De Ediacara a Cartago (entrevista a Mark McMenamin)

Antes de que la proliferación de vida multicelular llamada con el espectacular nombre de Explosión Cámbrica se produjese, parecía que poco espectáculo merecía la pena para que un espectador, personaje característicamente humano, le prestase su egregia atención.

Como bien se sabe en paleontología, las partes blandas de los organismos raramente fosilizan. De ahí que hasta bien entrado el siglo XX no pudiera afirmarse con seguridad la existencia de un conjunto diverso de metazoos previa al Cámbrico, puesto que no fue hasta entonces que una serie de hallazgos dispersos de estratos muy profundos de la tierra pudieron inequívocamente ser clasificados como fósiles de partes blandas de organismos que una vez vivieron, existieron, en nuestro planeta.

Dicho grupo de organismos ha sido nombrado, tras algunos debates, como la fauna de Ediacara, del período Ediacariense, en honor a algunos de los fósiles encontrados en unas montañas de Australia del mismo nombre. Bien es cierto que «fauna» es un término usado para denominar al conjunto de animales, y, como tales organismos eran aparentemente sésiles, y previos a la explosión de vida indiscutiblemente animada del Cámbrico, no es correcto clasificarlos como animales -aunque tampoco como plantas (flora).

Los organismo de dicha época parece que fueron sésiles, decíamos, es decir: vivían adheridos al sustrato, como las esponjas. Y de entre ellos fueron seleccionados algunos de los que derivaría la gran diversidad y el rápido desarrollo de vida animada, capaz de moverse con agilidad, que caracterizó al período Cámbrico.

El hecho de que un organismo sea sésil lo asemeja a una planta al menos en una cosa, que carecería de un sistema nervioso. Pero de entre los organismos Edicarienses surgieron organismos capaces de moverse por los fondos marinos, torpe, lentamente, en su búsqueda de nutrientes, que absorbían, al no disponer de aparato digestivo.

Células especializadas en guiar por el entorno y percibirlo, rudimentariamente, se desarrollaron. Nacían así los primeros sistemas nerviosos y sus primeros núcleos, ganglios o agrupaciones de células aunadores, procesadores y distribuidores de información, algo así como protocerebros. El pacífico Jardín del Edén de Ediacara, pronto se vería invadido de seres de rápidos movimientos que en lugar de pacer pacíficamente se dirigían a otros seres menos ágiles para engullirlos. La depredación, sin cerebro es. impensable.

El Geólogo Mark McMenamin halló en Sonora, México, organismos claramente Ediacarienses, luego extintos, que parecían haber desarrollado cerebros independientemente de los animales, por convergencia evolutiva. La carrera armamentística de la vida animada había comenzado. Y la explosión Cámbrica no tardaría en llegar.

Mucho más adelante en el tiempo la tierra firme fue colonizada por la vida. La tierra era un lugar tan inhóspito para los seres vivos como lo sería Marte para nosotros y la gran mayoría de seres vivos (no aseguro nada con algunos microorganismos). Colonizarla debió de ser un proceso sumamente complicado en el que primero debió de crearse un manto bacteriano cercano al mar, y luego sobre este desarrollarse simbiontes de plantas y hongos. McMenamin propuso la Teoría del Hipermar, según la cual el paso a tierra de la vida fue simbiótico y creó una base biofísica que aún hoy perdura haciendo que la biosfera (o Gaia, si se prefiere el término de Lovelock, más amplio y con más connotaciones) funcione.

De hecho todos seguimos siendo organismos marinos, ya no solo por nuestra composición interna acuosa y salina, sino por nuestra cadena trófica que nos lleva, según parece, hasta ese manto originario o Hipermar que alargó sus tentáculos sobre la tierra firme.

El interés por los colonizadores biológicos que arriban a costas inhóspitas o extrañas del Profesor McMenamin no termina ahí. El pueblo Fenicio, que desarrolló la escritura alfabética y el comercio marítimo a gran escala y a grandes distancias ha sido también objeto privilegiado de su interés.

Ha hipotetizado sobre la posible llegada a las costas americanas de sus sucesores del Oeste mediterráneo, los Cartagineses, al igual que ahora estudia las rutas seguidas por el cartaginés más eminente, Aníbal, en su paso por los Alpes a la conquista de Roma.

