Reflexiones en una gota de sudor

En la naturaleza los sistemas cerrados no funcionan. Según la segunda ley de la termodinámica la energía tiende a disiparse en calor, por lo que todo lo que se mueva debe hacerlo siguiendo la inercia de la gravedad y del propio calor . Los sistemas vivos luchan tenazmente contra este tendencia física. De la regulación en la más elemental de las células en su intercambio con el entorno, a través de sus membranas externas, pasando por la homeostasis de los organismos pluricelulares complejos, hasta el equilibrio ecológico global, la vida lucha –en un sentido nada metafórico- contra el caos y la disolución.

Pensar que nuestras sociedades, que nuestros sistemas económicos, puedan ser distintos al resto de la naturaleza, es una osadía solo esperable de nuestra vanidad primate, y, en el fondo, profundizando mucho, de la creencia inconsciente e inconsistente (con el resto de ideas) en un alma.

Sorprendentemente, muchos que aceptan lo anteriormente dicho respecto a la vida son incapaces siquiera de considerarlo para la sociedad humana, sistema biológico supremo, consideran animal al hombre solamente para satisfacer un auténtico instinto de iconoclastia religiosa y esencial transvaloración moral.

El liberalismo es un sistema abierto, como la célula, como el organismo, como la biosfera, un sistema de intercambio en el que no existe ningún director, ningún organizador, ningún centro decisorio. En estos sistemas prevalecen el orden espontáneo, las propiedades emergentes, la complejidad y riqueza a partir de permutaciones de elementos simples.

Ni siquiera el cerebro, al que yo denomino órgano rector, lo es en sentido estricto. El cerebro es una red con miles de millones de células interconectadas, y está vinculado al entorno a través de las entradas sensoriales, y al resto del organismo bidireccionalmente en bucles de retroalimentación a través del sistema nervioso autónomo y del hipotálamo y el resto del sistema endocrino. Cada segundo se producen en nuestro cuerpo trillones de pequeños intercambios que permiten que sigamos en pie, vivos y coleando.

Por otro lado está más que demostrado que la mayoría de las cosas las hacemos mejor de forma inconsciente. Algunos neurocientíficos estiman que el porcentaje de consciencia en nuestra habitual actividad mental es de sólo el 2% (sobra decir que estos cálculos son solo aproximativos). Si tuviéramos que pensar la mayor parte de las cosas que hacemos inconscientemente, si tuviéramos que hacerlas pasar por la consciencia, que focalizarlas pormenorizada, circunspecta, racionalmente, no las haríamos o las haríamos muy mal. De esto se deduce que la racionalidad es un instrumento útil para la captación de patrones y que fuera de ella solamente rigen la acción y su hijo el intercambio.

Tras la vieja falacia naturalista según la cual el pez grande se come al pez chico, se esconde la legitimación de la violencia. Esta clase de planteamientos que ahora se nos antojan falaces derivaban de un darwinismo infantil, primitivo, en su comienzos, cuando un gran vacío de ignorancia era rellenado con unos prejuicios justificadores de otros prejuicios. La misma genética, en sus orígenes, suscitó nuevas falacias naturalistas reforzando las viejas. Sin embargo lo que la naturaleza nos enseña es más complejo y profundo.

Cuando Lynn Margulis nos habla de la simbiogénesis –surgimiento de nuevas especies por la unión de los genomas de dos anteriores- lo hace derivando de ello, sutilmente, conclusiones políticas del tipo colectivista. La naturaleza –nos dice- no es solo agresión y lucha, hay armonía y colaboración íntimas, hay “comunidades” orgánicas. No toda interacción es entre cazador y presa, como parece sugerir la zoología, de hecho, esta clase de interacciones serían un porcentaje mínimo en lo alto de la escala de la vida, algo así como ese 2% de consciencia en la cúspide de una actividad inconsciente.

Solo se puede decir: natural-mente, por eso de que la mente que piensa esas cosas es natural.

