La pregunta de Amy Farrah Fowler o el enigma del socialismo vulcaniano

Antes de empezar supongo que debo disculparme por adelantado. Sé que escribo en un blog serio, por lo que tratar aquí ciertos temas desde una óptica más frívola quizás no sea lo más apropiado. Sin embargo, el ambiente estival me invita a la relajación, y también es cierto que un amplio sector de la sociedad ni siquiera se plantearía esos mismos asuntos si no fuesen abordados de esta manera. Quiero decir que llega a más gente un comentario soltado fuera de contexto en Gran Hermano, que elaborado en las Meditaciones de Marco Aurelio.

Además, una de las grandes victorias del socialismo (en sus múltiples variantes, desde la social-democracia hasta el comunismo, pasando por todos sus familiares mejor o peor avenidos) es darse cuenta de esto mismo. Así, durante generaciones, ya sea a través del cine, la televisión o la literatura, se han ido introduciendo conceptos e ideas en la población hasta conseguir que una parte de ésta los asimile como lo bueno y deseable.

En cuanto a mí, buena parte de mi educación, como la de muchos de mi generación, se nutre de series de televisión, comics, películas de serie B y dibujos animados. He tenido oportunidades de sobra de sufrir esos lugares comunes, esas enseñanzas políticamente correctas de las que hablaba. En buena medida han hecho de mi lo que soy, de modo que no me condenen demasiado si ahora dejo salir un poco este aspecto friky de mi personalidad. Pero entremos en el tema:

1.- Amy and SheldonEn una de las comedias más originales que están emitiendo (y por desgracia repitiendo hasta el aburrimiento) actualmente, una de sus personajes, Amy Farrah Fowler, pregunta al Dr. Cooper, para consternación de éste:

“¿Sugieres que nuestra vida se base en la ciencia ficción barata?”

Aunque la pregunta está hecha con ánimo jocoso, lo que es cierto es que la ciencia ficción es un reflejo de la sociedad en la que se escribe (o se produce). Obviamente, lo que se ofrece en sus argumentos dista de ser una prueba de situación alguna, pero sí lo es de la forma de pensar de unos productores y del público al que va dirigido. Se trata de una manera bastante curiosa de estudiar los valores y las tendencias de la época a la que pertenece.

Pongamos, por ejemplo, la serie concreta a la que se referían, que no es otra sino Star Trek (la abuela del frikismo, si damos por sentado que la madre es Star Wars). En ella se tocan varios aspectos curiosos que, deforma seria, se han tratado y debatido en este blog, y que pueden arrojar cierta luz sobre el concepto que de ellos tiene una gran parte de la sociedad. Pero para no extendernos demasiado vamos a fijarnos en un par de ellos en concreto.

¿Es el Sr. Spock comunista?

 2.- Spock and KirkSituémonos un poco: En la Nebulosa Mutara, el señor Spock ha conseguido reparar el núcleo del motor de curvatura de la nave Enterprise, salvándola en el último momento. Pero para ello ha recibido una dosis letal de radiación. El capitán Kirk, del otro lado del cristal de seguridad, le pregunta a su moribundo amigo la razón de su sacrificio y él responde que:

 “El bienestar de la mayoría supera al de la minoría, o al de uno solo”.

Y a una gran parte de los espectadores, en ese momento, se le caen dos lagrimones socialistas. Porque la idea parece obvia y simple. De hecho, en apariencia, el oficial vulcaniano acaba de resumir en una frase la idea de democracia. El bien de la mayoría debe prevalecer.

Pero a poco que nos paremos a pensar en ello, el fallo es evidente. Porque ese no es exactamente el concepto de democracia, a menos que nos refiramos a las “populares” o las “avanzadas”, éstas últimas tan de moda entre aficionados a la ornitología espiritista.

