La historia reinventada. Ven niño, que te voy a contar un cuento

Lleva varios días publicado pero lo he leído hoy. Magnífico artículo de Juan José Mercado. No dejen de leerlo!

Un botón de muestra:

… pretenden ahora repartir patentes sobre el pasado, sellarnos el pasaporte de la memoria y obligarnos a pasar, cuando queramos volver la mirada, por unos arcos detectores debidamente reglamentados capaces de filtrar todo atisbo de duda o escepticismo hacia la visión puramente gubernamental. Ya nos avisó Orwell sobre eso de que quien controla el pasado controla el futuro y que quien controla el presente controla el pasado, que es precisamente el objetivo. Lo cual que además de establecer por ley una memoria colectiva, se hace urgente el control del futuro vía educación ciudadana, entendiéndose ciudadanía como masa informe y homogénea, sumida en el lodazal de lo colectivo, como no podía ser de otra manera proviniendo la ley de los socialistas que sufrimos, tan amantes de la tribu y el rebaño.

Luis I. Gómez
Luis I. Gómez

Si conseguimos actuar, pensar, sentir y querer ser quien soñamos ser habremos dado el primer paso de nuestra personal “guerra de autodeterminación”. Por esto es importante ser uno mismo quien cuide y atienda las propias necesidades. No limitarse a sentir los beneficios de la libertad, sino llenar los días de gestos que nos permitan experimentarla con otras personas.

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Un comentario

  1. Una cita de 1984. O´Brien se dirige a Winston:

    «Always, at every moment, there will be the thrill of victory, the sensation of trampling on an enemy who is helpless. If you want a picture of the future, imagine a boot stamping on a human face—for ever. …The heretic, the enemy of society, will always be there, so that he can be defeated and humiliated over again. … The more the Party is powerful, the less it will be tolerant: the weaker the opposition, the tighter the despotism. Goldstein and his heresies will live for ever. … Always we shall have the heretic here at our mercy, screaming with pain, broken up, contemptible—and in the end utterly penitent, saved from himself, crawling to our feet of his own accord.»

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