Pero todos sin excepción luchamos contra el caos, contra la disolución, contra el fin. Eso es lo que subyace a todo, de esta lucha fundamental surgen todas las demás. De acuerdo en que somos máquinas de supervivencia, y que si para sobrevivir hay que colaborar lo hacemos. Seamos o no conscientes de ello es irrelevante. La verdadera lucha, la lucha de fondo, es la termodinámica, de la cual se derivan sus sirvientes, todas las demás: el intercambio se impone al caos. La verdad naturalista, que se impone a las viejas falacias, no es que el pez grande y el pez chico se hagan amigos, como en las enternecedoras películas de la factoría Disney, que –todo sea dicho- son todo moraleja social, una nueva falacia. La verdad naturalista es que todo es trabajo, que nada es gratuito, que solamente a costa del trabajo propio o el tomado por la fuerza de otros (en la cadena trófica vital o institucional) se logra sobrevivir y mantener en pie las cosas, que el pan se gana con el sudor de la frente.

Si, la frente suda cuando trabajamos…y ¡cuando hace calor!. Curioso mecanismo regulador de la temperatura corporal el del sudor.

Germanico
Germanico

No hay aprendizaje sin error, ni tampoco acierto sin duda. En éste, nuestro mundo, hemos dado por sentadas demasiadas cosas. Y así nos va. Las ideologías y los eslóganes fáciles, los prejuicios y jucios sumarios, los procesos kafkianos al presunto disidente de las fes de moda, los ostracismos a quién sostenga un “pero” de duda razonable a cualquier aseveración generalmente aprobada (que no indudablemente probada), convierten el mundo en el que vivimos en un santuario para la pereza cognitiva y en un infierno para todos, pero especialmente para los que tratan de comprender cabalmente que es lo que realmente está sucediendo -nos está sucediendo.

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15 comentarios

  1. Ese desorden de orden superior, de constituir un orden, dejaría de ser desorden. ¡En esto al menos los conceptos dicotómicos ayudan!

    Sin duda el campo de la teoría del caos es muy interesante. Tengo por ahí algún libro pendiente sobre el particular.

  2. Hola Germánico.

    La vida no lucha necesariamente contra el caos, solo tienes que ver los cruzes de carreteras en La India. Además, el Caos no es desorden, como intentaba explicar, es solo un tipo de orden que los humanos no sabemos predecir. Lo cuál es muy distinto.

    El caos está presente a nuestro alrededor de muchas formas, y curiosamente son esas formas las que la selección y la evolución han tomado, por ser las que más resisten los cambios.

    El tema es muy interesante, seguro que te gusta.

    Saludos

  3. “No podemos inventar a Dios”. Pero, ¿quién sabría? De lo que se trata es de dejar que Dios sea.

    Vamos: ¿Es la vida una especie de burbuja que de pronto se desestabiliza y ya no hay burbuja?

    Y entonces, ¿para qué tanto hay que hay que hay que, tanto sentimiento de responsabilidad y tanta preocupación por acertar con la conformación de la burbuja?

    Entonce sí que sería esto, y al pie de la letra, una mala noche en una mala posada. Pero la mala noche se prolongaría en todos los días sucesivos, no habría mañana. Todo sería una mala noche, seguida de otra, y otra… y nada más.

    No sé si habría capacidad para motivarse por algo, siquiera fuese por el arte o la ciencia, si el panorama fuese tan desolado. A la gente se la enseña a despreciar sus límites, alargar el genital, alargar la vista, alargar el entendimiento, alargar la jornada, alargar la vida,… cuando, de hecho, se les pone masoquistamente en lo peor. El conocimiento de “nada” tampoco tiene alicientes suficientes.

    La historia sería el moho de los proyectos fracasados sin remedio, de ir a ser mejores o más justos, sin lograrlo nunca: morir, matar, expoliar, mentir, y vuelta otra vez para hacer más justos a los injustos: ¿historia de qué? ¿El arte?, el compendio de las ilusiones y balbuceos, referidos a nada, de narcisistas, idealistas y ociosos. ¿La ciencia? Una serie de ensayos, siempre incompletos, para saber a qué atenerse acerca de lo que hay. ¿La economía? Embolias en torno a la nada de los valores abstractos atribuidos a otras abstracciones…

    Te parecerá todo muy pesimista, pero es que esto es lo que resulta de pensar hasta el fin vuestras tesis. ¿Quién es el pesimista?

    Lo que sucede es que nadie lo piensa hasta el extremo de la lógica, sino que todos vivimos en la confusión, en la amalgama de escepticismo nihilista y de expectativas esperanzadas.

