El pensamiento mágico keynesiano (y II)

Continuemos con los ejemplos:

Christine Lagarde y su callejón sin salida.

La sra. Lagarde, flamante presidenta del FMI, educada en la teoría keynesiana, como (casi) todos los jerifaltes económicos del mundo, se enfrenta a la definitiva contradicción de sus teorías: por un lado es «necesaria» la intervención del Estado (léase gastar más dinero) para mantener la economía con altos niveles de empleo pero por otra la propia intervención del estado provoca déficits públicos que a la larga son insostenibles. Keynes solucionaba esta contradicción despreciando el largo plazo con su famosa frase: «a largo plazo todos estamos muertos», pero en la vida real el largo plazo se acaba convirtiendo en corto plazo, en realidad sólo es cuestión de tiempo.

las economías desarrolladas deben restaurar la sostenibilidad fiscal mediante planes de consolidación creíbles pero no olvidar que llevar a cabo esas medidas «demasiado deprisa» puede «dañar la recuperación y empeorar las perspectivas laborales».

¿Demasiado deprisa? ¿Cuál es exactamente el mensaje? ¿Podemos seguir endeudándonos mientras esperamos la recuperación?

El sr Juan Torres López, «ilustre economista», nos «demuestra», no con una estructura lógica ni mediante ninguna prueba empírica sino con un informe de un organismo de la ONU que dice:

«Muchos de esos países han reorientado su política fiscal, abandonando los planes de estímulo y optando por la reducción del gasto público, lo cual podría provocar un estancamiento prolongado, o incluso una contracción, de su economía. Habida cuenta del estancamiento del empleo y los salarios en los Estados Unidos, Europa y el Japón, estos países deberían seguir adoptando políticas de reactivación económica en vez de tratar de «recuperar la confianza de los mercados financieros» con recortes prematuros del gasto público.»

» El principal riesgo global es que los salarios y los ingresos de las masas no aumenten lo suficiente para alimentar un crecimiento sostenible y globalmente equilibrado, basado en la demanda interna. Esto significa que el riesgo de que aumente la inflación a consecuencia de una subida de los precios de los productos básicos es muy pequeño. Solo unos cuantos países caracterizados por un fuerte crecimiento económico y una dinámica de aumento excesivo de los salarios se exponen a riesgos inflacionarios.»

Sin gasto público, sin los famosos planes de estímulo, la economía se estancará. Parece, según este informe, fiel exponente de las teorías keynesianas, que sólo el dinero que gasta el Estado produce empleo.

Es como si por algún hecho, ni siquiera definido, cuando nosotros o una empresa se gasta el dinero no generaremos demanda interna en cambio, si el Estado nos lo quita y lo gastan los políticos, sí se generará la tan deseada demanda interna y a continuación el empleo, como ven pura magia, una auténtica entelequia.

Si el Estado me quita el dinero o incluso si no me lo quita pero emite deuda pública para financiar sus gastos ese dinero ya no lo podré gastar ni yo ni ninguna empresa que lo solicitase como crédito a un banco (que tendría ese dinero gracias a mis ahorros), simplemente no se puede gastar el mismo dinero dos veces y al mismo tiempo.

La única argumentación posible sería la de una mejor utilización de los recursos por parte del Estado. Sin embargo los políticos, que son los que al final gastan el dinero, no están dentro de un sistema de libre mercado, no dependen de las decisiones de los consumidores para justificar sus gastos o inversiones, el único incentivo de un político es ganar elecciones para mantenerse o llegar al poder y su agenda de gastos va a estar determinada por el intento de satisfacer a su electorado y especialmente a los grupos de presión mejor organizados de su electorado. Desde luego nada de eso va a contribuir al desarrollo económico es decir a satisfacer las necesidades de la gente sino que contribuirá al beneficio de unos pocos.

La receta keynesiana es siempre la misma: que el Estado gaste más dinero y que, como dice el informe de la ONU, «no tratar de recuperar la confianza de los mercados financieros» pero ¿Cómo piensan los Estados mantener su nivel de gastos y de déficit si los mercados finandieros deciden no seguir prestándoles dinero?
Aquí nos encontramos ante el fin del paradigma keynesiano es decir ante la quiebra de los Estados, porque ante la falta de financiación para sus gastos los Estados se enfrentan a una alternativa: o la quiebra o la confiscación de los ahorros de la gente para financiarse. El largo plazo se ha convertido en corto plazo, en algunos casos como en Grecia en cortísimo plazo, y ya no hay dinero para financiar más planes de estímulo.

En otro calco del mito keynesiano el informe dice que «el principal riesgo global es que los salarios y los ingresos de las masas no aumenten lo suficiente para mantener un crecimiento sostenible y equilibrado basado en la demanda interna», otra vez poniendo la demanda antes que la producción de bienes. Está claro que todo el mundo demanda cosas que no tiene, pero con subirles el sueldo no se van a generar por sí solos los bienes con que satisfacer esas demandas. Para los keynesianos las empresas privadas son una especie de expendedores de toda clase de bienes con la única condición de meterles dinero creado de la nada.

