Carta al Rector de la Autónoma de Madrid

Un lector de esta casa (Orisonis) nos deja en comentarios el texto de la carta que, con ocasión de la investidura de Santiago Carrillo como Doctor Honoris Causa por la Universidad Autónoma de Madrid, remite al Rector de la misma. Llena de sinceridad y patriotismo, ejemplificante en el uso de la palabra y abrumadora en la defensa de la ley. Tal vez no todos los habitantes (no elijo casualmente el término «habitante») del Reino de España comparten su visión unitarista de la Nación, lo cual, en tanto que llamamiento al reconocimiento de la voluntad de TODOS, no supone merma alguna al escrito.

Excmo. Sr. Rector de la Universidad Autónoma de Madrid
Estimado compatriota:

Le agradezco en primer lugar que se haya tomado el tiempo de responder directamente a mi mensaje. Lo interpreto como señal de que no le pasa desapercibido, independientemente de la diferencia de opinión que ustedes y yo mantenemos, el interés que para cualquier ciudadano español tiene cualquier iniciativa en torno a la persona y trayectoria vital de D. Santiago Carrillo. Interesa, ciertamente, tanto desde el punto de vista de la consecuencia histórica y de su conocimiento, como desde el punto de vista de la dignidad y rigor con que debe ser vivido el presente desde nuestra condición de ciudadanos libres, cuyo estatuto político se halla definido desde la naturaleza de “Estado social y democrático de derecho” que, poniendo por obra su soberanía inalienable e indivisible, la Nación española se dio a sí misma mediante la aprobación de la Constitución de 1978.

Pues bien, coincidiendo con usted por las razones antedichas en el interés del acontecimiento que nos ocupa, me limitaré a añadir algunas consideraciones. Según puede leerse en la obra de Cesar Vidal “Paracuellos-Katin” (Libroslibres, Madrid, 2005), que estoy seguro usted conoce, tanto los testimonios de los agentes soviéticos implicados como los datos históricos objetivos con que contamos sobre tan repugnantes sucesos, el Sr. Carrillo es responsable del asesinato sistemático de miles de personas, incluidos niños, mujeres y ancianos, en el escalofriantemente corto espacio de tiempo de unas cuantas semanas. A los datos que se refieren en dicha obra me remito para sostener este juicio, aunque ciertamente debería sobrar el testimonio de las personas que vivieron aquellos acontecimientos y que permanece depositado con horror indeleble en la memoria de la Nación española. Pero en fin, dada la espesura de la propaganda negacionista de la izquierda (en no haberle puesto coto a este negacionismo reside uno de los errores más gruesos de nuestra experiencia democrática), si la memoria colectiva no basta, ahí tienen ustedes la obra de C. Vidal.

Enlazando con lo último, le diré que si la persecución del negacionismo en Europa a propósito de los crímenes nazis (amén de la defensa militar de los EEUU) ha posibilitado que el totalitarismo nazi-fascista esté, al menos en apariencia, lejos de constituir un peligro para nosotros, españoles y europeos del s. XXI, no sucede lo mismo con el caso de su hermano gemelo, a saber, el totalitarismo comunista, marxista-leninista o como quiera usted mejor denominarlo. La apología del comunismo así como la negación, ocultamiento o justificación de sus crímenes está desgraciadamente a la orden del día. El acto que ustedes organizan, por ejemplo, es para mí una prueba fehaciente de esto. Pero hay más, no es sólo que el amigo intimísimo del dictador rumano Ceaucescu, sea elevado a la más alta dignidad universitaria. Un gesto como este, no por importante menos restringido a la esfera de lo meramente estético, no alcanzaría todo su significado si no fuera por el fenómeno que a continuación voy a mencionar, sólo de pasada para no hacer demasiado larga esta correspondencia.

Es el caso de que el marxismo-leninismo, bajo las siglas políticas ETA-ERC-BNGA, por ejemplo, arrastra a un PSOE envilecido hasta el límite de lo inconcebible, que entre la democracia y el poder ha optado flagrante e indecentemente por lo segundo, a la destrucción de la Nación española. El asunto del presunto estatuto catalán (digo presunto, porque de hecho es una reforma constitucional encubierta y, por ende, fraudulenta) y la vergüenza de la reciente cumbre de Salamanca, en la que se pasó por encima de los derechos humanos para alinearnos con las dictaduras más repugnantes de Iberoamérica (Castro y Chávez) son dos ejemplos paradigmáticos de los caminos tortuosos por los que lleva a una Nación libre, España, el ignaro, engreído y traidor que nos desgobierna desde que unos criminales, de los que todavía hoy nada claro se sabe (o sí se sabe), mataron a 194 personas por el mero hecho de ser españoles y ciudadanos libres, en pleno disfrute de los títulos jurídicos que su nacionalidad les otorga. Pues bien, el fenómeno es el siguiente: el marxismo leninismo, hijo totalitario del desdichado s. XX, amenaza de nuevo hoy las libertades ciudadanas y la existencia misma la Patria.

