Teoría Diádica de la moral y el éxito del feminismo

Para seguir esta entrada recomiendo leer la anterior titulada la Esencia de la Moralidad donde resumo someramente la Teoría Diádica de la Moral de Kurt Gray. Aquí voy a defender la hipótesis de que el llamado paradigma de género en el campo de la violencia de pareja y doméstica -y en general, el feminismo a un nivel más amplio en la sociedad- están utilizando (sin saberlo) nuestra predisposición a percibir la moralidad de una manera diádica para avanzar en sus objetivos. En concreto, están haciendo un uso extensivo de la díada “hombre/perpetrador- mujer/víctima”  de manera que ponen el foco en todo lo que encaja con esa narrativa y barren debajo de la alfombra todo lo que la desmiente. Creo que su estrategia está siendo exitosa en el sentido de que la teoría feminista se ha hecho ley y su discurso es el hegemónico en nuestra sociedad, pero creo que ese éxito esconde un fracaso si es que los objetivos últimos del feminismo eran la igualdad entre hombres y mujeres. 


Recuerdo brevemente de todos modos dos cosas de la Teoría diádica. La primera es que la esencia de un juicio moral es la percepción de dos mentes complementarias, una díada, compuesta por un agente moral intencional y un paciente moral que sufre (la acción del agente). La díada o pareja moral es asimétrica y está compuesta por un agente intencional (perpetrador) y un paciente que sufre (víctima) y la esencia de la inmoralidad no es simplemente el daño sino daño causado intencionalmente. Como decía, la teoría feminista promueve la díada “hombre perpetrador/mujer víctima” o en plural: “hombres perpetradores/mujeres víctimas”. 

Un segundo elemento teórico importante para entender todo lo que vamos a hablar es el concepto de “encasillamiento moral” que consiste en que la gente es catalogada o bien como agentes morales o bien como pacientes morales, y no se puede ser las dos cosas a la vez. Cuando alguien es catalogado de agente moral, automáticamente se le adjudica responsabilidad y agencia y no puede ser paciente. Cuando alguien es catalogado de paciente moral se le adjudica capacidad de sufrir y derechos y no se le adjudica agencia y responsabilidad. La categorización moral no se aplica a los actos sino a las personas y esta clasificación es permanente.

Vamos ahora con las pruebas de que la estrategia del feminismo en general se basa en la plantilla moral “hombre perpetrador/mujer víctima”:
En España no tenemos datos oficiales sobre infanticidio. Estos actos violentos son cometidos frecuentemente por mujeres. Depende de las muestras pero tanto padres como madres cometen infanticidio y filicidio.

En esta muestra española la mayoría de los agresores son mujeres; en este estudio del Bureau of Justice de EEUU de homicidios de 1980-2008, en los homicidios de niños de menos de 5 años el padre es el perpetrador en el 33% y la madre en el 30%; en esta revisión a nivel mundial con datos de perpetradores de 33 países, las proporciones varían por regiones pero en conjunto las madres son las perpetradoras en algo más de la mitad de los casos, el 54,7%. También depende de la edad de la víctima: el neonaticidio es cometido prácticamente en el 100% de los casos por las madres y a medida que los niños van siendo más mayores el porcentaje en el que los perpetradores son los padres aumenta. Pero dar datos  de las mujeres como perpetradoras de homicidio infantil rompería la díada “hombre perpetrador/mujer víctima”. Si una mujer entra en una díada con un niño no va a poder ser el paciente moral, necesariamente va a tener que ser el agente moral. Por definición, el niño es la inocencia, luego el perpetrador y el agente moral sería la mujer y esto la sacaría de su papel de víctima.

Evidentemente, no interesa dar visibilidad a esta circunstancia.
Recientemente, Almudena Grandes escribía que “todos los asesinatos son criminales, pero sólo las mujeres mueren por el simple hecho de serlo”. Siguiendo su misma lógica -que no comparto- también se podría decir que “todos los asesinatos son criminales, pero sólo los niños mueren por el simple hecho de serlo”. Los homicidios infantiles en general no son reflejados en los medios de la misma manera que los de mujeres ni reciben la misma respuesta ni movilizaciones. Sólo lo son cuando los cometen hombres en el contexto de un homicidio de pareja. Creo que estos hechos apoyan que sólo se publicita lo que coincide con la díada que comentamos.

