Nudge. Tres razones para estar totalmente en contra

¿Qué es lo que mejor define la gestión política de nuestros días en occidente? Sin duda, la suposición o creencia según  la cual los seres humanos somos demasiado estúpidos como para reconocer nuestros propios intereses. No es una idea nueva. Ya en el siglo XIX los reformistas sociales declaraban al sujeto de su acción – la inmensa mayoría de las personas- como irracionales y fácilmente influenciables. Cuando en el siglo XX multitud de sociólogos, publicistas y psicólogos enuncian similares postulados, la clase política se abrazó agradecida a los principios que condenaban a sus votantes  a la más profunda de las indefensiones y el victimismo impotente como  fórmula mágica para realizar cualquier diseño social, por absurdo que este fuere.

Aceptamos una actitud paternalista hacia los niños, ya que reconocemos a los padres la experiencia y los conocimientos que aún faltan a sus hijos. Los niños carecen de la experiencia y, sobre todo, de autonomía y de independencia moral. Los padres, como responsables de sus hijos, educan desde una cierta autoridad, acompañando a sus hijos en la tarea de aprender a ser autónomos y obtener los principios morales que les ayudarán a convivir en la sociedad en la que, irremediablemente, deberán vivir.  Muy diferente es la relación entre el estado y los adultos. En primer lugar, no está claro de dónde los científicos del comportamiento, los funcionarios públicos y los políticos obtienen la autoridad moral desde la que poder manipular el comportamiento humano. La experiencia nos muestra una y otra vez que los expertos no tienen la piedra filosofal que nos proteja de todo mal y que la gente común aprende muy poco de ellos.

Los defensores y representantes del «Nudging» se llaman a sí mismos «arquitectos de decisiones» y afirman que sus métodos ayudarían a tomar las decisiones correctas. Se refieren a la creación de escenarios morales superiores en los que tomamos las decisiones correctas desde la perspectiva del diseñador. Las técnicas de manejo de la conducta nos impiden o al menos hacen que nos sea más difícil tomar una decisión «equivocada». El objetivo implícito de estos métodos se reduce a privar a las personas de la capacidad de tomar decisiones equivocadas. La libertad confinada entre las rejas del principio «solo somos libres para hacer lo que está bien». Lo que «está bien» reducido al universo fantasioso y arbitrario del diseñador de turno.

Los defensores de la «arquitectura de la decisión» fantasean en la ilusión de que su paternalismo es libertario y sus estrategias no son ni autoritarias ni basadas en la coacción. De hecho, sin embargo, sus objetivos son similares a las de los sistemas totalitarios. Hoy las propuestas políticas van más encaminadas a «conducir el comportamiento humano» que a permitir la convivencia de diferentes actores con diferentes necesidades.  Y es así que un gobierno ya no debe garantizar que la gente pueda satisfacer sus necesidades, se trata de adaptar la visión que la gente tiene del mundo y de sí mismos a la de los «arquitectos de las decisiones». Nada es más iliberal, no digo ya antilibertario, que tal objetivo.

Hay razones morales y prácticas para oponerse con contundencia a la magia del nudging como instrumento político o de gobierno.

  • 1. El nudging desprecia la independencia moral.

Immanuel Kant dejó perfectamente justificadas las razones por las que el desarrollo de la independencia moral de cada individuo es una de las condiciones obligatorias para que podamos tomar decisiones propias en y sobre nuestras propias vidas. En su famoso escrito «Beantwortung der Frage: Was ist Aufklärung?» – «¿Qué es ilustración?» (en español) – argumenta:

¡Es tan cómodo ser menor de edad! Si tengo un libro que piensa por mí, un pastor que reemplaza mi conciencia moral, un médico que juzga acerca de mi dieta, y así sucesivamente, no necesitaré del propio esfuerzo. Con sólo poder pagar, no tengo necesidad de pensar: otro tomará mi puesto en tan fastidiosa tarea.