Puede que piensen que si los salarios aumentan y las empresas obtienen menos beneficios se podrá aumentar la demanda y el empleo sin ver comprometidos los precios.

Suena bien pero hay un problema: si las empresas pagan salarios más altos y mantienen los precios obtendrán menos beneficios y tendrán menos dinero para invertir y también menos incentivos y además ahorrarán menos y a otras empresas o al Estado les será imposible financiarse.

Sí, pero al aumentar los salarios la demanda interna aumentará y las empresas venderán más y podrán recuperar los beneficios perdidos por la subida de sueldos.

Nuevamente hay un problema: el aumento de la demanda como resultado de la subida de sueldos es posterior a la disminución de los beneficios de la empresa y la disminución de beneficios de la empresa provocará una reducción del gasto y por tanto de la demanda interna, puesto que, gaste en lo que gaste la empresa sus beneficios, o incluso si los ahorra y los presta a otras empresas o personas o al Estado, esos beneficios crearían una demanda interna igual a la que se crea con el aumento de sueldos. Al final la demanda interna sería la misma con la diferencia de que en caso de subida de sueldos la creación de nuevos empleos se reduciría o paralizaría.

Puede que algunos piensen que a pesar de todo si subimos los salarios la distribución de la renta mejorará, bueno, es probable que mejore para los que mantengan su empleo, pero no para los que sigan en el paro.

Pero es que ni siquiera eso: con el tiempo cada vez será más difícil mantener los puestos de trabajo con salarios altos, el paro aumentará y los impuestos tendrán que aumentar para mantener el equilibrio presupuestario.

Además ¿Para qué crear más demanda interna si en España tenemos que importar bienes por valor de decenas de miles de millones de euros para satisfacerla?

Y finalmente Obama, después de dos planes de estímulo que han sido un absoluto fracaso, va a por el tercer plan de estímulo, más gasto público que por supuesto generará empleo a corto plazo ¿Y a largo plazo? Bueno para Obama el largo plazo son las próximas presidenciales, poco más de un año, el resto, como a todos los políticos les importa un rábano.

Timothy Geithner, que es el cerebro de la política económica yanki, es otro fanático keynesiano, y para estos tipos nunca el dinero en gasto público es suficiente. Si fracasa un plan no es porque su teoría no funcione sino porque no se ha gastado suficiente dinero, el Estado nunca gasta suficiente dinero.

Y en manos de esta gente estamos, todo producto de unas universidades controladas por los keynesianos durante décadas en todo el mundo.

Las universidades han destruido la Ciencia Económica y ahora el mundo se encuentra dirigido por personas que son incapaces de comprender los fenómenos económicos.

Da miedo pensarlo.

Arturo Taibo
Arturo Taibo

Economista. Liberal. Cansado de ver como se engaña a la gente y como se desperdician las posibilidades de desarrollo económico. Intentando que la gente aprenda un poco de Economía.