No hay datos y no se puede hablar de la violencia que sufren los hombres. Los hombres son también víctimas de la violencia de pareja y doméstica, y la bibliografía sobre ello no permite dudas. Con respecto a la forma más grave del homicidio, que yo sepa, no tenemos datos oficiales. En USA las mujeres son las víctimas en un 77,4% de los casos, lo que quiere decir que los hombres lo son en algo más del 20%. En el Global Study on Homicide de UNODC (Gender related killing of women and girls) a nivel mundial, el 82% de las víctimas de homicidio de pareja son mujeres y el 18% hombres (si incluimos a toda la familia y no solo a la pareja, es decir si nos referimos a las personas muertas a manos de un familiar o pareja, las mujeres son el 64% de las víctimas y los hombres el 36%). Esto quiere decir que la cifra de hombres muertos es diferente a 0 y eso debería tal vez suponer una atención diferente de 0. Pero no es así.

Recientemente se celebró una conferencia en el Parlamento Europeo en el que se habló de varias cosas y entre ellas de la violencia contra los hombres. Esto costó un linchamiento en Twitter a las personas que tomaron parte en dicho acto. El argumento era que hablar de eso cuestiona la dimensión de la violencia machista. Aquí vemos la díada de la que estamos hablando y el encasillamiento moral: no se puede hablar del hombre como víctima porque automáticamente es minimizar su rol de perpetrador y cuestionar el papel de víctima de la mujer. No se puede ser las dos cosas, agente moral unas veces y paciente moral otras, eso no es posible. Tampoco pueden ser unos hombres perpetradores y otros víctimas, todos los hombres son perpetradores, todas las mujeres son víctimas. La Teoría diádica nos ayuda a entender estas actitudes. Tema tabú.

No tenemos datos de la violencia y homicidios en parejas homosexuales. La violencia en parejas homosexuales es por lo menos tan frecuente como la violencia en parejas heterosexuales. Pero es una violencia incómoda para la teoría feminista porque rompe la díada hombre perpetrador/mujer víctima. Aquí observamos a mujeres perpetradoras frente a otras mujeres y a hombres víctimas de otros hombres y perpetradores de violencia contra hombres, y esto no encaja. Algunas voces han pedido que se registre esta violencia intragénero y dan datos de que en los últimos 10 años han muerto por lo menos 15 personas. Como refleja la noticia: la policía no tiene una herramienta para registrar esta violencia y «Sólo se recoge en la denuncia como un caso de violencia doméstica si te cuenta la víctima que la pelea es con su pareja, pero pocas lo cuentan y por tanto los casos pasan inadvertidos». Creo que esta propuesta no ha sido atendida ni parece existir intención de que lo sea.

De nuevo, el argumento vuelve a ser el de los números, es que son menos que las mujeres muertas a manos de sus maridos. Para empezar, no sabemos las cifras de esta violencia intragénero porque no hay datos pero es evidente que van a ser menores que la violencia en parejas heterosexuales porque el 95% de las personas son heterosexuales y las parejas de heterosexuales son la inmensa mayoría. Si la tasa base es mucho más baja las cifras totales serán más bajas, es evidente. Si el 95% de las personas fueran homosexuales, la violencia ocurriría principalmente en parejas homosexuales que serían la inmensa mayoría. 

Vamos a hablar algo de números. En este debate televisivo, por ejemplo, Raquel Castillejos argumenta que los números son importantes. Deberíamos hablar del bienestar, la seguridad y los derechos de todas las personas, y de abordar todo tipo de violencia pero ya que los números son importantes, vamos a hablar un poco de números.

Los homicidios de pareja son la única violencia letal en la que las principales víctimas son las mujeres. En cualquier otro tipo de homicidio los hombres son los principales perpetradores pero también las principales víctimas (80%). Los asesinatos de mujeres por sus parejas fueron aproximadamente el 15% del total de asesinatos cometidos en España en 2016. En el anteriormente citado Global Study on Homicide se recoge que de cada 8 homicidios, uno es de pareja. Es decir, estamos hablando de un subgrupo pequeño de todos los homicidios. Y eso hablando de asesinatos. Si hablamos de otra violencia letal como es el suicidio nos encontramos con 3.679 suicidios en España en el año 2017, 2718 hombres y 961 mujeres. Es decir, tanto hombres como mujeres se matan más a sí mismos que lo que matan a otras personas. Si dedicamos la atención que dedicamos a 47 mujeres muertas al año y los números son importantes, ¿cuánta atención deberíamos dedicar, por ejemplo a las 961 mujeres que se mataron a sí mismas o a los 2718 hombres que hicieron lo propio, sólo en un año? La respuesta es que hay números y números, hay números que encajan con la plantilla diádica que venimos comentando y números que no encajan y los números que reciben toda la atención son los que encajan. Y  la teoría diádica nos ayuda a entender el diferente efecto de unos números y otros.