Las investigaciones del Profesor McMenamin son de amplio espectro, pero también de amplio calado. De hecho suscitan polémicas en el mundo de la ciencia, algo, por otra parte, necesario para el avance del conocimiento. Su simpatía hacia las ideas teleológicas del evolucionista y teólogo Teilhard de Chardin, le inclinan a denominar «tendencia natural» a lo que hoy en biología casi todos denominamos «selección natural». Y cree que el desarrollo de cerebros en fases tan tempranas de la evolución como el Ediacariense sostienen esta concepción teleológica.

Pero ¿todos los caminos conducen a Roma? Quizás McMenamin lo elucide al seguir la pista del valiente Aníbal a través de los Alpes. O quizás concluya que no se puede predecir con seguridad lo que se encontrará en la aventura de la vida, como los cartagineses que cruzaron el Atlántico no podían saber si arribarían o no a las lejanas costas americanas.

La vida, al igual que el trabajo de nuestro entrevistado de hoy, ha hecho un largo recorrido, desde Ediacara a Cartago. El Profesor McMenamin ha tenido la amabilidad de respondernos unas preguntas, puestas en correcto inglés por José Miguel Guardia. El Doctor Marzo Varea, ha traducido al castellano sus respuestas.

La entrevista en inglés la tienen, como siempre, en La Nueva Ilustración Evolucionista.

1. A lo largo de la historia de la vida, distintas líneas evolutivas han llegado a parecidas soluciones para los problemas planteados por sus ambientes.  A esto se le llama «evolución convergente», y se observa, por ejemplo, en las alas de los murciélagos y las aves, o los ojos de los insectos y los mamíferos.  Usted sugiere, a partir de sus descubrimientos fósiles, que algo parecido sucede con los cerebros.  ¿Podría comentarnos las evidencias que le han conducido a dicha conclusión?

La evolución convergente de los cerebros está bien establecida en el reino animal.   Las funciones cerebrales avanzadas son bien conocidas en el linaje de los dinosaurios (loros y cuervos), en mamíferos (primates y cetáceos) y en moluscos (cefalópodos).  La cuestión que planteé en «El jardín de Ediacara: el descubrimiento de la la primera vida compleja» fue: ¿empezaron los vendobiontes (miembros no animales de la biota de Ediacara) el camino hacia la inteligencia, la resolución de problemas?  Sí.  Varios linajes de vendobiontes desarrollaron cabezas, de constitución vendobionte, no animal.  Así pues, tanto los vendobiontes ediacarenses como los animales ediacarenses estaban en un sendero evolutivo que llleva a la función cerebral superior.  Los vendobiontes se extinguieron, mientras que los artrópodos sobrevivieron y siguieron desarrollando conductas avanzadas, como se ve en las modernas arañas saltarinas (Salticidae).   Las arañas saltarinas pueden aproximarse y atacar desde atrás a los insectos que apresan usando un mapa tridimensional que construyen en su cerebro. 

2. A partir de un mundo originariamente sin sistemas nerviosos, ¿qué presiones evolutivas los hacen surgir y desarrollarse hasta formar cerebros de tal complejidad como el humano?

Ordinariamente pensaríamos que las presiones evolutivas que llevan a la aparición de cerebros complejos serían: evitación del peligro, búsqueda de fuentes de alimento o energía, e incremento del éxito reproductivo.   En otras palabras, los organismos sufren presión para comer, sobrevivir y reproducirse.  Un modo mejor de pensar en esto es que los propios organismos aplican presión a su entorno, cambiándolo y modificándolo al ir expandiendo su territorio y su influencia geoquímica.  Vladímir Vernadsky llamó a esto la presión de la vida.  Vernadsky comparaba la expansión de los organismos con la expansión de un gas ideal.   Es interesante que organismos que carecen de sistema nervioso complejo pueden experimentar y responder a todas estas presiones.  Así que debe de haber muchas maneras de responder a estas presiones evolutivas.   Sin embargo, cuando se añadió la presión biótica vernadskiana a las presiones evolutivas originales, el entorno y la ecología que experimentaban estos organismos se hicieron más complejos, y la flexibilidad conductual que un cerebro permite se hizo muy ventajosa.  Por esto es por lo que los cerebros no aparecen hasta relativamente tarde en la historia de la Tierra.   Los cerebros son un síntoma de una ecología más compleja.

