La trivialidad del panfleto

Es llamativo observar como, cada vez con mas frecuencia, lo superficial le gana espacio a lo profundo, lo irrelevante a lo significativo, lo anecdótico a lo sustancial.

El vaciamiento en las ideas, la debilidad argumental, la justificación simplista, todo  ello, forma parte de esa larga lista de recursos que solo se enfocan en salir del paso, como si fuera una conversación de café, de esas absolutamente intrascendentes.

Si eso sucediera en lo cotidiano, en la charla de amigos, tal vez no sería tan grave. Después de todo, los ciudadanos no estamos obligados a saberlo todo, y mucho menos aún, tenemos el deber de acceder al conocimiento especializado, técnico, de fondo.

Pero los dirigentes, y ya no solo los que militan en los partidos políticos ocupando posiciones relevantes en la conducción de los poderes del Estado, sino en todos los niveles de responsabilidad, en las organizaciones empresarias, sindicales, profesionales, de la sociedad civil en general, han caído también en el juego de vulgarizar sus alegatos y de quitarles contenido para apoyarse en la dialéctica del mensaje de barricada.

Esa dinámica hace del discurso emitido, de la opinión expresada, un recorrido plagado de una notable pobreza intelectual, cargado de rimbombantes afirmaciones, colmado de prejuicios, y hasta de terminología obsoleta que roza lo nostálgico.

Ese proceso de degradación en los argumentos, que prioriza la utilización de palabras fuertes y términos audaces, descartando la posibilidad de explicar lo que se piensa, ha tomado la posta para apropiarse de los diálogos, y fundamentalmente de los monólogos. Así, se recurre insistentemente a las “frases hechas” a los “lugares comunes” y los slogans lineales, como si se tratara de un anuncio publicitario, de un lema comercial, de una consigna de campaña.

En este mundo tan complejo, repleto de dificultades tan sofisticadas, donde abundan los problemas con claros rasgos de multicausalidad, lamentablemente gana lugar la ambigüedad y la retórica panfletaria.

Ante la primera objeción, frente al más elemental cuestionamiento, se derriban las supuestas murallas. Los mediocres del presente no resisten ningún intercambio, sucumben frente a cualquier interlocutor mínimamente informado.

Y como todo discurso superficial, impreciso y falaz, cada vez que se ve acorralado, apela a los mas básicos recursos; tirar la pelota afuera, cambiar el eje de la discusión, descalificar al interlocutor, endilgarle errores conceptuales que poco tienen que ver con lo que se discute y hasta responsabilizarlo del pasado y el presente.

Cualquier ardid le sirve. Entiende que todo le ayuda a disimular su inconsistencia. Sus talentos tienen que ver con escabullirse sin argumentar, pero nunca con fortalecer los motivos que sostienen la visión que exterioriza, y en la que aparentemente cree.

Lo trágico de todo esto no es quien tiene razón, tampoco quien triunfa en la pulseada intelectual. Lo patético, lo lamentable, es que las comunidades que han ingresado a este esquema, al parecer sin retorno, se privan de la oportunidad de entender lo que les pasa, de profundizar en la multiplicidad de explicaciones que cada fenómeno social supone.

Esa linealidad del panfleto, esa trivialidad que propone el debate anodino, nos aleja de la chance de comprender porque estamos como estamos. Si pudiéramos entender lo que nos pasa, intentaríamos investigar alternativas que nos ayuden a superar los problemas que hoy nos preocupan. Lamentablemente, hoy todo se reduce a infantiles disputas y a la compulsión de imponerse por la fuerza bruta o por la más moderna herramienta institucional, la del respaldo de las mayorías circunstanciales.

Estancado en su panfletoLos desafíos del mundo contemporáneo son abundantes, y merecen ser abordados con inteligencia. Eso implica derribar paradigmas, abandonar viejos prejuicios, superar la tentación del autoritarismo y trabajar los consensos, esos que surgen de discutir argumentos, exponer razones y sostenerlo todo, con los pilares que aporta el estudio, la lectura, la experiencia y la sabiduría que brinda la exacta combinación entre el sentido común, el conocimiento técnico y un pormenorizado estudio de la situación.

Esta inercia que nos propone el presente, es tremendamente peligrosa. Nos aleja de la posibilidad de resolver profundos problemas que no son precisamente los que asoman a la superficie mas como consecuencia que como causas. No se trata de analizar la mejor o peor gestión gubernamental, mucho menos aun de observar los temas económicos, esos que impactan en casi todo. También merece ser atendida la discusión filosófica, la de los valores, la del orden moral, condicionante de todo lo anterior. Resulta imprescindible un gran repaso, para encontrar los acuerdos que precisamos recuperar como sociedad. La política necesita convertirse en ese instrumento que fue, ese que nos posibilite aceptar nuestras diferencias, convivir con ellas y al mismo tiempo diseñar los caminos allí donde encontremos los trazos gruesos sobre los cuales podamos transitar.

