Algunas verdades sobre nuestra arraigada tendencia a no decir la verdad

No hace mucho que el famoso psicólogo de Harvard Marc Hauser, uno de nuestros más queridos y prestigiosos entrevistados, que nos ha deleitado con obras maestras como Mentes Salvajes o La Mente Moral, se vio salpicado por un escándalo, al que se denominó muy a la americana Hausergate, por haber obligado a colaboradores suyos, presuntamente, a falsear datos de los estudios para que encajasen con las conclusiones a las que a él le interesaba llegar.

No tengo idea de los detalles del fraude. Ni si quiera tengo noticia de que Hauser se haya defendido. Me atreví a escribirle monstrándole mi apoyo porque, tras leer las dos obras de arriba, y dudando que fueran escritas por un negro, le sigo teniendo en gran consideración y consideraba, en caliente, que debía de tratarse de un error, que él era una mente moral, que no había hecho trampas, ese hombre que estudiaba, entre otras cosas, las trampas que nos hacemos unos a otros. Ahora trabaja en otro sitio, y supongo que le irá bien, pero ya no tiene la posición de Profesor de la más prestigiosa universidad del mundo.

A mi me ha dado por estudiar psicología social, en vista de que la contabilidad no parece que vaya a ser una importante partida de gasto de personal de las empresas en los próximos años, y me envía Alberto una noticia relacionada con el que espero sea pronto mi nuevo gremio. Y digo gremio con temor. No me gusta entrar en una lucha por la supervivencia darwiniana por ser el que publica más y más impactantes cosas. Ni formar parte de un grupo homogéneo cuya ideología se ciñe a sus intereses gremiales -en última instancia, a la seguridad de sus culos en los asientos- o cuyas ideologías sean compartidas y se traduzcan en fraudes conscientes o inconscientes a la hora de elegir muestras, realizar experimentos, hacer observaciones u obtener conclusiones.

Un psicólogo social holandés, tan holandés y tan psicólogo social (aparentemente) como nuestro recientemente entrevistado Mark van Vugt se ha confesado públicamente, ha entonado el mea culpa, reconociendo haber estado engañando a todo el mundo durante años. ¿Será este su gran estudio de psicología social, con el que pretende engañar a todo el mundo sobre sus engaños para luego ver las reacciones de la sociedad ante su declaración sincera de ser un mentiroso? No lo creo. Aquí en Desde el Exilio somos más bien escépticos, en particular por lo que a la ciencia «oficial», consensuada, filtrada políticamente se refiere. Nuestro querido Luis no se ha cansado de denunciar las estafas flagrantes del cambio climático, y su particular Climategate.

La presión por publicar. La presión por vender coches. La presión por hacerse con el mercado chino de patatas fritas. La presión, en definitiva, de un mundo en el que cada uno se gana la vida como puede, y unos van por el «buen» camino, tienen mentes morales, sea por miedo, por vergüenza o por unos principios  arraigados en sus neuronas del cerebro frontal, y otros toman el «mal» camino , el de forzar las cosas, torcerlas hasta que adopten la forma que uno desea, el de la violencia, física o psicológica, por ejemplo presionando y amenazando a otros, o simplemente el de manipular o directamente mentir a los demás. ¿Qué importa que aquí ponga 5 que 4, puede uno llegar a preguntarse? Pues si, importa, el salto puede representar la diferencia entre los 5 y los 4 dedos que ponían ante el atónito rostro de Winston Smith, en la orwelliana 1984, mientras le torturaban física y psicológicamente. E importa especialmente en el campo del conocimiento, de la objetividad, de la transparencia, del rigor que debiera ser la ciencia.

Yo sigo en el paro, pero otros menos honestos tienen trabajo, y no les importa poner en el informe que 2 más 2 son 5. Particularmente en las cuentas de una empresa, pero también en un paper científico que se supone representa conocimiento. ¿En qué estaré pensando yo? En todas partes se cuecen habas, sobre todo cuando la temperatura (calentamiento global) y la presión (por decir lo que sea, aunque sea falso) son altas. Algunos incluso se convierten en ricos denunciando la pobreza, o ganan un Óscar al mejor documental que más bien debiera ser el Óscar al mejor actor.