Las discriminaciones y desventajas que sufren los hombres no son reconocidas. Es un hecho que no se puede discutir que los hombres son perjudicados en esta sociedad de diversas maneras: suicidio, accidentes laborales, servicio militar y guerras, fracaso escolar, personas sin techo, etc.  No debería ser ningún problema reconocer esto. El filósofo David Benatar, famoso por su postura antinatalista tiene un libro titulado el Segundo Sexismo donde defiende de una manera muy sólida que existe este segundo sexismo. Pero todos estos argumentos y datos no tienen ningún peso en el discurso más asumido en nuestra sociedad. De nuevo, creo que la Teoría diádica -y en concreto el encasillamiento moral- nos ayuda a entender el porqué. Si los hombres son agentes, los hombres no pueden sentir, experimentar, no pueden ser víctimas. Además, la teoría feminista del patriarcado mantiene que todos los hombres oprimen a todas las mujeres y, por lo tanto, ningún hombre puede estar oprimido o sufrir ningún tipo de desventaja en esta sociedad, sólo las mujeres. A los hombres, a todos por definición, les va de maravilla. Así que estas desventajas son suprimidas de la narrativa dominante. 


Benatar no niega el primer sexismo, para nada. No dice que las mujeres no sufran desventajas y discriminaciones. Respeta eso. Sólo dice que los hombres también sufren desventajas y discriminaciones, aunque sean menos, no se trata de una competición. Podemos decir que las desventajas de las mujeres son mayores, vale, pero es absurdo negar las que sufren los hombres. Y aunque evaluáramos que las discriminaciones de las mujeres tienen un nivel de 90 sobre 100 y las de los hombres un valor de 10 sobre 100, seguirían estando ahí y necesitando un pequeño porcentaje de atención. Pero no, el trasfondo es que hablar de las discriminaciones y desventajas que sufren los hombres es negar las que sufren las mujeres, por lo tanto, cero atención a los problemas de los hombres. 
Recientemente, apareció esta noticia sobre el fracaso escolar en Inglaterra, que es mayor en los chicos como en la mayor parte de Occidente. Las autoridades se habían propuesto hacer algo al respecto pero las feministas consideran este tema tabú y lo bloquearon. Por lo visto, hacer algo por los hombres es ayudar a los opresores, a los privilegiados, a los perpetradores de violencia. Pero, a la vez, se nos sigue diciendo que el feminismo busca la igualdad… Los chicos que son expulsados en mayor porcentaje de la escuela tienen mayor riesgo de caer en la delincuencia, en el consumo de drogas o en la violencia. Además, las mujeres van a tener menos hombres con estudios superiores a los que elegir como pareja. Es decir, el fracaso escolar perjudica a toda la sociedad, pero nadie hace nada al respecto. La Teoría diádica, de nuevo, nos ayuda a entenderlo. Esta realidad no encaja con la plantilla diádica de la agenda feminista.

Los hombres no hacen cosas buenas a las mujeres. La díada hombre “perpetrador/mujer víctima”, se refiere a actos inmorales. Pero también existen actos diádicos moralmente buenos en los que un agente hace algo bueno por un paciente moral. Y, por supuesto, existen en la díada hombre/mujer. Voy a poner un ejemplo reciente. En Noviembre del año pasado ocurrió un asesinato en masa en Thousand Oaks en un bar en el que unas chicas celebraban un cumpleaños. Pues bien, muchos hombres actuaron como escudos protegiendo con sus cuerpos a las mujeres. Es decir, en una situación de vida o muerte lo que hicieron muchos hombres de una manera instintiva fue correr el riesgo de dar su vida por la de las mujeres. No se ha hablado mucho de ello y es normal porque es algo que ocurrió en USA muy lejos de nosotros, pero del propio asesinato y de otras cosas también muy lejanas nos enteramos sin problema. Está claro que este tipo de hechos no encaja con la plantilla diádica que venimos comentando.
Bien, podría poner más ejemplos y argumentos pero creo que todo lo comentado es suficiente para apreciar el éxito de la narrativa feminista y algunas de las razones de su triunfo. La mente humana tiende  a ver los actos morales de una manera simple, diádica, con un agente y una víctima y tiende a generalizar de los actos morales a las personas y a juzgar a las personas de una manera permanente como agentes o como pacientes, como perpetradores o como víctimas. El feminismo refuerza esta plantilla presentando a la sociedad exclusivamente los datos que encajan con esa plantilla y ocultando los que no encajan. Nuestra mente moral hace el resto.

