Este 5 a las 5

Tal vez estemos todos equivocados, pero los movimientos del gobierno en los últimos meses respecto a la banda terrorista ETA hacen presagiar la voluntad de un «pacto por el fin del conflicto».

No se trata de un conflicto. La banda terrorista ETA no representa a nadie que no sean ellos mismos. La sociedad vasca vive integrada en una democracia parlamentaria, dotada de amplios márgenes de autogobierno y alejada de la dialéctica opresor-oprimidos tan del gusto de los terroristas. Deberían ser los vascos los que pudiesen decidir dónde quieren estar y cómo. No los mafiosos armados. Tampoco los que somos de fuera. El derecho -no reconocido por  nuestra Constitución- a la secesión es lo que debería mover a todo vasco infeliz con su situación en el Reino de España a manifestarse pacíficamente por las calles de sus ciudades y pueblos. No la amenaza y el chantaje terroristas.

No se trata de una «lucha» España-Euskal Herria, se trata de la persecución de delincuentes, asesinos, extorsionadores en el marco de la acciómn normal de la policía. Las víctimas de las fechorías de estos criminales no merecen otra cosa que la reposición del mal causado. Los delincuentes, aquellos que decidieron no seguir las normas de la sociedad en la que vivían y no tuvieron reparos en asesinar cobarde y arbitrariamente a quienes se les antojaba, deben terminar en la cárcel. Deben ser perseguidos por la justicia.

Deben pagar por su delito.

Luis I. Gómez
Luis I. Gómez

Si conseguimos actuar, pensar, sentir y querer ser quien soñamos ser habremos dado el primer paso de nuestra personal “guerra de autodeterminación”. Por esto es importante ser uno mismo quien cuide y atienda las propias necesidades. No limitarse a sentir los beneficios de la libertad, sino llenar los días de gestos que nos permitan experimentarla con otras personas.

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13 comentarios

  1. Hombre, Luis, llamar «entelequia» a algo que existe desde siempre, desde Sumer y antes resulta chocante. En cambio, la sociedad multipolicrática abstracta de Rothbard et allii, que no ha existido jamás y jamás existirá es entonces «real» y «efectiva»?Y sí, la función representativa crea el orden político, donde, en el mismo instante, se crean la sociedad y el Gobernante o Estado. Nunca ha habido y nunca habrá pura sociedad porque es imposible una «sociedad» sin una ley común y gobierno para la misma, aunque sea un club de mus. Un simple amontonamiento de gente parecida no hace sociedad o polis. Y por supuesto que un niño no firma ningún contrato. Pero nace en una sociedad y sus leyes le vinculan. Como he dicho, el mayor error de los liberales es creer que la única fuente de derecho es el contrato . Es falta de formación jurídica, empezando por Rothbard. Hace tiempo Germánico hizo varias entradas sobre Eric Voegelin. Recomiendo a todos los liberales que reflexionen sobre su magistral análisis de los órdenes políticos y del «kosmion» representativo en el que se fundan, precisamente. Nada que ver con la analogía con el contrato en donde se estrellan una y otra vez los liberales.

  2. Estimados Dhavar y Plazaeme, permitidme una breve autocita de algo que escribí hace tiempo:

    La identidad de grupo es algo que, como muchas otras cosas en nuestras sociedades modernas, ha sido ocupada y manipulada por el Estado. Tiene, ciertamente, raices naturales: la familia, el entorno cultural/religioso, el paisaje son factores que se conforman para la creación de un entorno que solemos identificar con “el nuestro”. Sin desarrollo en un medio social, sea este cual fuere, el hombre no es hombre. Pero desde ese natural de todo ser humano como ser social no se deben postular dos de los principios fundamentales que caracterizan un Estado: ni es necesario establecer fronteras entre grupos sociales diferentes, ni la “sociedad” tiene ningún  tipo de derecho sobre cada uno de los individuos que la componen. Un niño nace en el seno de un grupo social. El niño no firma ningún contrato de ningún tipo que habilite a ese grupo social a constituirse en acreedor. Es más, un grupo social no es un ente independiente del individuo con capacidad de acción, a no ser que un Estado se autoarroge la función de “representante y comandatario” de la sociedad. La sociedad carece de voluntad y de existencia propias. La institución o estructura que se autoatribuye el papel de representante de la sociedad no es más que un subgrupo social cuyos individuos pretenden dominar al resto. Por ello la verdadera solidaridad social es un obstáculo para todo Estado. Allí donde el poder del Estado pretende extenderse más allá de las marcas naturales de una lengua, un pueblo, una cultura, se encuentra con gravísimas dificultades para alcanzar una homogeneización satisfactoria. Las tradiciones locales y las estructuras familiares se encuentran en clara oposición con la voluntad homogeneizante del estado y son, por ello, eliminadas o minimizadas.

