Juan Ramón Rallo y el nacionalismo reactivo

Siempre es interesante leer las cosas que escribe Juan Ramón Rallo, un economista liberal de la Escuela Austriaca a quien creo que no es necesario presentar aquí, alguien que se muestra razonable y razonadamente suspicaz frente al estatalismo (y más si tiende al -estalinismo) y a las distintas formas que tienen los Estados de colarse en nuestras vidas, iniciativas y carteras en nombre de un discutible bien común y, en no pocas ocasiones, arruinándolo todo a su paso.

Los Estados-Nación que durante siglos se han hecho la guerra no han hecho más que prolongar y amplificar el conflicto siempre existente entre los hombres, ese todos contra todos hobbesiano que, en puridad, es un «nosotros» contra «ellos», un conflicto entre grupos que se remonta a los orígenes mismos de nuestra especie social y que ha sido bien documentado en nuestra especie por los psicólogos sociales en experimentos maravillosamente diseñados que nos aleccionan sobre cómo competimos, colaboramos, creamos alianzas y jerarquías y nos declaramos la guerra. Y aunque lo observemos entre nosotros, los humanos, todo ello no es algo que haya surgido como una condena cuando Caín mató a Abel. Los chimpancés, nuestros parientes más cercanos, forman grupos que son mútuamente hostiles, establecen territorios y patrullan sus fronteras, y atacan furibundamente a cualquier «congénere» que no sea de su grupo y haya tenido la feliz idea de entrar en su particular «país». Y entre los miembros de un grupo pelean por determinar quién ejerce el mando midiendo muy bien sus respectivas fuerzas. Todo esto lo explica muy bien Michael P. Ghiglieri en En Lado Oscuro del Hombre.

Cuento estas cosas porque considero que la violencia y la xenofobia no son algo antinatural o que pueda fácilmente desaparecer con una buena educación en los valores de la convivencia, sino que están bien grabadas por en nuestro ADN. Así pues, visto lo visto, uno se pregunta qué clase de iniciativas, instituciones, ideas, movimientos sociales y avances tecnológicos y culturales pueden contribuir de algún modo a encadenar al perro rabioso que todos llevamos dentro para que no se abalance contra cualquier extraño que le parezca amenazador o un competidor por un cacho de comida. Y más en este mundo imperfecto en el que los recursos son escasos, como bien pone de manifiesto la propia existencia de la Economía, dentro de la cual surgen las corrientes liberales.

No creo que el principio de no agresión sobre el que se sustentan muchas de las propuestas liberales sea aplicable en éste mundo que, como señalamos, es imperfecto. Y dado que es imperfecto se han creado, de momento, soluciones chapuceras a los grandes problemas que se derivan de gestionar recursos escasos y dirimir las diferencias entre los grupos. El monopolio de la fuerza establecido por un Estado sobre un territorio y una población no es una panacea. En sus expresiones más grotescas sirve para que lo peor en nosotros surja en el crisol del grupo en forma de odio, violencia y usurpación de recursos que se dirigen hacia los que no forman parte del «grupo» al que el Estado da carta de ciudadanía…y patente de corso. La Democracia, esto es, dar a todos los miembros de un grupo dado la oportunidad de poder elegir a sus líderes o «representantes» dista de ser un mecanismo que funciona bien, llevando a los sabios platónicos al gobierno de la República Ideal. Y los derechos otorgados de acuerdo con leyes han sido muchas veces disfraces de los privilegios establecidos sutilmente por unos grupos sobre otros.

Desde una perspectiva liberal pareciera que un mecanismo automático que funcionase como un reloj suizo, una mano invisible que operase en unos sistemas complejos (los mercados) en forma de un termostato autoregulador, que distribuyese los recursos entre todos, de acuerdo con unos indicadores fiables, los precios, y conforme a lo que cada cuál aportara en trabajo, creatividad, etc etc, podría salvarnos, al menos en parte, de jugar juegos de suma cero a garrotazos. Y así es. Pero los mercados adolecen de terribles defectos del mismo modo que ocurre con los Estados como monopolio de la fuerza, el derecho como garante de la justicia o la democracia como baluarte de la igualdad en la participación política.

En vista que que ahora Juan Ramón Rallo responde en un Encuentro Digital del periódico El Confidencial a preguntas formuladas por los lectores decidí enviarle una, como un lector más (que a estas alturas es lo que soy, dado que hace mucho que perdí el contacto con él, que es, por cierto, una bellísima persona).

Tratando de ampliar el marco del problema de la libertad conforme a las dimensiones globales que está tomando, le formulé la siguiente pregunta:

El desafío catalán o el brexit ponen de manifiesto la importancia de una vertebración supranacional y postnacionalista. Pero el mercado no puede proveer todas las respuestas, y la política tiene que fortalecerse para garantizar una gobernanza internacional. ¿Dónde termina la iniciativa individual y empresarial y empiezan las sociales y políticas? Un abrazo.