3. La evolución es, supuestamente, un proceso guiado por el azar y la necesidad, como decía François Jacob.  Frente a esta concepción casi universalmente aceptada por los científicos se elevaban algunas voces que sugerían que existía una teleología en el proceso evolutivo.  ¿Cuánto cree que hay de azaroso y cuanto de necesario en los cambios que llevan de unas especies a otras?  ¿Cuán graduales o abruptos cree que son estos cambios, a la luz del registro paleontológico?

Nuestros conceptos de azar, necesidad y teleología en las ciencias biológicas han sido distorsionados por falacias.  Estas falacias son un impedimento para la ciencia.  J. B. S. Haldane dijo una vez que la teleología «es para un biólogo como una amante: no puede vivir sin ella pero no está dispuesto a que se le vea con ella en público».   Incluso Jacques Monod admitió la teleología en la biología cuando afirmó que el propósito de una bacteria es llegar a ser dos bacterias.  Ha habido este ridículo intento de eliminar la teleología de la biología.  Ha continuado hasta tal punto que hay ahora un esfuerzo para sustituir la palabra «teleología» por «teleonomía», pero este cambio de terminología no elimina el problema.  Intentos como este son subproductos tanto del pensamiento desiderativo como de una cosmovisión científica exageradamente secularizada conocida como cientismo.  Si existe una Mente que diseñó el sistema a través del cual han evolucionado todos los organismos, entonces esto los hace responsables ante un poder superior en maneras en las que algunas personas preferirían no pensar.  Irónicamente, una falacia emparentada aflige a los grandes rivales S. J. Gould y S. Conway Morris; ambos aceptan eventos destacados de evolución rápida (equilibrio puntuado, explosión cámbrica) pero sin embargo rehúsan cuestionarse su adhesión al mecanicismo darwiniano convencional.  Los cambios que llevan de una especie a la próxima obedecen a leyes (que aún no se entienden plenamente) que permanecen las mismas de una era geológica a otra.  Esta es la principal lección a extraer de la ubicuidad de la evolución convergente.  Es esta frase, «selección natural», la que debe reemplazarse.  Debería reemplazarse por la frase «tendencia natural».  Esto es así porque el auténtico azar no puede existir en la naturaleza.  Todo evento en el tiempo es conocido por una Mente y es parte de un designio.

4. ¿Podría hablarnos de su teoría del Hipermar?

La teoría del Hipermar es el concepto de que la vida compleja hubo de devenir profundamente simbiótica para medrar en el duro ambiente de la tierra firme.   Hoy la conexión entre las plantas vasculares y los hongos, que forma la masa principal del Hipermar, es una de las fuerzas biológicas más potentes de la Tierra.   La mayor parte de la vida sobre la Tierra se nutre del Hipermar, gracias a un fenómeno conocido como surgencia hipermarina.  En la surgencia hipermarina, los organismos del Hipermar (plantas vasculares, hongos del suelo y sus simbiontes) son capaces de inducir un flujo de nutrientes desde la roca muerta hasta la materia viviente terrestre.  El exceso de nutrientes generados por este proceso fluye al mar.  Estudios recientes muestran que los hongos de las micorrizas están absorbiendo del exceso de dióxido de carbono atmosférico y entregándolo a las plantas vasculares, sus simbiontes, para incrementar la fotosíntesis.  Así pues la surgencia hipermarina alimenta al planeta a la vez que puede limitar el impacto del excesivo aumento de dióxido de carbono en la atmósfera.

5. ¿Podría hacernos un inventario de sus descubrimientos paleontológicos más importantes?

