Y sin embargo se mueve

Así se llama el blog de mi amigo Juan Granados: "Y sin embargo se mueve".

El uso perfectamente pulcro del castellano, los paseos intimistas por la historia, su capacidad para convertir un retazo de memoria en un paisaje compartido y la agudeza intelectual con que nos comenta la actualidad, convierten este blog en una de mis lecturas diarias. Hoy, animado por una de sus magníficas resenyas literarias, quiero compartir con mis lectores el buen sabor de boca que me ha quedado. Que lo disfruten.

 

PD: No sé si es el último liberal palentino, pero sí es el primero que conozco (o del que soy consciente). Se llama Jorge Castillejo, tiene blog y ha pasado a mi lista de enlaces.

Luis I. Gómez
Luis I. Gómez

Si conseguimos actuar, pensar, sentir y querer ser quien soñamos ser habremos dado el primer paso de nuestra personal “guerra de autodeterminación”. Por esto es importante ser uno mismo quien cuide y atienda las propias necesidades. No limitarse a sentir los beneficios de la libertad, sino llenar los días de gestos que nos permitan experimentarla con otras personas.

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2 comentarios

  1. Querido Luis, no merezco tanto, pero viniendo de ti, la satisfacción es absoluta, y en cuanto a blogs, demonios, este es «el blog» eso ya lo sabe todo el mundo 😉

  2. Todos los veranos son iguales y por eso en este clima abundan las memorias, mientras desaparece la memoria: escamoteo de la fidelidad, ruptura de nexos, abandono de la palabra dada.

    O vencerá, antes o después, la memoria petrificada e inmisericorde, resentida, revanchista, hipermnésica, incapaz de olvido, enemistada con el futuro, nostálgicamente ahistórica; o seguirá siendo memoria delegada, memoria ajena que introyecta la imagen del patrón; en suma memoria inducida. Quisieron hacer creer que D. Quijote se avecindaba en todo domicilio, que la memoria histórica de los españoles consistía en gestionar lo “universalcatólico” y hoy quieren demostrar que somos simples cerdos del rebaño de Epicuro, de modo que uno no sabe qué fue ayer ni que será mañana.

    La ausencia de saber mnemónnico entraña la debilitación progresiva, el creciemiento insuficiente o paradójico: el bonsái; e incluso conduce a la desesperación: donde no hay memoria, no hay deseo domeñable.

    Sucede que no, la memoria no es el mero pasado: es la identidad de un devenir identificado. Por la memoria llegamos a sabernos siendo lo que somos, tras habernos vivido como siendo. No es que se tenga memoria, se es memoria o “memorable”, etc.

    Uno es, por ende, testigo de sí mismo. Perjurar, testimoniar cosa distinta a lo que la identidad demanda es el sufrimiento interno de toda escisión y el desgarro respecto a los demás por haber dejado ensancharse el vacío agrietador. Ser “de feliz memoria” es acoger incluso el dolor con esperanza.

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