Germanico
Germanico

No hay aprendizaje sin error, ni tampoco acierto sin duda. En éste, nuestro mundo, hemos dado por sentadas demasiadas cosas. Y así nos va. Las ideologías y los eslóganes fáciles, los prejuicios y jucios sumarios, los procesos kafkianos al presunto disidente de las fes de moda, los ostracismos a quién sostenga un “pero” de duda razonable a cualquier aseveración generalmente aprobada (que no indudablemente probada), convierten el mundo en el que vivimos en un santuario para la pereza cognitiva y en un infierno para todos, pero especialmente para los que tratan de comprender cabalmente que es lo que realmente está sucediendo -nos está sucediendo.

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16 comentarios

  1. Totalmente de acuerdo con lo que expones, pero sigue en pié la cuestión que planteo a nivel individual: ¿qué salida tiene el contable que no se presta al juego? ¿Tiene algo que decirle el liberalismo a ese contable? Porque la respuesta socialista o socialdemócrata la conozco: el Estado se encargará, teóricamente, de vigilar que las cuentas sean correctas. y por tanto la vigilancia del Estado propiciará que los contables «íntegros» sean los contratados por las empresas. Peor como liberal que soy, tengo que reconocer que aunque la respuesta socialista no me la creo, no tengo otra mejor.

    • @pedroveg Te lo diré de la manera más meridianamente clara que pueda: un contable es un currito y, en muchos casos, como era el mío, llevan sólo una parte de las cuentas, y quienes tienen el conocimiento son el comité de dirección y/o el consejo.

      Por otro lado no veo incompatibilidad alguna entre ser liberal y ser contable. El que haya una mínima regulación estatal para garantizar que las cuentas están claras y el chocolate es espeso no me parece mal. Ahora, no sé lo que opinará un anarcoliberal de esto!

      • @pedroveg Además hay otros muchos agentes interesados en la gestión de la empresa. Habiendo un marco contable unificado que garantice mayor homogeneidad y transparenciia en la presentación de los datos, los proveedores, los clientes, los bancos, los accionistas y otros muchos agentes interesados por diversos motivos meterán sus narices en ellas y, de oler a mierda gritarán MIERDA

        • Hola de nuevo. Te cuento lo que yo percibo en mi ámbito profesional, que no aunque no es una empresa privada, en bastantes aspectos se le parece bastante: aquí, quien está mejor considerado profesionalmente por parte de los que gobiernan cada vez que los ciudadanos les eligen, son precisamente los que con más ahínco y menos reparos, se prestan a tapar el olor a mierda, aunque nos llegue hasta las orejas. A los demás que no nos prestamos o que nos prestamos en menor medida (en este grupo me incluyo yo), simplemente nos toleran como una molestia de la que no pueden librarse, porque afortunadamente para nosotros, aunque suene poco liberal, las leyes laborales nos amparan y protegen. Por eso te comentaba en algún post anterior que estoy seguro que sin esas leyes esto sería poco menos que el cortijo de quienes nos mandan, es decir de los gobernantes políticos de turno (por cierto en esto no hay diferencia alguna entre unos y otros).

  2. La siguiente noticia me sirve para ilustrar mi razonamiento: Parece ser que la empresa llevaba falsificando su contabilidad durante décadas. Evidentemente la parte técnico-contable de esa falsificación recaería en un contable (valga la redundancia). Por lo tanto, la cuestión que se plantea en este caso, es justo la que intento poner de manifiesto: ¿qué clase de contable le interesa contratar a Olympus para esa tarea? Evidentemente uno que se preste a maquillar las cuentas a conveniencia de los que le contratan: que sepa más o menos de contabilidad es completamente accesorio, puesto que la prioridad es que esté dispuesto a “pringarse”. Podrá decirse que al fín y a la postre esto ha acabado trascendiendo y que Olympus va a ser de alguna manera penalizada por ello. Pero el hecho cierto es que desde una óptica liberal lo que veo es que un contable que no esté dispuesto a “pringarse” lo lleva crudo, independientemente de sus conocimientos de contabilidad y su valía profesional. Y a partir de ahí la siguiente cuestión es: ¿las empresas cuando contratan a un contable, mayoritariamente se comportan como Olympus o por el contrario lo que buscan son que sus cuentas reflejen la realidad de la manera más fiel posible? Y sinceramente no tengo la respuesta, o al menos mi intuición y mi experiencia laboral no es muy optimista al respecto: sospecho que si no hay algún tipo de penalización de las malas prácticas contables, los Olympus serán muy abundantes. ¿pero cual es ese mecanismo y quien lo “aplica” desde una óptica liberal? ¿El mercado cuando a largo plazo detecta que Olympus lleva décadas maquillando sus cuentas? ¿Y entre tanto que opción le queda al contable que no se pringa? ¿El paro?

