Adiós Cataluña, adiós.

A través del blog de Pablocelán – que llevaba mucho tiempo inactivo – Figaro’s Blog, llego a la bitácora Introibo y leo un muy buen artículo sobre los nacionalismos -más en concreto el catalán – en la España de hoy y sus consecuencias:

Cataluña está enferma. De nacionalismo. Y lo peor de ello no es la acostumbrada amenaza de su autodeterminación, sino el contagio nacionalista, que produciría un brote difícil de manejar de nacionalismo español. Digo esto porque los primeros perjudicados por el nacionalismo son precisamente sus supuestos destinatarios. Los más perjudicados por un brote de nacionalismo español seríamos, por tanto, los españoles.

Y ello por la sencilla razón de que el nacionalismo es ciego -y bien ciego- a todo cuanto tenga que ver con la utilidad. Por ejemplo, un nacionalista te pedirá que pagues más por el mismo producto sólo porque se ha fabricado aquí. O pedirá que se contrate a trabajadores autóctonos aunque sean menos competitivos. Por no hablar de la importancia que da a la producción de propaganda y autobombo. El nacionalista es un narciso y un onanista incorregible. El resultado es una malversación de recursos. Una pérdida drástica de eficacia económica y la generación de bolsas de clientes políticos. El nacionalismo viene a ser como un club de fútbol que se gasta el dinero en financiar a la hinchada más cerril y ruidosa, pero que descuida la cantera o los fichajes. Y, por supuesto, el nacionalismo ofusca la percepción de la realidad y atrofia el sentido de la autocrítica. Siguiendo con la metáfora futbolística, para el nacionalismo la culpa será siempre de los árbitros, de las malas artes del contrario, incluso, de algún complot, ora judeomásónico, ora español.
(…)
¿Cuánto tiempo puede un país o un territorio estar sumido en ese estado de ánimo y no estallar? ¿Cuánto tiempo se puede soportar semejante paranoia nacional? Yo digo que no eternamente y que quizá haya llegado el momento de detenerse y hablar con franqueza. O en España, en igualdad con el resto de los españoles o fuera de ella. Sin acritud, pero fuera. Lo peor es que engendros políticos como el Estatut votado por las Cortes Catalanas, no propone tal cosa. Cataluña se autodetermina («es una nación» y las naciones o son soberanas o no son) pero después decide -unilaterlamente- qué tipo de relación desea tener con España y, más aún, qué es España (para el caso, «un Estado», no una nación ella misma). Dicho de otro modo, amigos: el Estatuto de Cataluña sólo es una fórmula litúrgica, solemne, de decir que el Tripartito ha conseguido para los catalanes que Cataluña goce de todas las ventajas de seguir en España pero ninguno de sus inconvenientes.
(…)
Pensad si en realidad España es mucho menos dependiente de Cataluña de lo que catalanes, pero también españoles, venimos suponiendo hasta ahora. Pensad si en en estos momentos Cataluña no es, ante todo, una carga para el resto de los españoles. Amigos, digámosles adiós. Nosotors a ellos. Bye, bye Catalonia. Freedom for Spain. Stop nacionalist madness.

No dejen de leerlo entero.

Luis I. Gómez
Luis I. Gómez

Si conseguimos actuar, pensar, sentir y querer ser quien soñamos ser habremos dado el primer paso de nuestra personal “guerra de autodeterminación”. Por esto es importante ser uno mismo quien cuide y atienda las propias necesidades. No limitarse a sentir los beneficios de la libertad, sino llenar los días de gestos que nos permitan experimentarla con otras personas.

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12 comentarios

  1. Jo també soc català y hijo de emigrantes españoles.

    Os diré una cosa, me parece necesaria la crítica al nacionalismo catalán, ahora bien, miraros un poco el ombligo y analizar el nacionalismo español del último siglo.

    De Primo de Rivera hasta Franco y sus filtreos con la Alemania nazi de Adolf Hitler.

    Poneros en la piel de los miles de catalanes y vascos, además de muchísimos españoles, que sufrieron su nacionalismo fascista español con el exilio, la muerte o la represión que soportaron durante toda la dictadura.

    Solo os pido que intentéis hacer el esfuerzo y que comprendáis que hay muchas maneras de ser español y no solo una. Que hay muchas lenguas españolas y no solo una. Y que todos somos España. Desde el castizo madrileño, al alegre andaluz, los fiesteros valencianos, los chuleras de los vascos, los puros de castilla hasta lo trabajadores insaciables y garrepas de los catalanes.