El sistema mayoritario en una democracia (vamos a centrarnos en las democracias parlamentarias tal y como surgieron en el siglo XIX y sobreviven a duras penas) es, o debiera ser, tan sólo un criterio objetivo de elección del gobierno (para garantizar su cambio pacífico) y de toma de decisiones en los parlamentos. Sin embargo, ese es sólo un aspecto de la Democracia, no su definición. Para que ésta exista, deben además respetarse unas garantías que impidan que las mayorías puedan abusar de las minorías (básicamente la separación de poderes, el sometimiento del poder a sus normas y el respeto de los derechos humanos y de los principios generales del Derecho, tales como la seguridad jurídica, o la igualdad de partes), puesto que tan opresora puede ser la tiranía de la mayoría como la de un individuo.

En ese caso, al contrario de lo que parece, la citada frase, lejos de enunciar un principio democrático, podría hacernos creer que el tipo es un comunista de orejas puntiagudas, partidario de la dictadura del proletariado estelar. Bueno, no conozco la ideología del guionista, ni del director, ni de los productores, pero algo se puede deducir de los sucesos de la propia película.

3.- red-shirtY es que Spock no ordena a nadie que se arriesgue, sino que lo hace él. Si tan importantes son los intereses de la mayoría, éstos se servirían mejor sacrificando a un tipo con pocas luces, algún torpe, con menos utilidad que el propio segundo oficial, que es un genio imprescindible para la nave. Por cierto, un argumento recurrentemente usado en esas democracias “populares” en las que se invoca siempre ese bienestar mayoritario.

El quid de la cuestión es que la frase es totalmente válida como principio moral, no como norma política. El señor Spock ha ponderado libremente sus opciones y ha decidido llevar a cabo un acto loable y altruista, en el que él sale perjudicado para poder beneficiar a un número mayor de individuos.

La clave en esta situación es, precisamente, el hecho de que esa decisión ha sido tomada libremente, sin ninguna coacción por parte de terceros. De haberse producido ésta, si la tripulación se hubiera organizado para votar en ese sentido o el capitán hubiese hecho valer su autoridad, o de cualquier ora forma se hubiese ordenado al vulcaniano salvar la nave a costa de su vida, ya no estaríamos hablando de una acción digna de elogio, sino de una imposición ilegítima, de la institucionalización del interés de la comunidad por encima del de un individuo. En ese caso estaríamos hablando de socialismo.

Lo que efectuado libre y voluntariamente es un acto virtuoso, cuando se impone se convierte en tiranía.

Claro que siempre existe y existirá la tentación de convertir la virtud en obligación. Algunas consignas en ese sentido se escuchan por ahí. Habrá que esperar que al menos un número suficiente de ciudadanos capte el sentido de la famosa frase de Spock.

Cuando todo nos lo dan hecho, o las falsas utopías:

 No hace mucho que en un artículo de este blog surgió una acalorada discusión sobre la viabilidad del socialismo en una sociedad en la que la tecnología y los cambios sociales hubieran conseguido que todas las necesidades humanas estuvieran cubiertas.

No es mi intención repetir aquí el debate, cuya lectura recomiendo al que no lo haya hecho. Tan solo me dio pie a recordar que tales utopías se han llevado al papel y a la pantalla en bastantes ocasiones, con distintas perspectivas.

Centrémonos de nuevo en la saga de la que acabamos de hablar, pero una generación posterior. Una nueva tripulación surca el espacio a bordo de una nueva nave estelar. No es lo único que ha cambiado. La sociedad que describe también lo ha hecho, como reflejo de la de la nueva época en la que se emite la serie. Del optimismo explorador y desvergonzado de finales de los 60 se pasa al pensamiento acomplejado y new age, buenista e hipócrita de finales de los 80.

Aunque posiblemente, uno de los motivos del cambio provenga de uno de 4.- replicadorlos cachivaches más surrealistas y delirantes de la ciencia ficción: el replicador de alimentos. Para el que no sepa de qué hablo, me explico: en las naves estelares y las viviendas se dispone de un aparato que crea “de la nada” todo lo que se desee. Incluso los hay en lugares públicos.

