A ver si he entendido lo del Patrimonio

Uno no es experto en cuestiones tributarias, pues no se dedica profesionalmente a ello ni a actividades especialmente lucrativas (político, amigo de político, deportista de élite, traficante de drogas,…). No obstante, ante el revuelo organizado por la decisión sociata de rescatar el Impuesto de Patrimonio (suprimido por ellos mismos hace muy poquito), he decidido informarme del asunto y he llegado a algunas conclusiones. 

En primer lugar, según los que saben de esto, parece que a los ricos, ricos de verdad, la cosa no les afecta en absoluto. Este impuesto de patrimonio grava exclusivamente a las personas físicas mientras que la legislación permite a los muy ricos tener sus bienes a nombre de sociedades con un tratamiento mucho más favorable. Y no hay previsión de que ello cambie, entre otros motivos porque lo poco que cotizan por tales sociedades pasaría de poco a nada inmediatamente, en caso de alarma. Resulta que en la práctica totalidad de países de nuestro entorno, el Impuesto de Patrimonio no existe. No, ni siquiera en los paraísos socialdemócratas nórdicos se les pasa por la cabeza aplicar este impuesto. Por algo será.

 ¿Quién va a pagar entonces? Dicen que las clases medias altas (“acomodadas”, ha precisado el insigne neoadalid de los descamisados, D. Alfredo). Es decir, aquéllos que lleven trabajando al menos 30 añitos por cuenta ajena o tengan un pequeño negociete, y les hayan ido más o menos bien las cosas ¿Todos? Pues no exactamente. Supongamos que los señores Pérez y Gómez comenzaron a trabajar a la vez hace 30 añitos y han ido cobrando el mismo sueldo en sucesivos ejercicios. Ambos son profesionalmente muy válidos y han disfrutado de sucesivos ascensos acompañados de sus buenas recompensas económicas. Estas recompensas han cotizado durante esos 30 años a la par, de modo que Pérez y Gómez cada año se han retratado ante Hacienda devengando un buen pellizco de sus currados ingresos.

Ahora bien, si profesionalmente estos señores han tenido trayectorias paralelas, supongamos que en lo personal ocurre exactamente lo contrario. Mientras Pérez se gastaba el sueldo (la parte del sueldo no incautada por el Estado en forma de IRPF, se entiende), en coches de lujo, viajes, putas y varios, Gómez se compró un pisito, luego una segunda vivienda y tiene sus buenas cantidades ahorradas en diversos depósitos bancarios.

De acuerdo con el Impuesto de Patrimonio que nuestros nunca bien ponderados gobernantes quieren reimplantar, Pérez no pagará (se ha pulido el grueso de sus ingresos), mientras que Gómez va a tener que pasar por caja para cotizar de nuevo. Recordemos que, en cuanto a ingresos, ambos han tenido los mismos a lo largo de su trayectoria profesional. Es como lo de la cigarra y la hormiga, pero al revés. El socialismo castiga al ahorrador.

Solo con esto debería bastar para entender los motivos por los que este impuesto ha desaparecido en la mayor parte del mundo civilizado, pero hay incluso una segunda lectura que lo hace todavía más sangrante.

Dicen los “expertos en economía” socialistas (valgan las comillas como dispensa al evidente oxímoron), cuando quieren hacer ver que la situación patria no es tan mala comparada con lo que hay por ahí, que la deuda pública española “no es tan alta”, quedando porcentualmente muy por debajo de la de potencias económicas como Japón. Olvidan interesadamente que en esos países gran parte de esa deuda se sustenta en el ahorro privado (el Estado debe el dinero a sus propios ciudadanos) por lo que no necesitan buscar financiación en los malvados mercados internacionales ultraliberales neocapitalistas y de las JONS.

En cambio, aquí no ahorra ni dios. Si la deuda pública es elevada, la deuda privada no le va a la zaga, incluso la sobrepasa. Hasta dos tercios de la deuda nacional se deben pedir prestados allende nuestras fronteras. Contrariamente a lo que nos hace creer cierta campaña publicitaria, aquí nadie es ahorrador. Y por si alguien lo era, como el bueno de Gómez, se lo van a calzar.

Es decir, por un lado se indignan con la “tiranía de los mercados” y por otro hacen todo lo posible para depender aun más de ellos.

¿Son tan inútiles como para desconocer todo esto? La verdad, no me lo creo. Con una de las dos tardes sobra para entenderlo.

Otra cosa es que D. Alfredo ande desesperado en busca del voto perdido y piense que estos rolletes demagógicos (“la crisis ke la pagen los rikos” y tal) van a tener su éxito entre indignados, 15emeros, perroflautas e indigentes intelectuales en general.

Aquí, lamentablemente, siempre ha vendido mucho más el mito de Robin Hood que la historia de Lady Godiva.

Ijon Tichy
Ijon Tichy

Profesional de la Energía desde hace 25 años, con especial dedicación a Cogeneración y Renovables, motivo por el que conoce bien las miserias que han conducido al sector al desastre actual.
El avatar no es casual. Procura seguir la inteligente máxima de Manolito ¿Cómo puede decir que es lindo si no sabe cuánto cuesta?

Artículos: 69

10 comentarios

  1. Guardía pretoriana, con armas y uniformes distintos de los históricos, pero en esencia guardía pretoriana, en efecto.

  2. Ljon:
    Desde luego, tal como está el patio, tienes toda la razón. Se me ocurre que sin soberanía monetaria del gobernante – y por tanto de toda la nación -, ese gobernante sólo es el Gestor de los que sí la tienen – el más injusto de todos los privilegios y el monopolio de todos los monopolios. Pues lo primero que te permite tener esa soberanía es, por ejemplo, una buena guardia Pretoriana. Y de ahí para abajo.