Precisamos retomar la sana discusión, el debate inteligente, aprender a escuchar y no solo a monologar, asimilar lo que dicen los demás y no solo aspirar a dar cátedra, sino a enriquecer nuestra visión y tener la hidalguía de reconocer cuando algo de lo que dice el otro, nos ayuda a entender mejor nuestro presente.

Necesitamos asumir que no sabemos de todo, que algunos temas nos exceden, que ciertas circunstancias nos quedan grandes y que no tenemos la obligación de disponer de respuestas para cada interrogante. Siempre tendremos más por aprender que por enseñar. Los humanos somos seres imperfectos en búsqueda de la felicidad. Eso que nos hace falibles, nos debería enseñar que es improbable que alguno de nosotros tenga todas las soluciones a mano, y que debemos aprender de propios y extraños, de los que creemos que piensan parecido, e inclusive de los que están en las antípodas.

Desde este lugar en el que nos encontramos, desde el espejo en el que nos estamos mirando, habrá que decir que tal vez sea tiempo de abandonar la trivialidad del panfleto.

Alberto Medina Méndez

www.albertomedinamendez.com

PUBLICADO EN EL DIARIO EPOCA DE CORRIENTES, ARGENTINA, EL MIERCOLES 25 DE AGOSTO DE 2010

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27 comentarios

  1. cugamo

    Ciertamente los que aquí participamos estamos de acuerdo en la dirección que hay que tomar. Las discrepancias están en cual es el objetivo final y en cómo afrontar la ruta.

    A ver si somos capaces de ir andando con las convergencias y discutimos las divergencias por el camino.

    Por lo menos parece que te tenemos en el grupo minarquista, que no es poco 🙂

    Bastiat

    Creo que la carencia, más que de ideario, es de liderazgo. El culto al individualismo por un lado frena el que alguien de un paso al frente. Y por otro hace reacios a los demás a seguir a nadie.
    Hay más factores que influyen, pero creo que pivotan sobre éste en particular.

    El ansia de libertad y de huir de un sistema cada vez más opresor e incongruente hace que muchos liberales tengan fobia a una filiación que les comprometa. Olvidan que sin renunciar a un poco de libertad ésta no puede mantenerse ni incrementarse.
    Somos como el que quiere disfrutar de riqueza pero no toca ni mueve el capital que posee. Investiga mil proyectos, hace mil estudios de viabilidad… Pero su dinero en una caja. A lo sumo esperando que alguien le contrate para llevar a cabo sus proyectos y estudios (lo cual nunca ocurrirá). Y al final del día se lamenta con otros de la devaluación de su riqueza en el club de los emprendedores con dinero en una caja…

    (Vale, un pelín forzado el paralelismo, pero creo que deja ver la idea)

  2. Ya, Juano, ya sé que hay diversos tipos de liberalismo a grandes rasgos como diferentes escuelas que concretan mucho más lo que dices. Ya sé que no es lo mismo Rothbard, Mises, Friedman, Hayek,etc. Pero eso no es una dificultad ni una carencia, es una virtud. Poca discusión habrá en un foro progre en cuanto a cómo hay que organizar el Estado, él es el que manda y punto; en cambio, por lo que veo tú y yo aún compartiendo ideas básicas podríamos discutir durante horas. Es lo que tiene el individualismo… Pero la premisa principal, es decir, alejar el Estado del individuo favorece la sociedad espontánea es común a todo tipo de liberalismo.

    Un saludo

  3. cugamo, una cosa es lo que se quiere decir y otra lo que se dice, aunque en este caso me da que es más lo que querías dar a entender y lo que entendí…

    En el movimiento liberal hay dos corrientes: la anarcocapitalista y la minarquista. Tu comentario anterior me dio a entender que reflejabas a la primera y de ahí la inspiración de mi respuesta.

    En tu última intervención dices que «…todos queremos un Estado mínimo…». Y la respuesta corta es que no. Pues los primeros lo quieren tan mínimo que no habría estado de ninguna forma o manera. Mientras que los segundos (entre los que me incluyo) defendemos que sí ha de haber un mínimo.

    Ya hilando más fino, entre los minarquistas luego se establece otra discusión de si más mínimo o menos mínimo. Ahí entraría más los puntos que indicas.