Estamos pues, en una sociedad en la que todo el mundo tiene su vida solucionada. A nadie le falta de nada. Y así describen a la Federación como un paraíso sin crímenes, sin enfermedades, sin pobreza, sin problemas, donde sus felices y satisfechos habitantes ya no usan el dinero. Trabajan por realización personal, si quieren trabajar.

Sin embargo, no hay más que leer entre líneas de esta utopía new age para darse cuenta de que no es cierta. De hecho, en las últimas temporadas y en otras series paralelas, las cosas se vuelven más interesantes cuando empiezan a explotar esos “defectillos” del sistema. “Es fácil ser un santo en el paraíso”, le espeta un oficial de un puesto fronterizo, harto de hipocresías, cuando un representante del gobierno establecido, el protagonista, por cierto, le exige obediencia y sensatez (y abandonar a la esclavitud y la muerte a una población entera de sus propios ciudadanos, los cuales, como son muy malvados, se oponen) por el “bien común”.

Al contrario de lo que ocurre en la serie anterior, las autoridades civiles de la Federación ya no aparecen por ninguna parte. Ahora es la Flota Estelar (los militares, vaya) quien toma todas las decisiones. Sí, todo muy de buen rollito, paz y amor, pero te sueltan un bombazo como saques los pies del tiesto.

Es de suponer que la base del bienestar de los habitantes de la Federación es el replicador. Pero siendo un poco lógicos (sí, ya sé que estamos hablando de fantasía, pero incluso ésta debe tener cierta coherencia interna, y la serie, aunque tarde, acaba teniéndola) algo así debe de necesitar ingentes cantidades de energía y consumir igualmente muchas materias primas.

5.- battleY así tenemos grandes imperios en perpetuo conflicto, combatiendo por esos recursos y convirtiendo a sus ejércitos en la casta dominante en sus sociedades, y a los individuos actuando continuamente para lograr una de esas cosas que no pueden tener con el replicador: el prestigio. Da igual que estemos ante brutotes buenos salvajes como los klingon, taimados como los romulanos (una lástima que de enemigos honorables los transformaran en fascistas de opereta), o melosos y cargantes moralistas, políticamente correctos, como la Federación. Al final tenemos una férrea dictadura militar en todas partes. Una casta superior en la que para entrar hay que ir recomendado y superar duras pruebas de selección.

Sí, ya sé que dije que la gente trabaja para realizarse, pero si quieres hacerlo en la Flota Estelar, es decir, si quieres ser de la casta dominante, el estamento respetado y admirado, te las vas a ver canutas.

Claro que esto no demuestra nada. No significa que de existir un cachivache así, el mundo sería como lo describen en la serie, donde as cosas suceden así porque de esta forma lo han decidido los guionistas. Pero no es a eso a lo que voy. Lo que me interesa señalar de todo este asunto es que aunque obviamente lo sea, la serie no pretende ser una distopía como en otras obras (Firefly, Starship Troopers…), sino que nos lo intentan hacer pasar como utopía.

Lo que debería llamar la atención es que para los productores y guionistas, así como para una parte importante de los espectadores, el mundo descrito en Star Trek, La Nueva Generación es un lugar idílico, donde la gente no tiene que preocuparse en absoluto de la política, ni realmente de nada, porque es feliz y tiene la tripa llena. Donde unos tipos bienintencionados y moralmente elevados (y armados hasta los dientes) proporcionan protección y seguridad. Y claro, la forma de hacerlo la deciden ellos.

Hay que decir en su favor que hacia las últimas temporadas de la serie, empiezan a sacar conclusiones de todo este tinglado, y la cosa se pone interesante. Porque claro, hay ciudadanos que tienen ideas propias sobre lo que quieren hacer con sus vidas, y esas ideas en ocasiones chocan con las de esos tipos tan sabios y buenos. En ese momento, y siempre por su bien, pasan de ser unos admirables guardianes a unos represores tiránicos, pero sin perder la sonrisa ni su pedestal de moralidad intachable.

