El arte de saber callar

No sabes lo malo que eres discutiendo hasta que no lo haces con un debatiente profesional serio. Es como tratar de noquear a Mohamed Alí.

Uno de los grandes problemas del estudio en soledad sin práctica alguna de discusión con otras personas es que a fuerza de tener siempre tiempo para corregir tus propios argumentos, poder consultar notas y buscar datos durante la escritura, sencillamente no sabes debatir. Muy frecuentemente se minusvalora la importancia de poder dar argumentos sólidos a viva voz entre los que estamos acostumbrados a la soledad de enfrentarse al folio, y es que aunque aceptemos correcciones de terceros a posteriori de lo escrito no deja de ser un medio unidireccional y esa es la gran ventaja de una buena discusión, que te señalan tus errores con claridad aplastante y obtienes matices y puntos de vista que sin duda serán útiles para la profundización del tema a tratar.

La persona con quien discutí me dijo que las redes sociales tenían mucha parte de culpa en esta incapacidad de debate de calidad que tiene mi generación, y la verdad es que estoy muy de acuerdo. En las RRSS realmente da absolutamente igual si tu argumento es sólido o no, sólo tiene importancia la postura que tengas respecto a algo y ya sea para darte la razón o para quitártela, siempre habrá gente que preste atención a lo que digas aunque sea una estupidez monumental. Por eso son peligrosas, porque las opiniones no se descartan, sino que todas parten de un mismo nivel y fomentan la radicalización de posturas pues no es importante la calidad del porqué de las mismas sino que sólo importan las posturas como tal.

Hay dos razones por las que últimamente no subo artículos o tardo en escribirlos: una es la falta de tiempo y la otra mi profunda ignorancia. Las cosas, por simples que puedan parecer en principio, no son en absoluto sencillas de analizar en cuanto profundizas en ellas y siento que tengo tantas carencias que simplemente no me atrevo demasiado a decir algo sobre muchas cosas sobre las que suele opinarse ligeramente. Ahora bien, es cierto que a nivel de escritura sí que tengo algo que aportar, o al menos escribo porque así lo pienso, pero a nivel de debate soy completamente inútil, no soy rápida, no sé exponer como es debido en una conversación y cada vez que abro la boca ante alguien que me supera con creces en ese sentido me arrepiento totalmente. Creo que deberíamos releer de vez en cuando al Abate Dinouart y hacer del silencio un arte, puesto que callar, en efecto, lo es. No por desconocer algo tenemos menos que aportar, nadie alberga el saber al completo, pero si opinamos sobre toda cosa desde luego desvirtuaremos muchas que no merecen ser tratadas con el desprecio que conlleva dar un juicio desde la ignorancia.

En fin, sigamos leyendo y estudiando y posteemos con un mínimo de calidad. Se escribe demasiado, se habla demasiado, nos creemos demasiado sabios. Se ha perdido la vergüenza que debería traer consigo que se evidencie el desconocimiento de uno ante una cosa, pero tras un buen conocedor aparecen cien ignorantes que le dan la razón a uno y quiera usted que no, siempre ha de estar uno ojo avizor de sí mismo para no dejarse llevar por la vanidad y saber admitir que alguien haya sabido ver más allá o que simplemente haya hecho ver que el argumento dado estaba mal expuesto. Demasiado se usan expresiones tales como “ganar” o “perder” cuando se trata de debate intelectual, y esto es un gran error, el debate no debería hacerse para alimentar el ego de los participantes, sino para intercambiar puntos sobre una cosa común y así comprenderla mejor entre varias cabezas.

Pienso que deberían mezclarse ambas actividades: el estudio en soledad, fundamental para sumergirse en la verdadera profundidad de un tema, y el debate de calidad, fundamental para trabajar la humildad, ese bien tan difícil de adquirir y tan susceptible a perderse por un despiste (y mira que somos despistados…).

Sofía Rincón
Sofía Rincón

Escritora y artista multidisciplinar. 1993. www.sofiarincon.org

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4 comentarios

  1. Toda una declaración de principios. Un debate siempre es fructífero, sea cual sea el nivel de conocimiento, de velocidad o de inteligencia, si se hace para aprender, para enseñar o para convencer. Es decir, si se busca la verdad. No sirve para nada si se hace para ganar, adoctrinar o vencer al, entonces, adversario. Es decir, si se busca la satisfacción de la vanidad.
    Muy acertado que hoy se debate poco. La gente, más que pensar, se apunta a la que le gusta. Por algo será.

  2. Se echa de menos un buen debate con contendientes de calidad. Sales parcialmente reforzado, en otras puede que cambiado pero el adversario con argumentos coherentes aunque no siempre compartidos pero siempre respetados será bienvenido

  3. Totalmente de acuerdo con el artículo. Y muy bien planteado. De hecho es un tema sobre el que reflexiono a menudo porque nos afecta mucho a los abogados: por un lado, tenemos tiempo de escribir con calma en nuestros despachos lo que queremos plantearle al juzgado, y después, en juicio, tenemos nuestro turno de palabra, por lo que no solemos estar preparados para un debate no regulado por normas estrictas, donde cada uno pueda intervenir como quiera, sin documentos en los que apoyarnos.

    • Da la casualidad de que justo ha sido a raíz de una discusión con un juez que he escrito esto, por lo que te entiendo perfectamente pese a no ser abogada jajaja

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