James Q. Wilson: descanse en paz

Me entero a través de la columna de opinión de José Carlos Martínez en Libertad Digital (aprovechen y léanla) del fallecimiento de James Q. Wilson.

Como homenaje a este gran hombre reproducimos aquí la entrevista que en su día le hicimos en Desde el Exilio y en La Nueva Ilustración Evolucionista. Descanse en paz.

Puede sorprender la afirmación de que el desorden físico conduce al desorden moral. Pero suele suceder que cuanto más deteriorado está nuestro entorno menos hacemos por preservarlo y mejorarlo, lo que supone un abandono de cualquier acción constructiva, de cualquier proyección en el futuro menos inmediato, y una entrega a un carpe diem solipsista y desintegrador de lazos sociales. La armonía social sin duda le debe algo al orden de lo material. La capacidad de organización de los recursos se apoya, en primerísimo término, en el basamento sólido de un entorno social relativamente perceptible, predecible y manejable, con unas normas breves, sencillas y claras y unas instituciones e infraestructuras sólidas. Quien quiere abusar hace leyes incomprensibles, quien quiera transgredir normas morales las relativiza, y viven mejor en la confusión de una crisis o una guerra que en la estabilidad y el equilibrio. El orden es el fundamento de la libertad correctamente entendida, así como de la prosperidad, al permitir optimizar, dentro de las restricciones impuestas por la realidad física, los recursos.

James Q. Wilson es un politólogo conservador norteamericano. Destaca primero por haber propuesto, en los años 80, la llamada teoría de la ventaja rota. Según esta, cuando se rompe una ventana en lugar público hay que reponerla de inmediato. Dejarla rota es como dejar caer una pieza de dominó de desorden, que ineluctablemente provocará una sucesión de desastres. La percepción de quienes pasan por delante de una ventana rota día tras día es la de dejadez de las instituciones y desilusión. La dejadez lleva a la dejadez, y si una ventana está rota bien puede romperse otra, o bien se puede hacer una pintada “decorativa” en la fachada del edificio “herido”. Los rotos y descosidos se acumulan, el desorden se acumula, la percepción de dejadez se acrecienta, la inseguridad, por un lado, y la negligencia por otro que esto provocan también. La sociedad tiende entrópicamente al caos. Y el mejor modo de atajar ese caos es atajarlo desde el principio.

La teoría de Wilson fue uno de los cimientos lógicos sobre los que se apoyó la política de Tolerancia Cero en la ciudad de New York, que tan buenos resultados dio.

En los 90, Wilson escribió un libro pionero sobre el sentido moral humano, The Moral Sense. Son muchos los naturalistas que están ahora profundizando en las implicaciones evolutivas de este hecho fundamental: que los humanos tenemos un sentido moral innato. Baste nombrar, como destacadísimos ejemplos, a Marc Hauser y a Jonathan Haidt.

El Profesor Wilson ha tenido la amabilidad de responder el breve cuestionario que le hemos enviado.

1.-¿Cuál es el significado profundo de una ventana rota?

El argumento de la «ventana rota» afirma que el orden público es esencial para la seguridad pública. La sociedad y el gobierno deben tratar de reducir la delincuencia, pero esto se logra más fácilmente en una comunidad con un alto nivel de orden. Una comunidad ordenada atrae a las personas que respetan la ley a los espacios públicos, poniendo así a los posibles delincuentes bajo su observación y comunicando la perspectiva de que la decencia es importante.

2. ¿Qué clase de sentido es nuestro sentido moral?

El sentido moral es el resultado de la sociabilidad innata de los seres humanos. Casi todo el mundo crece dentro de una red de afectos humanos que refuerza poderosamente su creencia de que ajustarse a las expectativas sociales es, en la mayoría de los casos, no sólo deseable, sino moralmente correcto. Por supuesto, estas expectativas a menudo llevan a la gente a valorar sólo las opiniones de familiares, amigos y personas similares a ellos. El gran desafío de la diversidad cultural, religiosa, y para los dirigentes políticos es persuadir a la gente de que el sentido moral debe extenderse a todo el mundo.

3. ¿Hay algún orden social ideal? ¿Cuál sería, en su opinión?

No hay orden social ideal distinto que los que alientan y premian el respeto de los derechos y la dignidad de las otras personas. En las sociedades modernas y avanzadas, se logra este respeto en las comunidades democráticas que valoran la libertad individual.

4. ¿Cómo ve el futuro politico? ¿vivimos en una nueva era en la que los césares retornarán y la libertad desaparecerá?

No tengo ni idea de lo que el futuro nos traerá. Nadie la tiene.

5. ¿Cuál es su opinión sobre el movimiento del Diseño Inteligente, en particular, y sobre la relación entre religión y política en general?

La evolución no es una mera teoría, se trata de una generalización científicamente correcta sobre cómo las especies y los individuos se diferencian a lo largo de largos períodos de tiempo. Pero la evolución no es incompatible con la creencia en Dios. El origen del universo, la posibilidad de que los seres humanos tengan alma, y la probabilidad de que haya vida después de la muerte son cuestiones de fe que no son contradichas por la evolución.

6. ¿Cómo ve el comienzo de la Administración del Presidente Obama?

El Presidente Obama está teniendo un comienzo difícil porque debe enfrentarse a una profunda recesión con la que apenas nadie sabe cómo terminar, y debe hacerlo en un sistema político que, aunque consciente de la importancia de restablecer la salud económica, también está profundamente influido por el deseo de usar el «acabar con la recesión» como una oportunidad para recompensar a partidarios y castigar a enemigos.

Germanico
Germanico

No hay aprendizaje sin error, ni tampoco acierto sin duda. En éste, nuestro mundo, hemos dado por sentadas demasiadas cosas. Y así nos va. Las ideologías y los eslóganes fáciles, los prejuicios y jucios sumarios, los procesos kafkianos al presunto disidente de las fes de moda, los ostracismos a quién sostenga un “pero” de duda razonable a cualquier aseveración generalmente aprobada (que no indudablemente probada), convierten el mundo en el que vivimos en un santuario para la pereza cognitiva y en un infierno para todos, pero especialmente para los que tratan de comprender cabalmente que es lo que realmente está sucediendo -nos está sucediendo.

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