Carta a Albaricoque

Estimado Albaricoque,

me preguntas en tus comentarios sobre la concepción de Ser Humano y las diferencias respecto a otros seres. Podría darte una respuesta muy rápida y recomendarte leer las obras de Platón, no por antiguas carentes de veracidad. Pero no lo voy a hacer, pues sería fácil para tí (espero que no haya problemas por el tuteo) argumentar que las tesis del gran griego ya no son de recibo.
Como no soy filósofo, no voy a tener más remedio que parafrasear a quienes sí se han ocupado del tema con mayor o menor precisión.

Una de las personas que más ha influído en mi forma de pensar es Ayn Rand. Ayn Rand llamó a su filosofía «Objetivismo», describiéndola como la filosofía para vivir en la tierra. El objetivismo es un sistema integrado de pensamientos, que define principios abstractos en los que el hombre debe pensar y actuar si es que quiere vivir la vida propia de un hombre.
Según Rand, el hombre es un ser racional. La razón, único medio de conocimiento del hombre, es su medio de supervivencia. El hombre es un ser de conciencia volitiva, por eso el ejercicio de la razón depende de la elección de cada individuo. Tu conciencia es lo que solemosllamar alma o espíritu; y a lo que llamás ‘libre albedrío’, es a la libertad que tiene tu mente de pensar o no. Esta es la única elección que tienes, tu única libertad. Es la elección que controla todas las otras elecciones que haces; y determina tu vida y tu carácter.

También muy acertadas son las aproximaciones de Nietzsche y su escuela.

El Dasein, el único ser a quien le va su ser en su ser es, tanto en cuanto existencia, un fundamento de lo esencialmente humano que se realiza evolutivamente en la hominización. El ser humano es un ser entre seres. Es también un ente que tiene vida como los otros seres. Pero su vida es vida que se hace; que se construye en la interacción con los Otros. Ortega, nuestro filósofo, decía: «el hombre no tiene naturaleza, tiene historia»; y esa historia es su hacerse en la vida: lo que llamamos sociedad y cultura. El hombre tiene, por lo tanto, dos dimensiones: la dimensión animal determinada por la filogénesis Hominidae y la dimensión sociocultural donde el hombre habita.
El hombre es también un ser-para-la-muerte. Tiene un sentido de la existencia que se presenta ante el horizonte de la muerte como finitud. El hombre es el ser que se sabe mortal. Este saber lo coloca en la incertidumbre de lo existente. La precariedad de la vida, su finalidad sitúa al ser humano en el horizonte de una finitud lamentable. Su condición de ser-para-la-muerte es lo que hace que el hombre se haya construido históricamente otro mundo: el mundo de lo suprasensible opuesto a lo sensible; el mundo del «más allá»; el mundo del Espíritu y de los dioses. En el discurrir cultural, al final de un proceso denso de tipo civilizatorio y religioso, el hombre ha desembocado en un solo Dios, en el mono-teísmo. Esto es la consecuencia última del devenir cultural y religioso que ha ido destilando elementos esenciales y esencialistas en las formas simbólicas complejas del plexo cultural.

El ser del hombre se define por su precariedad. Precariedad del individuo cuando es situado en el mundo, en su nacimiento. Pero también precariedad de toda su existencia ya que el hombre es un ser que no sabe y sabe que no sabe (Sócrates). De ahí que el hombre quiera el conocimiento, el saber. El saber –que es sustancialmente sagrado–, sitúa al hombre en las coordenadas del ser espaciotemporal; en el universo de su no saber como un saber que se quiere saber a partir del esfuerzo humano por la intelección. Así, la ciencia, el arte, la filosofía, &c., son formas de saber. El saber es, primero, saber a qué atenerse en el mundo, siendo un ser que es en la medida que subsiste en su existencia precaria. El hombre quiere, por tanto, un saber para conocer la Realidad. Pero este saber es un saber de lo sensible; dado a través de los datos sensoriales en la conciencia humana. Es la pregunta sustancial por el ser que ya aparece en el pensamiento griego. Pero, según nos muestra la historia de la humanidad, este saber no parece ser suficiente. El hombre ha creado a lo largo de la historia sistemas de saber que no están necesariamente vinculados al saber sobre la Realidad. Otra forma de ese saber ha sido el intento de captar intelectualmente la esencia de lo radicalmente Otro: es la pregunta por lo divino y por Dios. Platón se hace esta pregunta. Para él el mundo sensorial es mero reflejo del mundo de las Ideas, que es el auténtico mundo. Víctor M. Alarcón

Desde mi convenciento profundo de que la cualidad de Humano no me viene dada por una clasificación meramente consensuada por los científicos de otras épocas, sino por la percepción que tengo de mí mismo y de mi entorno, comprenderás cuán difícil me resulta caer en los principios igualitarios por los que, en tu opinión, los derechos de un animal (cualquier animal, supongo) serían equiparables a los míos.

El argumento reduccionista e igualitarista del «sufrimiento» tampoco me vale. El hecho de que animales y humanos compartan una o varias características no los hace iguales. «Un animal tiene derechos porque sufre, y los humanos también sufrimos». Me preguntas:

No es el meollo del asunto si los individuos son capaces de sufrir, y si lo son merecen neuestra consideracion y respeto?