    ¿Por qué cuando se capta el mal que se hace a los otros, no puede uno absolverse a sí mismo en el fondo? ¿Qué hay que perdonarse si todo fuese nada, pues nada sería importante si fuese a acabar siendo pura nada? ¿Y qué significa perdonar? ¿Se ha de perdonar uno de haberse matado una mosca o de haber comido palomitas durante la película? Pues si todo es nada, cada ser, incluso humano, sería como esa mosca y cada bien como los granos del maíz.

    ¿Qué mi cerebro está ”programado” para sentir la empatía? ¿Tú estás “programado” de verdad? ¿Por quién? ¿Y a quién le importa dicho “programa”? La importancia de cosas y de asuntos y del existir mismo depende de su futuro; de su ir a seguir siendo.

    Si algo se va a aniquilar, tampoco su presente importa mucho. Importa algo, pero no para preocuparse por el hay que hay que hay que.

    A lo más que podéis aspirar, en vuestro frágil barquito material y “positifffo”, y ya es bastante, pues planeta otras cuestiones que no se resuelven en ningún “paper”, es una pareja y una carrera profesional o intelectual. Y punto. Suele haber más bien parejitas y carreritas, pero, oye, enhorabuena a los premiados.

    Sinceramente, enhorabuena: no se puede esperar más de la vida, tal como vosotros la concebís, pero cuando esto, con los años se os vaya acabando o se os acabe de golpe, a ver qué hacéis, con vuestro mecanismo, sin alicientes ni motivaciones.

  4. Hola Lino,

    La vida lucha contra el caos, porque la vida es una sucesión ordenada de procesos, y lucha contra la disolución porque el “orden” que se deriva de una “(di)solución” perfecta tampoco le favorece. Los sistemas cerrados no funcionan porque no permiten el necesario intercambio energético con el entorno (claro que un sistema por entero abierto ¡sería el caos!).

    Gracias a ti nuevamente Chesco. Tiene buena pinta eso que me enlazas. A ver qué tal se me da leerlo (y, sobre todo, entenderlo) con mi pobre inglés.

    Rojirigo, si eres matemático, unas leídas de biología y filosofía (te aconsejo a los nuevos filósofos, que son (casi) todos científicos, por ejemplo los entrevistados aquí) te resultarán gratas, llevaderas e ilustrativas para complementar tu sapiencia.

    (*) Cineas no tenía razón, el placer está en una expectativa trabajada. Vivimos de futuros. Y nuestro sistema de recompensa (el de nuestro cerebro) está diseñado para que nuestra curiosidad y nuestra ambición sean insaciables. Uno piensa en Tántalo dantesco y su eterna sed. Pero al menos en este infierno tenemos pequeñas satisfacciones y efímeros estados de beatitud, que proporciona pasar por el ojo de la aguja del esfuerzo cotidiano. Más que sentir “que no hay nada que esperar” yo diría que hay que asumir que ninguno de nuestros placeres podrá elevarnos nunca al Paraíso, si no es al precio del Infierno (la montaña rusa de sensaciones de las drogas, el sexo indiscriminado y demás). El reverso tenebroso de tanta funesta ilusión son las promesas de los demagogos. Venden utopías que son bonos basura.

    Emilio,

    Voltaire decía que si no hubiera Dios habría que inventarlo. Cioran en cambio hubiera preferido no haber nacido. No estamos en condiciones ni de rebobinar la cinta de nuestra vida ni de inventar a Dios. Tenemos que apechugar con lo que somos y para ello, es preciso hacer caso al frontispicio de la puerta del oráculo de Delfos y conocernos a nosotros mismos. Hay que entender que en esta vida hay que sudar para estar medianamente contento con el propio destino, aunque eso a veces no sea suficiente.

    Es cierto eso que dice el psicólogo barcelonés, que ya dijera por primera vez William James: la angustia genera pensamientos negativos, no a la inversa.

    ¿De qué gamberradas habláis?

  5. A este respecto comenta un amable psicológo barcelonés (ya lo creo que existe, al igual que el otro, el judío de Nueva York):

    hay temporadas en las que uno es capaz de pensar en todo lo absurdo de esta vida sin sentir la angustia.