    Ánimos.

  2. Yo también soy catalán vivo en Catalunya y me considero tan español como catalán o a la inversa, me da igual. Lo único que sé, es que en un mundo donde todos nos unimos, está fuera de lugar plantear este tipo de cosas. Unidos somos más fuertes, unidos en convivencia, en solidaridad, en hermandad y por supuesto con nuestras diferencias, nuestras costumbres, nuestras identidades. Si esta Constitucuón y este Estatut han sobrevivido durante más de 25 años y encima han resistido toda la dura transición española, creo que hay mucho que decir en su favor. Nuevo Estatut? Si, pero dentro de un orden. Saludos liberales.

  3. Atinadísimo y evidente, aunque como todo lo atinado y evidente en políca se oye poco.

    Somos los demás, los perjudicados en todo -inluso en lo económico- quienes deberíamos independizarnos de ellos: de los nacionalismos etncistas y cavernarios (y no a la inversa). Y por cierto, los casposos, retrógrados, filofascistas y arcaicos son ellos: tales cavernarios nacionalismos, aunque ellos apliquen tales epítetos a quienes defendemos la igualdad, que eso es el progreso, de todos.

    ¡Pluralidad interna para ellos, que son los verdaderamente plurales, o adiós caverna catalanista y vasquista! Aunque ciertamente los cavernícolas se lanzarían inmediatemente sobre aquélla parte de sus ciudadanos que no comulgue con sus retrógradas ideas monidentitarias. Esto es lo único preocupante de tal hipótesis

  4. Tranquilo, Topgun: el hartazgo del nacionalismo es tan fuerte, que muchos tenemos la tentación de pronunciar ese «Adiós Cataluña» o «Adiós País Vasco» pero nos resistimos. ¿Por qué? Por lo que tú dices. Yo he conocido de primera mano lo duro que es ser no nacionalista en el País Vasco y en ciertas partes de Navarra y, por eso mismo, no puedo quedarme al margen y dejarles en la estacada. Aunque la situación en Cataluña no llega a los extremos vascos, me puedo imaginar lo que significa no ser nacionalista allá donde ser nacionalista se convierte en la única manera de ser catalán, vasco, gallego, español o lo que sea. Y que no me venga Ramón o cualquier otro a contarme que soy nacionalista español. Que ese argumento lo tengo muy visto.

  5. TopGun, no te preocupes, no estais solos. Sabemos que muchos, muchisimos catalanes no piensan como los maragallianos y adictos a Pérez. Yo, desde luego, no tengo cajón en el que me caben TODOS los catalanes, ni TODOS los vascos, ni TODOS los españoles. Aunque empiezo a pensar que soy de los pocos que aún se digna en diferenciar.

    Ramón, curiosamente, los primeros en no diferenciar entre catalanes, en mantener un comportamiento absolutista y estatalista, son los firmantes del Estatuto. Nunca hablan de vosotros, si no de Cataluña.

  6. «O en España, en igualdad con el resto de los españoles o fuera de ella. Sin acritud, pero fuera».
    Fuera de Espana, sin ninguna duda. Gracias! El Estatut no lo propone mitad por miedo y mitad por timidez.
    Topgun: no le cansa ser tan redundante? Juega con lo de los nacionalistas y socialistas, y al final acaba con una llamada de auxilio en la mejor tradicion de los serbios de la Krajina.

  7. Luis,

    El artículo es interesante, de fácil lectura y muy acertado en su diagnóstico de los efectos del nacionalismo pero un completo disparate en la solución aportada (dar la total independencia a Cataluña).
    Frente a los problemas siempre caben muchas actitudes para afrontarlos pero la de capitular no me parece ni la mejor y desde luego tampoco la más valiente.

    Como catalán (catalanista hasta la médula pero nunca nacionalista)me produce pánico un mini país gobernado por Nacionalistas y Socialistas ( que se lo pregunten a los alemanes que lo probaron).
    Por favor no nos abandonéis con estos políticos pirados, la gente no estamos por la labor y si bien pueda parecer lo contrario es por una serie de acontecimientos encadenados que nos han traido hasta aquí, el principal el sistema electoral español y el segundo un presindente débil y cercano a la extrema izquierda (Incomprensiblemente)

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