Lectura dominical

Tengo el blog abandonado. Demasiadas cosas en la cabeza. Demasiado trabajo en la vida real. Y pereza, mucha pereza. Hoy les dejo con un texto de Antonio Yuste quien, como todos nosotros, tiene días de luz y días de sombra. Esto que les traigo (sincero y provocador) es, al menos en mi opinión, fruto de un día de luz:

EN ESTOS DÍAS, jurídica y políticamente aciagos, no son pocos los que se lamentan de que la Constitución no esté escrita en papel de lija. Son los entusiastas de la Constitución. No sería tan fácil, añaden, limpiarse con ella después de deponer. Es una forma de ver las cosas. Soy de los que pienso que se acude a la Constitución para limpiarse la entrenalga por ver de proporcionarla alguna utilidad. Las Constituciones se promulgan para ser respetadas. Es imprescindible, eso sí que el texto contribuya a ello, al respeto. No es el caso de la Constitución Española. España necesitaba una Constitución y en aquellos días de transición y mucha utopía, los padres de la patria garabatearon un texto legal al aliguí, entre chupitos, acodados en la barra del bar del Congreso. La constitución española, con minúsculas, es una Ley Suprema, con mayúsculas, escrita a mayor gloria de los jefes de la ideologías de relumbre de la época, imagínese, el socialismo, quién da más, el comunismo, hagan sitio, el centrismo, guarden silencio, el liberalismo, tiempo muerto, el racismo vasco, jo, el lingüismo zarabeto, hosti tú, el frentepopulismo, lo nº 1 en emancipacióny liberación, o sea, cosas extraordinarias y para espatarrar.

No se hizo una constitución para el pueblo, el verdadero titular. Por aquellas fechas al pueblo se le temía y se temía sobre todo que se colara por el articulado y le diera un revolcón a los jefazos de aquellas ideologías deslumbrantes. Si se consulta, y yo lo hago con frecuencia, la Constitución comentada, es fácil apercibirse de la baja estima al pueblo español que tenían los políticos de la época.

El pueblo español, así es, del que se suponen emanan todos los poderes del Estado, artículo 1.2 de la Magna, es un cero a la izquierda y juega el papel que los padres constituyentes han querido que juegue: el de palanganero.

Diré lo que nadie dice, la importancia de la Constitución en el desenvolvimiento de la nación, en el desenvolvimiento de España, ha sido anecdótica o nula. La Constitución española es prescindible porque es mala, intrínsecamente mala, no se salva ni un solo título y me atrevería a decir que ni un solo capítulo de los distintos títulos. Todos ellos necesitan retoques y reformarse. Y digo que su importancia ha sido nula, porque se ha acudido a los mil y un pactos, todo el mundo lo ha hecho, sin reparar en su existencia y tomándosela como se toma el sereno el pito. Ridiculizar la Constitución, omitirla para legislar y acordar barbaridades, ningunearla, es un deporte muy popular, con mucho predicamento, entre nuestra clase política. Deporte al que se han ido sumando juristas de aquí y allá, los que grácilmente han ido recalando en el Tribunal Constitucional para dar cobertura a su ninguneo.

Lo que se le ha hecho al pueblo español no tiene nombre. Lo que se le ha hecho a nuestros derechos políticos con leyes menores y reglamentos, tirando del hilo del texto constitucional, no tiene perdón ni de los hombres ni de Dios. No hay bondad suficiente en el mundo para perdonar tanta maldad y trasgresión.

El Consejo de Estado, ahora, —a buenas horas mangas verdes— se despacha con la ocurrencia de que se necesita una reforma constitucional que fije el techo competencial de unos y otros y desarrolle más eficazmente el principio de solidaridad. Aconseja en el reciente dictamen la inclusión del recurso previo de inconstitucionalidad en cualquier proceso de reforma de los estatutos. Se han necesitado 28 años para decir lo que era un secreto a voces, que el Estado Autonómico no tenía ni pies ni cabeza. Nada dice el Consejo de Estado de la disposición adicional. ¿Saben porque no dice nada de la disposición adicional? Efectivamente, por razones de peso, porque nadie quiere cargar con el muerto.

España es el país donde más cuesta adquirir razones. Para encontrarlas bien traídas y mejor estructuradas hay que porfíar mucho. ¿Es vinculante el dictamen del Consejo de Estado? Es un Consejo y zETAp no necesita consejos que le distraigan de la hoja de ruta. España tiene una Constitución en la que el “Estado facilita la adecuada utilización del ocio”. No existe otro país sobre la Tierra donde el Estado facilite, como en España, oh cielos, la adecuada utilización del ocio. ¿Los ponentes constitucionales, pregunto, han legado para la ciencia su cerebro? ¿Conoce usted algún otro caso de país con nación, nacionalidades y regiones? Agarren ese mochuelo. Y que decir del sin par caso de que la lengua oficial de España sea una que nadie habla, el castellano, cuando lo que hablan los castellanos es el español.

Da igual quien gobierne, si zETAp, si Rajoy, Arzallus o Arturo Mas, lo haga quien lo haga tenemos caudillo. Ahora Rajoy nos pide a los españoles que le apoyemos, que le demos nuestra firma para enfrentarse a zETAp. Ha convertido el Estatut en un plebiscito sobre su persona. Tiene bemoles. Nos pide nuestra firma para consolidar su liderazgo. Caí en la tentación de imaginar, fue algo pasajero, que Rajoy se proponía abrir las instituciones a la acción positiva de los ciudadanos. ¡Que ingenuo! Los ciudadanos seguimos teniendo lo que nos merecemos, unos jefes políticos que no reparan en gastos y a los que les trae al fresco reformar la Constitución, los derechos políticos e históricos de los españoles y lo que tenga que ver con el recto proceder y las sociedades abiertas.

¿Sociedad abierta? La única abertura que consienten los políticos españoles es la de piernas. Tienen el paso decidido y lo quieren franco. ¿Hasta dónde nos tenemos que abrir de piernas? Las tengo en aspa y la pelvis a punto de estallar. España necesita una Constitución bien hecha, con buena partitura y bailable. Tres pasos a la derecha, tres a la izquierda y dando vueltas como en el chotis. La Constitución hay que bailarla bien agarrada, contra el pecho. ¿Qué es eso de hacer una Constitución acodado en la barra de un bar, el del Congreso?

Luis I. Gómez
Luis I. Gómez

Si conseguimos actuar, pensar, sentir y querer ser quien soñamos ser habremos dado el primer paso de nuestra personal “guerra de autodeterminación”. Por esto es importante ser uno mismo quien cuide y atienda las propias necesidades. No limitarse a sentir los beneficios de la libertad, sino llenar los días de gestos que nos permitan experimentarla con otras personas.

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2 comentarios

  1. pero si da igual constitucion que destitucion, en el pais de la picaresca total donde el paletismo integral impera por las instituciones, donde todo el mundo anda como buscarle la vuelta a la ley para beneficiar a sus amiguetes de turno o a sus hijos o a sus ahijados, ¿para que necesitamos constitucion?, y mas ahora que vamos a tener 17 de ellas cortadas al alimon y para el perfecto blindaje de las 17 republicas de chichi-nabo que españa ya ha parido.

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