    Por ejemplo en la educación yo creo que sólo debería garantizarse por el estado (cheque escolar) el aprender a leer, escribir, las reglas básicas de las matemáticas y las leyes básicas del estado. Sólo con eso los graduados estarían mucho más preparados que los de la ESO…

    En la sanidad…, ahí es más difícil. Mi idea es que en principio ha de ser gestión privada. Pero creo que el estado sí debería entrar en los casos más graves. Por arriba, en lugar de por abajo. Pero meternos en ese charco ahora no es plan. Mejor cuando lo tenga más claro…

    En cuanto a la economía: eliminar el dinero fiat, coeficientes de caja del 100%, supresión del banco central, libertad individual, etc…

    La discusión se complica más en cuanto al ejército, la policía, tribunales y bienes públicos (que habría menos, pero habría). Y en ningún caso habría una fórmula universal, depende de cada entorno y situación siempre dentro de unos límites claros y definidos (las competencias del estado han de quedar definidas y acotadas en la constitución, hasta con un tope de presión fiscal -10% :)- )

    Así que como verás podemos decir que hay dos tipos de liberalismo. Siendo un poco cabroncete diré que hay uno «bestia» y otro viable 😉

  4. Juano: ¿Cuándo he hablado de anarquía?
    La minimización de la intervención del Estado en tu vida es igual a una mayor concesión a la organización espontánea de la sociedad.Porque todos queremos Estado mínimo ¿no?.

    Pilares básicos de la sociedad:
    1- Educación: La mayoría de los liberales estamos de acuerdo con la instauración del cheque escolar como mal menor a lo que padecemos o la liberalización total de la enseñanza ¿no?. Habría más colegios privados a los que acceder y éstos serían ideológicamente libres -aunque cumplan requisitos mínimos- creando así una variedad de colegios desde ultraconservadores a ultraprogres que surgirían de acuerdo a la demanda que exista. Es el cliente el que exige y el mercado el que da y no un político el que decide dónde,cuándo y de qué ideología será el próximo colegio a construir. ¿No significaría eso indirectamente una concesión a la sociedad espontánea entendida como aquella que se establece sin dirección de nadie?.
    2-Sanidad: Idem.
    3-Economía: Libre mercado,no intervención del Estado en tipos de interés, etc… Cuanto más te acerques a posiciones liberales, más te acercas a espontaneidad. ¿O es que en una sociedad de libre mercado alguien compraría luz eléctrica proveniente de placas solares a un precio un 300% más alto?. En una economía libre tú demandas y el mercado ofrece y viceversa. ¿No es eso igual a espontaneidad?. ¿Por qué estamos en contra de las subvenciones? porque son el mecanismo del constructivismo, del dirigismo de un político en contraposición a la espontaneidad del mercado.

    Hablar de liberalismo es hablar de Hayek, hablar de Hayek es beber de Burke y leer a Burke es estar de acuerdo con la sociedad natural (=espontánea).

    Si hablas de otro liberalismo enséñame de cuál hablas. Un saludo

  5. Juano, quizás el principal error del Anarccapitalismo es que estando en lo cierto, el orden puede y de hecho ha sido espontáneo, lo que se niegan a ver es que ese orden espontáneo no ha nacido en dos días sino a través de los siglos. Y hasta aquí hemos llegado.

    Negar el devenir histórico es negar la esencia del desarrollo de la sociedad humana. Todos los pueblos han tenido sus sistemas políticos, todos. Unos han sido más agradables al liberal, otros simplemente nos parecen deleznables. Pero todos han tenido su proceso de desarrollo y todos han tenido como consecuencia el gobierno de los pueblos.

    Claro que igualmente niegan el concepto de pueblo, de nación o de sociedad porque aceptarlo incluiría, necesariamente, conceptos como orden, autoridad, legalidad… pero no caen en la cuenta de que para que exista en la realidad una anarquía ha de existir un territorio en el que dicha anarquía exista. Donde dicha anarquía “reine”. ¿Y cómo definen el territorio de la anarquía si nadie puede imponer a nadie ni la pertenencia a la anarquía ni la adscripción de sus posesiones al conjunto del territorio de la anarquía?

    Pregunta tú a ver si te lo responden a ti.

    Pero además existe un contrasentido a la hora de no incluir el concepto autoridad y orden. Si existe una anarquía es para que los hombres y las mujeres sean libres de aceptar o no normas que nadie puede imponer. Pero supongamos que hay quien está siendo obligado a aceptar contratos, abusos, obligaciones y normas sin su consentimiento. ¿Cómo y a quién acudiría para que le defendiera? En principio a nadie porque nadie puede arrogarse el derecho de defender ni entrometerse ni tan siquiera en la vida de los demás. ¿Podría existir así alguna justificación a intervenir en defensa de alguien que está siendo agredido en su voluntad? Creo que no.

    Y si fuera que si…. ¿No se convertiría esa posibilidad en norma de obligado acatamiento por TODOS, de tal manera que tendía que haber un SISTEMA capaz de hacer realidad dicho derecho al auxilio de aquellos que quieren ser libres? Ya no existiría la anarquía. Habría un orden y leyes, y estructuras que hacen realidad ese orden. ¿No se parece eso mucho a un Estado?

    Pues bien, ante la insistencia anarquista o se reduce su discurso a una utopía irrealizable reconocida por todos como meta imposible a la que llegar gracias a la libertad. Puesto que no se puede negar que puede existir una sociedad dentro de un territorio en el que todos los individuos estén dispuestos a someter sus instintos más bajos y sucios, humanos igualmente que la bondad la generosidad, pero que necesariamente exige de comportamientos diferentes a los actuales. Es decir hombres nuevos. ¿Qué diría David Friedman?

