2018, el año de esa lamentable “pieté”

Al fin de vuelta a Desde el Exilio, ya puedo oler ese aire fresco que supone decir lo que pienso en mis artículos. Sí, mucho tiempo sin hacerlo, pero lo importante es que estoy aquí otra vez. Comenzando el año escribiendo, pues no hay mejor manera de empezar, con este pesimismo tan característico. Venga, lector, coge un trozo de chocolate para aguantar este texto, y tras esto te doy un besito en la mejilla y te dejo leyendo.

Si fuese supersticiosa vería este inicio como algo premonitorio, así que dejo al lector que decida si es que esto es una señal que predestina el ridículo año que se nos viene encima o si por el contrario las cosas mejorarán… Pero, ¿Premonitorio por qué, Sofía? Pues, mi querido lector, premonitorio porque abandonamos el 2017 con el famoso #HolaPutero, y sí, ya sé que llego tarde a la fiesta, que si el vídeo esto o lo otro, pero quiero hablar de esa basura, y quiero hablar de un aspecto concreto del abolicionismo que nos dejó este sabor infame y que, a mi ver, definirá muchas cosas de lo que se avecina: la pieté.

Cuando Nietzsche habla de “la piedad” como algo execrable no lo hace criticando la debilidad del prójimo como muchos ignorantes de su obra creen, sino que lo que critica es esa piedad rancia tan característica de la superioridad moral. Es esa piedad farisea que acompaña al puritanismo meapilas tan repudiado por los grandes cristianos de la historia. Si bien menciono al cristianismo, aclarar que esto no es un artículo apologético. Menciono el cristianismo por su innegable herencia para lo bueno y lo malo. Como en todo, en el cristianismo este la parte teológica llena de complejidad y deliciosa intelectualmente hablando y la vulgarización de éste, y sin duda a nivel de masas (oséase, histórico) lo que más cala es la simplificación de las cosas que siempre tiene como consecuencia una falsificación doctrinal. Humano demasiado humano, y es que con todo sucede así cuando la masa se mete de por medio, pero ese es otro tema.

La piedad cristiana es un concepto harto rico que supone una empatía con el prójimo desde la humildad, pero la piedad cristiana que se ha heredado no es cristiana en lo absoluto y supone a mi ver una de las muestras más repugnantes de soberbia existentes: no hay empatía, sino un posicionamiento sobre el objeto de piedad de modo que éste es observado con pena desde la soberbia moral del que “puede permitirse” acariciar la cabecita del otro porque es un “pobre desgraciado”. Esta “pieté” es la que Nietzsche critica a hierro en su Genealogía de la Moral, y es, personalmente, una de las cosas que más detesto en el mundo. Mil veces más prefiero un desprecio abierto y explícito que esta forma de señalar desde la sombra, este quiero y no puedo.

El #HolaPutero está lleno de esa malicia que usa al objeto de pena como excusa para el odio más absoluto, esa “pieté” despiadada que busca lo más negro del alma humana, que no quiere indagar en los matices de las cosas, sino que engloba todo lo relacionado con un tema en el mismo saco a fin de señalarlo con todas las consecuencias. Pero el #HolaPutero no es más que un ejemplo: toda esta corriente de lamentación constante que viene dándose desde hace años, primero en EEUU y posteriormente llegando aquí es un gran llanto con el cuchillo en la espalda, un establecimiento de un victimario jerarquizado.

Temblad, víctimas reales, porque este 2018 habrá tanto “héroe” de sofá, tanta “víctima” eterna, que pasaréis a un segundo o tercer plano de importancia. Esto ya lo estamos viendo desde hace tiempo, pero estoy segura de que se incentivará bastante gracias a estos revolucionarios de laicismo neomonacal.

Sofía Rincón
Sofía Rincón

Escritora y artista multidisciplinar. 1993. www.sofiarincon.org

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6 comentarios

  1. Entiendo a Sofía cuando habla de la piedad desde la supuesta superioridad moral, pero eso no es piedad, puesto que se cobra, y bien cara, en la misma humillación que conlleva, pero hoy casi no hay lugar para la piedad que surge desde el espontáneo impulso de ayudar a quien ves necesitado, porque hoy, la piedad, está reglamentada, es obligatoria y se le llama «solidaridad», convertida en derecho que se te tira a la cara en muchas de las miradas de quien te tiende la mano.

    Recuerdo, de niño, en mi pueblo de 70 habitantes, que de vez en cuando pasaba un pobre (mamá, ha llegado «el pobre»). Tocaba el timbre de las casas y a la voz de «una caridad, por el amor de Dios», en todas se le daba algo. Nunca detecté humillación ni ofensa en la mirada. Si te pillaba a la hora de la comida, se le ponía un plato, casi siempre en el portal de la casa. Recuerdo que me gustaba bajarle la limosna (hoy palabra maldita) o la comida. Para mí era como parte del paisaje y de la vida. Ninguna maldad. Ninguna humillación. Como cualquiera. Como cuando pasaba el afilador.

    De joven, ya en la ciudad, de vez en cuando tropezabas con «un pobre» que te seguía pidiendo una limosna «por caridad». Y siempre me rascaba una peseta de mi pobre bolsillo de estudiante sin ningún significado negativo. Al contrario, me sentía bien. Pero eso, con el tiempo, cambió. Cambiaron las palabras y cambiaron las miradas,que o bien pretendían darte pena, o culpa de su situación. Y todo se ensució. Ya no doy limosna por las calles. Quizás alguna vez. Me cuesta creerlos. Me ofende que me culpen. Me ofende más que se humillen. El trato (el contrato no escrito), ha cambiado.