Esta es una lista de los que considero mis descubrimientos paleontológicos más importantes: descubrimiento de los ediacarenses de la formación Clemente (Sonora, México), que son la comunidad compleja ediacarense más antigua conocida;  descubrimiento de una biota esquelética ediacarense (Sinotubulites) en la formación La Ciénaga de Sonora, México;  desarrollo de la teoría de la metacelularidad para los vendobiontes del Ediacarense aplicada a Tribrachidium y Gehlingia;  desarrollo de la teoría del Hipermar para explicar el advenimiento y la auténtica significación de la vida en tierra firme;  uso de la paleobiogeografía para definir el supercontinente Rodinia;  demostración de que el ediacarense Spriggina era un animal ecdisozoo;  predicción de que se encontrarían conuláridos en la biota ediacarense; descubrimiento de canibalismo en los trilobites agnóstidos del Cámbrico;   elucidación de la microestructura de la concha del braquiópodo troncal Mickwitzia;  descubrimiento de la evidencia más temprana de predación en el registro fósil, por medio de los rastros fósiles Rusophycus multilineatus (el predador) y Planolites (la presa);  teoría de los ecotonos para cuantificar la aparición y extensión de la predación en el Cámbrico;  demostración de que el enigmático Vermiforma del Precámbrico es en realidad un rastro fósil;  y elucidación de la auténtica significación para la paleontología de la investigación de Pierre Teilhard de Chardin. 

6. ¿Cómo un geólogo experto en el remotísimo pasado llegó a interesarse por una civilización humana tan reciente como la fenicia?  ¿Cuáles han sido sus hallazgos sobre estos comerciantes y viajeros?

Los fenicios son interesantes porque representan la primera aplicación plena de la consciencia humana a las ciencias de la Tierra prácticas.   Los fenicios ligaron el Mediterráneo  occidental al oriental, explotaron el flujo de las contracorrientes marinas, circunnavegaron África, descubrieron primates parecidos a los humanos (gorilas) y llevaron sus pieles de vuelta a Cartago, usaron la estrella polar para la navegación nocturna, e introdujeron el cultivo del vino en muchos países.   ¿Qué otras cosas lograron?  Mi investigación indica que los fenicios eran capaces de cruzar el Atlántico y que, de hecho, lo hicieron.   Necesitamos saber más sobre los logros fenicios para entender los cimientos de la ciencia natural. 

7. ¿En qué trabaja ahora?  ¿Qué misterio desearía desvelar?

Mi investigación actual se centra en un nuevo descubrimiento de fósiles ediacarenses en Nueva Inglaterra, nuevos cuerpos fósiles animales ediacarenses en México, teorías tempranas acerca de la tectónica de placas, una Hipersecuela (un nuevo libro sobre el Hipermar), y el registro fósil de los cefalópodos gigantes en el Ordovícico.  Además, he descubierto nueva evidencia que muestra la ruta exacta que siguió el ejército de Aníbal a través de los Alpes.

Germanico
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No hay aprendizaje sin error, ni tampoco acierto sin duda. En éste, nuestro mundo, hemos dado por sentadas demasiadas cosas. Y así nos va. Las ideologías y los eslóganes fáciles, los prejuicios y jucios sumarios, los procesos kafkianos al presunto disidente de las fes de moda, los ostracismos a quién sostenga un “pero” de duda razonable a cualquier aseveración generalmente aprobada (que no indudablemente probada), convierten el mundo en el que vivimos en un santuario para la pereza cognitiva y en un infierno para todos, pero especialmente para los que tratan de comprender cabalmente que es lo que realmente está sucediendo -nos está sucediendo.

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2 comentarios

  1. Aunque por anteriores debates que hemos mantenido en este blog pudiera parecerte lo contrario, estoy de acuerdo con lo que dices, Dhavar.

  2. Interesantísimo. Uno, que sabe casi nada de ciencias, sin embargo se da cuenta que están muy animadas desde hace tiempo, se les ha caído el polvo y ese aspecto de losa cerrada, tan «verdadera» como en el fondo irrelevante que tenía cuando nos la presentaron en el colegio.
    Al final, cuando ya sabemos los detalles de un proceso cualquiera, el «cómo» tan necesario, y queremos llegar a reproducirlo, nos damos cuenta de que nos falta saber cúal es la fuerza secreta que pone en marcha y origina ese proceso.
    No entiendo porqué ese  «por qué» tan básico al preguntar por la realidad, unos dicen «ya lo sabemos», es dios, como si fueran niños pequeños, y otros no hay ninguno, y se quedan tan panchos sin justificar qué impulsa ese proceso en definitiva.Y se sacan vacíos dioses pseudo filosóficos, tan irrelevantes como el clásico,tipo «azar» .etc. En vez de seguir escudriñando, que es lo suyo, no resolver de antemano.

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