    Hay otras temporadas en las que nos creemos que sentimos angustia porque pensamos en todo lo absurdo de esta vida.

    Y sin embargo a mi me parece observar que la secuencia correcta es que sentimos angustia y por eso pensamos en todo lo absurdo de esta vida.

    El problema, científico que no filosófico o religioso, estriba en saber por qué aparece el malestar de la angustia teniendo en cuenta que sin duda alguna, o al menos bastante probablemente, nuestros pensamientos no son su causa sino su consecuencia.

    .

    El resto, o sea, es silencio.

  6. Gracias a D. Luis, indulgente con mis gamberradas.

    Uno siente y vive como si su ser o su estar no fuesen a agotarse; ni el de los otros, ni el de las demás cosas

    Y como si las cosas y los procesos tuviesen trascendencia permanente, irreversible, definitiva.

    Y hasta ve que las cosas tienen belleza y sentido, valen la pena, si no se esfuerza demasiado en pensar lo contrario.

    Y aun si piensa seca y escépticamente acerca de todo, afirma, sin embargo, que, con todo y con eso, las cosas tienen su encanto, se pasan bien, son agradables, vale la pena vivirlas y que la amistad o el amor bla, bla.

    Y concluye, seca y escépticamente, que han de aprovecharse las cosas buenas, que no son pocas, en vez de cavilar obsesivamente acerca del fundamento de su valer: para qué devanarse los sesos si todo ello y, nosotros también, somos pura nada que se va a disipar absolutamente como una neblina matinal..?

    Pero cuando viene un momento de crisis, de pérdida, cuando vienen realmente mal dadas, entonces todo parece resbalar en la nada, y queda uno desmotivado para emprender algo o ilusionarse con algo.

    Sólo entonces esté siendo coherente; seca y escéptica, amarga e indigerible coherencia.

    La pérdida, la desgracia, embotan la sensibilidad y aunque no se sea un Cioran, se arriesga uno a pensar como tal, lo mismo que cuando a un Cioran le van bien las cosas suele pensar como un malvado noséquéista … aunque no escriba acerca de ello.

    Ello indica que el sentir en la vida no suele ser siempre congruente con la ideología que profesamos, lo cual tendría que hacer reflexionar acerca de la validez de ciertas ideologías demasiado radicales.

    Para sentir como un nihilista, basta con dejarse ir del pesimismo que crea una situación desolada en medio de un mundo egoísta y frío, porque sencillamente es lo natural: perder la motivación y la sensibilidad para los valores que podrían motivarte más allá de las dificultades.

    Y para mantener viva y operante una ideología no nihilista hace falta una fe: no necesariamente una fe en círculos infernales, djinns, u OVNIs pero una fe, un misterio, un algo que vaya a contrapelo de las rutinas mentales de la gente desengañada y madura.

    Hay que creer en algo, creo. Sois internos del manicomio, no los enfermeros.

  7. A la conocida proposición de Spinoza, cada cosa se esfuerza por perseverar en su ser, sigue esta otra: el esfuerzo con que cada cosa trata de perseverar en su ser es sólo la esencia actual de la cosa misma. El esfuerzo, el esfuerzo y nada más que eso. Entonces, ¿vale realmente algo, vale para algo, todo ese esfuerzo? Todo palidece y se vuelve insustancial cuando ha desaparecido la confianza, lo que concedía valor a las cosas, y ha sido sustituida por el resentimiento. C´est la mer allée avec le soleil. Perdonen mi inglés. El paisaje era lo proyectado en él, un estado del alma.

    La derrota arrastra secuelas, y a veces hiere para siempre. Es de temer que quien ha fracasado una vez vuelva a fracasar la próxima. En ocasiones, ocurre lo contrario: una voluntad fuerte, después de perder esta o aquella batalla, gana la guerra; hay otros seres, de vista larga en principio, a quienes un éxito temprano llega a cegar y destruir. Un hombre de calidad es el que se repone fácilmente de sus fracasos y otros no se repondrán de sus éxitos. Hay conductas de fracaso y conductas contra el fracaso, que sacan fuerzas del costalazo, rebajan el listón y acaban superándolo; o encuentran otra pértiga.