No, no es el meollo del asunto. Sí, sí merecen nuestra consideración.
No es el meollo del asunto, puesto que ningún animal presenta ninguna de las características arriba resaltadas en negrita. Luego huelga la comparación.
Lo que realmente me sorprende de tu argumentación es que colocas en un mismo nivel animales, niños y discapacitados (humanos, claro) cayendo en un ejercicio claro de reduccionismo igualitarista «por abajo». El denominador común que utilizas para niños, animales y discapacitados es el de la compasión, la indefensión y el sufrimiento. Yo, desde luego, no me comporto igual ante un niño ahogándose, un discapacitado ahogándose y una vaca ahogándose. Mi nivel de indignación (si bien reconozco que me indigno en los tres casos) no puede ser igual ante un niño maltratado, un discapacitado maltratado y un toro maltratado. Siguiendo tu dialéctica recnozco incluso, que ni el niño, ni el discapacitado ni el toro tienen capacidad plena de elegir (y observa que digo «capacidad plena»), pero hay una diferencia fundamental: el niño la desarrollará, el discapacitado la mejorará y el toro jamás la poseerá.

Siento no compartir tu opinión. Yo estoy en contra de las corridas de toros con muerte. Pero no porque crea que los toros tienen «derechos», sino porque considero que los espectáculos sadistas son reflejo de lo peor del hombre: el animal en él.

Atentamente, Luis I. Gomez

Luis I. Gómez
Luis I. Gómez

Si conseguimos actuar, pensar, sentir y querer ser quien soñamos ser habremos dado el primer paso de nuestra personal “guerra de autodeterminación”. Por esto es importante ser uno mismo quien cuide y atienda las propias necesidades. No limitarse a sentir los beneficios de la libertad, sino llenar los días de gestos que nos permitan experimentarla con otras personas.

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7 comentarios

  1. hola Albaricoque necesito conocer acerca de la concepción del ser humano en Socrates. He tratado de buscar acerca de ello y se me ha sido un poco dificil. espero sea posible obtener informacíón }. Gracias

  2. Luis, vais a ser incapaces de poneros de acuerdo. Leed a Espinosa, el judío sefardí renegado y cumbre de la filosofía española.

    «… conciben a los hombres en la naturaleza como un Estado dentro de otro Estado. Sostienen en efecto que el alma humana no es producida por causas naturales, sino que es creada inmediatamente por Dios.» Tratado Político, Cap. II, 6 .

    Hay dos justificaciones de los «derechos naturales humanos»:

    – La teológica a que se refiere Espinosa en la cita que os envío.
    – La materialista, que es la que equipara el derecho con el poder: el hombre tiene unos derechos que no tienen los animales porque tiene un poder que ellos no tienen.

    Según vosotros, ¿cuáles son la fuente de los derechos humanos?

    ¿La razón? La razón no otorga ningun derecho «natural». Una persona indefensa no puede exigirle ese derecho a un león hambriento.

    Por cierto, los toros hubieran desaparecido hece mucho si no fuera por las corridas. Y también hubieran desaparecido las dehesas de encinas donde viven. Su muerte es menos cruel que la de pollos, cerdos… que nos comemos (y no digamos la vida!). No me consta que emboten «la sensibilidad hacia los animales», los aficionados a los toros aman realmente a los animales.

  3. Hola de nuevo, Chesco y Luis.

    Me estais llamando descerebrado y fascista porque no opino como vosotros.

    ¿Como calificais este comportamiento?

    ¿Razonable? ¿Urbano? ¿Civilizado? ¿Dialogante? ¿Maduro? ¿Democratico? ¿Inteligente?

    Me quereis callar con insultos y largas diatrabas inconexas y pesimamente documentadas.

    El debate sigue. Dejaros de jalearos entre vosotros y de daros la razon mutuamente.

    Teneis dos preguntas una para cada uno en la seccion en que inicie esta discusion.

    https://desdeelexilio.com/?p=198

    Por favor evitarme las citas de falsa erudicion e ir al grano.

    Y si quereis insultar, pues insultar que no haceis mas que cargarme de razon.

  4. Luis, en el artículo que te he puesto de LD encotrarás pistas interesantes sobre los orígenes de estos movimientos descerebrados.

    El artículo del PETA lo espero. Pero ten en cuenta que como biólogo ignoro a toda esa patulea. Además de sectarios descerebrados y terroristas en algunos casos, son unos ignorantes supinos.

    Un saludo 😉

  5. Luis, os liáis a discutir del tema en el otro post y no se me avisa.

    Luis, caes en la trampa de estos descerebrados de tener que demostrar que los animales no son como las personas que es lo obvio. La demostración que alguien tiene que hacer es la contraria. Pero no la demuestran,no pueden, no se puede, así que se enrocan en la repetición de una mentira y ahí se quedan. Hace mucho que no discuto con esta gente.
    Me divertiría mucho verlos en una manifestación ante la unidad municipal de desratización gritándoles:»genocidas, asesinos». No son las ratas igual que los humanos?.

    Poniéndolo en contexto personal y para cada uno de estos descerebrados…

    Se considera él mismo o a su mamá igual que una rata, babosa, chimpancé, caracol, hiena, etc??

    Por cierto, para completar y si no lo conoces, te pongo el enlace y un párrafo de un interesante artículo en la revista de LD de hace un par años:

    http://revista.libertaddigital.com/articulo.php/1275751444

    «Las leyes nacionalsocialistas se elaboraron en los tres primeros años del régimen, la primera es de 1933 y se denomina Ley de Protección de los Animales, un año después se aprueba la Ley del Reich de la Caza y en 1935 entra en vigor la Ley de Protección de la Naturaleza. Lo más interesante es analizar los componentes teóricos de este cuerpo legislativo como hace Luc Ferry en su libro El Nuevo Orden Ecológico (Tusquets Editores, 1994) al estudiar las obras de los ideólogos que redactaron las leyes: Giese y Kahler en El Derecho alemán de la protección de los animales, y Walther Schoenichen en la Protección de la naturaleza como tarea cultural popular e internacional.

    Ferry define tres categorías o niveles del ecologismo…..»

    Un saludos para las personasy para los animales varios que nos leen ;-P

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