El triunfo de la ciencia basura.

La teoría del calentamiento catastrófico de la tierra por causa de la emisión antropogénica de CO2, más conocido como calentamiento global, no es la única teoría sin base científica o ciencia basura que a base de publicidad manipulación y catastrofismo se ha llevado a la categoria de dogma científico.

La ferocidad de los calentólogos ha llegado al extremo de calificar de negacionistas a los escépticos. La discusión ya no se realiza sobre datos sino desde un punto de vista emotivo, se ha sustituido el método científico por la política.

Pero el caso del «calentamiento global» sólo es la punta del iceberg, está el caso de la energía nuclear, demonizada con toda cláse de leyendas urbanas. Y luego están casos como el DDT cuya prohibición ha causado millones de muertos de malaria. Y finalmente están esos pequeños casos que apenas tienen repercusión pero que demuestra que la Ciencia está siendo sustituida cada vez más por lo políticamente correcto.

Fíjense en ESTE CASO:

«El estudio que relacionaba el 4 – MEI con el cancer fue rebatido por la propia OMS, que dijo que la relación del cancer con el 4 – MEI era menor que comer patatas fritas hechas en casa.»

«La propia FDA (la agencia reguladora de los alimentos y los medicamentos en USA) ha dicho: habría que consumir mil litros de un refresco de cola durante dos años seguidos para que, eventualmente, la acumulación de esos residuos pudiera tener una incidencia en alguna enfermedad.»

Fijénse en el lenguaje usado: «habría», «eventualmente», «pudiera», «incidencia», «alguna». Ni siquiera con un consumo tan elevado se atreven a dar un porcentaje de riesgo, ni de qué tipo de cáncer, ni un margen de error, es decir no se utiliza (¿deliberadamente?) un lenguaje científico.

Pero lo importante es lo que dice el «Centro para la Ciencia Interés público» un grupo de presión más.

La agencia europea análoga a la FDA de USA la EFSA también confirmó la seguridad del 4 – MEI.

Mientras, y según el CSPI, en California el límite de 4 MEI es de 29 microgramos por persona y día, en Europa el límite está en 250 microgramos por Kg. de peso de la persona que ingiere el producto y por día.

Y sin embargo una decisión política tomada en un Estado de los USA va a modificar la composición de centenares de productos y símplemente porque nadie quiere que sus productos se ven asociados a la palabra cáncer aunque sea de este modo tan capcioso: «eventualmente podría tener incidencia en alguna enfermedad cancerígena.»

Porque ¿Hay algo de lo que no se pueda decir que «eventualmente podría tener incidencia en alguna enfermedad cancerígena»?

Es igual que cuando nos dicen que algo es radiactivo… cuando en realidad todo es radiactivo.

No es más que un juego político donde el burócrata de turno trata de ponerse una medalla «defendiendo los intereses del consumidor» , la Ciencia importa un rábano. De hecho la Ciencia y el método científico son molestos testigos que hay que acallar para que el político pueda sacar réditos.

La destrucción de la Ciencia a cargo de la política es algo inexorable desde el momento en que los políticos consideran cualquier cosa que limite su poder como algo con lo que hay que acabar. Empezaron por la Economía y no pararán hasta que la Ciencia no deje de ser una marioneta en sus manos.

Olvidan que la Ciencia sólo es leal a la verdad.
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PD: iba a colgar este artículo cuando he leido esta «noticia»:

La bombilla eterna.La bombilla eterna.

Y lo publican en la sección de Ciencia cuando no es más que una estafa.

Arturo Taibo
Arturo Taibo

Economista. Liberal. Cansado de ver como se engaña a la gente y como se desperdician las posibilidades de desarrollo económico. Intentando que la gente aprenda un poco de Economía.

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5 comentarios

  1. El poder lo corrompe todo, y la unión de la ciencia (como también sucede con la religión) con el poder político-económico-militar conduce a la tiranía.
    Por eso debemos luchar (como decía Asimov) contra los ejércitos de la obscuridad, y defender con todas nuestras fuerzas y por todos los medios a nuestro alcance el libre pensamiento y el escepticismo.

  2. Muy apropiado el titular. Acabo de ser testigo del triunfo (al menos en audiencia) de la ciencia basura de la mano de la telebasura.

    Estaba tomando un café mañanero y en la tele del bar (sintonizada en Telecirco) ha aparecido Ruiz de Elvira para predicar que la actual sequía es más intensa de lo normal debido (como no) a los efectos del cambio climático «causado por los hombres» (sic) ¡Arrepentíos pecadoooorrrrres! 

  3. Que todo está ahora mismo al servicio de la política, y la política a su propio servicio, es indudable. En cuanto se escarba un poco se ve que las verdades político científicas son dudosas e incluso mutables.
    Recuerdo que, estando de vaciones en Colombia allá por 2002, salió en los periódicos que Estados Unidos había impuesto al gobierno colombioano el uso de DDT para fumigar la selva. Se suponía que para destruir plantaciones de coca, pero no acertaban ni una de cada cien. El gobierno colombiano había protestado por los posibles efectos sobre los humanos. El gobierno USA dijo que si no usaban el DDT no habría más ayudas económicas.
    Yo no se si es una leyenda lo de los efectos sobre embarazadas, pero o los tiene o no los tiene. Si los tiene debía destruirse. Si no los tiene, entonces debería decirse.

  4. Claro que el «cambio climático» no es un caso único. Aunque a veces sí es la avanzadilla. Como describe Andrew Montford en el caso de la institución científica más prestigiosa que ha existido (cuando a la ciencia le quedaba prestigio). La Royal Society ha necesitado la fuerza de la locura climática para pasar de estar al servicio del conocimiento, a estarlo del poder político. El titulo es el lema (ahora irónico) de la venerable sociedad londinense.

    Nullius in verba.

    No creo que sea fácil medir el avance técnico científico con precisión. Pero sería interesante echar una mirada a los últimos cien o ciento cincuenta años, y comparar los avances en el tiempo con la «gubernamentalización»  la investigación científica. Que empezó a ser fuerte en la década de los 70, para crecer exponencialmente en la de los 80. ¿Estamos avanzando tanto como lo hicimos en los tres primeros cuartos del siglo pasado?

    Sin entrar en esa difícil comparación, Richard Lindzen señala el problema que mencionas, en el prólogo de Nullius in verba.
     
    Andrew Monford presenta una cronología recta y sin florituras de la perversión, no solo de la Royal Society, sino de la ciencia misma, donde el legítimo rol de la ciencia como forma poderosa de investigar es reemplazado por la pretensión por la ciencia de una posición de autoridad política.
    La cronología simple habla por sí misma, aunque uno no puede leerlo sin pensar, al menos, sobre las motivaciones.  Ya en el siglo XIX, caballeros científicos como Darwin notaron los frenos potenciales a la investigación asociados con el funcionamiento de las universidades. Enaños recientes ha aumentado, obviamente, por el casi monopolio sobre el apoyo a la ciencia que ejercen los gobiernos. En los EEUU, nuestra National Academy of Science(NAS) ha tenido siempre un estatus oficial de consejo al gobierno. Sin embargo, el rol era relativamente pasivo hasta  la década de 1970.
    Esa época marcó la expansión del National Research Council, responsable de atender las peticiones del gobierno.  Con la presidencia de Frank Press (1981-1993), la plantilla del NRC aumentó por encima de mil. Frank siempre presumía de que la Royal Society envidiaba la posición del NAS, y la existencia del NRC. El asunto del calentamiento global, al parecer, le ha ofrecido a la Royal Society la oportunidad de rectificar esta situación. 

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