    Todo ello, sin embargo, no deja de ser lo de siempre. Comedores y comidos quedan un día nivelados por el gusano que se los come pero, antes que la termodinámica los iguale, los igualara ese sentimiento a lo Jose Luis Perales que Ricoeur denomina «el peón mas avanzado de la muerte». La inanidad de la derrotas se ve en que siempre son susceptibles de ser desdeñadas como anecdóticas. Aturden, eso si. Pero la victoria, en cambio, la sensación que una larga sucesión ininterrumpida de victorias deja, el llegar una y otra vez al límite de tu poder, ese poder cada vez mayor para conseguirlo todo, abona la certeza cada vez mayor de que es inútil poder tanto poder, termina por demostrar que el problema no es coyuntural, sino estructural.

    Según leemos en no sé dónde un día Pirro estaba tirándose el rollo en compañía de Cineas. «Primero me adueñará de Grecia» «Y luego…», «Someteré África» «Y luego…», «Alianzaré Asia Menor y Arabia» «Y luego…» , «Cogno, luego descansaré». «¿Y por qué». pregunto finalmente Cineas, «por qué no descansas ahora?». Cineas, ese hombre.

    Yo recuerdo dos ocasiones en que el humorista Wodehouse se pusiera serio. Una es cuando el pijo Bertie Wooster accede a ir a la cárcel para salvar el matrimonio de un amigo y su eficaz mayordomo Jeeves le reconoce que «eso que va a hacer es mejor, mucho mejor, que cualquier otra cosa que haya hecho en su vida». La segunda es en el lecho de muerte de un tipo. En el dintel de una edad desesperada, surge siempre el mismo interrogante: «¿Me quieren explicar a qué vino todo esto..?»

    Ya se sabe que todos los programas políticos están obligados a prometer mucho mas de lo que son capaces de dar; prometen cien para que los ciudadanas hagan el esfuerzo suficiente que permita obtener treinta. Lo mismo nos pasa a todos, como manojos de estrellas son las esperanzas humanas, en expresión de Horkheimer. Cada uno padece sus propios desajustes a la realidad, porque los necesita. Los necesita si pretende ponerse en pie y tras una impredecible travesía del desierto, encontrar un charco donde abrevarse. No es que importe demasiado. O tal vez, milagrosamente, encuentre más de lo que esperaba. Que no importaría demasiado. Después y más allá de todos los afanes y búsquedas, de todos los esfuerzos, todos los resultados, esta ese otro resultado que no tiene nada que ver con los que hayamos obtenido hasta entonces. Los torrentes mas frescos, los vinos más exquisitos, donde a veces hemos saciado nuestra sed, no nos impiden hacer al fin aquella célebre pregunta… mmm … vale, pero ¿para que sirve la sed…?

    Tucídides fue protagonista e historiador de la guerra del Peloponeso, protagonista, ejem,derrotado e historiador de su derrota: malograda la operación naval que el había dirigido, tuvo que desterrarse y, desde el exilio, ofreció la crónica de aquel acontecimiento. Pues muy bien. Julio Cesar escribió la historia de la Guerra de las Galias, con certero instinto publicitario. También muy bien. Tanto uno como otro se limitaron a guionizar su propia serie de HBO, pero, en el fondo de su experiencia más secreta, ¿no carecían ambos de un argumento valido que legitimase, íntimamente, todas esas horas?

    Enlazamos el bostezo del final de temporada y el bostezo inicial de la siguiente, las preguntas sin respuesta y las respuestas sin comprobación posible. ¿Merece la pena seguir…otro año más?

    La creciente suma de expectativas fallidas, ojeras y sinsabores, y también los buenos momentos, primero estimulantes y luego tan insatisfactorios, tan ilusorios; y los afectos, tan halagadores en su día, pero después tediosos o ambiguos, todo eso termina vaciando por dentro. Pasas del convencimiento de que nunca obtendrás lo que sea que esperas, a la sospecha primero y la convicción después, de que no hay nada que esperar.

