Ideologías y estado

La influencia de las ideologías (o lo que los políticos han hecho de ellas) en el desarrollo de los estados  parece estar limitada. Desde un punto de vista evolutivo la tendencia natural del estado es la de crecimiento, independientemente de las opciones políticas o las ideologías que imperen en un momento determinado de la historia.  Es cierto que también se observan, de tiempo en tiempo, tímidos intentos de limitación del poder estatal. Éstos son también independientes de la ideología reinante. Ronald Reagan fué el causante del mayor déficit público en USA, víctima del keynesianismo rampante. Bill Clinton fué capaz de reducir el gasto público en mayor medida de lo que ningún republicano de su época hubiese podido soñar. La hipótesis sería, pues, que el crecimiento (o la reducción) del Estado se ciñe a circunstancias económicas y burocráticas, y no necesariamente a las ideologías políticas gobernantes.

Y para qué sirven entonces las ideologías? Decía Adorno que la «industria de la cultura» es la que caracteriza a quienes necesitan de ella para convertirse definitivamente en lo que son: humanos.  Los mass media y sus editorializados titulares son más consecuencia de la hiperculturalización que causa de la misma. De manera análoga a como Adorno trata la «cultura», podemos intentar caracterizar la función de las  ideologías políticas.

Hipótesis: las ideologías políticas sirven para reducir las tensiones producidas por los movimentos de expansión-contracción de los Estados.
1. Las ideologías sugerirían a los perdedores (en caso de crecimiento del Estado a los pagadores netos de impuestos, en caso contrario a quienes dejen de recibir ayudas y subvenciones), que lo que está ocurriendo es también beneficioso par ellos.
2. Las ideologías sugerirían a los ganadores que no han actuado sólo en defensa de sus propios intereses, sino que lo ocurrido redunda en beneficio del interés general.

Las ideologías no serían así responsables de aquello que ocurre en la vida política real, simplemente contribuirían a estabilizar las nuevas circunstancias surgidas de los cambios económicos  y las consecuencias  que de ellas se deriven para los individuos.

Se abre el debate. Alguien con ganas?

Luis I. Gómez
Luis I. Gómez

Si conseguimos actuar, pensar, sentir y querer ser quien soñamos ser habremos dado el primer paso de nuestra personal “guerra de autodeterminación”. Por esto es importante ser uno mismo quien cuide y atienda las propias necesidades. No limitarse a sentir los beneficios de la libertad, sino llenar los días de gestos que nos permitan experimentarla con otras personas.

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9 comentarios

  1. En el plano internacional, en última instancia, lo que impera es la pura ley del más fuerte. Ni cultura, ni educación, ni nada que se le parezca. Por el interés te quiero, Andrés…

  2. La ideología es un factor de acción política, no de poder.
    Creo que la ideología, o las ideologías, de un estadista tiene aún mucha influencia en su modo de accionar, sobre todo en el plano interior, aún cuando estos se alejen de la misma cada vez más para conseguir sus intereses.
    Sin embargo, en el plano internacional y como factor de poder, la ideologia no tiene mayor efecto, los factores importantes son los economicos y culturales, como la educacion y aun los factores historicos (caso latinoamericano).
    Si bien es verdad, que cada vez mas las ideologias tienen menos influencia aun en el accionar politico por causas como la contradiccion de los gobernantes a su propia ideologia, el intento por satisfacer intereses plurales y diversos, la crisis en la que se encuentran los partidos políticos como tales, entre otras.

  3. Es como la hipótesis del Intéprete que formuló Gazzaniga para el cerebro pero a lo bestia, y trae un poco a Marx, al Marx sociólogo, a la palestra. Vamos, que la gente articula ideas que explican lo que hace, auténticas justificaciones a posteriori, y no hace las cosas según sus ideas. En este caso sería con mass media y opinantes, frente a un Leviatán omnímodo y omnipotente, cosa de grupos y de dinámicas sociales que se miran a sí mismos como tales grupos, más que de individuos, pero más/menos lo mismo.

    Cuestión muy importante es saber si el ser humano, sólo y en grupo, aspira a mayores dosis de libertad cuanto más libre es o llega un punto en que exige -de forma inconsciente, sin duda- unas cadenas con las que ser atado. La Decadencia y Caída de tantas civilizaciones me lleva a creer lo segundo.

  4. Jordi 😀

    No, no tiene vida propia, pero la influencia de las ideologías en su dinámica es cada vez menor. De todos modos, no estaría mal un Neo que le diese un par de palos al estatalismo reinante, no 😀

  5. Creo que Carlos ha dado en el clavo. Una vez la bola de nieve de la burocracia comienza a crecer, llega un punto que arrastra a todo aquel que intente oponerse. En este país tenemos uno de los ratios de funcionarios por habitante más altos del mundo. Muy grande y sólida tiene que ser la victoria de un gobierno liberal para ponerle el cascabel al gato y cambiar esa tendencia… Así que los gobiernos acaban ocupándose de cómo mantenerse en el poder controlando semejante bestia, lo cual relega los ideales a un segundo plano.

    Con todo, la ideología del gobernante influye. No es lo mismo uno que quiera seguir alimentando al animalito que otro que pretenda por lo menos dejarlo como está. En ambos casos seguirá siendo un bicho enorme. Pero noslomismo 😉

  6. El político hará lo que le parezca una vez que acceda al poder, está en su naturaleza; y manejará los postulados ideológicos previamente «vendidos» según las «circunstancias». Pero el político depende de la burocracia, el auténtico poder. Y el ansia expansiva de la burocracia también está en su propia naturaleza: a más gasto más clientela. Y el único contrapoder es la sociedad civil. En lo que nos concierne, una auténtica entelequia.

  7. Efectivamente, Juano, no lo has pillado! 😉
    No te das cuenta de que si a los demás les va bien, a tí también te irá bien? El interés general, Juano, es el interés general 😀

    Lo que pretendo con la entrada es otra cosa. Y casi me haces el resumen: la ideología es determinante en la acción política, pero ésta no lo es en la dinámica propia de los estados. Éstos crecen o dejan de hacerlo por motivos completamente distintos de los que dicta la ideología de quien gobierna. En otras palabras: los estados como aparatos de poder no son consecuencia de la ideología de quien los maneja. Acaso eran diferentes los estados rusos antes y después de la «revolución»? Más grande? más pequeño? menos opresor? El politico renuncia a su ideología el mismo día en que sale elegido. Ha de hacerlo, de lo contrario no será capaz de manejar la cuota de poder que le toca.
    Ya sé, es provocador, pero de eso se trata, no?

  8. Amén de que el punto 1 no lo pillo (¿si soy liberal y suben los impuestos y dan más subvenciones me voy a alegrar como liberal porque pienso que me voy a beneficiar?), el planteamiento de la hipótesis parece propio de los del calentamiento global: Pillando dos datos que cuadran generalizamos lo que nos parece más o menos…

    La tendencia es de crecimiento monstruoso del estado. Y es tan estable y duradera, que la mayoría ya da por sentadas cosas que no deberían darse por sentadas. Incluso esos frenazos coyunturales al crecimiento del aparato estatal, no son porque se vuelva al papel de siervo que debería tener, sino pequeños pasos atrás del padre que tiene que cuidarnos y resolvernos la vida.

    La ideología es determinante en la acción política. Lo malo es la creciente zona común entre las distintas alternativas políticas. Zona común que, por norma, crece en detrimento del liberalismo.

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