Según Kant, es mejor tomar malas decisiones en nuestro camino hacia la independencia moral que guiarse por los «buenos» consejos. ¿Por qué? Porque la gente a través de la práctica de su autonomía moral adquiere una valiosa experiencia en su proceso de maduración. A una persona autónoma en sentido kantiano  se le supone independencia moral y la capacidad de comportarse de forma moralmente responsable. Sólo desde la práctica de la autonomía personal  asumimos la responsabilidad de nuestras vidas y aprendemos así a desarrollar nuestra personalidad. Para el florecimiento de la independencia moral es necesaria la posibilidad de decidir libremente, incluso para errar, y llegar así por uno mismo al  conocimiento acerca de cómo llevar de la mejor forma posible la propia vida.

  • 2. El nudging destruye nuestra capacidad de juicio.

Una de las virtudes más importantes para Aristóteles es la sabiduría, la capacidad de juicio. Capacidad de juicio y la toma de decisiones son para él las condiciones de un comportamiento virtuoso. Es, por ejemplo, a través de la valoración de opciones morales que desarrollamos la virtud de la prudencia. Por lo tanto, no podemos dejar en manos de los «arquitectos de decisiones» la toma de nuestras decisiones. Prudencia y sabiduría que pueden ser subcontratadas y puestas en manos de «expertos» -, son virtudes que tenemos que aprender nosotros mismos. Hablamos posiblemente de las virtudes más importantes en nuestro esfuerzo por llevar una buena vida y ser directores da la misma.

  • 3. El nudging devalúa la esfera privada.

Dado que el objetivo de la industria de gestión de comportamiento es nuestro comportamiento personal, el «nudging» promueve la intrusión en nuestras vidas privadas. Uno de los logros importantes de la liberalización en los últimos siglos ha sido el desarrollo de la privacidad. El filósofo John Locke fue, allá por el siglo XVII, uno de los principales valedores de la idea de privacidad, defendiendo que la fe (creencias) de las personas y su comportamiento en función de ella no podría ser objeto de la interferencia del gobierno siempre que no afectase los derechos de los demás. Para él, el desarrollo moral exige la libertad de las personas para actuar según su fe y sus sentimientos. Hoy en día el comportamiento individual ya no se considera un asunto privado. Cuanto mayor es el grado de incompetencia de la política y los gobiernos para hacer frente a los grandes retos de la sociedad, mayor es la presión ejercida sobre los individuos y su comportamiento. Y no hablamos de lo que hacemos en la calle, en público, hablamos también de lo que hacemos en casa y en nuestras vidas.

De esta manera aparece una nueva “intimidad”, nacida de la eliminación de fronteras personales, caracterizada por una nueva frontera: la frontera entre aquellas personas que se comportan conforme a la “norma social” y las que no lo hacen. Todo aquel que se diferencie en alguna forma de lo aceptado socialmente será objeto de medidas sociales de ayuda con la única meta de readaptarlo a lo convenido (a lo conveniente). Esta eliminación de fronteras (las personales) por la creación de otra nueva (la social) alcanza incluso los niveles más profundos de la privacidad de cada uno de nosotros.

Conclusión.

La cuestión que muchos se plantean es, ¿qué hay de malo en pretender que la gente coma mejor, haga más ejercicio, preste más atención a los demás? Nudging se ha convertido en la técnica de moda para conseguir esos y otros muchos objetivos «buenos». El nudging es un compendio de técnicas  para mover a la gente, a través de la manipulación inteligente de un determinado comportamiento, dando «empujoncitos», a hacer las cosas bien. El problema: no estamos ante algo voluntario. Significa «empujar» para que la gente  haga lo que en realidad no quiere hacer. Y no quieren hacerlo porque son supuestamente demasiado indisciplinados o estúpidos. «Nudge» es, pues, la hermana agradable de la imposición por ley. Un totalitarismo disfrazado de papá o mamá benefactores que nace de una imagen profundamente negativa del hombre. Se asume que las personas no son capaces de reflexionar sobre su propio comportamiento, que no son capaces de controlar sus propias vidas. El «nudgng» no es una técnica de debate, desde la que discutir la conveniencia de la adopción de nuevas actitudes. Es una técnica de engaño de la consciencia que afecta sutilmente el individuo – y de una manera que, o no nos parece lesiva, o no es percibida como tal. Este nuevo paternalismo es sin embargo mucho más insidioso y pérfido que sus predecesores históricos. Éstos se basaban en las prohibiciones y la coacción, algo fácil de ver e identificar, contra lo que rebelarse; «Nudging» se basa en la manipulación, es más opaco, menos patente, igual de efectivo.

