El efecto de la mentira sobre la verdad

Steve McKintyre remata así su última entrada sobre las mentiras -documentalmente demostradas- de los autores de la payasada del 97% de consenso climático y la universidad que lo publicó.

Mientras escribía esta entrada, chateé un poco con Lucía acerca de la aparente ceguera de aquellos (p.e. Dan Kahan) que pontifican sobre la comunicación del clima (calentamiento global) para ver el efecto corrosivo que tiene la mentira sobre la confianza. Lucía contestaba en su estilo siempre contundente:

No entiendo que no vean que si la Universidad de Queensland miente (sobre el 97% de consenso), y los científicos del clima parecen pensar que eso está bien, el publico creerá que es probable que los científicos del clima mientan sobre otras cosas. Estamos viendo toneladas y toneladas y toneladas de documentos sobre “cómo comunicar”, pero ninguno señala lo evidente: Necesitamos que dejen de pillarnos mintiendo. Oh … hay una estrategia para que dejen de pillarnos: ¡Empecemos por no mentir!

Es curioso que haya gente (p.e. Dan Kahan) que parece convencida de que a los científicos hay que medirlos por un rasero diferente que a otros grupos humanos. Y no creo que sea sólo porque él mismo es científico (social –>). Lo cree mucha gente fuera de la academia. Por ejemplo, si Pepiño Blanco o Ángel Acebes (o Philip Morris, Coca-Cola, o Iberdrola) dicen que “tenemos un problema de comunicación”, la gente tiene una reacción  automática. Piensa: El problema al que se refiere es que sus mentiras no están colando. Ni siquiera necesitan conocer esas mentiras. El automatismo es más sencillo.

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La respuesta imposible de los de los “problemas de comunicación”, cuando no pueden negar la evidencia, suele ser del tipo de: Una mentira de unos pocos del grupo, sobre una sola cosa, no quiere decir que todo el grupo mienta todo el rato. Y eso es verdad, pero no es lo que importa. Lo que importa es que una sola mentira muy visible que ese grupo no solo no corrige, sino que la aplaude -hasta que desde fuera se les obliga a “corregir los problemas de comunicación”- le quita cualquier credibilidad a ese grupo.

Y cuando ya no hablamos de un caso concreto (97% de consenso), sino de un rosario constante en el tiempo (palo de hockey; trick to hide the decline; redefinir “peer-review; “la pausa” en el calentamiento; el sobrecalentamiento de los modelos climáticos; la inexistencia del “punto caliente” tropical; Peter Gleick «fabricando» documentos ajenos) la cosa no es que mejore precisamente.

Pero como hemos quedado que los científicos son mundo aparte, entonces hacemos gimnasia prodigiosa. ¡Con “ciencia”, sin ir más lejos!

Con una metáfora nada menos que de mecánica cuántica.

La estrategia es muy resultona. Si los científicos son un mundo aparte, en el que no son necesarias las reglas con las que nos regimos el resto de los humanos, quien quiera que se ligue a los científicos es también un mundo aparte. ¿Quién paga a los científicos?

– ¡Oiga, pero la ciencia se mueve mediante prueba experimental y método científico! Eso que describe no es posible.

– ¿Y dónde figura exactamente el “consenso” (de opinión) dentro de la prueba experimental y el método científico?

Seamos serios. Si el “conocimiento” de los científicos se basa en el consenso y en la autoridad (credibilidad), entonces:

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Es automático.

Los buenos profesores, antiguamente, solían decir: Si no sabes explicarlo bien es que no lo has entendido bien. ¿Y cuantás veces has leído estos años que la “ciencia del cambio climático” tiene “un problema de comunicación”? Los grandes físicos de la primera mitad del siglo XX (y los grandes físicos en general) tenían un solo problema. Demostrarlo, o no demostrarlo. Nadie les conoció nunca “problemas de comunicación”. No sé si me explico. 😉

Añadido: Un ejemplo de ayer del problema del ocultamiento / mentira en la «ciencia del calentamiento global». Scientific American borrando comentarios del «Director de Impactos Climáticos» de la Universidad de Exeter (Richard Betts), en medio de una eliminación masiva de cometarios críticos (pero perfectamente legítimos).

Añadido 2. Nota: Que nadie confunda «problema de comunicación» con «problema de audiencia». Los australianos que decubrieron el problema de la gastritis y de la úlcera, y tardaron más de 15 años en que «la ciencia» se diera cuenta de sus obvios resultados, no tenían un «problema de comunicación». Tenían los congresos vetados por la industria farmaceutica, que es otra cosa muy distinta. Pero a los carbonófobos no son altavoces lo que les falta.

plazaeme
plazaeme

Negacionista. Que no se sabe muy bien si quiere decir que niego que exista el clima; que niego que el clima cambie; que niego que el clima esté cambiando actualmente de forma que no se haya visto antes; o que niego que hayan mostrado que se trata de un problema real, y no imaginario. Nunca me lo explican, y sigo esperando.

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