Y es aquí cuando la misma serie pasa a no entender la frase del señor Spock a la que aludía antes.6.- sheldon and spock

En fin, espero que me disculpen por mi ataque de excentricidad veraniega, y déjenme recomendarles que, en caso de que no lo hayan hecho, den un repaso a las historias de fantasía y ciencia ficción clásicas. En ocasiones contienen más de lo que aparentan.

Larga vida y prosperidad.

Miguel A.Velarde
Miguel A.Velarde

Ejerzo de Abogado en Sevilla, además de estar implicado en algún que otro proyecto.

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13 comentarios

  1. «…Sin embargo, ese es sólo un aspecto de la Democracia, no su definición. Para que ésta exista, deben además respetarse unas garantías que impidan que las mayorías puedan abusar de las minorías (básicamente la separación de poderes, el sometimiento del poder a sus normas y el respeto de los derechos humanos y de los principios generales del Derecho, tales como la seguridad jurídica, o la igualdad de partes), puesto que tan opresora puede ser la tiranía de la mayoría como la de un individuo.»

    Sencillo, perfectamente explicado. y que poquita gente lo entiende. Y el que piense que me equivoco, que asista a la próxima junta de propietarios de su vivienda.

    Gran artículo Miguel Ángel. La (buena) ciencia ficción es un excelente mecanismo para analizar cuestiones éticas y morales. Así que de excusas, nada.

  2. No es curioso que la SciFi leen en muchos paises (los universitarios en su mayoria) pero la escriben solo en EEUU, UK, Rusia y un poco en Japon. ¿no sera porque en estos paises los cientificos tienen un cierto prestigioo?

  3. Igual que en la fantasía las sociedades son totalmente anti-socialistas en la ciencia ficción son pro-planificación central. Pero amén de esto lo que me parece interesante es la influencia que por ejemplo la CF ha tenido en autores como Michio Kaku que siendo un gran físico, es de los que piensan que cuando surja el replicador de materia solo van a tener trabajo los investigadores y los artistas, de hecho llega a decir que la bolsa, a la cual describe como solo una forma de perseguir números será llevada totalmente a cabo por máquinas. Luego tenemos las perlas de Asimov sobre demografía y su metáfora del cuarto de baño en la cual la superpoblación nos llevará a la perdida de derechos, me parece mentira que una mente tan acostumbrada a las abstracciones complejas no sea capaz de darse cuenta de que la población es capaz de regular su crecimiento cuando este se desborda y cambian las condiciones de vida.

    • Hay que aclarar algo, PVL. Los maoríes son descendientes de la raza y cultura que se creó en el paraíso. Y son como dos gotas de agua. Cuando Cook, aun se entendían en bastante medida con los de Tahiti, que Cook llevaba de intérpretes. Pero NZ no es el paraíso. Hace frío, y la comida no está tan al alcance de la mano. En todo caso esto describe lo que menciono para parientes de mejor clima:

      Tatuajes y alcoholismo, malos tratos y problemas familiares para …

      Es una gente curiosa. A mi me encanta. En todos los sentidos, lo que para un medieval serían «señores». No contemplan la posibilidad de currar (no necesitan), desprecian el dinero (no lo entienden bien), y guerrean como jabatos (ahora solo lo poco que les dejan). Tanto españoles como ingleses pensaron en usarlos como marineros en sus barcos, para cubrir las bajas que siempre tenían. Son marineros natos, además de bravos. Pero no funcionaba, porque frente a esas ventajas presentaban una indisciplina completamente insuperable.