 

Luis I. Gómez
Luis I. Gómez

Si conseguimos actuar, pensar, sentir y querer ser quien soñamos ser habremos dado el primer paso de nuestra personal “guerra de autodeterminación”. Por esto es importante ser uno mismo quien cuide y atienda las propias necesidades. No limitarse a sentir los beneficios de la libertad, sino llenar los días de gestos que nos permitan experimentarla con otras personas.

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6 comentarios

  1. Estoy completamente de acuerdo con Plazaeme.
    Personalmente ni siquiera conocía el «palabro», nudge, pero es obvio que una de la cualidades características de los humanos, y que solo recientemente se ha descubierto que podemos compartir con algunos otros bichos, es la de ser capaces de darnos cuenta de lo que los demás están pensando, paso previo imprescindible para manipularlos, generalmente en nuestro beneficio pero no siempre ni exclusivamente con ese fin (creo que le llaman «teoría de la mente» o algo por el estilo):
    ¿Quien no ha utilizado el truco de la psicología inversa para conseguir que, por ejemplo un niño haga algo que por vía directa sabemos que ni de coña va a hacer?.
    Por lo tanto si lo he entendido bien, el «nudge» podría ser traducido en español como «inducción» (en positivo) o «manipulación» (en negativo), que, tal y como ha expuesto Plaza, es lo que hacemos cada uno de los seres humanos con los que nos rodean, desde la cuna (¿acaso existe una manipulación más perfecta que el llanto de un bebé?) hasta la tumba.
    Por lo tanto, sin saber cuales son los objetivos concretos de la manipulación, (que pueden ser tan variados y opuestos éticamente como, por un lado, inducirte a creer que formas parte de una raza superior, o por el otro, (usando el ejemplo de Plaza), que no conduzcas mamado), personalmente no puedo posicionarme ni a favor ni en contra.
    Por cierto y por último, una parte de la gracia del asunto, tal y como yo la veo, es que como con casi todo lo que atañe a la psicología humana, también existen la «contra-manipulación», producto a su vez de ser conscientes del intento de ser manipulados:, que tanto juego da en el mundo del espionaje con los agentes dobles y todo el resto de triquiñuelas.

  2. Pegas hay unas cuantas.

    Sobre el «nudge». Es una técnica. Más vieja que el tebeo pero formalizada en las últimas décadas. Como tal, no pretende inducir a hacer lo que es «bueno», sino inducir a hacer – lo que el campeón de turno decida inducir a a hacer. Y la usan de una manera inconsciente más o menos todos los seres humanos.

    Kant. Ya estamos con las autoridades de la época de los dinosaurios. Personalmente lo adoro, y me parece la cima de la filosofía. Un ejercicio apasionante, casi siempre equivocado por la vía del auto-engaño. La construcción de colosales edificios mentales soportados por ladrillos imaginarios … e inexistentes. Pero en este caso, de Kant ni siquera se puede decir que estuviera equivocado. Simplemente no tenía acceso a la mínima información necesaria para digerir la moral. Es como escuchar a un niño hablar de la muerte, o del pecado. Pero basta imaginar un sistema complejo de muchos y variados agentes, decidiendo mediante sus propias luces y experiancia el juicio de cada uno de sus actos. No llevarían a cabo ningún acto, porque el mero juicio de los mismos se llevaría todos los recursos disponibles. Y peor; porque como cada uno daría con un juicio diferente, nadie podría saber (ni apostar) nada sobre la conducta de los demás. Sería un no-sistema, con multitud de agentes que practicando no-actos sin parar. Pero hay que reconocer que sería la hostia de elevado. Muy contemplativo y todo eso. Al final hay que pensar que algo cuenta que don Inma no saliera de su pueblo (Königsberg, hoy Kaliningrado) en toda su vida.

