Nuevo paper: el CO2 no mata; el Smog sí lo hace

El pasado 19 de septiembre, el director del Intituto Max Planck de Química de Maguncia Jos Lelieveld, publicaba los resultados de su trabajo sobre Smog y mortalidad. Este trabajo de nvestigación sólo deja lugar para una conclusión racional en el ámbito de la protección de la atmósfera y la salud de las personas:

[mks_pullquote align=»center» width=»600″ size=»24″ bg_color=»#000000″ txt_color=»#ffffff»]El enemigo a combatir no es el CO2, es el Smog[/mks_pullquote]

Repitan conmigo diez veces: el CO2 NO es un agente contaminante.

Según los datos de este estudio, publicado en Nature bajo el título «The contribution of outdoor air pollution sources to premature mortality on a global scale»:

«Cada año el ozono y, principalmente, la contaminación del aire con partículas finas de menos de 2,5 micrómetros (aerosoles) contribuye definitivamente a la muerte de miles de personas en las ciudades. Por cada 100.000 habitantes fallecen por esta causa:
– En Pekín 126
– En Moscú 58
– En El Cairo 48
sumados los fallecimientos debidos a enfermedades pulmonares, cáncer, enfermedades cardiovasculares  y patologías cerebrovasculares asociadas a la calidad del aire.»

Contaminación Smog
Extended Data Figure 2: Increase in mortality linked to outdoor air pollution from 2010 to 2050 (business-as-usual scenario).

Sólo durante el 2010, los investigadores estiman que 3,3 millones de personas murieron a causa de la contaminación del aire con aerosoles. Este resultado concuerda con la estimación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que cifra en 3,7 millones los falleciientos asociados al Smog para 2014.

En el estudio de Lelievelds la letalidad de las partículas de smog se clasifica en función de los tipos de polvo fino.
Los aerosoles más letales son
– El Cairo: polvo del desierto
– Moscú: emisiones de la agricultura
– Beijing: cocinar y calefactar

Los contaminantes no siempre provienen de la propia ciudad, sino también de sus alrededores. El equipo dirigido por Lelieveld ha diseñado un modelo informático global, con el que muestran cómo el viento dispersa los contaminantes en la atmósfera (Nature, Vol. 525, p 367, 2015 ).

A nivel mundial, la combustión de madera y estiércol de vaca es la principal fuente de partículas finas de menos de 2,5 micrómetros: un millón de muertes prematuras en todo el mundo. En Europa y Turquía,  la agricultura es la principal fuente de aerosoles: el amoníaco y  otras emisiones de nitrógeno, se agrupan en partículas de polvo fino y se propagan con el viento).

La relevancia de las emisiones de aerosoles procedentes de las centrales térmicas de carbón  varía en función de su equipación tecnológica (especialmente los filtros). En China, las plantas térmicas de carbón son en su mayoría anticuadas y carecen de sistemas de filtro efectivos, lo que las convierte en la segunda fuente más importante de aerosoles. Por cada 100.000 habitantes, el número de muertes prematuras causadas por smog procedente de las térmicas de carbón es de:
– En China: 101
– El promedio en todo el mundo sin China: 36

En la República Federal de Alemania, el estudio identifica un total de 34.000 muertes prematuras debidas a las partículas de polvo fino, que se distribuyen en
– 50 por ciento del polvo agrícola
– 20 por ciento de la materia en partículas relacionada con el tráfico de vehículos

Los datos son los que son. Hablar de contaminación no es hablar de CO2, en absoluto un gas contamiante, es hablar de otras cosas. El estudio muestra claramente cómo las partículas de polvo fino, con diámetros superiores a 2,5 micrómetros, sí son un agente contaminante y peligrosos para nuestra salud. No se trata de dejar de quemar para no emitir CO2, ¡se trata de evitar la emisión de aerosoles!

 

Luis I. Gómez
Luis I. Gómez

Si conseguimos actuar, pensar, sentir y querer ser quien soñamos ser habremos dado el primer paso de nuestra personal “guerra de autodeterminación”. Por esto es importante ser uno mismo quien cuide y atienda las propias necesidades. No limitarse a sentir los beneficios de la libertad, sino llenar los días de gestos que nos permitan experimentarla con otras personas.

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6 comentarios

  1. El problema es que son proyecciones y modelos muy bonitos basados en estudios ecológicos y alguno «de cohortes» con evidentes limitaciones. Lamentablemente con esa base sugerir causalidad es muy atrevido.

    El problema de la contaminación es que no es practicable medir exposiciones individuales, para luego hacer unas buenas cohortes, lo que se suele hacer es medir la exposicion media y se aplica a un territorio, pongamos que una ciudad y se compara con otra tratando de ajustar los factores de confusión. Como habitualmente no tienes datos suficientes llenas los huecos con modelos y predicciones para los rangos de polución que no hay datos.

    Evidentemente esto no es comparable en precisión a coger un grupo de fumadores y otro de no fumadores y observarles durante 25 años aver que pasa y luego analizar los datos ajustando los factores de confusión.

  2. Luis, buen artículo, como de costumbre.
    Una duda me queda: ¿Cómo se «demuestra» que el smog es la causa de las muertes?. Una cosa es que todos sabemos que respirar aire impuro no es sano y otra afirmar que es el aire impuro el que causa las muertes.
    Saludos.

    • Nada sencillo. Los estudios epidemiológicos en ese campo se basan en la eliminación de otros factores para la concurrencia de las patologías presentadas. Si no hay indicios ciertos forenses (que los hay en muchos casos, sobre todo en enfermedades de las vías respiratorias), se descartan factores: no fuma, no trabajaba en industria, …. pero vivía en tal sitio con niveles de aerosoles X.

      Es decir, no son cifras exactas, pero lo más aproximadas a la realidad que permite la metodología.

  3. Si es verdad , pero el dióxido de carbono es un importante gas de efecto invernadero. La quema de combustibles de carbono desde la revolución Industrial ha aumentado rápidamente su concentración en la atmósfera, lo que ha llevado a un calentamiento global. Es además la principal causa de la acidificación del océano, ya que se disuelve en el agua para formar ácido carbónico

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