    Y sobre moral se puede decir todo, pero en mi diccionario, la moral no es obligatoria sino asumida, o no es moral, sino hipocresía. Yo tengo hecha una moral de retazos de muchas otras. Y por supuesto la creo superior a otras (no digo a todas, porque no las conozco a todas), porque en cuanto detecto algún matíz, o algún principio superior, lo adopto de inmediato y tiro el que lo contradecía. Pero aunque esa afirmación podría admitir matices, lo que sí es una verdad de Perogrullo es que hay morales inferiores, incluso infames.

    Creo que se complica mucho la palabra moral. La buena moral no es tan complicada, y actúa sobre la psique como un verdadero bálsamo. Y al revés. Y algún sabio ya la concretó en una frase hace milenios: -No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti. -Quien quiere entender no necesita mucho más.

  2. Hola Sofía
    Yo tampoco he podido venir a D.E.E. en una temporada, que cada vez que lo intentaba, me salía un «404 página no encontrable» en el Safari, a pesar del aviso en el correo. Me he tenido que meter en Firefox para poder venir a leer.
    Sólo decirte que espero que 2018 se sacuda ese moralismo perdonavidas barato que hemos padecido durante el 2017.
    Y que
    ¡ Ánimo !
    Y ¡ Feliz 2018 !

  3. ¡Hola, Sofía! Con el beso en la mejilla nos has dejado blanditos. ¡No es tan largo! Pero gracias. 😉

    No entiendo lo de la piedad, ni lo del cristianismo. Pero sí entiendo la «superioridad moral»; o sea, la moral. Estás, como asumes, ante un problema moral. En una fase muy concreta: la moralización (meter en la moral lo que no estaba). Eso tiene una dinámica mas o menos invariable, que puedes observar en todos los casos de «moralizaciones». Y como el mundo se mueve muy rápido ahora, has tenido oportunidad de ver unos cuántos. Lo que estás viendo en este caso es lo que has visto en todos los demás.

    No todos esos procesos tienen éxito. Por ejemplo, el «hippismo» y sus comunas no triunfaron. Pero mientras se dilucida el éxito o fracaso, todos tienen la misma dinámica. Y todos son socialmente violentos, porque la moral sólo es -y sólo puede ser- una imposición.

    Bueno, hasta aquí es lo general; independiente de época. Lo que nos caracteriza ahora, como dices, es «la carrera de víctimas». Todo un tipo de nueva «cultura». Pero ese sí es un tema muy largo, y necesitaría un auténtico carromato lleno de besitos en la mejilla. Espero que sigas a Haidt en Twitter:

    https://www.youtube.com/watch?v=M0qdgpIDzCw

    Bss.

    • Verás, uno de los núcleos fundamentales de la filosofía de Nietzsche es la crítica al fariseísmo, cuya característica principal es el sentimiento de superioridad moral frente al prójimo y cuya manifestación conlleva diferentes consecuencias sociales. Hoy en día toda esta gente progre (como los fachas) ha heredado ese aspecto, y yo hablo concretamente de la piedad porque es lo más influyente en el fariseísmo progre. El por qué de que diga pieté es porque ese concepto a nivel teológico se trabajó una barbaridad en el medievo francés, de modo que es una alusión a ese concepto puro de forma irónica.

      Respecto al beso en la mejilla lo decía más por lo inamovible de mi pesimismo, no por la longitud del texto que, en efecto, no es muy larga jajajaja.

      Sobre lo que dices de los hippies, y la cultura actual… sí, en efecto hace falta un paper al respecto. Pero te recomiendo muchísimo un libro que se llama «¿Es posible la revolución?» De Jacques Ellul, en el que este filósofo analiza todos esos movimientos y también otros de revoluciones políticas diversas para contestar esa pregunta. Es un libro delicioso y muy rico en análisis y datos. Como curiosidad decir que en este libro, al final tras las conclusiones, este filósofo alude también al fariseísmo. Y eso tiene de particular que el farise ísmo, como es la falsificación del cristianismo, es acto satánico. Ergo este hombre considera que la época que vivimos es puramente satánica y esa es una de las manifestaciones de ello. Es que también es teólogo, por eso luego concluye tal cosa. Pero no toca la teología en ningún momento del libro, sólo al final del todo como guinda. Es muy serio, ay ay, adoro a ese hombre, qué cabeza.

      • Dale la vuelta al argumento, Sofía. Piensa en «inferioridad moral». Y verás (1) que no existe, y (2) que la «superioridad moral» no es propia de los progres, sino de la moral. De hecho, cuando estás diciendo «progres» estás haciendo una operación moral. Marcas dos «identidades», y la identidad (nosotros) es la primera piedra de la moral. Y por supuesto no estás considerando superiores a los progres por ser (moralmente) «los otros», sino lo contrario. O sea, igual. Moral en fin.

        Nietzsche, al igual que la filosofía en general, lo olvidé hace mucho tiempo. Hemos aprendido unas cuántas cosas desde entonces. No por ser más listos, sino porque el mundo ha cambiado mucho y se ven más cosas. Conocemos muchas más sociedades distintas, y mezclas de culturas (morales) distintas, y sospecho que entendemos bastante mejor cómo funciona y qué hace la moral.

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