Blessing a Godiva: de tangos y milongas

Milady,

«La milonga es hija del candombe, así como el tango lo es de la milonga» dice Alfredo Zitarrosa en Mar Dulce, el último trabajo de Bajofondo.

¡Cuán agradable es dejarse seducir por la sabiduría de otro siendo, como soy, una novata perpetua! Para mí, hija del vulgo, que sólo sé lo que he aprendido con Milady, bajo vuestra generosa dirección, una milonga no es más que una mentira. Por eso me ha sorprendido lo real de la frase de maese Zitarrosa… el tango es, pues, hijo de la milonga…

¿Hay una melodía más nostálgica que el tango? Triste, desgarrado, rotundo, como mi estado de ánimo, nace de la milonga, como en mi caso. Hay algo más desolador que el entramado de falsedades y mentiras (milongas) en que vivimos? Las aves de rapiña que ya sacaban buena tajada de los incautos ignorantes se están cebando y no tienen más que clamar «¡Arrepentíos, porque de liberales y capitalistas está el infierno lleno!», para que, pueblerina iletrada como es la mayoría de la sociedad oscurantista que vivimos, se apresura a rasgarse las vestiduras y a acudir a esos falsos profetas pidiendo perdón por desear lucrarse y recetas para sus males.

¡Cómo agradezco a Milady que me obligara a leer a monsieur Colbert! Aún recuerdo sus palabras:

El arte de los impuestos consiste en desplumar el ganso de forma que se obtenga la mayor cantidad de plumas con la menor cantidad de protestas.

¡Qué modernas y al uso a pesar del tiempo que ha pasado desde entonces! Y ahí tenéis, señora, una de las milongas que me entristecen en estos días. Nadie afirmaría que Colbert era un adalid del capitalismo, y sin embargo, se llama capitalismo a nuestro sistema actual, cuando lo que vivimos es una nueva era mercantilista: colectivismo, privilegios del soberano a las grandes empresas, política comercial intervencionista… Colbert y el colbertismo representan el esplendor del mercantilismo que Adam Smith atacó con tanta razón y tanta perseverancia.

Pero acaso eso no es la principal causa de mi pesar, Milady. Lo que más me entristece es ver la facilidad con que las gentes de buena voluntad tragan con ruedas de molino y compran esas recetas milagrosas – que supuestamente nos van a salvar de las llamas del infierno- como corderillos que caminan sin titubear al matadero. Y por más que algunos tratamos de avisarles que les están estafando y que el plan del licenciado Paulson, que se presenta como único y definitivo, es tan auténtico como los crecepelos que venden los falsos médicos ambulantes, no hay manera de sacarles de su error. Más bien al contrario, solamente se consigue ser acusada de las peores cosas. Hay que callarse y hacer bueno el dicho de que en boca cerrada no entran moscas, y dejar que los charlatanes encaminen los dineros del pueblo por rutas inciertas.

Os dejo de momento, Milady, a la espera que me enviéis los libros que me habéis prometido de los doctores de la Escuela de Salamanca, como el padre Mariana, que ya advirtieron de las penalidades que esperaban a los súbditos cuando el soberano perjudicaba el valor de la moneda.

Vuestra fiel doncella,

María Blessing

Maria Blessing
Maria Blessing

María Blessing es el seudónimo de María Blanco (Lady Godiva, Godivaciones). Se refiere a un personaje del Romance del Rey Enamorado de Les Luthiers.

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3 comentarios

  1. Pues será hija del pueblo, María, pero lo dice como catedrática.
    Lástima que la ignorancia de los hijos del pueblo es tanta que aunque lo expliques no te escuchan pues ya tienen la monocorde respuesta: ¿¡pero cómo te atreves a defender este capitalismo salvaje producto del liberalismo!?, y uno murmura pues mire no es así, yo defiendo el capitalismo de producción pero jamás se me ocurrirá hacerlo con el financiero que no crea valor añadido; pero si no me quiere ni oír, ni escuchar, mejor me callo.
    Y a este ganso le están desplumando aplaudiendo con las orejas tal como dice lyon; y mejor no le digas que como yo si creía en la perversidad del sistema, no pierdo; lo cual es verdad; pero me escupirían: ¡eres un tramposo mentiroso!
    Cierto que poco aprendemos, pero es que hay demasiada masa que se lo tiene prohibido; todo su esfuerzo se reduce a ver o a oír el parte, para saber que deben opinar pues eso de leer e investigar con criterio produce dolor de cabeza.

  2. El arte de los impuestos consiste en desplumar el ganso de forma que se obtenga la mayor cantidad de plumas con la menor cantidad de protestas.

    ¿»…menor cantidad de protestas…»?

    Eso está superado. Hoy día los hay que aplauden con las orejas y piden más desplume. «Solidaridad», «Redistribución de la riqueza», «Progresismo», en fin, por nomenclatura que no quede.

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