    Dado que el objetivo de la industria de gestión de comportamiento es nuestro comportamiento personal, el “nudging” promueve la intrusión en nuestras vidas privadas.

    El problema: no estamos ante algo voluntario.

    Como la publicidad, y la seducción, y las serenatas a la luz de la luna, y el ánimo contagioso, y ponernos guapos, y la buena educación (la del inglés «manners»), o incluso como la prepotencia arrogante. Todos ellos están destinados a afectar el comportamiento personal de otros. Y lo hacemos, todos, y desde hace tanto tiempo que hasta en los chimpas hay precedentes.

    Pero con el estado hemos topado, Sancho. Y como sì lo hace el estado, ya es malo. Aunque lo hagamos todos, siempre, y desde siempre. Imagina que el estado le diera al «nudge» para inducir a la gente a cumplir leyes cuyo cumplimiento considera urgente. No sé; conducir sin ir mamado, por ejemplo. Sería exactamente «la hermana agradable de la imposición por ley». Y eso no nace de una «imagen profundamente negativa del hombre», sino de un conocimiento profundamente real del hombre. Y de las ganas de conseguir el fin deseable de un sistema eficaz (circular sin contratiempos), mediante la menor violencia posible. What’s not to like?

    • En casi todo de acuerdo.

      Ocurre que cuando las costumbres (que es mayormente lo que describes) son aceptadas desde la experiencia de cada uno y lo que aprende por el mero hecho de vivir en sociedad, no hay un plan rector. Nos adaptamos a las emergencias propias que nacen del caos sistémico en el que vivimos. Y eso está bien. Ayuda a sobrevivir.

      Cuando la publicidad hace lo mismo, seguimos siendo nosotros los que podemos ir al super y comprar coca-cola, o pepsi-cola, o la cola del gasiosero del barrio.

      Pero si es el estado, que es el que tiene poder de verdad, el que, basándose en no se qué expertos, hace lo mismo, ya no hay posibilidad de elección, ni estamos ante algo que asumimos desde la experiencia. Ejemplo: mis órganos. Que dejan de ser míos cuando el estado, por consejo de los ingenieros del nudging, me dice que no sea bobo, que si no quiero donar, escriba un papel reclamándolos como míos. Si lo olvido, o si jamás se me pasa por la cabeza que mi riñón derecho pudiese no ser mío, pasa inmediatamente a ser propiedad del estado.

      • Nein. La prohibición es prohibición; si bebes no conduzcas (o el ejemplo que quieras) es «nudge». Y te queda por explicar por qué te parece bien la prohibición, y no te parece bien el «nudge». Su posible efecto más evidente es evitar la multa -o eventualmente la cárcel- a quien haya sido inducido a no conducir mamado por el «nudge». Y eso en mi libro no sólo no es malo, sino que es muy bueno. Sí es cierto que es coñazo. Pero …

        • También te podrían «sugerir»a votar a Susana Díaz, o No al brexit, o A hillary Clinton; o te podrían sugerir que no quieres cobrar de hacienda si la declaración salea devolver; te podrían sugerir que dones tu patrimonio a ONGs o a fundaciones del gobierno porqué es lo conveniente; o a que bebas cava y no champán o sidra en NAvidad porqué es lo conveniente. JUsto justo el tema de conducir ebrio… Si no quisieran que condujeras ebrio sería como en paises civilizados: Multa de 50.000 euros, se te requisa el coche y pena de cárcel y eso sólo por que te pillan ya si cometes homicidio pues pena de cárcel de 40años revisable a los 25 con consentimiento familiar del fallecido.
          YA me explicarás que diferencia encuentras entre la sugestión del Nudget estatal y por ejemplo la de una secta, claro que a tí te deben parecer bien

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