    Mientras las ideologías estatistas conservadoras asientan sus razones para un estado fuerte en la cultura, el idioma, la religión y la familia, combaten las ideologías materialistas precisamente estos principios, claramente opuestos a la idea de una estructura social construída y supuestamente válida para todos.

    Considero «Nación», «País» o como lo queramos llamar una entelequia peligrosa y trasnochada. Y tal vez por eso, Dhavar, no logremos ponernos de acuerdo en esto 🙂

  3. A. Chena:
    No se trata de cerebro colectivo. Cuando dos personas acuerdan algo, ya sea de forma tácita o expresa, el vínculo creado no es de ninguno sólo de los dos, sino de los dos a la vez. Ese vínculo es el nomos o ley entre ambos. Y, no, no puede el individuo vinculado seguir su propio camino si éste viola la comunidad creada con el otro. Ese acto destructor de la comunidad es, precisamente, el significado originario de la injusticia.Y remarco que el nomos vale tanto como la lex, lo tácito e inercial tanto como lo escrito conscientemente, también en las relaciones privadas. No sólo los contratos son fuentes de obligaciones, y una sociedad, como un lenguaje, es obra de todos y de nadie en particular, por lo que es indisponible arbitrariamente por ninguna parte de esa sociedad. Os guste o no a los liberales, la libertad sólo existe en la vinculación. El arbitrio absoluto supone la autoría absoluta de la realidad, de la cual no gozais los liberales, por mucho que os empeñeis. Y apoyarse en «la mayoría» dos líneas depués de cantar la soneranía absoluta del individuo no casa bien, la verdad.
    ¿Qué hace que España sea una nación , y Francia, China, y no Cataluña? Pues lo mismo que hace que Madrid, Le Midi o Cantón no sean una nación, sino partes de una nación, es decir, una soberanía histórica frente a otras comunidades con soberanía igualmente consolidada. Cataluña nunca fue más que un Condado, sujeta por tanto y parte por tanto del reino de Aragón, sin soberanía.
    Y para ser una comunidad soberana hay que serlo EN LOS HECHOS, no en las palabras ni en los puros deseos o pantomimas – como esas pseudo embajadas- que nadie fuera se digna ni mirar, como es natural.
    Quieren ser nación? Pues a luchar, no hay otro modo. Y si no tienes la fuerza y prosperidad para ser soberano frente a otra comunidad soberana, cállate y deja de hacer el lili.

  4. Claro que los grupos existen. Pero no tienen un cerebro colectivo. Sólo los individuos lo tienen y por ello solo ellos pueden decidir. La cuestión es ¿en un grupo (matrimonio, familia, club social o nación), puede un individuo seguir su propio camino si así lo quiere? En ocasiones la decisión tomada nos parecerá correcta o apropiada, otras nos parecerá estúpida, pero…¿puede o no puede?

    Llendo a un  caso concreto: yo pienso que los catalanes no ganarían nada siendo un estado independiente. Más probablemente su situación empeoraría. Pero si una mayoría nítida así lo quisiera, si de mi dependiera, no haría nada para evitarlo. Otros supongo que enviarían a la legión o algo así. 

    Todavía espero que alguien me diga cuáles son los requisitos para ser nación. ¿Qué hace que  España sea una nación y Cataluña no (o al contrario como dicen los nacionalistas catalanes?