Pero quería acabar esta entrada reflejando que este éxito del feminismo es a la vez su fracaso. Al encasillar continuamente a los hombres como agentes y a las mujeres como pacientes lo que se consigue es que sea más difícil percibir a las mujeres como agentes capaces de planificar, de tener intenciones y no solo de sentir. En este sentido, el feminismo actual está de acuerdo con el llamado sexismo benevolente, que veía a las mujeres como seres necesitados de protección y que no pueden valerse por sí mismos. Y a los hombres como seres de piedra, que no lloran ni sienten ni padecen. Es lo que se llamaba la norma de caballería. Todo este planteamiento nos devuelve a un concepto de la mujer como víctima y ser desvalido que necesita la ayuda de caballeros andantes. El caballero andante ahora es el estado, pero estamos donde estábamos, muy lejos de la igualdad entre hombres y mujeres. Por supuesto, los seres humanos adultos somos agentes unas veces y pacientes otras, perpetradores en ocasiones y víctimas en otras. Tanto hombres como mujeres. Pero no hay que dejar que la realidad nos estropee una buena historia.

Pablo Malo Ocejo es psiquiatra, miembro de la Txori-Herri Medical Association y del grupo de psicorock The Beautiful Brains. Interesado en Psicología y Biología Evolucionista es administrador de los blogs Evolución y neurociencias y La Nueva Ilustración Evolucionista.

@pitiklinov



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5 comentarios

  1. Yo pienso simplemente que es un tema de dinero y poder. Un montón de feminazis y pagafantas, que de otra manera no podrían, viven muy bien de su filosofía, que saben tan falsa como su palabra y sus supuestos valores. Y lo consiguen como hacen casi todos los mesías: descubren una frustración más o menos generalizada (siempre hay donde escoger), y se dedican a alimentarla hasta que el pequeño monstruito crece (muchas nunca lo consiguen, pero sólo vemos las que triunfan). ¡Y ya tenemos la nueva palabra!

    Contra eso, la gente de bien, y con capacidad, se obstina en luchar con la razón (y seguramente contra su interés material), creyendo que es posible convencer a los vividores de la cosa con un buen argumento. Pero ellos sólo entienden de poder. Así que la cosa seguirá hasta que el parásito mate al huésped o hasta que un poder mayor (a veces otra «nueva palabra», igual o más peligrosa), la secuestre de la teta que succiona para aplicar otro morro chupante. Tambien, a veces, la cosa hasta mejora. Ejemplos tenemos por todos los lados.
    Esto no quita mi agradecimiento a todos los que se empeñan en mejorar las cosas mediante la razón. Consolar, consuelan mucho, pero Maduro, por ejemplo, jamás se irá porque le convenza un buen argumento.

  2. Completamente de acuerdo con el art.
    Un apunte al mismo: junto a lo que menciona el art. sobre la dimensión psicológica de la moral individual, existe la dimensión colectiva de la moral, y por tanto el uso político de la moral desde el poder establecido, para reforzarse frente a competidores aspirantes.
    En otras palabras, cada vez que una moral particular se hace mayoritaria en una población determinada, el poder establecido la hace suya y se convierte en su paladín, legislando o mandando de facto en su favor y actuando en contra de morales alternativas, lo que incluye la censura de su apología e incluso de todo debate público entre la moral oficial y las alternativas, en un bucle que se retroalimenta positivamente: contra más mayoritaria sea una moral más apoyo recibirá desde el poder establecido.
    Es importante también destacar el hecho de que, en cuestiones de dogmas morales, lo realmente importante es la apariencia y no tanto el fondo: es decir, aplicado al tema de la moral feminista actual (pero igualmente se podría aplicar a otros sistemas morales previos como el cristianismo, o el actual ecolojismo), lo importante es que tanto el poder como los individuos aparenten estar comprometidos con el dogma moral feminista, aún cuando a la hora de la verdad, su desempeño diario sea indistinguible del de los «herejes» o completamente inútil para revertir la situación que su moral combate (como por ejemplo, reducir el nº de mujeres asesinadas a manos de sus parejas).
    Es decir, en este contexto feminista el «hereje» de turno no es tanto aquel que no actúa según las estrictas reglas del feminismo, sino aquel que se atreve a cuestionarlas públicamente: así el hereje actual puede ser cualquier persona que pese a estar convencida y comprometida con el principio de la igualdad de hombres y mujeres ante la Ley, se atreva a escribir un art. como el presente, o a publicarlo en su web o a prestarle atención y darle difusión pública como es mi propio caso.

  3. Que valor le ha echado para escribir esto. El día menos pensado lo sacan en El País como «neomachista»

  4. Cómo siempre, Pablo, vas al fondo del asunto: nuestra naturaleza. Cómo esas tribus que en su lenguaje no tenían más palabras para los números que «uno, dos y muchos», la mayoría de los seres humanos clasifican del modo más simple y claro posible obviando la complejidad de la realidad con todos sus molestos matices. Y como muestra la psicología social se agrupan y se polarizan declarando humano, moral y noble lo de su grupo y lo inverso sobre los otros grupos que o bien categorizan de otra forma o bien se mantienen observantes en un sabio escepticismo basado en pruebas.

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