Y la respuesta de Rallo escueta y sugerente:

Puede haber vertebración supranacional sin estructuras estatales supranacionales. De hecho, plantéese si esas estructuras no fomentan un nacionalismo reactivo.

En ese chateo con lectores en el que responde preguntas como un maestro de ajedrez juega partidas simultáneas no esperaba que le dedicase gran tiempo al asunto. Me valía la sugerencia.

Plantéese si esas estructuras no fomentan un nacionalismo reactivo.

He reflexionado sobre ello. Le he dado un par de vueltas. En estos últimos años están reapareciendo en escena grupos que se organizan en partidos de corte nacionalista en Europa. Entiendo que es de Europa de lo que estamos hablando, porque dudo que Sudán del Sur quisiera la independencia de Sudán del Norte por la existencia de la ONU.

Estos grupos nacionalistas muy probablemente sean ése nacionalismo reactivo al que se refiere Rallo. Pero sigo sin verlo claro. Por dos motivos:

1.-¿Han surgido esos grupos nacionalistas como reacción a las estructuras estatales supranacionales (la UE) o como reacción a la islamización de Europa, por ejemplo?

2.-¿Se trata de una reacción a lo que sea, o más bien de algo que siempre ha estado ahí y que ahora simplemente toma una nueva forma de organizarse en un contexto global de mayor incertidumbre?

Sin duda todo aquel que sea nacionalista puede ver con malos ojos los fenomenos de integración internacionales, sean a nivel político, social o económico. Pero la inmigración es un problema, la deslocalización es un problema, la crisis de identidades y el incremento de las incertidumbres son un problema. No creo que el problema que conduce al surgimiento de nuevas formas de organizar los instintos grupales y excluyentes sea la existencia de la UE, organismo supranacional y postnacionalista que, conviene recordar, se creó para poner fin a las guerras generadas por los nacionalismos exacerbados en Europa que por poco acaban con todo.

Germanico
Germanico

No hay aprendizaje sin error, ni tampoco acierto sin duda. En éste, nuestro mundo, hemos dado por sentadas demasiadas cosas. Y así nos va. Las ideologías y los eslóganes fáciles, los prejuicios y jucios sumarios, los procesos kafkianos al presunto disidente de las fes de moda, los ostracismos a quién sostenga un “pero” de duda razonable a cualquier aseveración generalmente aprobada (que no indudablemente probada), convierten el mundo en el que vivimos en un santuario para la pereza cognitiva y en un infierno para todos, pero especialmente para los que tratan de comprender cabalmente que es lo que realmente está sucediendo -nos está sucediendo.

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16 comentarios

  1. Enhorabuena por el artículo y la linea general del blog. Ciertamente, está en la linea de mis divagaciones políticas; no da respuestas definitivas y redondas, pero me da muchas sugerencias fecundas para orientarme. Y por eso mismo puedo estar en desacuerdo con opiniones concretas. Aquí, por ejemplo, creo que pvl cuando trata el tema del nacionalismo reactivo se centra en el caso catalán, mientras que en el texto se refiere más a toda Europa. Y aquí quisiera dejar caer mis suspicacias ante la máquina burocrática de la UE, aunque el balance del proyecto europeo sea globalmente positivo.

    • Yo creo que el verdadero debate constructivo (o al menos el que a mí me interesa) es el mismo en cualquier sociedad democrática: desde USA a España pasando por la UE: ¿como conseguir una sociedad más eficaz en cuanto a creación de riqueza sin renunciar a los valores democráticos que definen a nuestras sociedades frente a modelos rivales como por ejemplo el totalitario de China o el seudodemocratico de Rusia?.
      Desde mi punto de vista la respuesta es la liberalización de la economía junto con la reducción de la burocracia, que son las dos caras de la misma moneda.
      Y eso solo puede ser posible en nuestras sociedades si hay una mayoría social que lo demande, cosa que desgraciadamente, hoy no ocurre. Por eso no soy partidario de culpabilizar a los dirigentes, puesto que tal y como yo lo veo, ellos lo único que hacen es subirse al carro de la opinión pública.
      Por poner lo anterior en el contexto actual de Cataluña, el orden de aconteciendos creo que ha sido que el Gobierno del PP ha actuado tras comprobar que la sociedad española mayoritariamente deseaba una respuesta contundente al desafío indepes y no a la inversa.
      De ahí que el éxito o fracaso en nuestras sociedades democráticas radique en la inteligencia del colectivo para apoyar opciones políticas sensatas y eficaces, cosa que en mi opinión no hacen los 5 millones de votantes podemitas, por poner un ejemplo que me resulta evidente, por más que estén en su perfecto derecho democrático.