    Vanidad de vanidades, etc. lo que suele denominarse sabiduría, lucidez, clarividencia, cordura se reduce a eso. Quien ha alcanzado un grado de lucidez, quien piensa ya que la farsa dura una hora y luego se acaba, ¿Como podría no envidiar a los otros? Se hace tertuliano, sermonea incansablemente: Youth is wasted on the young…

    The young saben al menos esto: que tanta sabiduría es totalmente interesada. La curiosa cida de Benjamín Button está bien … para una película, gracias. En cualquier caso, difícilmente llegaría a convencer un hombre que habla desde su impotencia, y como no puede dar malos ejemplos, se vuelvee discreto: sus pasiones son reemplazadas por una lealtad discreta; sus antiguos camaradas, contertulios discretos; su iracundia de antaño, una irritabilidad continua …y discreta; sus risotadas, una discreta sonrisa; sus placeres, alguna gratificación discreta. Él, sin embargo, tan sabio, ¿cómo ignora que la discreción nunca ha sido la mejor parte del valor..?

    En realidad, ¿qué es esa discreción suya, cual es el valor de su experiencia?. Pues una experiencia de su última etapa, no de la totalidad. Una experiencia que le ha hecho olvidar todas las anteriores. Tan limitada como la del novato o el triunfador, solo que mas amarga. Las experiencia llega siempre a toro pasado, pero, ¿Un artículo de Kantor, leído el 12M no será útil, al menos, para evitar reincidencias, para conocer mejor nuestro camino de retorno…?

    Pues no, porque ni el más cargado de días y conocimientos, ninguno, «estamos de vuelta», siempre estamos de ida. Podemos estar de vueltas de algunas cosas, de los bobos demasiado solenmes, de las alianzas de civilizaciones, de ciertos esperanzas y proyectos, pero nada mas. Ya descubrimos que las esperanzas eran quiméricas, que las ambiciones eran irrealizables, que las palabras eran falsas, pero nada más. Siempre habrá alguna otra palabra, también falsa, y alguna otra quimera, también imposible, aunque mas modesta o inverosímil.

    La experiencia a es el nombre que dimos a nuestros errores yvaleya: es todo, un montón errores, en el mejor de los casos, errores y enmiendas. Hemos tardado demasiado en aprender que los hombres, de Goethe parabajo, no trascienden el tiempo, sino que el tiempo los trasciende a ellos y que el éxito es un termino para designar provisionalmente al fracaso. Y ahora qué. Ahora. Qué

  8. ¡Pues también está en la línea de Germánico! más aún todavía.

    Pido disculpas por la confusión, please y gracias por el recibimiento.

    Rojirigo, pues si, por ahí iba lo que quería decir. Los fractales en efecto, son las pautas que han seguido muchas cosas en la naturaleza, y es el desarrollo que esta escogió en su día por ser lo que más superficie proporciona en el menor volumen ocupado, (esto para tres dimensiones, también se cumple para dos). Respecto a esto, ya que eres matemático sabras que los fractales se consideran objetos de dimensiones fracionadas. Por estas propiedades son ideoneas como la que apuntas de las hojas (más bien ramas) de los árboles, o los bronquios, y muchas más cosas.

    Los fratales están definidos por una ecuación, la cual no se sabe que es lo que va a producir hasta que no se desarrolla. Se han comenzado a identificar propiedades de estas ecuaciones y de los sistemas de este tipo en general, de forma que se intuyen ciertas pautas «de comportamiento» en ellos. Alucinante.

    Pero yo como siempre yéndome de tema.