  3. Gracias por el apunte Dhavar. A mí no me parece mal el gasto de Pérez, lo que me resulta inadmisible es que se penalice a Gómez por ahorrar. Cuando precisamente ese ahorro va a permitir que un tercero se beneficie de un préstamo sin que el banco tenga que buscar el dinero por ahí fuera, recurriendo a los mercados/alimañas capitalistas.

    En lo del IRPF y las residencias falsas, no sé exactamente como, pero estoy seguro de que los muy ricos se lo pueden montar como les dé la gana. Y ay del político que ose cuestionarlo. Estará poniendo en riesgo su dorado retiro acurrucado entre consejos de administración de empresas propiedad de los muy ricos, conferencias bien remuneradas en instituciones amparadas por los muy ricos y demás dádivas o regalías.

  4. Para mi tranquilidad personal, «Pérez» no es «PÉREZ», verdad?
     
    Me uno a la reflexión:
    Gómez paga su IRPF por lo que gana con su trabajo, luego paga el IVA cuando compra su casa/patrimonio, después paga el IBI y el IRPF derivado de la imputación de renta que se le hace por el hecho de tener una casa (curioso, aunque no la alquiles, pagas impuesto por si obtuvieras renta de ella), posteriormente el Rubapatrimonio….y finalmente, cuando Gómez se suicida, el hijo de Gómez pagará el impuesto correspondiente por recibir ese patrimonio en herencia……mola la redistribución de la riqueza!

    • Lo de Pérez no es exactamente aleatorio, pero hay muchos Pérez. No diré más.

      Y no olvides, Daoiz, que si Gómez no tiene hijos y se lo lega a un sobrino-nieto, si éste no tiene posibles, tendrá que vender el piso para pagar el impuesto. Con suerte le quedará para un par de cañas (sin tapa).

  5. Sin embargo, Pérez, al pulirse lo suyo, hace que putas, hosteleros, tiendas de ropa, etc., ganen más.Contribuye sin duda al PIB. Gómez también contribuye a los ingresos del Promotor inmobiliario, a los de su broker si invierte en bolsa y a su banco, si lo deja quieto en la cuenta, indirectamente aumenta sus reservas lo que le permite aumentar su préstamos, etc. También contribuye al PIB. Pérez gasta y Gómez invierte. Y el Sector servicios le debe más a Gómez que a Pérez – el muy capullo nunca se da un homenaje. (esto recuerda, inevitablemente, The Fable of the Bees).
    Se me ocurre que el único  ahorrador «puro» es el que tiene su dinero en cash en una caja de galletas.
    En los demás más que de acuerdo con una excepción: El principio de devengo de IRPF es la renta mundial. Otra cosa es que sea fácil pillarla y que nose finjan residencias falsas, etc. Si se quisiera, lo de «me voy con la pasta a otra parte» no sería tan fácil a menos que aceptaras que en cuanto gastes un ochavo aquí te pillarían.

  6. Y además considerando que lo paga con un sueldo neto procedente de un bruto al que le quitan el IRPF, en realidad es impuesto (patrimonio) sobre impuesto (IVA o transmisiones) sobre impuesto (IRPF).

    En cambio Pérez, cuando se va de putas y paga en cash, solo sufre el IRPF de su nómina.

  7. Además, este impuesto es un impuesto sobre impuestos ya pagados. Me explico: cuando el Sr. Gómez se compró la casa pagó los correspondientes impuestos por ello, cuando se compró su segunda vivienda exactamente lo mismo, cuando compró un coche o el resto de bienes más de lo mismo…
    Y ahora le clavan uno más: un impuesto sobre impuestos…
    Tremendo, oiga.

  8. Gracias Edy. En efecto, la envidia es un sentimiento muy humano y bien que lo saben los que se disfrazan de Robin Hoods de hojalata en periodo preelectoral.

    A mí en general también me molestan bastante los muy ricos (no los ricos a los que afectará este impuesto), pero sobre todo porque estoy convencido de que en un porcentaje elevado deben sus fortunas literalmente a los privilegios. Leyes injustas favorecedoras del enriquecimiento de unos pocos a costa del empobrecimiento general. Valga como ejemplo el sistema urbanístico español donde al valor de un terreno se le ponen y quitan ceros en función de lo que pongan políticos en un papelito. Y sin haberle puesto esos ceros de más al terreno, no se pueden constuir viviendas que pagará religiosamente el asalariado. Mejor que quitar el dinero a los muy ricos (que normalmente no se van a dejar) es evitar que determinados individuos se hagan muy ricos gracias a privilegios (¿alguien se acuerda de Sazatornil en «La Escopeta Nacional»?).

  9. Buena redacción. No hace falta ser un experto en economía para darse cuenta que el «que paguen los ricos» es pura demagogia.
    Es humano, para alguien que se ve en una situación económica más ajustada de lo que desearía (es mi caso), sentir envidia de aquellos que gozan de una buena situación económica, e incluso generalizar y sentir desprecio hacia los que ganan dinero porque «seguro que lo han obtenido explotando a trabajadores».
    Tampoco es raro pensar que «es inmoral que haya gente que nade en la abundancia mediante otros tienen que pedir dinero a sus familiares para poder comer».
    Pero el gobierno no debe basar sus decisiones económicas según lo que considere que es moral o no, sino que su objetivo es fortalezer (o hacer menos débil) la economía.
    Si quitar dinero precisamente a las pocas personas que están en condiciones de realizar inversiones es lo mejor que se le ocurre al gobierno, pues apaga y vámonos.

Los comentarios están cerrados.