El peligro del bitcoin

El dinero ha de cumplir tres funciones básicas como ya describió Carl Menger, reserva de valor, medida o medio de comparación del valor y método de pago. Atendiendo a estos usos, la realidad es que cualquier material puede convertirse en dinero, como ya lo fueron los metales y las piedras preciosas. Es cuestión de manejabilidad y adecuación a los mencionados usos. Hoy tenemos papeles, monedas y bits. Cambiamos promesas de pago y valores en estos tres soportes. Ni siquiera los bits son algo novedoso, en realidad. La nómina la pasan de banco a banco y puedes pagar la hipoteca o la luz sin mediar medio físico alguno.

No obstante esto, las autoridades y los bancos tradicionales no paran de alertar sobre el peligro de las criptomonedas, con el bitcoin a la cabeza. Alertan mientras los unos buscan como regularlo (y quizá desvirtuarlo y controlarlo) y los otros intentan sacarle partido. No será tan malo intrínsecamente por lo que parece si los mismos que lo critican estudian la tecnología e invierten tiempo y dinero es descifrar el intríngulis.

Los mercados de valores, la bolsa, el trading y demás mercados especulativos, como todo en esta vida, tienen un riesgo. Quien se adentra en sus vericuetos debe informarse y estar bien enterado del funcionamiento de cada resorte y, aun estando a la última, se expone a la incertidumbre y a la mala inversión. Esto no es nada nuevo y en esto las criptomonedas son exactamente igual que cualquier otro valor, con el agravante si me apuran de que al ser algo novedoso y de comportamiento – en lo que a su valor comparativo se refiere – poco fiable e imprevisible, supone una inversión de alto riesgo. Hasta aquí todo el peligro de las criptomonedas.

Las criptomonedas no tienen respaldo alguno. El dinero fiat, el que utilizamos comúnmente, tampoco. Se acabó el patrón oro, se acabó el respaldo. Hoy solo es una máquina fotocopiadora, muy excelsa y complicada eso sí, la que fabrica dinero a voluntad. Hay unos señores muy serios y encorbatados que dicen que los euros o los dólares son un valor mucho más seguro. Hay montones de usuarios de bitcoin que ponen esto en duda. La cuestión es a quien creer. La experiencia dice que los gobiernos no son de fiar. Así que ya me dirán ustedes.

Tampoco es cierto eso de que el bitcoin se usa para delinquir. A menos así lo desmiente el análisis de la Fundación para la Defensa de la Democracia titulado Bitcoin Laundering: An Analysis of Illicit Flows into Digital Currency Services (Lavado del bitcoin: Un análisis de los flujos ilícitos en los servicios de moneda digital) donde determina que solo el 0,06% de las transacciones en bitcoins proceden de fuentes ilícitas. Además de esas fuentes ilícitas más del 97% son para compraventa de drogas, es decir, para cometer un “crimen” sin víctimas.

El mayor peligro del bitcoin y del sistema de criptovalores es que proporciona un medio fiable y al margen del poder establecido para el intercambio de valor, y esto podría atraer a delincuentes, desde luego, pero atrae a mucha más gente normal y corriente que solo quiere relacionarse sin que se metan en su vida. Aun está por ver si puede cumplir con las funciones que el dinero debe cumplir para que su uso sea común, pero lo bien cierto es que es un un medio que ataca directamente al statu quo y a muchos poderes fácticos y por eso escuece. Por suerte el ingenio humano siempre va un paso por delante del afán regulatorio y confiscador. No se puede prohibir lo que no se ha inventado. Y cada día se inventan nuevas maravillas.

José Luis Montesinos
José Luis Montesinos

Soy Ingeniero Industrial, siempre fui autónomo aunque ya no quede más remedio que trabajar con frecuencia para la Administración que todo lo invade. Soy Vicepresidente del Partido Libertario y autor de dos novelas cortas, Nunca nos dijimos te quiero y Johnny B. Bad, que puedes encontrar en Amazon. Mi último libro se llama Manual Libertario, está disponible en www.fundalib.org. Canto siempre que puedo.

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7 comentarios

  1. Solo sé… que no sé nada.
    Solo sé, que no tengo euros suficientes para comprar bitcoins en una cantidad interesante, y no sé si el no atreverme a hacerlo debe
    alegrarme o entristecerme.
    Solo sé, que con los euros, dólares, etc. convertidos de facto en monedas virtuales (respaldados por los gobiernos, sí, pero joder, vaya respaldo) puede que, a medio plazo, estemos corriendo el mismo o parecido riesgo.
    En fin, solo sé… que no sé nada.

  2. Como bien dice usted al principio, una moneda tiene tres funciones: reserva de valor, unidad de cuenta y medio de pago. De las tres, el bitcoin hoy por hoy sólo vale realmente para la primera y eso suponiendo que una montaña rusa pueda ser una reserva de valor. De hecho, en mi opinión, la existencia de la montaña rusa y la especulación echa por tierra la principal ventaja que tendría una moneda alternativa al papel moneda emitido por los estados.

