Australia, el primer país del mundo en dar clara marcha atrás a la locura de la «política del clima»

Elimina el impuesto a las emisiones de carbono (quieren decir dióxido de carbono – CO2). A 25 dólares australianos por tonelada, debía de ser el país que las tenía más altas.

¡Qué envidia de país! En las elecciones discuten cosas de verdad. La decisión entre dos políticas opuestas, ambas posibles. Y el que gana las elecciones, lo cumple. Que es para lo que se supone que está la política, y no para limitarte a cambiar al mamón de Zapatero por el mamón de Rajoy. Y no para quedarte muy contento porque han ganado «los míos», sin que luego te importe lo que hagan. Por ejemplo, lo mismo que los «no míos».

Yo creo que simbólicamente tiene mucho valor. Como se trata de un cuento chino, los partidarios de la carbono-manía no pueden presentar gran cosa en el apartado de argumentos. Y el de evidencias mejor lo olvidamos. Así que su gran baza era un «consenso» imaginario, cuya falsa existencia solo se podía mantener a base de que ningún crítico pueda decir ni pío. Si fuerzas el silencio de la postura contraria (insultos, amenazas, pérdida del trabajo), solo se oye una postura, y aparentemente hay un consenso. Y como hay un consenso, no hay más que hablar.

En Australia mucha gente ha dado el callo. Científicos, políticos, periodistas y blogueros. Es la hora de recordarles. Y agradecerles su ingrato esfuerzo. Porque han hecho visible que sí hay discusión, y disenso. Científico, y político. Y que discutir cuánto se paga, y en qué se gasta, es la discusión esencial de la política.

Por eso Abbott, el candidato conservador, llevó la eliminación del impuesto a las emisiones de CO2 como uno de sus tres puntos fuertes en su programa. Los otros dos eran, equilibrar el presupuesto, y reforzar la frontera marítima para detener la invasión de inmigración ilegal. Y con eso programa desbancó a la coalición de laboristas y verdes.

Pudo haber ganado, o no. Puede tener razón, o no. Pero la política es eso, y no esto.

El caso es que ya tenemos un país que le ha sacado un dedo al IPCC, y se lo ha metido en todo el centro de la llaga. El siguiente debería de ser Canadá. Ya repudió el acuerdo de Kyoto. También tiene una cuota notable de científicos periodistas y blogueros dando guerra. Aunque el gobierno, de momento, parece seguir más un juego de «sí, pero, no, pero si».  Todo el mundo sabe lo que piensa, pero medio disimula. Y todavía no se ha decidio a hacerle la peineta definitiva al IPCC.

Calculan que el ahorro en la factura de energía va a ser 550 dólares asutralianos por familia y año. Pero váyase usted a fiar de esos cálculos.

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plazaeme
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Negacionista. Que no se sabe muy bien si quiere decir que niego que exista el clima; que niego que el clima cambie; que niego que el clima esté cambiando actualmente de forma que no se haya visto antes; o que niego que hayan mostrado que se trata de un problema real, y no imaginario. Nunca me lo explican, y sigo esperando.

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4 comentarios

  1. Las antípodas, todavía más en las antípodas.

    Aquí es impensable que algo así apareciera en un programa electoral (acordaros del numerito con el primo de Rajoy y el vergonzante recular de éste). Y aunque fuera, tampoco lo cumplirían, pero bueno, eso sería lo menos sorprendente.

  2. Y sobre todo, es el resultado del cumplimiento de un programa electoral que la gente ha votado. Dudo que en Europa algo así sea posible por el momento, pero aún hay esperanza en la capacidad de análisis crítico de la gente.

  3. Creo que es muy importante para la imagen que la gente tiene del tema. Ya no son los malvados y sin escrúpulos USA, China, Rusia… sino Australia, un país con buena imagen a ojos de la gente. Es posible que algunos empiecen a preguntarse cosas, y a dudar.

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