El principio de no agresión y la defensa propia

Corría aún la sangre de las víctimas de la II Guerra Mundial cuando Rex Applegate escribió en 1943 su «Kill or get Killed«, un clásico del género «autodefensa» o defensa personal, como prefieran.

El duro lenguaje utilizado por Applegate no glorifica la guerra, ni la violencia. Mas bien muestra de forma directa y cruda la inhumanidad de la misma. A pesar de que en la contraportada podemos leer que no es un libro de defensa personal, creo que ningún otro libro muestra tan a las claras cómo defenderse de cualquier ataque. Y para qué queremos nosotros, defensores de los principios de no agresión, semejante obra? Elevar la «no agresión» a la categoría de principio ético sólo puede ir acompañado de la irrenunciabilidad al derecho de autodefensa. Defensa de la propia vida frente a quien pretende agredirla.

En estos días en los que la policía parece estar más ocupada (o tener más éxito) con los infractores de normas de circulación que con los navajeros, ponebombas, mafiosos y demás caterva no se me antoja baladí sacar el tema a colación. No olviden que la «defensa propia» es uno de los pricipios fundamentales de cualquier acción en «primeros auxilios»: asegúrese de ponerse a salvo usted, luego mire de ayudar a los demás (aviones y máscara de oxígeno, bomberos y delimitación de riesgos, etc….)

La autodefensa tal y como la entiende Applegate se desnuda de coreografías empalagosas , centrándose en los movimientos mínimos necesarios para dejar fuera de combate al agresor. Visto así, la autodefensa, que sólo debe ser aplicada en situaciones extremas, se convierte en una especie de «medicina negra». Los conocimientos de las partes vitales de un humano puestos al servicio de su rápida eliminación como fuente de peligro.

Soy absolutamente contrario al uso gratuito de la violencia. Pero me niego a renunciar al derecho que me asiste para defender mi propia vida y la de mi familia. Les recomiendo el libro. Léanlo. Evidentemente se trata de un libro que sólo debería estar a disposición de quien no desea hacer uso de sus contenidos. Pero con los libros ocurre como con las armas: los «otros» también leen. Los «otros» también disparan. En una sociedad como la nuestra, donde por ley sólo los delincuentes tienen acceso a las armas, no está de más tener la obra de Applegate en la estantería. Mejor sería tener una pistola. Pero no nos dejan. Los «otros» lo saben y acarician las culatas con la sonrisa de quien se sabe en clara ventaja.

 

Luis I. Gómez
Luis I. Gómez

Si conseguimos actuar, pensar, sentir y querer ser quien soñamos ser habremos dado el primer paso de nuestra personal “guerra de autodeterminación”. Por esto es importante ser uno mismo quien cuide y atienda las propias necesidades. No limitarse a sentir los beneficios de la libertad, sino llenar los días de gestos que nos permitan experimentarla con otras personas.

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7 comentarios

  1. En Argentina se impuso una horrible costumbre entre los fiscales penales: el de abusar de la nefasta calificación de «exceso en la legítima defensa». De tal manera, una filosofía que fue impuesta hace unos 10 años por un miserable jurista (ex miembro del Supremo Tribunal de Justicia, el Dr. Raúl Zaffaroni) ha convertido al delincuente en la inocente víctima de una sociedad perversa, y a la víctima en el provocador y alentador del crimen que ha padecido. Se conoce como la teoría del «garantismo», donde todas las garantías están del lado del criminal y ninguna del lado de la víctima. Como consecuencia de ello, todavía son imputados los policías que, en un intercambio de disparos terminan causando la muerte del delincuente, del crimen de «homicidio agravado por el uso de arma y exceso en la legítima defensa». Una aberración jurídica, legal y filosófica, por cierto. En mi opinión, el único exceso en la legítima defensa es algo parecido a cuando un niño de 10 años ataca a puntapiés a un adulto y éste le pega un balazo en la frente. Si quieres conocer la aberrante vida de este engendro de la naturaleza que se llama Raúl Zaffaroni (una luminaria en la jurisprudencia internacional que era dueño de 6 prostíbulos privados!) lee algunas partes del informe que publicó un conocido sitio de información argentino: http://seprin.info/2014/03/07/los-aberrantes-fallos-de-zaffaroni-documentos-del-proceso-militar-email-de-la-side-prostibulos-del-juez-y-otros/ No podrás creer lo que lees.

  2. Un poco más evolucionado que el de Applegate es «Principles of self defense» de Jeff Cooper. Muy recomendable y accesible.

    Saludos

  3. Eigen, es un tema de escala de valores. Yo tengo la mía (que sólo vale para mí) y según ella no usaría medios desproporcionados, de un lado, antepondría mi vida a mi propiedad, de otro. Como no pretendo hacer filosofía para todos, sólo plantar mi opinión, me he limitado a lo que creo merece la máxima atención: la vida propia y de la familia. Por supuesto que la defensa de la vida de los otros está inmediatamente al cabo de mis reflexiones.
    La propiedad: si alguien viene a robarme con una pistola, exijo el derecho a poder defenderme con el mismo arma. Pero no veo necesidad de usar un rifle (ni ninguna de las medidas de Applegate) para preguntarle al vecino por qué su perro está meando en mi jardín. Es un ejemplo, vaya 🙂

  4. La posibilidad de defender la propia integridad (o la de la familia) no basta. Debe ser también posible la defensa de la propiedad: si alguien allana mi casa, la prioridad es expulsarle como sea.

    Puesto que confío en la no agresión como principio ético, confío en el derecho a la defensa contra las agresiones -Rand: las mismas razones por las que el inicio de la fuerza es inmoral convierten a la defensa propia en un imperativo moral. Y puesto que la violación de los derechos de propiedad es agresión, la defensa propia incluye defensa de mi propiedad.

    Además, ¿por qué la familia y no todo el mundo? Propongo que no esté penalizado el ataque a los agresores en el preciso momento de su agresión (recuerdo: incluye robo), esto es, con el fin de detenerles, aunque las víctimas no tengan relación con el defensor. Ahora bien, he de aclarar que la represalia y la venganza deben estar penalizadas, puesto que un individuo independiente empleará la represalia con arbitrio, llevado por sus sentimientos de venganza y no por leyes objetivas.

  5. Tienes que leer más –y absorber– el profundo pensamiento de Bono –el del pensamiento ZenP de mejor morir a manos del enemigo– para ser un ciudadano como Rodriguez quiere.

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