    Por otro lado, los estados se resistirán como gato panza arriba a que se use como medio de pago y por supuesto como unidad de cuenta y tienen una arma defensiva fabulosa: la legislación. En España estamos obligados a usar euros en nuestras transacciones y aunque entre mis amigos y yo podemos llegar al acuerdo de usar mortadelos entre nosotros, la realidad es que no deja de ser testimonial (y el estado la tolerará por inofensiva). Fíjese que cada vez más el papel moneda es una metáfora del verdadero dinero porque el «papel» tiende a usarse cada vez menos y está previsto que la totalidad de las transacciones sean electrónicas y no se vea el papel-billete por ninguna parte.

    No conozco lo que será el futuro y posiblemente ideas como las del bitcoin tengan una influencia enorme en los monedas de dentro de un tiempo, pero me apuesto lo que sea a que mientras haya estado, la moneda estará controlada por el estado. O por una corporación de estados, como le pasa al euro.

    De momento, el bitcoin me interesa sólo como algoritmo.

  3. Un invento y un fenómeno muy interesante el de las monedas digitales y el de bitcoin en particular.
    Su talón de Aquiles es precisa y paradógicamente, lo que ofrecen como su mayor valor añadido: su independencia absoluta de los Estados.
    Porque lo que se ha podido comprobar hasta ahora es que su valor depende directamente del nivel de tolerancia de los Estados a su operatividad: basta que países como China o Japón aprieten las clavijas para que su valor se desplome.
    Y ésto representa un hándicap muy considerable, porque de hecho implica la negación de su publicitada independencia.
    Como soy un firme convencido de que los conflictos de intereses en ultima instancia se resuelven por el poder relativo de los adversarios, creo que el éxito de las criptomonedas va a depender fundamentalmente de su capacidad real para poder operar a pesar de la hostilidad creciente de los Estados, cosa que a día de hoy aún no han sido capaces de demostrar.

    • El valor intrínseco de la tecnología blockchain queda patente por el uso que ya empiezan a hacer de él bancos y gobiernos, pues de tremenda utilidad para por ejemplo agilizar procesos bancarios por lo que entiendo que se seguirá ahondando en ella.
      No se puede regular lo que no existe y esa es la fortaleza de las criptomonedas, hay que comprender y conocer para poder regular por lo que siempre hay una ventaja frente al regulador. Hoy en día se pueden realizar ya transacciones con bitcoins sin rastro detectable de los participantes. Veremos si esa ventaja es o no suficiente, que ciertamente, aun está por ver.

      • Es cierto que puedes hacer transferencias entre particulares sin que quede rastro y se enteren los gobierno, pero estos pueden meter mano de muchas formas.
        ¿Para qué quieres, al final, un bitcoin? Para comprar algo, principalmente on line, hacer transferencias de bits sin servir para nada físico es una tontería que no le daría valor. Y la parte física sí que queda rastreada.
        Si se presentan «inspectores» y comprueban que se aceptan bit-coins en la compra y se le multa por eso (o peor, se le detiene) se hunde la moneda… es el equvalente a cuando la antigua Yugoslavia se dividió: había bancos abandonados con los billetes tirados por el suelo, ya que no eran más que papeles sin valor… si el estado mete mano a los que venden cosas y aceptan bitcoins, estos se convierten en espacio basura del ordenador, nada más.

        • Primero, eso está por ver.
          Segundo, la tecnología y la innovación siempre van por delante de la regulación, por lo que pueden aparecer otras formas de evitar controles, además ya se vienen realizando transacciones y generando valor desde hace años al margen del control del Estado. Cuando maten el bitcoin, que
          seguro que lo intentarán, puede que haya muchos que ya hayan superado ya el uso del bitcoin.
          Tercero, en España sí estás obligado por ley a estar fichado por el gobierno (seas productor o consumidor) desde que naces y luego cuando cumples los 18, cosa que en otros países no es tal por lo que podrías comerciar al margen del control estatal.
          Finalmente, no se trata solo del bitcoin, si no de las posibilidades que hay detrás tecnológicamente, como por ejemplo la posibilidad de eliminar notarios, registros etc y que por eso la maquinaria estatal también lo estudia o de lo que significa filosóficamente. El oro no se convirtió en moneda de la noche al día. Fue un proceso largo y esto de los criptovalores no ha hecho más que empezar y habrá que ver a donde llega y como comentaba PVL del poder relativo de los adversarios.

        • Totalmente de acuerdo. El bitcoin ha fracasado como medio de pago y se ha convertido básicamente en algo especulativo. Justo lo que pretendía solucionar. Si ha sido por la influencia de los gobiernos o precisamente por la falta de control de la moneda (o incluso por un mal diseño) es, desde mi punto de vista, irrelevante. En cualquier caso, si un estado no acepta el bitcoin o su sustituto estás perdido. Por Dios, si ni siquiera puedes moverte en España o Francia con yenes o dólares. No nos engañemos, como bien saben ahora los separatistas catalanes, los estados son herramientas de poder impresionantes incluso sin ejercer el monopolio de la violencia.

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