A pesar de todo lo cual, me congratula manifestarle a usted mi esperanza de que la libertad permanecerá a salvo en España porque la Nación no permitirá, simplemente no consentirá, que se la reduzca a servidumbre. La memoria histórica, el sentido de la libertad y de la democracia, así como el desarrollo y bienestar alcanzados por el pueblo español durante estos grandiosos treinta años de democracia, permiten augurar un futuro pleno y democrático a esta Nación que, simple y llanamente, no va a consentir su destrucción. Quieren algunos lunáticos, que, de paso, nos amenazan con la “guerra civil”, una “segunda transición”. Pues la van a tener, no les quepa duda. Se dice de la “primera” que una de las claves de su éxito radica en que fue un paso “de la ley a la ley”. Hoy no es caso ni de revolución ni de contrarrevolución, siento disgustar a ese “rojo, feminista y utópico” que nos desgobierna, así como a sus palmeros. Se trata, señor mío, de que se cumpla le legalidad vigente, de eso ni más ni menos. Acatar, cumplir, hacer cumplir la ley y exigir su cumplimiento. ¿Por parte de quién? Pues por parte de su único titular legítimo y originario, o sea, la Nación. Esa Nación que, como dice nuestra primera constitución liberal, “es libre e independiente, y no es ni puede ser patrimonio de ninguna familia ni persona”; ni de ningún partido, añadiría hoy yo.

En suma, la primera fue “de la ley, a la ley”, en efecto; esta segunda, por mor de la ley, o sea, de la Constitución de 1978, como no puede ser de otro modo, será “de la Nación, a la Nación”. Pues no hay más Soberano que la Nación, ni más Nación que España.

Y, para terminar, lo haré con una cita de Xavier Zubiri que espero tenga en mente en el acto académico que concita nuestra casual pero necesaria correspondencia:

“Pocas épocas en la historia habrán vivido la agresión a la verdad como la nuestra. Naturalmente, la verdad, por su propia índole, es algo tan inerme, que se la puede dejar abandonada en el borde y en la cuneta de cualquier carretera. Lo que pasa es que esto que la hace tan absolutamente accesible y vulnerable a todas las agresiones, es lo que le confiere esa ligera pero auténtica inmortalidad, por la cual -pasada la agresión- la verdad vuelve siendo, sin embargo, verdad” (en “El hombre y la verdad”, Alianza, Madrid, 1999, p. 12)

Sin otro particular, aprovecho la ocasión, Sr. Rector, para hacerle llegar mis más atentos saludos y despedirme expresando el mismo deseo que usted me transmite en su respuesta a mi primer mensaje: que alcancemos en todo caso “una sociedad sin rencor ni intransigencia, capaz de generosidad y de reconocimiento”.

Javier Teira Lafuente

Luis I. Gómez
Luis I. Gómez

Si conseguimos actuar, pensar, sentir y querer ser quien soñamos ser habremos dado el primer paso de nuestra personal “guerra de autodeterminación”. Por esto es importante ser uno mismo quien cuide y atienda las propias necesidades. No limitarse a sentir los beneficios de la libertad, sino llenar los días de gestos que nos permitan experimentarla con otras personas.

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8 comentarios

  1. Quien escribe se dedica a escribir panfletos. No me queda la menor duda. Y nunca ha debido de salir de su cerril y estrecha mente hacia otros mundos que conviven en España.

  2. Alternativo… otra vez con Carrillo? Pero quién ha sacado del arcón de los recuerdos a la guerra civil?
    Quién ha establecido que hubo buenos (los rojos) y malos (los nacionales)?
    Quién sacó a pasear el cadáver de su abuelo?
    Quién acusa al PP de ser asesino? A quién mató el PP?

    Y por cierto, te recuerdo que Carrillo SI MATÓ A MILES DE PERSONAS!!

    Anda ya! Si vosotros habláis de los crímenes de la derecha, está todo bien. Si alguien recuerda los crímenes de la izquierda lo tildáis de mentiroso, y cuando el peso de la evidencia es tan aplastante que no podéis retorcer la historia, os quejáis diciendo que «otra vez con Carrillos y Paracuellos».

    Hala, chaval! Haceros cargo de la parte de la historia que os toca! Y si aún no podéis aceptar que vuestros padres ideológicos perdieron la guerra, debéis buscar ayuda profesional… un psicólogo… por ejemplo. O una junta de psicólogos…

  3. Madre (Manuela de??), qué sucede? La documentación (porque son DO-CU-MEN-TOS) aportados por César Vidal no tienen valor?
    El periplo de Carrillo como siervo de los más grandes asesinos (Stalin y Ceaucescu) no es suficiente?
    O Stalin y Ceaucescu eran hermanitas de la caridad?
    Y los asesinados en Paracuellos, no los mató Carrillo? O es que acaso se suicidaron?
    Cuándo pidió perdón Carrillo por sus crímenes?
    Por qué debemos aplaudir y honrar a un asesino?
    Tú aceptarías que se le diera un doctorado honoris causa a Franco?
    Pues bien, nosotros tampoco aceptamos que se lo otorguen a Carrillo.

  4. Paracuello-Katyn y la mísmísima Causa General franquista. Veo que «os salís» con la bibliografía…

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