    Todavía no lo sé. Como no tengo contacto con él, no me lo ha aclarado.

    Dicho esto pasamos al punto de los liberales actuales. No es posible aceptar un liberalismo que niegue sus propios principios.

    No hace mucho tuvimos un debate sobre el P-Lib, antes de las vacaciones. El Aborto.

    ¿No es un principio liberal el derecho a la vida? Y esto es así porque aquel que tiene el derecho a quitar la vida está por encima de a quien le quita la vida si lo hace impunemente y sin agresión previa. Es decir, se rompe la igualdad de todos los hombres de tal manera que atacamos, además, dicho principio igualmente liberal, la igualdad de todos ante la ley. ¿Se puede aceptar un partido que niegue dichos principios?

    Yo no.

    Pues bien, estos son sólo algunos de los aspectos que nos debilitan. La pelea constante contra la realidad, el anarquismo, y la duda manifiesta sobre los principios liberales. No se quiere hacer el esfuerzo intelectual para lograr un ideario fuerte mas allá de los conceptos económicos, y, a partir de ahí, se hace difícil rebajar el tono intelectual para llegar a la masa. Se hace difícil explicar el liberalismo a quien le costará oírlo, por lo que representa de diferencia frente a lo que ahora mismo hay, cuando continuamente se tiene que estar replicando más a los liberales que a los socialistas.

    NO somos creíbles porque no tenemos un ideario fuerte.

  6. No creo que el orden surja espontáneamente, creo que hay un orden mínimo necesario y luego que cada uno se busque la vida. La anarquía es preciosa en el papel, pero es inviable. No tanto por su naturaleza, sino por su endeblez ante la más mínima amenaza.

    Si ya los liberales perdimos la batalla detentando el poder de diversas maneras (en Inglaterra por degeneración, en España por pasividad), cuanto más frágil sería una sociedad liberal basada en la espontaneidad.

    Es esa fe ciega en el orden natural la que hace sucumbir al liberalismo, pues no cuida ni protege los valores esenciales que hacen posible y viable su modelo. Así los whigs degeneraron al no tener claro que la libertad era un fin básico, no una herramienta. Así Gregorio Marañón fue testigo de la contención de los liberales ante los embates a los pilares de la libertad por miedo a ser tildados de intervencionistas.

    Usamos mucho lo de que «el que olvida la historia está condenado a repetirla». Pero luego no nos aplicamos el cuento por lo que se ve…

    Se pueden construir casas sin cimientos ni pilares. Y para ciertas escalas y funciones son perfectas. Pero para grandes tamaños y polivalencias, más te vale tener esas estructuras de apoyo. Y si alguien pretende quitar una columna básica para ampliar el salón, primero se le dice que no. Si insiste se le da un cogotazo. Y si no hay más remedio se le echa de la casa.
    Intentar levantar un edificio sin proyecto ni estructura fundacional es una locura. Una vez construido quedarse impertérrito ante quien pone en riesgo la estabilidad de la obra, es suicida.

    Mientras no eliminemos esa locura suicida que nos aqueja, complicado lo tenemos.. 😀

  7. El liberalismo no es tan difícil de vender.
    Para empezar decirle a la gente que el Estado no regala nada que todo lo cobra via impuestos. Segundo hacerles ver la enorme ineficiencia del Estado al gestionar la Economía.

    Pero las teorías keynesianas-socialistas no soportan la confrontación con el liberalismo en cuanto se profundiza un poco.

    Saludos.

  8. Un apunte a Bastiat:

    «Si yo tuviera la llave para poder reordenar la sociedad conforme a mis preferencias… liberales…. Por supuesto que los usaría.»

    He aquí una de las grandes dificultades que tenemos los liberales para vender nuestra doctrina, puesto que no es «ordenar» la sociedad de acuerdo con nuestros principios, sino dejar que se ordene espontáneamente y eso es muy abstracto para la masa.

    ¿Dónde y cuándo empezamos a cambiar esto? Me apunto

  9. Señores, creo que nos hemos dejado por el camino un factor que a mi me parece muy importante: el miedo.

    El ser humano siempre ha tenido miedo a lo desconocido, al cambio. Nos aferramos a aquello que creemos nos dará seguridad y por eso no dudamos en dejar nuestro destino en manos de otros a los que creemos mejor preparados.

    El panfletismo del mensaje actual busca mantener ese miedo. Ante un argumento razonado que puede cambiar o tranquilizar a la masa no hay nada mejor que una consigna que aliente el miedo y la inseguridad.