    Saludos

  9. Jeje Holas Germanico, como siempre me encantan tus post, y la reflexion que haces, me parece que plantea ciertas posturas que muchas veces tememos considerar por temor a aceptar que la naturaleza, la fisica, la quimica, la psicologia evolutiva y la biologia muestren tendencias tanto al orden como al desorden, demostrando que hacen parte de una misma realidad y caben dentro de la logica, asi aun no hallamos desentrañado la mayoria de sus misterios, no debemos temer a observar y analizar lo que consideramos sagrado como el alma, la vida y el pensamiento, y reconocer que tiene sentido, sin tener que recurrir a magia, milagros o dioses para explicarlo, empezando a aceptarlo como lo que es: realidad de procesos naturales y logicos en el universo con las leyes que poco a poco vamos descubriendo que lo rigen. Sobre el comentario de Lino, pienso que al contrario la disolucion muy correctamente como lo menciona Luis en un cambio de estado u «orgacizacion» (asi sea la ausencia de esta misma) y el caos, son componentes que comunmente se relacionan y se analizan, y mas aun en los fractales que menciona Lino con conceptos que describen su comportamiento como la divergencia (disolucion) o la convergencia a determinado atractor (orden). La misma fisica y quimica basica molecular sin ir mas alla nos da muestras claras de su comportamiento en los patrones de un copo de nieve, en los sistemas solares, en el mismo atomo, siguiendo las leyes fisicas y quimicas que hasta ahora descubrimos y eso que no completamente como las interacciones de las fuerzas nucleares, electronicas, electromagneticas, gravitatorias, etc.
    Sobre lo que dijiste Lino de que los fractales son ya ecuaciones definidas debes tener tambien muy claro el trabajo del modelamiento cientifico de la naturaleza y como con el uso de la matematica armamos ecuaciones para modelar la realidad dandonos resultados logicos, como tambien estas ecuaciones de fractales se han usado para modelar patrones de formaciones de montañas, hojas y hasta de sistemas complejos de otra categoria como los economicos, y repito es modelamiento osea representamos la realidad en ecuaciones asi funciona el entendimiento de la realidad y el analisis cientifico.

    Desde hace tiempo he tenido reflexiones similares, en lo que corresponde mi muy limitado conocimiento pues soy matematico, y tengo conocimientos muy pobres en biologia y filosofia, pero en un post que publicaste hace ya algun tiempo sobre el origen de la vida y robert saphiro trate de organizar un poco mis ideas en un par de comentarios y aunque divague un poco, intenté explicar los ptos que han arrojado algunas de mis reflexiones, y como no me gusta mucho repetir mis ideas, me gustaria que para complementar este comentario se leyera los otros que escribi en ese post, que aunque pueden cometer errores por mi ignoracia, dentro de lo que se que es matematica tienen sentido y logica.

  10. Hola germánico,
    gracias por este interesante artículo.
    Échale un ojo al siguiente enlace que habla de cosas nuevas en evolución y entronca con lo que se discutió dias atrás en tu post-entrevista de «Deconstruyendo a Darwin». Creo que el artículo original que enlazan es de acceso libre. Si no, estaré encantado de hacértelo llegar.
    http://www.elmundo.es/elmundo/2009/01/27/ciencia/1233050007.html

  11. Hola Luis

    Buenas reflexiones, en tu línea habitual. Aparte de las que me puedan derivar de su lectura, lo primero que observo sin embargo es lo que a mi juicio creo que es un error.

    En un sistema cerrado no puede haber caos, salvo que haya algún aporte externo de energía. Por lo tanto «caos» y «disolución» son incompatibles en este caso.

    Los sistemas caoticos son aquellos en los que al recibir algún aporte externo de energía; cosa que por cierto es lo habitual ya que los sistemas totalmente cerrados me atrevería a decir que son artificiales; surgen organizaciones y formas impredecibles. Los fractales por ejemplo, son sistemas definidos por una ecuación que en cuanto reciben la energía de un computador conectado a sus 220v, comienzan a generar formas completamente impredecibles, pero totalmente estructuradas y nada «desorganizadas»: son caoticas.

    Lo bueno de esto, es que hay teorías que para poder explicar zonas en las que los mecanismos evolutivos biológicos no parece que puedan aclarar los niveles de complejidad alcanzados, sostienen que los seres vivos son una suerte de sistemas caoticos, incluidos por supuesto el ser humano.

    Cosa con la que por cierto, estoy totalmente de acuerdo.

    Saludos cordiales.

    PD: Luis, si se me permite una sugerencia ¿para cuando un botón de suscripción a los comentarios de cada artículo por separado?

    • Hola Lino! me alegra «verte» de nuevo por aquí. Antes de nada: el artículo no es mío, es de Germánico y sí, es muy bueno.
      El problema que le veo yo al concepto de «disolución» es que, en realidad, no existe. La «disolución» no es más que una palabra que usamos para describir un cambio de estado cuyo resultado final se escapa a nuestra percepción. Esto entendido «disolución» como desaparición con tendencia a … ni idea. Si de lo que hablamos es de «integración» de un algo en otro algo, tampoco el resultado ha de ser necesariamente más caótico que antes de la «disolución».

      PD: eso se puede arreglar en un plis plas … cuando lo tenga 🙂

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