  5. Plazaeme:
    Exacto, los separatistas vascos nunca aceptarían la solución a la Canadiense, de hecho ya, hoy, está rebasada en varios puntos. Ellos mismos han llevado el juego al punto límite del que partían, y sólo les cabe la secesión en toda regla o plegar todas las banderas.Por eso la «negociación» es hoy un absurdo.Sólo cabe «ceder» ya en una sola cosa, y esa es la secesión estricta.
    A. Chena:
    El individuo existe tanto como el grupo, ambos son términos relativos entre sí.No existe el individuo que no sea parte de un grupo – su familia, para empezar. El monismo radical del individuo absoluto y sólo » uno» es, precisamente, el Islam.Una familia, un equipo de fútbol, mis antepasados, cualquier grupo, es tan absolutamente real como cada uno de los individuos que lo componen.
    Y nacionalismo es la aspiración a inventar y «fabricar» una nación ex nihilo, por pura voluntad, nación que, por definición, no existe ni ha existido jamás.Por eso es un caso de neurosis. Y por eso no tiene ningún sentido hablar de nacionalismo español, o francés o chino.Eso son naciones, y existen desde hace siglos.Son realidad, mientras que el nacionalismo es puro deseo fundado en nada, salvo mi capricho, o mi resentimiento gratuito, o que me mola, o que soy imbécil congénito. Sólo cabe hablar de «nacionalismo» refiriéndose a una nación existente en el sentido ya un poco desvanecido- como el nacionalismo ruso o alemán- de aquella nación que sólo concibe su existir como la célula cancerígena, como un permanente apoderarse y sojuzgar a otras naciones, es decir, como Imperio, y por tanto la guerra como la única forma de relación entre naciones.

  6. Amén Luís.

    No solo el nacionalismo vasco es un caso de neurosis. Todo nacionalismo lo es, el español incluido. Que alguien de más importancia a abstracciones como patria, nación o religión que al individuo y su libre determinación, sí que me ha parecido siempre una auténtica neurosis.

  7. Sí, Dhavar; sé que no existe el menor parecido entre la historia de Quebec y la del PV, Euzkadi, Euskadi, Euskalherría, Vascongadas, Vasconia, o como le quieran llamar (o lo que quieran incluir en ese concepto difuso de tantos y tan sonoros nombres). lo que pasa es que siendo la historia uno de los posibles métodos de resolver esa cuestión, tal vez no sea el único. Supongo que se puede tener una justificación histórica para plantear un separatismo, y se pueden alegar otras justificaciones, con mayor o menor fortuna. Y que probablemente todas ellas son infinitamente discutibles.
     
    Pero el asunto tiene otra vertiente, posterior a la justificación (que sea). Y es el cómo se hace / decide el asunto. Y el arbitrio del Tribunal Supremo de Canadá me parece de libro. Serían dos fases. Justificación y decisión. Yo estaba hablando de la segunda, y señalando que, justificación al margen, los separatistas vascos nunca aceptarían la solución canadiense a la segunda fase.

  8. Plazaeme:
    Por otra parte, no puedo estar más de acuerdo con el artículo de Ruiz Soroa que citas.

  9. Plazaeme:
    No existe ni un sólo parecido entre la historia de Quebec y de la que llamas Vasquilandia Tremebunda. Eran colonias francesas que, tras perder la guerra de los siete años con Inglaterra, son incorporadas, como el resto del territorio, a la Corona Inglesa.Sí que se parece mucho, en cambio, al caso irlandés. Por otra parte, el reconocimiento como nación «cultural» a Quebec, pero expresamente no legal, por tanto, no nación independiente en 2006 es un caso más de autonomía. Nada que ver con las aspiraciones de los nacionalistas de aquí. Y llama la atención la relación inversamente proporcional de los casos quebequés e irlandés por una parte y el vasco por otra, entre fundamentos fácticos reales y alcance de la autonomía y aspiración última.
    Pero el «problema democrático» de fondo sigue siendo el mismo: Ninguna votación mayoritaria me puede despojar de mi nacionalidad española sólo por vivir en una parte del territorio. Territorio que está desde el arranque mismo de la historia de España en su núcleo, hace 500 años, con la misma cultura, religión, leyes, etc.
    El nacionalismo vasco es un caso de neurosis, una criatura del capricho, de la pura voluntad (Yo quiero, y quiero, y quiero), de niño salvaje enrabietado y de alucinado adulto. La sangre derramada es el corolario inevitable de una falsa conciencia desde el principio, una pura mentira.