    Las consignas buscan solo una cosa: que se las considere verdades inmutables pese a que no hayan sido razonadas. La repetición de una consigna no la hace auténtica, pero se graba en nuestra mente mucho más rápido que una idea razonada. Y una vez que un mensaje ha calado en nuestro interior resulta dificil desecharlo porque dudar de él nos provoca miedo. Miedo a que algo que creiamos cierto sea falso. Miedo a que no sea lo único en lo que nos hemos equivocado. Y sobre todo miedo a que lo que nos presentan ahora como cierto también sea falso.

    Ahora imaginad a los millones de españoles que viven gracias al estado. Imaginad el miedo que les provocaría que alguien les diga que el estado debe inmiscuirse en la economía lo menos posible porque lo contrario es malo para ellos. ¿Creéis que se les podría convencer?. El miedo a perder su empleo y tener que buscarse la vida en la empresa privada no se lo permitiría incluso con el razonamiento más perfecto. ¿Y al resto de los trabajadores?. Casi lo mismo. Los subsidios y las indemnizaciones que el estado impone les dan seguridad, por lo que convencerles de que les perjudican resultaría casi imposible.

    Lo que quiero decir es que cambiar las cosas no es fácil. La gente tiene miedo al cambio y está demasiado llena de ideas a las que no renunciará así como así. Es una tarea larga y difícil, pero quizá con el tiempo la gente comience a despertar y razonar.

  10. El PSOE se fundó en 1879. Fue el segundo partido socialista que se fundó el mundo sólo por detrás del SPD alemán.

    Les llevó más de 30 años, hasta 1910, conseguir el primer diputado en las Cortes.

    Hasta 1918 no consiguieron 5 diputados, vamos un grupo parlamentario.

    El PSOE se metió en el gobierno de la Dictadura de Primo de Rivera, jugada maestra se metieron en el gobierno, por otro lado claramente socialista que liquidó el liberalismo para siempre (hasta ahora) en España, y encima consiguieron que su sindicato la UGT fuese el único legal.

    Vale les costó más de 40 años, pero partiendo de la nada liquidaron el liberalismo y entraron en un gobierno netamente socialista.

    Y luego en la República el PSOE era ya el primer partido político en España.

    Para aquella época la mayoría de los intelectuales eran socialistas o comunistas.

    Pero sobre todo en los años 30 lo que se liquidó fue la Economía como Ciencia siendo sustituida por teorías pseudocientíficas socialistas o keynesianas.

    Luego la Guerra Civil, y la primera época del franquismo: socialismo a tope. Después de 20 años y ante el fracaso total, empieza un periodo de mayor apertura y al famoso «milagro español».

    Pero en esos 40 años de franquismo casi todas las catédras de Economía del mundo estaban en manos de furibundos keynesiano y los medios de comunicación estaban en manos de socialistas.

    Los socialistas-keynesianos llevan en España dominando el mundo de la cultura, la universidad y los medios de comunicación desde hace 30 – 40 años, vamos pensar que después de todo ese lavado de cerebro pensar que vamos a cambiar las cosas en cuatro días, pues no.

    Pero el gran error es pensar que vamos a convencer a la masa.
    En España de 25 millones de votanes ( luego hay 6-7 que se abstienen ) unos 20 millones votan a los partidos de siempre (PSOE, PP, CiU, PNV, IU) aunque pongan a la mula Francis de candidato.

    Donde ahi que donde hay que crear base es entre la gente con un mínimo de preparación, para luego pasar a tener presencia en los medios.

    Pero la gente lo compra todo, si le dicen cualquier cosa en la televisión durante un cierto tiempo la masa sigue al lider que pongan.

    Sin embargo las cosas cambian ahora mucho más rápido que a pricipios del siglo pasado. El sistema socialista-keynesiano tiene los días contados. Es patético ver a los lideres mundiales y a los economistas prestigiosos defender contra la pared sus planes de estímulo.

    El próximo 29 de Septiembre voy a comenzar a publicar por entregas un pequeño libro de Teoría Económica, veremos que audiencia tiene. El objetivo es que entre unos aquí y otros allá consigamos reunir a 10.000 personas de clase social y cultural media-alta que comprenda la Teoría Económica básica.

    Puede llevar años y mucho me temo que el desmoronamiento del sistema socialista-keynesiano nos pille sin alcanzar el objetivo.

    Saludos

  11. Creo que tanto Bastiat como Mill tienen razón. Los que influencian son siempre los instruidos y hay que procurar que haya el mayor número posible de liberales entre ellos, pero quien da el poder es, al final, la masa. Fue esa masa la que luchó y murió en la guerra de independencia americana, por ejemplo. Es la masa la que lleva a cualquier ideología a la victoria. El liberalismo se difundió bastante entre la intelectualidad del s. XIX pero acabó fracasando porque la masa se fue con el socialismo.

    O llevamos el liberalismo a la clase media o no hay nada que hacer. Si no lo hacemos los liberales seguirán siendo vistos como señores con traje y corbata que se dedican a defender a los ricos, casi siempre porque ellos mismos lo son.