  4. Sobre el tema del paraiso tecnológico… hace tiempo me corroía la duda sobre esa posibilidad… hasta que leí a Friedman (hijo) en Las maquinarias de la libertad, cosas brutalmente lógicas como:

    Even if productivity does increase enormously, the argument assumes that total demand is limited; otherwise increases in productivity will be met by increases in demand, as in the past, and the conflict between different people who want the same resources will still exist. Believers in such a saturation of demand argue that above some income (usually about twice their own) consumption ceases to be useful and becomes pure show, so that when production reaches this level, there need be no more scarce goods. This argument confuses amount of consumption with the physical quantity consumed. There is a limit to the amount of food I can eat or the number of cars I can conveniently use. There is no obvious limit to the resources that can be usefully employed in producing a better car or better food. For $10,000 a car can be made better than for $5,000; for $20,000, better than for $10,000. If the median income rises to $100,000 a year, we shall have no difficulty spending it.

    siguiendo con:

    If Hoffman is right and automation produces a median income of $1 million a year, no one will bother to charge for food. Food machines will be provided as a free amenity for the convenience of potential customers at the stores where whatever goods are worth selling (art? entertainment? spaceships?) are sold, or they will be set up on street corners to commemorate dead spouses, just as water fountains are now.

    Para terminar con uno de mis párrafos preferidos:

    The problem of plenty is not a new one for capitalism. It has dealt with that problem by providing more and better ways to use larger and larger incomes — so successfully that Abbie Hoffman hardly realizes how rich we already are by the standards of previous centuries. Capitalism will continue to deal with the ‘problem’ of plenty in the same way. It’s only fair: capitalism created the problem.

    • La idea de que todos tengan sus necesidades satisfechas es un viejo sueño totalitario, y por eso nos bombardean continuamente con la mandanga esa de que «tenemos más de lo que necesitamos», y de los males del consumismo. Y es que para consternación de muchos, cada persona puede tener su idea de lo que necesita, así que la única forma de poder satisfacer las necesidades de todos, es que el que mande decida cuáles son esas necesidades y punto.

      Volviendo a la ciencia ficción, me acuerdo de «Hágase la Oscuridad», de Fritz Leiber, donde el gobierno tenía un museo sobre cómo vivían los depravados antepasados, con objetos decadentes como sillones de masaje y lavavajillas, y explicaban que por esas cosas cayeron en la molicie y sobrevino el desastre…

      Y además, es de cajón que una vez satisfechas unas necesidades surgen otras. En caso contrario, con los estándares de la edad media, todos habrían sido felices en el siglo XVIII.

      • Bueno, esa era la idea del paraíso, que tenían sus necesidades cubiertas. El chiste es que al estar en una isla, a la que yo creo que llegaban de chiripa, y ya no sabían salir, el universo entero es lo que ves. Es difícil tener la idea de necesitar lo que no ves. Quiero decir que si tienes hambre, o ganas de follar, la necesidad es clara; la sientes. Pero no puedes sentir necesidad de tener un castillo … que no sabes que existe.

  5. Impresionante, ameno, entretenido y real, yo iría más lejos e incluiría muchas series «buenistas» de televisión, como esa de «Erase una vez», en que la bruja mala al final no es tan mala y la mala es la madre, que alguien tiene que serlo…creo que esto es parte de un plan para atontarnos a todos…saludos.

  6. Ah, muy interesante la excentricidad veraniega, gracias. Y no me parece nada «poco seria». Las dos partes apuntan a problemas muy diferentes, y muy sustanciales.

    Con la primera tengo una pega respecto a la interpetación.

    Lo que efectuado libre y voluntariamente es un acto virtuoso, cuando se impone se convierte en tiranía.

    .

    Ojo con esa libertad y voluntariedad. Tú mismo dices que la frase de Spok es válida como principio moral, aunque luego crees que ha sopesado las opciones, y elegido el sacrificio libremente. En realidad lo que ha ocurrido es que le ha pesado mucho la moral (la suya), y le ha impelido a actuar. Pero la moral es casi exactamente lo contrario de la libre elección. Su raíz viene de costumbre, nada menos. Y su efecto es un imperativo de conducta; lo que «se debe» hacer en la circunstancia concreta. O si quieres, lo que sabes que los demás (o la moral) esperan de ti.