  10. Sin meterme en los vericuetos del los derechos extraños (fuera del papel), o de la esencia de las naciones, donde se pueden mantener posturas contrarias con bastante fuste, dejadme señalar como habitante de Vasquilandia Tremebunda que ya tenemos un ejemplo perfecto de un enfoque «civilizado» y muy democrático de un problema relativamente comparable, en Canadá. Y que todos los nacionalistas vascos, desde los pistoleros hasta los recoge-nueces, huyen de una solución a la canadiense como de la quina. Porque saben de sobra que nunca lo conseguirían así, como no lo consiguieron los separatistas en Canadá.
    Más en el tema de tu entrada, Luis, me permito señalar que hay una cosa que sí está haciendo el gobierno definitivamente muy mal, y no me meto con los motivos que le puedan guiar. También le sigue en ello no poca prensa, que muestra de nuevo su insensatez. Es el señuelo del «fin de ETA». Como si fuera necesario e inevitable una especie de abrazo de Vergara. Eso ya es, en sí mismo, un planteamiento político respecto a la lucha antiterrorista, o proterrorista más bien. No hace falta que haya un momento «fin de ETA», ni hay necesidad alguna de que ETA proclame su fin. Basta con seguirla acorralando y ahogando su financiación, con la ley en la mano. Y un día, pensaremos que hace tantos años del último atentado, y que tal vez un fulano desconocido que han detenido, por ejemplo en Bruselas, sea el último etarra libre. O tal vez no,  pero para entonces a nadie le importará ya demasiado. Claro que esa estrategia no le permite ponerse las medallas a nadie.
    Una recomendación. Un artículo en El País de J.M Ruiz Soroa, que también vive en Vasquilandia Tremebunda. Vecino de la villa, vaya. Dice lo mismo, pero mucho mejor:
    Piénsenlo otra vez

  11. No hay tal Derecho a la secesión. La propiedad común sobre el territorio de cualquier comunidad no es ni puede ser «romana» o por cuotas, sino germánica, por tanto, tota in toto et in tota parte. Todo el territorio nacional es «mío» y de todos y cada uno. Eso establece el derecho primigenio, anterior a cualquier legislación o votación. Esa es la soberanía «grande» sobre nuestra casa, semejante a la soberanía pequeña sobre el domicilio – todo el domicilio.La cocina y el cuarto de los chicos no se pueden «secesionar». Ninguna votación «mayoritaria» puede despojar a los que viven en una parte del territorio de su nacionalidad. Ninguna votación de una parte de los miembros de un territorio puede despojar a los demás de su derecho nacional sobre dicho territorio.
    Por tanto, sólo puede haber secesión «pacífica» si se cumple lo siguiente:
    -Todos y cada uno de los miembros del territorio que se separa lo aprueban, para ellos y sus descendientes.
    -Todos y cada uno de los miembros del resto del territorio lo aprueban, para ellos y sus descendientes.
    Cualquier otro escenario es un simple acto de violencia, más allá de cualquier derecho y anterior por tanto a la nación. La guerra es padre, sí, pero es absurdo suponer una «guerra pacífica».
    Uno de los defectos mayores del pensamiento liberal, y más aún del llamado libertario es su falta de formación jurídica, su superficialidad jurídica, que cree que la «copropiedad voluntaria por cuotas», la societas romana, es la única forma de copropiedad.Esa clase de dominio ni siquiera era universal ni mayoritario en Roma, y desde luego, jamás se concebía la civitas romana como disponible por absolutamente nadie, ni por el emperador ni por ninguna clase de «votación mayoritaria».
    Así como hay «res extra comercium», también hay «res extra arbitrium», y la nación con su historia y su suelo, la lengua y el propio cuerpo son algunas de ellas.

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