  2. Buena entrada.

    Hace unos meses una amiga empezó a trabajar en un desguace al que acudían bastantes marroquíes. Justo después de dejarlo me dijo sin pestañear que ahora era racista. Ahí está el germen de la derecha identitaria. En la convivencia diaria que pasa desapercibida en las estadísticas. En el hecho de que el pluralismo puede conducir a una sociedad tribal, polarizada, fragmentada en multitud de conflictos dentro del comentado universal Nosotros VS Ellos.

    Quería centrarme en la primera frase de Rallo. ¿Se le ocurre alguna manera de vertebrar una sociedad sin Estado?. Quizá una solución sea el policentrismo de Bruno Frey ( un eslabón entre el anarquismo y el minarquismo) o aplicar los principios del actual orden internacional a esa supuesta sociedad no estatal. Me refiero a cláusulas de armonización mínima, de nación más favorable, de reconocimiento mutuo etc.
    Pero, aún así, nos toparíamos con enormes coste de transición, coordinación, estabilidad y de eficiencia y otras preguntas sin resolver como :
    ¿Es posible garantizar y reconocer derechos fundamentales universales sin instituciones de naturaleza estatal?.¿Cómo hacer que el liberalismo sea un marco de utopías y no de tiranías?. ¿Cómo evitar las normas crueles intragrupo y los conflictos inter-grupo?. ¿El pluralismo no debería estar limitado/condicionado por el racionalismo?
    Pensemos un momento en la primitiva Papúa Nueva Guinea. No ha existido una sociedad más diversa en el mundo con miles de idiomas (no dialectos), cientos de códigos y reglas internas… y a su vez tan increíblemente pobre, cruel y liberticida. ¿Por qué?. Por la falta de armonización, por la necesidad de generación de economías de escala y de instituciones formales inclusivas que sirvan de contrapeso frente a la esfera intermedia (familia, clan, religión, nación).

    Por último, Rallo es bastante escéptico con el Principio de No Agresión y no pocos libertarios lo rechazan. Presenta problemas de indeseabilidad (maltrato animal, derecho a discriminar por cualquier razón, ausencia del deber de auxilio etc) de indeterminación (¿Cómo definimos violencia? ¿Cuánta violencia puede ser agresión? ¿Cómo definimos autonomía de la voluntad?) y de información ( imposibilidad de resolver apriorísticametne con una regla todos los conflictos pasados, presentes y futuros). Ignora la historia, la biología, la psicología, la antropología o la sociología. Como mucho puede ser un principio ético-jurídico orientativo pero jamás una verdad universal.
    Es más, siempre he creído que el Principio de No Agresión es claramente una señal costosa como la circuncisión judía, la inmolación islámica, el poner la otra mejilla cristiano o la apología a la fealdad de las feministas. Es una norma extravagante que sirve para identificar y cohesionar un grupo cuyo perfil de sus miembros suele estar bastante bien definido.

    Un saludo. Perdón por el rollo.

    • Bueno, lo que de hecho dice Rallo en su primera frase es que «Puede haber vertebración supranacional sin estructuras estatales supranacionales». Elude la cuestión de la gobernanza y, en fin, quizás no se base en el principio de no agresión en sus planteamientos, pero su afirmación requeriría algún respaldo argumental más de igual modo que la aplicación de normas internacionales requeriría de algún aparato dotado de poder de coacción. El libre mercado no basta.

      Gracias por tu comentario. De rollo nada.

    • Muy interesantes tus comentarios.
      Personalmente mi estima intelectual por Rallo (sin discutir sus conocimientos de economía) bajó bastante cuando en un debate en su blog sobre la cuestión fundamental del territorio mínimo en el que aplicar el derecho de soberanía de sus ocupantes, acabó diciendo que organizar un país era más sencillo que organizar una simple comunidad de vecinos, (bobada que se comenta por sí sola) simplemente porque sus dogmas ultraliberales, concretamente el del derecho de secesión, conducen inexorablemente a este tipo de absurdos. Lo mismo ocurre con el resto de dogmas que nombras en tu art. como el del Principio de no agresion, etc.

      • Este paper es bastante interesante sobre cómo regular el derecho de secesión.
        https://federalistainfo.files.wordpress.com/2012/11/ruiz_soroa.pdf
        Pero sigue sin responder a la crucial pregunta que planteas. ¿Dónde reside la soberanía? ¿En la comunidad autónoma, la provincia, la ciudad, el barrio o en mi propiedad? ¿Es el territorio la base de la secesión o un individuo puede organizarse políticamente por los motivos más diversos?. Como curiosidad en Sudráfrica hay partidos que reclaman un Estado propio para blancos y otro para negros y poco tiene que ver con el territorio.
        No hace falta señalar todos los problemas de coordinación y la elevadisima complejidad que ello supondría. Por no hablar de que los grupos secesionados podrían ser profundamente liberticidas. En este sentido ya existe en Europa una secesión encubierta: las sociedades paralelas conocidas como «No gone zones» muy alejadas de los valores liberales y occidentales.