Artículos: 292

6 comentarios

  1. Yo soy un simple aficionado a esto de la Economía y aún así hay algo en toda esta enorme falacia Keynesiana del gasto público como impulsor de la Económía que me parece tan de cajón, que me cuesta creer como es posible que la inmensa mayoría de los dirigentes sigan ciegamente confiando en que el gasto público es la solución a los problemas:
    Vamos a ver, ES DE CAJÓN que en la extinta URSS y demás satélites comunistas, ABSOLUTAMENTE toda la inversión que se producía era GASTO PÚBLICO. Siguiendo la «lógica» keynesiana,  la Economía de esos países debería haber ido  como un tiro, pero es evidente que fué justo lo contrario. Otro ejemplo histórico que se me ocurre es la política hitleriana de gasto público masivo en la industria militar que ya sabemos a lo que condujo. He leído por ahí que los alemanes de esa época estaban muy contentos y felices porque pasaron de un paro masivo a trabajar en las fábricas de armamento hitleriana. No hay que ser muy listo para comprender que la única manera de «rentabilizar» esa masiva inversión hitleriana en armamento (no olvidemos que financiada de una manera u otra por la sociedad alemana) era empezar una guerra y por supuesto ganarla. Quizás si Alemania hubiera ganado la IIGM, la política keynesiana de Hitler habría sido un éxito, a costa evidentemente de arrebatar por la fuerza de las armas, fabricadas con dinero público «keynesiano», la riqueza de otras naciones, pero afortunadamente para el mundo y desafortunadamente para Alemania, Hitler perdió la guerra y los alemanes literalmente TODA su riqueza.
    La lección obvia de ambos casos es: para un Estado (y más cuanto más totalitario) es muy sencillo gastar dinero público y con ello «crear» empleo, al menos durante un tiempo. El problema no es pues crear empleo con dinero público durante un tiempo: eso, repito, es sumamente sencillo: o bien se le da a la maquinita del dinero, o bien se quita bien por las buenas bien por la fuerza a quien lo tiene. Con ese dinero cualquier Gobierno, por muy inútil que sea, ya es capaz de crear empleo durante un tiempo, gastándolo en lo que le dé la real gana: fabricando armas como Hitler (al menos desde su sicopático ideario aquello tenía cierta «logica»: en caso de ganar la guerra se habría recuperado la inversión), fabricando cosas tan inútiles y malas que nadie quiere comprar (como en la URSS) o financiando inútiles planes E como los del inútil de «nuestro» ZP. La conclusión, de un modo u otro, siempre es la misma: como los Gobiernos (TODOS) son muy malos como inversores e incapaces e ineficaces para generar riqueza (que no se reduce a crear temporalmente empleo), por regla general las políticas keynesianas de gasto público están condenadas al fracaso. Podría finalmente argumentarse desde el punto de vista keynesiano, que  si el Gobierno «acertara» en la inversión a realizar con dinero público, entonces se generaría riqueza y se justificaría la actuación gubernamental en tiempos de crisis. La respuesta obvia es: si en los tiempos de crisis que se caracterizan esencialmente porque los empresarios e inversores privados NO ENCUENTRAN oportunidades de negocio ¿por que va a acertar el Gobierno de turno a encontrar lo que no son capaces de encontrar los inversores «naturales»? Y ya lo que resulta el colmo y atenta intelectualmente a cualquiera con un mínimo sentido común, es la suprema falacia keynesiana: Que en el fondo es indiferente en qué se invierta el dinero público, y que para reactivar la economía el único requisito es que se gaste. Joder, si a alguien que mantiene semejante estupidez le dan un Nóbel de Economía, no me extraña que estemos como estamos.
     
     

    • Yo también soy un simple aficionado, pero me gustaría aclarar que la intervención estatal en la URSS no era total en la economía -planes quinquenales al margen- en tanto que en la realidad existía un «capitalismo de Estado», impulsado desde el principio por el propio Lenin, y por supuesto, propiedad privada, por eso había mercado interno. En cualquier caso al final todo eso fracasó, efectivamente.
      Me gustaría también preguntar qué significa ese psicologismo de la «confianza de los mercados». Ese tipo de expresiones yo tampoco las entiendo, y quisiera saber si responden a algún fenómeno objetivo o a una grosera metáfora o analogía del individuo al conjunto de consumidores

      • Por «confianza de los mercados» yo entiendo «confianza (en algo o en alguien) de los agentes económicos que participan en un determinado sector de la economía».
        A modo de ejemplo: un país emitiendo deuda pública goza de la «confianza de los mercados» cuando coloca sin mayores problemas su deuda, es decir cuando encuentra sin problemas compradores para sus bonos (creo que se llaman así).
        Por ejemplo: Alemania.
        Lo contrario de esta situación es generar desconfianza en los mercados: por ejemplo la España actual (y de ahí nuestro  diferencial con el bono alemán: es decir el dinero de más que tenemos que pagar por que nos presten el mismo dinero que  a los alemanes). Ojalá todo en economía fuera tan sencillo de entender.

      • Por confianza de los mercados se entiende, simplemente, la confianza que da un determinado ente que pide crédito con respecto a su capacidad para la devolución de dicho crédito.
        España, por ejemplo, pide dinero para sus gastos (vendiendo deuda pública) y ofrece a cambio restituir la inversión con un determinado interés. Si la confianza en que España podrá cumplir este compromiso es reducida le resultará difícil encontrar inversores dispuestos a arriesgarse a prestarle dinero, lo que le obliga a ofrecer mejores condiciones (un interés mayor) para conseguir inversores.

  2. Lo terrible del tema es que en España no es posible realizar este tipo de políticas porque tenemos una balanza por cuenta corriente muy desequilibrada (aun con la crisis).
     
    En USA, ya es otra cosa. Si a base de imprimir más dólares consiguen que la moneda se deprecie, habrán conseguido parte de su objetivo, que es que el dólar pierda valor (además de exportar inflación a resto del mundo, que compra materias primas en dólares, y especialmente a países con monedas vinculadas al dólar).
     
    Las políticas Keinesianas son muy válidas para países con balanzas comerciales positivas, tipo Alemania o Japón. Para España, un desastre (precisamente el principal problema que tiene España es que consume demasiado. Y con la que está cayendo…)

    • Hace un tiempo leí que en Japón, durante la década de los 90 hicieron 11 planes de «estímulo» para recuperar la economía. Todos hemos visto la «validez de la políticas keynesianas» en este punto. Al final, lo único que sirvió fue para que su deuda pública se más del 100% del PIB del país. Y 20 años más tarde sigue igual. Dinero «invertido» en infraestructuras que no se usan, por poner un ejemplo.

Los comentarios están cerrados.