Entrevista a una «mala» feminista (primera parte)

Loola Pérez es una feminista pro-sex libertaria que suscita mucha polémica a su alrededor. Pero no la he traído aquí por esta cuestión, sino porque, aunque no estemos de acuerdo, se trata de una mujer que está abierta al debate y al uso de la razón para defender su postura, algo que valoro profundamente. Sin más, comenzamos la entrevista, que he decidido dividir en dos partes dada su longitud:

1- Para los lectores que no te conozcan, ¿A qué se debe que siempre estés tan rodeada de polémica?

Bueno, no creo que siempre esté rodeada de polémica. Mi vida es bastante tranquila. Lo que creo es que escribir y reflexionar sobre sexualidad es todavía un tema polémico. En la Universidad me pasaba con el profesorado del Opus y aquí con otro perfil de gente. Parten de ideologías diferentes, pero comparten prejuicios similares. La cultura judeocristiana ha juzgado la sexualidad como una amenaza, algo impuro, demoníaco, pecaminoso. El coito, la violencia sexual o la diversidad sexual son cuestiones de las que hoy se habla abiertamente en los movimientos sociales y cada vez más en otros ámbitos como la prensa, la familia o la escuela. Son temas que están aceptados socialmente. Sin embargo, otros que refieren a la sexualidad como las fantasías de dominación de las mujeres, el trabajo sexual o la pedofilia están más sujetos a estereotipos, fobias y tabúes. Se enfocan desde el pánico moral.

Premia más una actitud de censura y persecución que de estudio y análisis. Cambiemos ciencia por sexualidad y veremos que hoy hay otros Galileo. Para mí es importante sacar estos temas del armario. Las fantasías sadomasoquistas para conocerse y establecer límites con la pareja sexual, la prostitución para edificar un discurso pro derechos humanos de las trabajadoras sexuales y la pedofilia para prevenir el abuso sexual infantil. 

2- ¿Crees que en los últimos años el feminismo ha sufrido, como dice Camille Paglia, una infantilización ideológica?

En las redes sociales y en las instituciones observo una corriente feminista de lloricas. Comportan lo que muchas personas y yo llamamos “feminismo hegemónico”, es decir, la tendencia dominante. Se re-victimiza continuamente a la mujer y se presente al hombre como un violador en potencia, como el eterno enemigo. Es agotador. Mi problema no son los hombres sino el machismo. Hay hombres que son machistas y maltratadores. Hay mujeres que son machistas y unas absolutas tiranas con otras mujeres. El feminismo en el que creo no va de declararle una guerra al género masculino sino de identificar, denunciar y erradicar aquellas prácticas, tradiciones, actitudes y roles que crean desigualdad, discriminación y violencia en los sexos/géneros, especialmente en las mujeres y diversidades sexuales. Prevenir y educar es el desafío que tenemos por delante las personas feministas. Sin embargo, el feminismo hegemónico coloca el foco casi exclusivamente en lo punitivo, en el castigo. El machete al machote y la polla violadora a la licuadora no educan. Sirven para soltar la rabia, pero no constituyen un proyecto para la ciudadanía.

El castigo es importante, pero no sirve de nada, por ejemplo, si no se trabaja de manera integral la reinserción. Tampoco puede ser el comodín ante la falta de educación en igualdad en colegios, institutos y universidades. El feminismo hegemónico no educa a las niñas para que sean feministas sino para que se crean el papel de eternas víctimas. Lo hace creando una falsa expectativa de independencia y autonomía, es decir, con mucho paternalismo. El mensaje no es el que pule, desde los márgenes del –ismo, Virginie Despentes en Teoría King Kong o en Boise-Moi. En ella intuyo empoderamiento, rebeldía, supervivencia, fuerza y capacidad de resiliencia. En el feminismo hegemónico el eslogan es otro: “eres una mujer, si un hombre te da problemas llama a Papi-Estado: él te salvará”.

Hay una infantilización ideológica y es triste porque nos limita tanto a nivel de desarrollo personal como en lo que respecta a nuestra posición como agentes de cambio social. Echo de menos el feminismo que se agitaba con Express Yourself de Madonna, el que no tenía miedo a ser vulgar, de la calle, incorrecto y sobre todo, poderoso y auténtico.

3- ¿Qué tres mujeres actuales consideras que son claves para el feminismo en España?

Raquel Osborne es fundamental. Su trayectoria teórica es impecable y siempre he encontrado en sus reflexiones puntos de encuentro, rigurosos análisis y mucho bagaje cultural. También Iziar Ziga. Su pluma es demoledora y me apasiona cómo celebra y reinventa la feminidad, el sexo y la estridencia. Y por supuesto, Gracia Trujillo. Admiro la sensibilidad que tiene para enfocar las cuestiones de género y no despegarse de lo que ocurre en la calle. Todas ellas son críticas con el machismo y tienen un discurso disidente en el movimiento feminista.

4- ¿Cómo ve el feminismo la coquetería?

Dependerá del tipo de corriente feminista. Para las feministas hegemónicas es sinónimo de cosificación, complacencia para los hombres y amenaza. Por ello les incomoda tanto Beyoncé, las actrices porno, las prostitutas o el vestido de Cristina Pedroche.

A mí no me molesta ni la coquetería ni la feminidad o la falta de ella. Lo que me molesta es la estupidez y hay mucha gente estúpida en el feminismo que pretende avergonzar a una mujer por su cuerpo o si tiene una actitud seductora. Complacer y seducir no son sinónimos. Cuando seduzco yo tengo el control. Cuando te mueves en un rol de complacencia el poder lo tiene el otro. Fíjate en la canción de Tangana, Mala Mujer. Se vende como una canción machista, pero yo lo que veo es la historia de un pobre infeliz que ha sido seducido y ahora está despechado. Detrás de esa canción hay una heroína: la que coquetea y no tiene dueño. Es una mala mujer porque se rebela al deseo de posesión y sigue bailando.

5- ¿Qué tres mujeres son tus referentes históricos?

Adoro a Camille Paglia. Leerla es una continua relación amor-odio. Hay cosas en las que estoy de acuerdo con ella y otras que me revuelven y otras tantas que hace que explote mi cabeza. Se sale de la norma y me hace pensar. Es absolutamente inteligente e irreverente. Podría ser su cheerlader o su sumisa. En un plano más emotivo y personal encuentro como referente a Sylvia Plath. Sobre mí, su obra, su capacidad artísica, ejerce una poderosa adicción. Otra figura histórica que me inspira muchísimo es Federica Montseny, guerrera, transgresora y con conciencia social.

Sofía Rincón
Sofía Rincón

Escritora y artista multidisciplinar. 1993. www.sofiarincon.org

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