    Este esquema es completamente «natural». En el sentido de que lo tenemos interiorizado, «somos» así. Aunque luego en unos la moral pesa más que en otros. Pero hasta entre los forajidos tienen cierta moral. Sencillamente, funcionamos en grupos (sociedad), y un grupo no rula si no sabes lo que puedes esperar de los demás. Así que, menos lobos liberales, Caperucita. 😉

    Yo creo que tu problema con lo que llamas «socialismo» es el traslado de esa moral, desde la banda de cazadores hasta la sociedad compleja. Eso no lo tenemos tan interiorizado, y por eso rasca más.

    La segunda parte es otro problema, y también muy bonito. El paraíso. Lo que no nos damos cuenta es de que existe. Una sociedad con las necesidades resueltas al alcance de la mano. Estaba en Polinesia, y nos lo cargamos los europeos. Porque no lo entendimos. Imagina un sitio donde no necesitas ropa, por el clima que hace. Donde te puedes hacer una cabaña más que decente simplemente cogiendo ramas de los árboles. Donde no hay predadores que te puedan atacar. Y donde la comida pende de los árboles (cocos y fruta), está depositada en el suelo en islotes vecinos (huevos de aves marinas), o se puede coger en el mar, fácilmente. Y si un día quieres un poco de ejercicio y diversión, te das un paseo un poco más largo, y cazas una gallina o un cerdo salvaje. Es exactamente tu situación de la segunda parte de las naves interplanetarias.

    ¿Cual es el problema? La superpoblación, y el aburrimiento. No estoy de broma. ¿Y cuál es la solución? La guerra. Los polinesios, mucho antes de estar todos muertos de hambre, por haber acabado con los recursos, se dieron a la guerra. Tribus separadas que guerrean, y se matan lo suficientemente como para que la población no crezca. O si quieres, corregieron la falta de predadores.

    Los europeos les impidieron la guerra, y con ello les trajeron la miseria. Después les subvencionaron, y ya no hay miseria. Y se pasan el día emborrachándose o fumando maría, y compitiendo y peleando entre sí. Es una sociedad extremadamente violenta, el paraíso. Pero el turista no lo suele ver, hay que convivir con ellos. Afortunadamente no es difícil; los blancos les parecemos mierdecilla, no digna de pelearse con ella, y nos dejan tranquilos.

    Había una carta maravilllosa, que no sé si sabría encontrar. Era del primer gobernador británico en Fiji, dando cuenta a la metrópili de sus primeros meses en el puesto. En la época victoriana. Una depresión de caballo. Describía por qué no se podía sacar nada de allí, ya que era completamente imposible hacer carrera de aquella gente. Y explicaba los motivos, uno por uno. Sin darse cuenta de que esta definiendo el paraíso con toda exactitud. Al final importaron hindúes para trabajar, y hoy en día tienen un problema alucinante. Una población dividida en dos razas / culturas, la mitad con todo el dinero y los negocios, y la otra mitad con toda la tierra y el ejército.

    Otra nota sobre el paraíso. Uno de los encargos de Cook era buscar un lugar adecuado para establecer una colonia penal. Les ofreció las opciones de Nueva Zelanda y Australia. Y explico que NZ era muy parecida a Inglaterra, y los penados se podrían adaptar si más. Y que Australia era completamente diferente en su geografía física, tal vez demasiado diferente. Pero que también había mucha diferencia en la población autóctona. La de Australia no ofrecía mayores problemas, pero la de NZ se caracterizaba por ser formidables guerreros … y antropófagos. Y no creía Cook que la condena incluyera la pena de ser comido, con total seguridad, a los cinco minutos de desembarcar.

    Mucho cuidado con los paraísos.

    Saludos. Y gracias por el entretenimiento.