    http://www.libremercado.com/2011-11-09/olympus-admite-que-ha-maquillado-sus-cuentas-durante-decadas-para-ocultar-perdidas-1276440798/

    por más de 930 millones

    Olympus admite que ha maquillado sus cuentas durante décadas para ocultar pérdidas La empresa ha despedido con efecto inmediato al director y vicepresidente ejecutivo de Olympus, Hisashi Mori, por su implicación

    • @pedroveg Algunas empresas falsean sus cuentas, otras no. Yo creo que en general la contabilidad tiende a reflejar el estado patrimonial y los resultados de manera fiable. Sacar un conejo de la chistera no se puede hacer salvo que previamente se haya introducido en ella de alguna forma. Si a Enron les pillaron, si a Olimpus les pillan ahora, es porque no han logrado corregir sus desequilibrios patrimoniales y al final el hedor a putrefacción económica ha salido por algún lado. En fin, fraudes los hay por todas partes. Todos mentimos alguna vez y en algún grado, seamos personas físicas o jurídicas. La cuestión es cuánto, y en qué medida podemos alargar las piernas de la mentira para que no nos pillen.

  3. Hola Pedro,

    Los mismos datos objetivos pueden en contabilidad presentarse de distintas maneras sin falsear la información. La empresa tiene muchos aspectos que deben ser contemplados: facturación presente y potencial futura, morosidad, plazos de pagos a proveedores o de los clientes, situación de liquidez, porcentaje de la financiación externa a corto y a largo plazo, etc etc. No obstante a las empresas, en teoría, les interesa dar una imagen fiel de su patrimonio y de su cuenta de resultados y sus flujos de caja. por lo menos a sí mismas. Pero ¿Quién es la empresa? En una gran corporación son los accionistas, que deciden sobre su inversión en acciones dependiendo de lo que crece o decrece el valor de la empresa, y esto se sabe a través de esos informes llamados cuentas anuales. Los accionistas delegan en gestores, un consejo de Administración que, éste si, puede falsear las cuentas para ocultar pérdidas o hacer creer que ha habido ganancias mayores de las que realmente ha habido por intereses particulares (si tienen opciones a la compra de acciones por ejemplo). De ahí surge el denominado problema de agencia: el agente que dirige no es el principal interesado en la marcha de la empresa. Ese problema no existe con empresarios personales o empresas familares, a quienes sí podria interesarles en un momento dado dar una falsa información a bancos, clientes, proveedores y potenciales compradores.

    • Hola Germánico: no se si he entendido bien la última parte de tu comentario. De ella parece deducirse que el agente estaría más interesado en falsear las cuentas que el propietario, pero en la última frase admites que a estos tb les puede interesar en un momento dado hacerlo. Por mi parte prefiero enfocar el asunto simplificándolo al interés que tenga el que decide (sea agente o propietario) sobre si te contrata a tí o a otro contable, en que las cuentas digan justo lo que a él le interesa.

      • @pedroveg La contabilidad es una herramienta. Con un martillo puedes poner clavos o romperle la crisma a otro, según como lo uses. Pero la realidad tiene una maleabilidad limitada. Nadie puede inventarse del todo las cuentas. Y además existen controles externos, como las auditorías. Es decir: las cuentas de las empresas son, por lo general, un reflejo razonablemente ajustado de su situación patrimonial, de pérdidas y ganancias y de flujos de caja, entre otras cosas. Y sirven para valorar la empresa y decidir sobre ella, su situación presente, su potencial…etc