  12. Juano, por supuesto.

    Si yo tuviera la llave para poder reordenar la sociedad conforme a mis preferencias… liberales…. Por supuesto que los usaría.

    Y eso es una paradoja. Pero lo cierto es que hemos de saber hacer uso de esos mecanismos que existen porque esos mecanismos, sólo eso, saber usarlos, será la única manera de lograr mayores cotas de libertad.

    El socialismo se ha instalado en la sociedad porque hemos dejado siempre de lado la acción política porque hemos considerado la acción política como algo indigno de un buen liberal. El individualismo extremo, la desconfianza del Estado, sin que nadie sepa aún qué es verdaderamente el Estado. La incapacidad para analizar la realidad desde el punto de vista grupal (digo grupal para no decir social, que entonces se me crucificaría) ni establecer los límites a la libertad que dicho acto grupal precisa para la convivencia. La pretensión de lograr una sociedad libre autogestionaría sin considerar ni tan siquiera al menos por un minuto el que esa sociedad precisa de hombres nuevos, eso de lo que aborrecía David Friedman, el gran anarcocaptalista…. Todo ello nos ha invalidado emocionalmente e intelectualmente para la acción política.

    Negamos la acción política porque negamos la esencia del hombre como animal grupal…

    Entonces ¿podríamos lograr un programa político, un ideario político, una opción política que se pueda presentar a la sociedad con el único fin de lograr ir influyendo en la misma, al igual que las demás opciones políticas y usando los mismos mecanismo políticos para lograr consolidad nuestra propuesta dentro de esa sociedad?

    No se trata pues sólo de perder el miedo a la política, se trata de afianzar una opción política que actualmente no tenemos.

    Y si, esto ya lo he dicho….

    Y Mill, los que votan y dan gobiernos, mayorías, no son los profesionales “liberales”. La masa, Mill, la masa también vota. No hay actualmente, por fortuna, democracia censitaria. Esa es la realidad.

  13. Ricki Mango, lo cierto es que si he llegado hasta aquí es porque nunca he dejado de considerar que estar equivocado es una posibilidad y siempre he tratado de asegurarme de tratar de argumentar mis ideas de la manera más sólida posible.

    Por ello, y aunque no te refieres a nadie en concreto, a mi, al menos, me gustaría que indicaras algún error en el que pueda estar instalado.

    Eso creo que me enriquecería y, lo mismo, a ti también. Un debate serio siempre es estimulante.

  14. Las civilizaciones se construyen muy despacio, pero pueden degradarse muy aprisa. Y así estamos: en caída libre, por falta de mantenimiento. Por otra parte, en una argumentación (sobre todo entre personas de cultura hispánica), es conveniente dejar siempre una salida al interlocutor. Cuando uno se siente acorralado, es muy difícil (aunque no imposible) decir: «tienes razón; yo estaba equivocado». Se lo propongo a ustedes como ejercicio, la próxima vez que se den cuenta de que estaban equivocados. ¿O pretenderán decirme que ustedes NUNCA se equivocan?

  15. Bastiat, la presencia socialista en la educación, en los medios de comunicación, en los sindicatos, en la justicia, en las empresas públicas y cómo no, en la política no es casual. Hay posiciones con palancas de influencia sobre la sociedad que la lideran en uno u otro sentido.

    Además, pensar que todo el conocimiento acumulado a estas alturas sobre la conducta humana, tanto en el plano individual como colectivo, no está siendo utilizado por los grupos de poder (y por ende el estado) creo que es algo irresponsable. Por ello no es suficiente un discurso perfecto, pues no hay ni predisposición ni un entorno que les permita siquiera escucharlo…

    Puede que el ejemplo de los whigs sea lo que lastra la acción liberal (por culpa de ellos liberal en el mundo sajón es sinónimo de socialista). De hecho creo que por no repetir sus errores el liberalismo español del XX ni siquiera actuó contra la amenaza de la acción comunista llevada por una minoría ínfima.
    Tal vez sea hora de dejar atrás complejos, tener presentes los peligros del juego y empezar a jugar. Pero sólo hablando no nos van a escuchar, no pueden.

  16. Mill. Precisamente José Blanco es la prueba del nueve del error que se comete cuando sólo se piensa en la élite.

    El Sr. Blanco sabe como nadie pulsar las bajas pasiones de sus correligionarios tanto para azuzar a las masas contra el enemigo como para contenerlos en el ideario que todos ellos quieren seguir ciegamente. ¿Y cuál es el mérito del Sr. Blanco? El decir a la masa lo que en el momento duda la masa quiere oír. No es en sí un mensaje unidireccional, es el saber establecer una relación biunívoca entre la masa y el dirigente. Pero el verdadero mérito es saber pulsar a la masa, entender a la masa para poder establecer canales con ella para poder manejarla.

    El líder, por tanto, tiene su mérito en saber establecer vínculos con aquellos a los que quiere liderar.