    • Pues sí, la verdad es que el tema puede dar mucho de si. Apoyando lo que dices sobre la fuerza de la moral, la primera lección que se enseña en la facultad de Derecho (aunque todo el mundo tienda a olvidarla, la pase por alto o simplemente, no se la crea) es que el Derecho (la coacción institucionalizada) es el medio de control social menos eficaz, más costoso y por tanto el que se debe usar con más moderación, por decirlo de alguna manera.

      Más eficiente que la Ley es la moral, la costumbre y, sobre todo, la religión. Como dices, una persona puede verse arrastrada por el concepto del bien y el mal que le han inculcado, pero es muy diferente a verse obligada en ese momento por otra persona. Ahí entraríamos en el debate de qué es la libertad y si existe realmente, pero creo que es más sencillo que eso. Te pongo un ejemplo verídico:

      Una chica argelina en un barrio de París. Educada por una familia muy religiosa y conservadora en un ambiente muy cerrado (tanto que a ciertas edades, a las niñas las envían a Argelia para que los europeos no las perviertan con ideas demoníacas, como eso de querer conducir un coche). En el barrio las insultan (e incluso les tiran piedras) si las ven con pantalones, y si encima no llevan pañuelo, ya te puedes imaginar. Pues esta chica, sopesando sus conceptos morales, decidió mudarse de barrio (e incluso de país), ante la maldición de su familia, y en contra de las ideas de moral y religión inculcadas. Es decir, que aún en ese caso, se puede elegir.

      Ahora vayamos a Arabia saudí: si una chica, sopesando su base cultural y sus conceptos morales y religiosos, decide ponerse minifalda, no se enfrenta sólo a la presión social, sino que acabará en prisión. La diferencia creo que es suficientemente significativa como para tenerse en cuenta. De hecho, en ningún país civilizado, el temor reverencial es eximente de los delitos.

      Respecto de los nativos de polinesia, es curioso que los menciones, porque la situación que describe «Star Trek, la Nueva Generación» siempre me ha recordado a eso.

      En efecto, parece ser que en paraiso la gente tiende a aburrirse y a darle por matarse unos a otros, con lo que en mi opinión, el riesgo de degollina hace que pierda una parte importante de su encanto.

      De todas formas, en la serie la situación tiene un matiz diferente. Aquí te lo dan todo hecho, siempre que no falle el suministro de materias primas, y esos soministros sólo los garantiza una flota armada, lo que hace permanente el riesgo de guerra con el exterior.

      Además, al no haber necesidades, al tenerlas cubiertas desde la cuna, se hace innecesaria una iniciativa empresarial privada, por lo que desaparece la posibilidad de que esas materias primas se consigan mediante el comercio tal y como lo entendemos. Son los imperios los que negocian entre ellos, o se los arrebatan por la fuerza, según su conveniencia política.

      Es algo que no tienen en cuenta todos estos teóricos que abundan por internet con videos sobre utopías futuras, donde la humanidad sea feliz gracias al socialismo tecnológico. Esta gente, al fin y al cabo, lo que hacen es ciencia ficción, aunque sea con fines políticos en lugar de para entretenimiento.

      Y les vendría muy bien repasarse un poco la que ya está hecha, para que vean que realmente no han inventado nada.

  7. No tienes de qué disculparte. Está muy bien y estoy de acuerdo con el análisis. Es fundamental que en el campo cultural, entendido en su sentido amplio, recogiendo la cultural popular, los liberales plantemos cara al colectivismo, criticando los mensajes y creando ficciones, relatos, imágenes con mensajes alternativos al colectivismo o estatalismo. Es curioso, porque ayer también escribí algo al respecto en mi blog. Espero que te guste.

    • Gracias. Interesante tu crítica a Elysium. No la he visto, pero por lo que he leido y lo que cuentas, tiene toda la pinta de que han copiado de mala manera «Alita, ángel de combate», pero no entendiendo ni la mitad de la historia.

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