La legitimidad de la duda

En ocasiones parece como si el mundo se fuera a derrumbar si nos parásemos a pensar un solo instante. Pero acaso ese instante robado al frenesí para pensar nos abocase a la idea de que un mundo que cercena de un modo tan tajante nuestra capacidad de reflexión es un mundo que, a fin de cuentas, merece derrumbarse.

No hay aprendizaje sin error, ni tampoco acierto sin duda. En éste, nuestro mundo, hemos dado por sentadas demasiadas cosas. Y así nos va. Las ideologías y los eslóganes fáciles, los prejuicios y jucios sumarios, los procesos kafkianos al presunto disidente de las fes de moda, los ostracismos a quién sostenga un “pero” de duda razonable a cualquier aseveración generalmente aprobada (que no indudablemente probada), convierten el mundo en el que vivimos en un santuario para la pereza cognitiva y en un infierno para todos, pero especialmente para los que tratan de comprender cabalmente que es lo que realmente está sucediendo -nos está sucediendo.

Pisamos el acelerador, ponemos el piloto automático, y nos dormimos confiando en no estrellarnos en la siguiente curva del camino. Los pasajeros que no estén dormidos estarán razonablemente aterrorizados. ¿Se quedarán mudos y paralizados por el miedo? ¿Podrán sus voces gritar lo suficientemente alto para despertar al resto del pasaje de un autobús que se dirige a un accidente más que probable? ¿O acaso dudarán de sus dudas? ¿No es acaso el estar despierto y alerta una locura, estando todo el mundo relajado, durmiendo, incluso el propio conductor, que se supone -es un suponer- que sabe lo que hace?

Oiga Doctor, mi problema es que tengo dudas” -pausa, silencio- “O….¿O no?”.

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No lo duden, dudar es bueno. O mejor, dúdenlo. Pero sepan que la duda es legítima. Que nadie tiene derecho a exigirnos que no dudemos. Que nuestra libertad misma se asienta sobre ella. Y quien no comprenda ésto último, que siga con sus dudas políticamente correctas. Las podrá encontrar en cualquier establecimiento. Las prefabricadas son muy baratas para mantener autoestimas maltrechas y posiciones de debilidad. Las preguntas retóricas y los juegos de argumentaciones con dudas tipo son muy útiles para defender las certezas.

Supongo que no les habré dicho nada que no sepan ya…

 

Germanico
Germanico

No hay aprendizaje sin error, ni tampoco acierto sin duda. En éste, nuestro mundo, hemos dado por sentadas demasiadas cosas. Y así nos va. Las ideologías y los eslóganes fáciles, los prejuicios y jucios sumarios, los procesos kafkianos al presunto disidente de las fes de moda, los ostracismos a quién sostenga un “pero” de duda razonable a cualquier aseveración generalmente aprobada (que no indudablemente probada), convierten el mundo en el que vivimos en un santuario para la pereza cognitiva y en un infierno para todos, pero especialmente para los que tratan de comprender cabalmente que es lo que realmente está sucediendo -nos está sucediendo.

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2 comentarios

  1. Ufff, Catalina…la duda predomina, la ignorancia es casi completa. Ni condescendencia ni magnanimidad: creo que algunos mensajes tienen huecos que ha de rellenar el lector con su sapiencia y su gusto.

  2. Me gusta cuando Germánico «se pone» críptico. ¿Condescendencia o magnanimidad? Qué más dará. Cuestión de matiz. Dudo, luego existo. 🙂

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