    Los estudiados, los diplomados, doctorados y esforzados de la pequeña y mediana empresa actúan, como todos, por su interés. No hay clases. Hay relaciones interesadas entre el poder y quien ha de hacer realidad el poder. Y es que el poder, si no se plasma en hechos concretos no es poder.

    Y el Socialismo ha entendido como nadie que el hacerse cómplices con la masa es la mejor manera de asegurar el poder. Ahora mismo hay cientos de empresarios que están deseando acercarse al poder para subsistir. Que están dispuestos a vender su alma al diablo para obtener contratos de dinero público, porque del otro apenas hay. Que saben que enfrentarse a los mecanismos que el poder ha establecido para el control de la sociedad, y eso sería largo de cuantificar, pero que tiene un gran calado en la sociedad porque el poder se ha encargado de sembrar en terreno abonado, es negarse a uno mismo el pan y la sal.

    No existen líderes entre la clase media. Sólo existen líderes que asumen el riesgo de conectar con esas pasiones y modularlas para lograr los objetivos. No se convence a una masa con exhibiciones intelectuales. Desgraciadamente. Si. Se convence a la masa sabiendo qué es lo que quiere oír de lo que tú tienes que decirle. Y en el mensaje liberal hay muchos argumentos que el pueblo le gustaría apoyar. Si no fuera porque nunca se profundiza en el mensaje positivo sino en el mensaje negativo. Y el mensaje positivo no es dorarle la píldora al populacho, sino que es profundizar en aquellos puntos de acuerdo entre todos sobre lo que el ideario del líder tiene que decirles. Por ejemplo, el socialismo triunfa porque incide en el temor del ciudadano ante el futuro y la adversidad. El liberalismo triunfaría si se incidiera en el control que el socialismo ejerce sobre el ciudadano y lo que es suyo.

  17. Un partido político es una opción, pero no la única y tal vez no la principal ni la mejor… A mi entender debería ser un paso a dar más adelante, pero es más importante empezar desde abajo (mundo académico, clubs, think tanks…).

    Empezar con un partido que tiene que jugar con las reglas del sistema y donde según se toca poder las cosas se contaminan… No digo que no, pero creo que esto es algo más a largo plazo y cuya solución no está en la vía política pura. Primero porque no es cuestión sólo de legislar (o deslegislar). Y segundo porque aún logrando el poder, en la situación actual, te vas a tropezar con un aparato burocrático que te va a hacer sangre a la mínima que les mires raro…

    Como herramienta para llevar a la palestra los temas que nos interesan vale, pero tiene que haber algo más detrás, más sólido y menos susceptible a nuestras diferencias.

    Pero en fin, ya bueno es que lo hablemos y lo tengamos presente. Es un paso. A ver si vamos dando más.

  18. Juano:
    Hay un embrión de proyecto que es el P-Lib, aunque todavía están verdes.

    De todos modos crear un partido político no es tan dificil lo importante es tener la Teoría, siempre la Teoría.

    Saludos.

  19. MILL, tu planteamiento es más que correcto en cuanto al objetivo. De hecho es así como la izquierda se propagó, ocupando puestos claves en universidades y medios de comunicación. Basta ver los operativos del KGB y las líneas de financiación que daba para darse cuenta de que siendo constantes en los puntos claves se puede cambiar una sociedad en relativamente poco tiempo (poquísimo en la España de inicios del XX)… Es ahí donde hemos estado perdiendo la batalla.

    Pero antes de eso, sin organización no hay proyecto…

  20. Bastiat:

    La socialdemocracia está desmoronandose a ojos vista.
    ¿Sesudos estudios económico?
    ¿Rebajar el nivel de comunicación?

    No, no hay que rebajar nada. El objetivo deben de ser los abogados, médicos, profesores, ingenieros, pequeños y medianos empresarios.

    La masa va detrás de los líderes y los líderes, salvo excepciones como José Blanco, no salen de la gente sin estudios.

    Saludos.

  21. El problema está en la Universidad.
    Aunque la Economía no lo sea todo ni tenga soluciones para todo (nunca las tendrá) lo que sí es es la columna vertebral de las Ciencias Sociales.

    La Economía fue destruida como Ciencia en los años 30 del siglo XX, y a partir de ahí entramos en el «todo vale». Un «todo vale» que los políticos han sabido aprovechar muy bien. Ahora controlan la Universidad y los medios de comunicación.

    Pero, aunque lo controles todo, ir contra la Ciencia es un error que se acaba pagando.

    Yo hace años que me hago la pregunta ¿Qué hacer?
    En mi caso la respuesta es evidente: hacer mi trabajo.
    Pero en un mundo plagado de blogs: ¿Cuánta gente me leerá? ¿Convenceré a alguien? ¿Merecerá la pena?

    Pero tal y como se están poniendo las cosas no queda más remedio que intentarlo.

    Saludos.

