuestros propios intereses o integridad vienen de adaptaciones que sirvieron a objetivos marcados por la supervivencia del yo o de su grupo familiar, que ahora resultan no estar tan ajustadas a los nuevos ambientes. La rápida evolución cultural y tecnológica nos ha puesto en una situación en la que los sesgos afloran con facilidad, y se aprecian mejor. Si bien es cierto que tanto la cultura como la tecnología no son más que herramientas al servicio de nuestra naturaleza, vamos, que están diseñadas para ajustarse a nuestros sesgos. Pero hemos llegado a tal punto de desarrollo y complejidad que en un sutil juego de espejos empezamos a comprender mejor nuestras limitaciones…..ahora que hemos superado, de alguna forma a la naturaleza con el artificio, ese otro producto de ésa naturaleza que, artificiosa-mente situamos frente a ella.

  4. Es lógico y necesario hacer juicios de terceros para reducir incertidumbres y estimar los recursos a los que tenemos acceso amén del cómo y el precio.

    En lo de que el juicio a otros implícitamente lo es de nosotros…, no estoy de acuerdo. Como cualquier acto realizado hay transmisión de información a cerca del actor. En este caso los juicios desvelan nuestros criterios a cerca de la variable juzgada, y a través de ellos se pueden inferir ideas del que los gestiona. Mas no hay juicio directo simétrico ni equiparable del que juzga respecto a lo juzgado.
    En ese punto creo que el artículo peca de simplista. Y eso no quiere decir que yo sea un tipo complicado…

  5. Generalmente cuando hacemos juicios de valor explícitos sobre los demás, implícitamente los estamos haciendo sobre nosotros mismos. La frase introductoria del artículo lo dice todo, ya no sé si decir que es muy bueno o no decir nada. Ambas posiciones estarán sujetas a una interpretación sobre la imagen que prentendo dar. En el peor de los casos, el comentario pasará desapercibido. Las cosas de la condición humana. Bueno, ya en serio, un artículo realmente bueno, en la línea de los exiliados.

    • ¿Cómo veo un comentario de Facebook aqui? Fantástico. Sobre todo porque me quité de Facebook en un arranque que seguramente responda a alguna razón que permanece oculta a mi razón «oficial».

      Puedes, Pedro, juzgar sin temor. Si aprecias nuestras valoraciones es que las compartes, y eso te pone a nuestra altura, sea esta la que sea. Para mí lo importante es procurar estar siempre vigilante con los sesgos que me inclinan a pensar de forma precipitada, torpe, errónea, injusta, etc.

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