    • Hola de nuevo Germánico: desde mi desconocimiento del sector, no tengo la más mínima duda de que la Contabilidad debería servir justo para lo que indicas: para refelejar fielmente el estado económico de una empresa. Pero la realidad me demuestra que en numerosos casos (por citar algunos archiconocidos como Forum, Madoff o Nueva Rumasa) o bien los inversores se pasan por el forro los datos de contabilidad y se tiran a la piscina por mucho que la contabilidad esté gritándoles que la piscina está seca, o por el contrario la contabilidad en esos casos concretos solo servía para maquillar el estado real de esas empresas. Y si ahora me pongo en el «rol» de Madoff o de los Ruiz-Mateos, lo que me resulta evidente, es que no voy a pagar a un contable que les «diga» a mis posibles inversores que mi empresa va de pena. Quizás (en el mejor de los casos) pague al contable para que me lo diga a mí de manera detallada, si es que yo no soy capaz de saberlo por mí mismo, pero es evidente que de cara a un inversor, esos gestores concretos, jamás de los jamases van a permitir que esa información que objetivamente perjudica sus planes trascienda y espante a los posibles clientes. En realidad, yo lo veo de manera parecida a cuando en Roma mataban al mensajero (en este caso al contable) que anunciaba malas noticias: biologicamente parece que los seres humanos tenemos aversión a recibir malas noticias. Por lo tanto, entre un contable-mensajero objetivo y un contable- mensajero maleable, la selección natural (en forma del que paga al contable-mensajero) me temo que seleccionará al contable maleable.

      • @pedroveg Si, el contable tiene que ser un poco flexible, no un armario empotrado o un ordenador con piernas. Al final quien decide es quien decide, en las empresas y en los organismos públicos. Tú puedes negarte a obedecer, denunciarlo o decir lo que Groucho: aquí están mis principios. si no le gustan tengo otros.

        Lo que yo trataba de recalcar en mi comentario anterior es que la contabilidad permite algunas trampillas, pero no es un instrumento que permite falsear la realidad completamente. Lo que pasa es que en grandes corporaciones los engaños son multimillonarios, como multimillonaria es su facturación o sus pagos a proveedores.

  4. Estimado Germánico, no te conozco personalmente por lo que desconozco si eras o no un buen contable. Ahora bien en mi profesión, realizo una tarea que creo tiene bastante que ver con la de un contable: partiendo de una información objetiva (en mi caso planeamiento y normativa urbanística) debo emitir informes, lo más objetivos posibles, que a la postre afectan a los intereses económicos y deseos personales de terceros. Pues bien, la experiencia me ha demostrado que si en vez de en la admistración, mis jefes hubieran sido empresarios privados, mi buena labor profesional (que reitero es básicamente objetividad en el tratamiento de la información) no solo no me habría beneficiado (de hecho no lo ha hecho) sino que me habría perjudicado gravemente, por una razón muy simple: frente a los intereses concretos de cada persona, la objetividad no solo no vale un pimiento, sino que muy a menudo se convierte en el mayor obstáculo en la consecución de los fines particulares de cada uno. Resumiendo: teóricamente un contable debe servir en 1º lugar para obtener información real del estado económico de una empresa o negocio. En la práctica, el cliente lo unico que quiere del contable es que diga que todo va de p.m. y que si las cosas se tuercen, apechugue con las consecuencias. Precisamente por eso, y por lo que demuestras en esta web, sospecho que eres un buen contable.

    • Centinela, un primo mio farmacéutico hizo las américas, estudió a fondo la bioquímica del cerebro y, en lugar de convertirse en un gran científico en una Universidad Americana se sintió atraído por el magnetismo telúrico del terruño y volvió a su Extrema-dura natal, a dar clases en su Universidad. Pronto le hicieron el vacío, no pudo investigar, los medios disponibles eran pocos y no le daban acceso, le boicoteaban toda iniciativa, le retiraban la palabra. ¡¡¡Un sabio!!! ¡¡¡Hay que eliminarle!!!

      Ahora dirige con su mujer una farmacia que le da mucha pasta, pero el resquemor supongo que le quedará por siempre. Es una carrera científica frustrada por un país de paletos que sólo quieren mamar de la subvención.

  5. Hombre, amigo Jinete, ¿Cómo vas?

    Creo que la carne es débil, todos somos pecadores, y quien no lo sea que tire la primera piedra. Pero procuro hacer tres cosas casi siempre incompatibles: decir la verdad, ser agradable y ganarme el pan de mis hijos.

    Otro fuerte abrazo para ti.

  6. Hola Germánico, creo haber entendido lo de «persona moral» y me parece que encajas perfectamente en el término. Je. Un gran saludo y un fuerte abrazo.

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