  22. El problema es que al liberalismo se llega por la razón. Y el razonar es un esfuerzo que mucha gente no quiere hacer. Prefiere lo fácil, lo aparentemente consecuente con una realidad cómoda, la que todos preferimos, la felicidad otorgada y no conquistada, de tal manera que el hacer avanzar el liberalismo siempre será una cuestión complicada.

    Pero lo es aún más si los mensajes que lanzamos a la sociedad son sesudos estudios económicos que poniendo en duda las bases de la socialdemocracia en la que vivimos lo que atacan es ese paraíso en el que la mayoría cree estar viviendo. La gente no los entiende. La gente no los atiende.

    A día de hoy, estamos teniendo una oportunidad bárbara para lograr desmitificar el error social de la seguridad de la socialdemocracia. Pero para ello hemos de llegar a más gente. Y para ello hemos de rebajar el nivel de comunicación para hacerla mas accesible. Y eso, sobre todo en el momento en el que somos sesudos analistas de la realidad, y por tanto liberales, significa dar un paso atrás en nuestro ego y asumir que la pelea no es con los intelectuales, esos están ya derrotados, sino que el objetivo son las cabezas de la masa, la que vota por mantener un imposible.

  23. La inmensa mayoría de las personas de entornos como el nuestro no discute ni dialoga, sólo justifica.

    Hemos de darnos cuenta que en el falaz sistema social-«demócrata» que se ha instaurado la población ha sido adoctrinada sin que se les planteen alternativas. Y todo el que asimila la doctrina configura su identidad, su misión y su personalidad dentro de ese edificio conceptual.
    Enfrentarles con la entelequia que es el orden social que les define es exponerles a un páramo individual en el que las referencias han de volver a ser definidas con trabajo y razón. Es pasar de tener claro quién y qué eres dentro de un marco normalizado (por irreal y catastrófico que sea) a una individualidad aislada que tiene que trabajar y luchar para establecer un nuevo mundo. Por lo tanto es bastante lógico el inmovilismo y que mientras más se expongan las carencias del esquema, más peregrinas sean las técnicas para sostenerlo.

    Pretender que un funcionario del Ministerio de Igualdad asimile que su trabajo no sólo es inútil sino dañino, que no produce nada de riqueza sino que la consume y que el modelo propuesto implica que tendría que buscarse la vida en un entorno competitivo y lleno de incertidumbre es mucho pretender. Incluso si la crisis le deja sin salario y ante el abismo del despido, luchará por recuperar el status quo insostenible perdido antes que buscar una alternativa plausible indefinida.
    En menor medida lo mismo ocurre con cualquier ciudadano. Hacerle ver que el salario mínimo le perjudica, que las prestaciones del paro no llevan a nada bueno, que su pensión no le va a resolver la senectud, que todo lo que recibe «gratis» le está saliendo por una pasta…, todo eso es quitarle las seguridades que le dejan dormir tranquilo de noche, es eliminar de repente el «paraíso» en el que cree estar.

    Por un lado recuerdo a una prima mía cuando su hermana mayor le dijo que los Reyes Magos eran los padres. Su respuesta fue: «Eso no puede ser, los Reyes son 3 y los padres 2″…
    Por otro, más próximo en el tiempo, tras unos 8 años discutiendo y debatiendo con un amigo socialista alcancé el punto en el que todos sus argumentos quedaron desbaratados, todas las evidencias apoyaban mis planteamientos. ¿Cual fue su reacción?… Pues tranquilamente me dijo: «Tienes razón, pero las cosas son así y no se pueden cambiar. Lo mejor que puedo hacer es sacar el mejor provecho de lo que hay, luchar por cambiar las cosas es inútil.»

    Los argumentos y la razón hay que seguir empleándolos. Pero si los liberales no somos capaces de organizarnos mínimamente, seguiremos siendo los individuos raros sueltos en cada grupo que son políticamente incorrectos en extremo y sospechosamente anarquistoides.
    Ya no es sólo por repartirnos el trabajo que supone cambiar el mundo, es que sin ofrecer un grupo de acogida a los disidentes, la oferta de la soledad y la lucha, en gran medida quijotesca tal y como está el patio, fomentará lo que este artículo critica…

    Es tan crítica esa necesidad organizativa, que hasta liberales convencidos y recalcitrantes he visto ya aislarse y abandonar su lucha agotados de soledad y peleas con molinos de viento. Si perdemos nuestras tropas, ¿hablando y razonando bien vamos a atraer nuevas huestes?. No veo cómo…

  24. Probablemente sea un efecto secundario inevitable de la democracia. Cuantos más intervienen en la discusión, y cuanto mayor es el auditorio, necesariamente tiene que bajar el nivel. No todo el mundo está interesado en profundizar, y esforzarse. Ni puede.

    Por otra parte, la internet y los blogs pueden suponer, a veces, un factor nuevo que frena esa degradación. El ejemplo de la discusión del «cambio climático» no es manco, aunque posiblemente sí único. Todavía.

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