        • Exacto. Justo los temas que planteas son los problemas reales que hacen inviable el derecho de secesión y que se resumen en el hecho biológico de que dos grupos con intereses opuestos no pueden convivir y compartir pacíficamente el mismo territorio.
          Por eso cuando lees las «soluciones» que plantean concretamente los ultraliberales a ese problema irresoluble no son más que vaguedades, incongruencias o simples cambios puramente nominales (como lo de sustituir Estados soberanos por municipios soberanos) que no solo no solucionan nada, sino que multiplicarían por mil los conflictos territoriales.

          • Básicamente relacionan municipio con cercanía y cercanía con mejor prestación de servicios. En parte es cierto, pero se ignoran algunas cuestiones relevantes:
            1) La cercanía puede significar mayor facilidad para capturar al regulador. De hecho, las mayores bolsas de corrupción las encontramos en los entes locales.
            2) El tamaño importa. Las economías de escala son fundamentales en ámbitos como las infraestructuras, representación exterior, Defensa o Derecho Penal.
            2) Una menor extensión en km2 no significa per se una menor injerencia competencial. Ciudades-Estado como Singapur respetan en menor medidas los derechos civiles que España o comunidades pequeñas no estatales suelen regirse por reglas propias de un Estado tiránico.
            Al final todo es bastante «sencillo». Tenemos competencias que se aplican mejor centralizadamente, otras descentralizadamente a nivel municipal y otras (la mayoría) por el mercado.

            • Lo has clavado.
              Especialmente el 2) punto que comentas, explica la debilidad intrínseca de los grupos poco numerosos de Homo sapiens, (por muy ultraliberales que sean).
              Por otro lado, me leí el paper que me indicaste, y es tal cual lo expresaste:
              muy interesante respecto al «contexto» en el que se enmarca el problema de la secesión, pero que deja coja la pregunta del millón: ¿que parte del grupo, asentada «históricamente» sobre un territorio es soberana?, que para mí, desde una posición liberal y por tanto democrática, no puede tener una respuesta diferente a «la totalidad del mismo», que es justo lo que no aceptan los defensores del derecho de secesión.

            • Por cierto, la legitimidad «histórica» es tan importante en el control de un territorio y los derechos sobre el mismo, como para que los nacionalistas de cualquier época y color, dediquen esfuerzos ingentes para dotarse de una Historia propia y exclusiva que legitime sus aspiraciones, aunque el 99% de la misma sean patrañas en términos históricos.
              En ese sentido si que es absolutamente cierto que quien controla el relato del pasado, controla el presente y por tanto el futuro.
              Por ello, dejar en manos nacionalistas la educación, y por tanto la enseñanza de la Historia, es suicida, como lo es dejar la memoria histórica en manos de los progres.

  3. Por cierto, que al igual que ocurrió con Vascongadas cuando se ilegalizó HB , a día de hoy con la Generalidad intervenida, el parlamento autómico suspendido y con 3/4 del ex-Gobierno de catalana entre rejas y su expresidente a las puertas de estar en búsqueda y captura, Cataluña no ha ardido ni España está en guerra civil.

  4. Muy interesantes tus reflexiones. Lo que comentas sobre el nacionalismo reactivo me recuerda a los que argumentan que el PP es una máquina de hacer independentistas. En mi opinión en todo caso sería por la actitud extremadamente blanda, por no decir cobarde, con que ha enfrentado los continuos desafíos y desplantes de los nacionalistas desde la instauración de la democracia. Lo anterior lo deduzco del hecho objetivo de que con Franco los nacionalistas estaban desaparecidos, cuando de ser cierto el razonamiento «reactivo» hubieran debido ser legión.

      • Exacto.
        Como la genial idea de que poner la otra mejilla funciona de maravilla entre los Homo Sapiens y otros mantras religiosos similares.
        Ocurrencia, que aplicada no del todo al pie de la letra, condujo al éxito durante la Reconquista, que como todos sabemos fue producto de políticas pactistas y «proactivas».
        O por no remontarnos tanto tiempo atrás, principio que también fue aplicado con notable éxito por Chamberlain y Deladier para disuadir a un tal Hitler de sus aspiraciones tan «reactivas» como conseguir el dominio mundial y conducir al exterminio o esclavización de las razas inferiores.
        En resumen: abandonemos toda idea y toda acción que puedan provocar reacciones entre los fanáticos del signo que sea, dado que no hará sino confirmar sus tesis : que los malos de peli somos los demás.

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