Palos, zanahorias, objetivos y el más allá

La mayoría de nosotros en la mayoría de las ocasiones perseguimos gratificaciones y rehuimos molestias a muy corto plazo. Los fines que requieren organizar diversos medios en tiempo y espacio son escasos en proporción a aquellos otros cuya consecución apenas requiere esfuerzo mental o físico. Los que tienen una mayor paciencia, más medios a su alcance y/o una mejor capacidad de planificación dirigen por lo general las empresas, esto es, los proyectos a medio y largo plazo. Al hacerlo guían a esa mayoría silenciosa a largo plazo con el palo y la zanahoria, con recompensas y castigos inmediatos o casi inmediatos que enderezan  y/o apartan a los torcidos y estimulan a los que van por el camino recto –correcto.

Estos empresarios, tal como los he definido, tienen por tanto objetivos, que guían su acción en el mundo y les impulsan a guiar la de los demás, que, para esos objetivos concretos son no fines en sí mismos, tal como dijera Kant, sino simples medios, esto es, no personas, sino roles concretos y relativamente bien definidos.

Sin embargo no todo son pastores y rebaños productivos. Precisamente porque se consideran a si mismos como fines- en si mismos, y se niegan a ser medios en los proyectos de otros, algunos tratan de escapar al yugo de la necesidad no siguiendo instrucciones, ni generando proyectos fructíferos, sino buscando la forma de disfrutar del corto plazo a través de algún mecanismo ideológico o político que atribuya a sus fines etéreos a plazo eterno una legitimidad que se traduzca en leyes que repercutan beneficiosamente en su presente, en forma de prebendas o privilegios. Dichas prebendas o privilegios podrían considerarse bien como los medios de los que han de dotarse para alcanzar o intentar alcanzar sus lejanos pero moralmente deseables fines, bien directamente como una recompensa por ser ellos mismos y tener esos ideales.

Podríamos pensar en ciertos religiosos, aunque no particularmente en los cristianos, puesto que su ética contradice explícitamente el cortoplacismo y su largo plazo queda más allá de la vida y se refleja en esta a través de esa ética no cortoplacista. Pero los principales parásitos son hoy, sin duda, los paniaguados del Dios-Estado en todas sus manifestaciones. El Estado, como institución política que goza del monopolio de la fuerza (y, dicho sea de paso, de la Razón), puede interferir en la recta (-correcta) transmisión de los mensajes entre los agentes para la coordinación óptima de los esfuerzos productivos. Creando “derechos” que van mucho más allá de los derechos inalienables a la vida, la integridad física, la libertad y la propiedad privada, se establecen límites artificiales que impiden que cada agente asuma plenamente el papel que le corresponde en el entramado productivo. El Estado se sitúa más allá del bien y del mal, precisamente al determinar qué es bueno y qué es malo, dónde ha de ir cada cual y qué es lo que ha de hacer, en resumen: cuáles son los fines que han de guiar los esfuerzos de las personas dentro de la sociedad.

Tenemos, pues, gente corriente que aspira a disfrutar del presente lo mejor posible, y a la que hay que dar palos y zanahorias para que reaccionen adecuadamente, gente particularmente esforzada y organizada que mira más allá que los demás y persigue fines no tan inmediatos, objetivos (en ambos sentidos del término) y, finalmente, aquellos que persiguen utopías de boquilla, prometiendo a la gente corriente abundancia sin esfuerzo ni obediencia al sentido común o a empresarios, y que en la práctica persiguen, conscientemente o no, lo que esa misma gente corriente: vivir el corto plazo. Lo que sucede es que esos “políticos” destruyen para lograrlo el capital, desincentivan la empresarialidad, acaban con el largo plazo.

Germanico
Germanico

No hay aprendizaje sin error, ni tampoco acierto sin duda. En éste, nuestro mundo, hemos dado por sentadas demasiadas cosas. Y así nos va. Las ideologías y los eslóganes fáciles, los prejuicios y jucios sumarios, los procesos kafkianos al presunto disidente de las fes de moda, los ostracismos a quién sostenga un “pero” de duda razonable a cualquier aseveración generalmente aprobada (que no indudablemente probada), convierten el mundo en el que vivimos en un santuario para la pereza cognitiva y en un infierno para todos, pero especialmente para los que tratan de comprender cabalmente que es lo que realmente está sucediendo -nos está sucediendo.

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5 comentarios

  1. Gran parte de los desastres económicos han venido a lo largo de la historia y vienen aún hoy (repetimos una y otra vez los mismos errores) de ahí, de adulterar el dinero.

  2. La versión actualizada de esa fábula está muy bien. Además no exagera nada… jejeje.

    El Estado no solamente está más allá del bien y del mal, sino que también está fuera de las leyes naturales. No digo ya que tengamos que ajustarnos a la selección natural de Darwin de manera pura y dura; aunque para mí es un referente válido y probado: En la naturaleza no hay créditos. Hay un momento en que un felino sano pero desnutrido, se arrastra agazapado aproximándose a su presa seguramente consciente de que como falle en esa ocasión ya no le quedarán fuerzas para intentarlo otra vez. No puede recurrir a un banco para pasar el bache y cuando se recupere poder cobrarse dos piezas y así devolver el préstamo.

    Aquí sin embargo, no es que hayamos superado ese molesto inconveniente de no poseer una liquidez puntual para llevar a cabo un proyecto sensato y viable. Aquí un alcalde iluminado tiene la capacidad de endeudar a millones de personas durante varias generaciones por una corazonada.

    Parece ser que así como al ciudadano de a pié cada vez lo tienen más controlado… más informatizado… En ciertas esferas no hay normas. No hay topes. Todo vale. Son como pequeños dioses que luego exigen el sacrificio de sus devotos en forma de tasas de basura.

  3. Manuel, aquí tienes la versión moderna de la fábula de la cigarra y la hormiga.

    Ferdinan, procuro ser claro, empezando por aclararme las cosas a mi mismo. Si, pese a ello, confundo o me confundo, es probablemente porque abordo demasiadas cosas a un tiempo y haciendo uso de conceptos e ideas abstractos susceptibles de diversas interpretaciones.

    En cuanto a lo de quedarme corto, espero no sea -¡en el corto plazo!

  4. Está bastante bien expuesto el asunto, con alguna «confusión», pero bien en general.Sin embargo, al llegar a la conclusión, se ha quedado cortito.

  5. Al leer este artículo me viene a la mente la fábula de la cigarra y la hormiga.

    Hay personas que muestran una capacidad y determinación para desarrollar un proyecto a medio/largo plazo mientras que otras viven a expensas de sus pasiones más inmediatas: Sacar a delante una carrera, una habilidad, una empresa, en muchos casos requiere esfuerzo y sacrificio presente en pos de una posible recompensa futura.

    Una de las mayores injusticias y aberraciones, desde mi punto de vista, es cuando en aras a una determinada ética, el Estado profana las reservas de la hormiga para dar de comer a a la cigarra.

    Esta tergiversación de un proceso natural en muchos casos lo que consigue es promover y fomentar el trapicheo, el pillaje, el oportunismo… Castigando a su vez el esfuerzo y buena gestión de recursos.

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